miércoles, 4 de julio de 2012

Urnas especulares

Artículo en el número del mes de junio de 2012 de la revista Junio7, págs. 26 y 27:

Urnas especulares

Las expropiaciones de que han sido objeto un par de empresas españolas en Argentina y Bolivia han vuelto a poner de relieve una cuestión de gran importancia, a saber: con qué países hispanoamericanos las relaciones políticas y comerciales son más seguras y leales para España. Todos los analistas han coincidido en que naciones como Chile, Colombia, Perú o México cumplen con los requisitos señalados.
De entre estas repúblicas, el caso de México tiene grandes particularidades, y no solo por las estrechas relaciones que mantiene con España sobre todo desde mediados del siglo XX, cuando fue tierra de acogida de muchos exiliados, sino porque además, la nación mexicana está ante unas elecciones generales que se presentan como trascendentes. Ocurre, sin embargo, que la actualidad del país hermano se analiza a menudo empleando el espejo español –en el que, a decir de Ismael Carvallo en esta misma revista, se mira México-, de tal suerte, que lo que ocurre allende el Atlántico, y una vez retirados los ropajes que proporciona el tópico, se ven muy próximos.
De este modo, la campaña electoral mexicana parece en ocasiones un reflejo, una extensión de las que constantemente se arman en España, donde las urnas, dada la compleja estructura política del país, no hallan descanso. Veamos.
Desde esta orilla, los análisis de lo que está ocurriendo en la antesala de las elecciones, están marcados por la ideología que domina a la prensa burguesa española y a los políticos profesionales que a menudo van de la mano de aquéllos. En este sentido, resulta reveladora una noticia que ha aflorado en la prensa española: el hecho de que Enrique Peña Nieto, candidato del PRI, y actual líder en las encuestas en torno a las elecciones del primero de julio, pagó 32 millones de pesos para una serie de periodistas hicieran comentarios laudatorios sobre su persona y posible gestión. Un caso que, para el ciudadano español, es bien conocido, pues todo el mundo sabe que el grupo periodístico que hasta hace poco editaba el diario Público, que se entregaba con el mexicano La Jornada, era parte de una plataforma periodística y televisiva –con el canal La Sexta como buque insignia- que creció y vio declinar su estrella de la mano del presidente socialdemócrata José Luis Rodríguez Zapatero, a quien tanto le debían y al que tanto agradecieron presentando sus políticas aliciescas como un bonito sueño que solo una cavernícola y sotanil derecha se encargó de impedir.
Si esto ocurre en torno a Peña Prieto, el caso de Josefina Vázquez Mota nos sitúa en el contexto de otro de los oscuros mitos de grandes áreas de la población española: el sexismo. En efecto, porque el militante feminismo de que hacen gala algunas organizaciones, queda a menudo reducido a un grosero sexismo que encubre intenciones discriminatorias, visiones maniqueas de la realidad. Para tales facciones, que con frecuencia impregnan y penetran a los partidos políticos, una victoria de la candidata del PAN, constituiría el triunfo de toda una parte de la Humanidad secularmente discriminada. Tal es la alucinógena ideología que ha hecho fortuna en algunos contextos, señaladamente entre los integrantes del 15-M, quienes, en su delirio, han llegado a proponer la supresión de la identificación por sexos de la documentación oficial de unos ciudadanos que, por otra parte, pretenden despojarse de la pesada carga de ser ciudadanos para integrarse en evanescentes cosmogonías próximas a la Pachamama tan cara para políticos como Evo Morales.
Como se puede advertir, muchos de los mitos que mueven la política española, operan de forma similar en México. Entre ellos, evidentemente, se sitúa una imprecisa distinción: el par derecha/izquierda, que muestra a las claras hasta qué punto tales bloques políticos tienen unos borrosos límites. En este sentido, es el PRI el partido que, desde estas coordenadas dualistas, se presenta con mayor nitidez como una derecha que a menudo puede percibirse como equiparable al franquismo, y no sólo por su conservadurismo, sino también por una persistencia en el tiempo que se interpreta como sustentada –y el caso de Peña Prieto viene a consolidar tal percepción- en una turbia red que, por otra parte, en España, viene a igualar de nuevo a derechas e izquierdas, toda vez que en ambos casos nadie puede tirar la primera piedra acusatoria, por encontrarse ambos atrapados en el pecaminoso mundo de la corrupción tanto delictiva como ideológica.
En definitiva, y pues carentes de la ciencia media nada podemos saber sobre el resultado de las próximas elecciones mexicanas, lo que parece evidente es que los partidos que se medirán en las urnas han llegado a un grado de ecualización que esta sólo puede romperse atendiendo a detalles a menudo nimios en materia política.
En cualquier caso, desde España, México sigue de actualidad, pero más que por los programas electorales que se puedan discutir, por cuestiones como las presentadas y, sobre todo, por la implacable actualidad de crímenes que a diario acuden a las telepantallas.
De entre estas noticias luctuosas, destaca el reciente fallecimiento, en este caso por enfermedad, del escritor Carlos Fuentes, cuya trayectoria, al margen de sus logros literarios, se ha presentado como la vía truncada de un México que pudo ser y no fue, interpretación que nos sume de nuevo en otro mito no menos oscuro que los anteriores: el de la Cultura.
Iván Vélez

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