martes, 5 de febrero de 2008

Paz, Alianza y Fe

El Catoblepasnúmero 56 • octubre 2006 • página 11



Paz, Alianza y Fe


El irenismo que reune a Zapatero y Cebrián con Nicolás de Cusa


El día 21 de septiembre de 2004, el Presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, propuso, ante la Asamblea General de la ONU, su proyecto de Alianza de Civilizaciones, cuyo objetivo, consistiría en «profundizar en la relación política, cultural, educativa, entre lo que representa el llamado mundo occidental y en este momento histórico el ámbito de países árabes y musulmanes», así como «combatir, por una vía no militar el terrorismo internacional».


Dos años, y varias reuniones más tarde, 19 países y algunas figuras relevantes del panorama español e internacional, se han adherido a la propuesta del presidente.


El propósito de este escrito, sin pretender ser exhaustivo, es analizar las contradicciones de tal Alianza, y para ello, nos serviremos del establecimiento de analogías con una obra que consideramos precedente de tal propuesta pacifista. Esta obra no es otra que «La paz de la fe», escrita por Nicolás de Cusa en 1453, tras la conquista de Constantinopla por parte de los turcos.


La obra del cusano, comienza con la visión, por parte de un «varón lleno de celo», de una reunión celestial, presidida por el Todopoderoso, a la cual concurren representantes (17 en total) de diversas religiones y naciones, entre las cuales se distinguen naciones históricas, (asisten un español, un francés, un alemán, etc) y naciones étnicas (caso del representante tártaro). A estos integrantes, se suman un arcángel, el Verbo Divino, San Pedro y San Pablo, siendo éstos quienes sostienen el diálogo con los diferentes personajes que van apareciendo.


En el caso de nuestro presidente, no se trata de una visión celestial, sino de una Asamblea en la cual participan las diferentes naciones reconocidas como tales, entre ellas España, algunas de cuyas partes constitutivas –Vascongadas, Cataluña– aspirarían en un futuro no muy lejano, tras un proceso de «autodeterminación», a sentarse en el hemiciclo de la ONU como miembros de pleno derecho. Sin embargo, y aquí comienza nuestro trabajo de búsqueda de analogías, pese a que la reunión se establece en función de la pertenencia a la categoría de nación de cada uno de sus integrantes, no es menos cierto, que tras el concepto nación que las iguala, subyacen enormes diferencias, algunas de las cuales son, precisamente religiosas.


También resulta curioso cómo, ambas, La paz de la fe y la Alianza de Civilizaciones, surgen tras graves conflictos entre el Islam y la Cristiandad, entendiendo aquí Cristiandad, por aquellos países que aún siendo aconfesionales –es el caso de España– puede decirse de ellos que, al menos culturalmente, siguen siendo cristianos y es precisamente desde las coordenadas del cristianismo, católico o protestante, y frente al Islam, como se han configurado históricamente. En el caso del texto medieval, su escritura, es consecuencia de la invasión turca. En cuanto a la Alianza promovida por Rodríguez Zapatero, ésta se produce tras los atentados del 11 de septiembre de 2002 en Nueva York, y el del 11 de marzo de 2004 en Madrid.


La primera dificultad con que se encuentran ambos proyectos, es delimitar cuántas religiones existen en el caso de la reunión celestial, y cuántas civilizaciones, en el caso de la Alianza. Es evidente que esta cuestión debe ser de inmediato resuelta, pues es imprescindible en ambos casos.


Por lo que respecta a las religiones, Nicolás de Cusa, sin perjuicio de reconocer otras formas más primitivas o poco conocidas, se centra en tres: la cristiana, la islámica y la judía. Rodríguez Zapatero, en cambio, no hablará ya de religiones, aunque su propuesta va encaminada a tender puentes entre occidente y los países musulmanes, sino de civilizaciones, sin aclarar a qué se refiere exactamente con el término «civilización».


En defensa de este proyecto y, quizá con el propósito de echar luz sobre el asunto, Juan Luis Cebrián, desde las páginas del diario El País, en una artículo titulado «Barbarie, religión y progreso», fechado el 17 de septiembre de 2006, que viene a ser un resumen de su intervención en el homenaje a Juan Goytisolo en Marraquech el día 11 de septiembre de 2006, trata de acotar el concepto «civilización». Para ello, no en vano es miembro de la Real Academia Española, se sirve de las definiciones que del término dan el Oxford Dictionary y el propio diccionario de la Academia. Civilizar sería, pues, sacar a algo o alguien de un estado bárbaro o salvaje.


En el artículo, que finaliza con un apoyo explícito a la Alianza de Civilizaciones, Cebrián identifica civilización con progreso, un progreso que parece ser lineal y global. La argumentación se apoya en las ideas de multiculturalismo y mestizaje para mostrar diferentes ejemplos en los que convergen distintas «identidades», sin embargo, no entra en aspectos importantes como los problemas de índole moral que aparecen inscritos en dicho multiculturalismo. De nuevo podemos observar otro paralelismo con la obra del Obispo de Bixen: cuando al final del texto S. Pablo aborda con el inglés asuntos tales como el matrimonio o el sacerdocio, encuentra la solución a estas controversias apelando a la ley natural, ley que ya operaría en la religión católica. Ignoramos a qué ley se acogería una tal Alianza en que coexistieran, por ejemplo, monogamia y poligamia.


Hay también, en el artículo referido, otro punto en común con «La paz de la fe», Cebrián, apoyado en una idea mítica de libertad, dice: «es la libertad de los ciudadanos, su derecho a elegir, lo que caracteriza a las democracias», para luego añadir, «la multiculturalidad sólo es plausible y beneficiosa cuando se produce como corolario de la diversidad pluralista que emana del ejercicio de la libertad». En la obra que estamos analizando, la fórmula empleada es «una única religión en la diversidad de los ritos».


Si sustituimos ritos por multiculturalidad, y fe por democracia, obtendríamos algo así como «una democracia, presidida por la idea de libertad, en la que confluyeran diversas culturas». Vemos así, cómo, la idea de democracia, suponemos que de mercado pletórico{1}, sustituye aquí a la fe, y la de cultura, a la de rito, sin perjuicio de que en estas mismas culturas, continuaran operando ritos de carácter religioso y de los problemas que estas persistencias pudieran acarrear.


Finalmente, el periodista y académico sugiere la posibilidad de que, por causa de las imposiciones del poder, que dieron como fruto las Cruzadas, la Inquisición o la «insidiosa Reconquista ibérica» no pudo florecer una cultura mediterránea en la que «convivieran diversos legados de la cultura grecolatina, lo mismo que conviven hoy las dos Europas, la de la cerveza y la del vino, la de la mantequilla y el aceite de oliva, en una sola idea de democracia « (de nuevo la fórmula anteriormente propuesta adquiere validez).


En este punto, hay varias objeciones que oponer a dichas afirmaciones. El adjetivo «insidioso», lo entendemos, de acuerdo con la tercera acepción que da el propio DRAE, a saber: malicioso o dañino según apariencias engañosas. Parece ser que la explicación al empleo de este calificativo, la ofrece el propio Cebrián más tarde, cuando afirma que «el poder religioso, aliado con el trono, se encargó de eliminar el pluralismo, tanto en el seno del islam como en el cristianismo». Reconstruye así don Juan Luis el curso histórico, para concluir, una vez eliminados los factores insidiosos, en el advenimiento de una hipotética civilización mediterránea, ecuménica, de tolerancia y respeto surgida al margen del poder político-religioso.


El irenismo, común a Nicolás de Cusa, Zapatero y Cebrián, vuelve a unir a los tres.


Volviendo a la comparación inicial, en »La paz de la fe», tras quedar fijadas las religiones que asisten al debate, las discusiones en torno a la identificación de la sabiduría con Dios, al misterio de la Trinidad, a la virginidad de María o a la Resurrección, son llevadas a cabo por los diferentes representantes antes citados. La dificultad del proyecto de Zapatero, resuelta por Nicolás de Cusa en su obra, estriba también en saber, además de cuántas civilizaciones existen, quiénes son sus legítimos representantes. Para ilustrar esta dificultad, nos serviremos de un ejemplo reciente.


El día 5 de febrero de 2006, Zapatero y Erdogan, presidente de Turquía, publican en el International Herald Tribune un artículo conjunto, «Un llamamiento al respeto y a la calma»{2}, en el que intentan apaciguar los ánimos tras la violencia desatada después de la publicación en periódicos europeos de unas viñetas en las que aparecía caricaturizado Mahoma. En dicho artículo, ambos dirigentes, expresan su deseo de continuar adelante con la Alianza de Civilizaciones que ellos mismos auspician.


La pregunta que cabe plantearse es esta: ¿son Zapatero y Erdogan representantes de las civilizaciones de raíz cristiana y musulmana respectivamente? De ser así, ellos mismos, completados acaso por otros representantes, podrían llegar a los acuerdos que condujeran a la Alianza al menos de estas dos partes. Pero, ¿qué ocurre con aquellos, como por ejemplo Osama Bin Laden, que, formando parte de la plataforma islámica, no reconocería a Erdogan como su legítimo representante?, ¿cabe pensar que la facción afín a Bin Laden está excluida de la civilización y por tanto, en un estado de barbarie?


Pero regresemos de nuevo a la obra de referencia. En sus parte final, Nicolás de Cusa, habla del objetivo último de esta paz, se trata, ni más ni menos, que de alcanzar la vida divina inmortal. En la página 37 leemos: «los hombres no desean la felicidad, que es la vida eterna misma, en otra cosa que no sea su propia naturaleza; el hombre no quiere ser sino hombre, no ángel u otra naturaleza; quiere ser un hombre feliz, que obtenga la felicidad última. Esta felicidad no es sino el goce o unión de la vida humana con su fuente, de la que emana la misma vida, que es la vida divina inmortal.»{3}


Aquí la analogía es menos evidente. Suponemos que el Presidente español, no busca con su proyecto la unión de las civilizaciones en la vida divina inmortal. Creemos que dicha unión se propone en el recubrimiento de las civilizaciones por la democracia de mercado pletórico, sin embargo, ello no añade sino problemas a la forma de realizarse tal Alianza, pues la realidad nos muestra cómo, un buen número de países viven actualmente bajo teocracias musulmanas que en ningún caso facilitarían la llegada de la democracia. Y aquí chocamos con un problema esencial que hace tambalear la propuesta de Zapatero: ¿mediante qué métodos se podría implantar la democracia en sociedades regidas por la ley islámica o saría?


Es de suponer, dado el talante pacifista del que hace gala nuestro presidente, que la vía violenta o militar, queda descartada, por lo que su proyecto, si es que no resulta ser más que una ingenua declaración de intenciones impropia de un gobernante con implantación en la realidad, no aporta otra solución que su manida apelación al diálogo.


La paz de la fe, concluye con la victoria de la fe católica en el debate con las otras religiones, la paz de la Alianza, al parecer, tiene en la fe su única herramienta.


Volvemos a servirnos del diccionario, en este caso del que forma parte de la Enciclopedia Filosófica del Proyecto Symploké{4}. Allí leemos la definición de Fe:


Una de las tres virtudes teologales, junto a la Esperanza y la Caridad, en tanto que se considera como una adhesión firme, tan fuerte como la que constituye la certeza, pero incomunicable por la demostración. Aun siendo considerada como sinónimo de creencia, en tanto que implica el acceso a alguna suerte de saber revelado, ha de considerarse como una actitud irracional.



Notas


{1} Para saber qué entendemos como democracia de mercado pletórico, recomendamos la lectura del libro de Gustavo Bueno, Panfleto contra la democracia realmente existente, La Esfera de los libros, Madrid 2004.


{3} Hemos utilizado la edición de la Editorial Tecnos, traducida por Víctor Sanz Santacruz. Madrid 1999


{4} http://symploke.trujaman.org/


© 2006 www.nodulo.org

1 comentario:

Anónimo dijo...

liaño no prevaricó