miércoles, 16 de julio de 2014

Del Sargento Negro a Obama

Artículo publicado en La Voz Libre el día 14 de julio de 2014:
Del Sargento Negro a Obama
Grande es la deuda que la actual España de las Autonomías, apoyada sin fisuras por gran parte del espectro mediático español, pensemos en la cimentación ideológica del talmud socialdemócrata, el diario El País, tiene con la filosofía de Ortega. De inequívoca influencia en muchos aspectos políticos y sociales, la obra orteguiana dio sus frutos mucho después de ser publicada, de ahí la dificultad de saber el alcance que pueden tener obras todavía en marcha como la de Gustavo Bueno, activo fundador del más potente sistema de la actualidad: el materialismo filosófico, máxime cuando se observa el panorama universitario del que brotan viscosas ideologías de carácter más intencional que realista. Movimientos que, en cualquier caso, no cuestionan muchas de las verdades orteguianas.
Dicho lo cual, lo que podemos afirmar es que en torno a la obra de Bueno, se ha constituido una escuela que ya ha dado importantes frutos, y que empieza a mirar la tierra hispanoamericana como fértil suelo para un desarrollo que deberá ir aparejado a nuestro idioma.
La obra que comentaremos a partir de ahora es una buena prueba de la aplicación de tal sistema a un arte como el cine, del que propio Bueno se ha ocupado en diversas ocasiones, en concreto a la película Sargento Negro (Sergeant Rutledge), a la que el erudito cinéfilo Miguel Ángel Navarro Crego ha dedicado su tesis doctoral, trabajo que ha sido trasladado al papel en el libro Ford y “El sargento negro” como mito  (Tras las huellas de Obama) (Ed. Eikasia, Oviedo 2011, 602 pp.).
El libro ofrece, en su estructura formal, aspectos del mayor interés como el análisis del mito, tomando como criterio la distinción que Bueno establece entre mitos luminosos y mitos oscuros, y regresando, como es lógico, a la obra de Platón, gran elaborador de relatos y mitos. Es desde tales planteamientos desde los cuales se puede abordar la obra de un gigante del cine como fue John Ford, del cual se reconstruye no sólo su filmografía, sino también partes decisivas de una vida que le llevó a colaborar con los servicios de información de los Estados Unidos para filmar, entre otros, los cuerpos muertos de los soldados negros que murieron en las playas europeas vistiendo el traje militar yanqui.
La película en cuestión, narra el juicio en el cual se esclarece un crimen del que es acusado un sargento negro integrado en uno de los regimientos que constituyeron los Buffalo Soldiers, tropas de color que apenas habían obtenido hasta entonces reconocimiento público, sin duda debido al racismo de la sociedad norteamericana, a pesar de su importante papel en la conquista del Oeste hecha a costa del exterminio de la población indígena.
Navarro desmenuzará, cronómetro en mano, todas y cada una de las escenas, en las cuales Ford recurre constantemente a la técnica del flash back para ir presentando escenas y testimonios, una estructura que servirá al filósofo ovetense para establecer una serie de paralelismos con El Banquete, de Platón, realzando de este modo la figura de un Ford cuya trayectoria es también reconstruida hasta alcanzar el perfil que ahora tiene como gigante de un cine que pasó del mutismo al sonido y del blanco y negro al color, y en el cual el papel de los negros, en origen blancos con el rostro tintado, fueron ganando terreno y despojándose de estereotipos.
Un complejo proceso sociopolítico tal, el que lleva a los negros a mejorar su integración  y alcanzar decisivos derechos civiles dentro de la sociedad norteamericana, recordemos Martin Lutero King, Malcolm X, Rosa Parks sentada en el autobús o el propio Cassius Clay de los que también se trata en el libro, que tendrá su repercusión en el cine, hasta el punto de dar lugar a subgéneros e incluso a interpretar negativamente un filme en el que se ve a un negro cuya razón de ser es precisamente la milicia, llevándole a manifestar:

«Porque el Noveno de Caballería era mi hogar, mi verdadera libertad y mi propia estimación, Y la forma en la que yo estaba desertando no era más que la huida de un negrata que vaga por los pantanos. ¡Y no lo soy! ¿Me oyen? ¡Soy un hombre!»

En definitiva, la obra de Navarro Crego, sustentada en el materialismo filosófico, es mucho más que el análisis de una película, pues la propia película busca mucho más que servir de un rato de entretenimiento. Pretende construir o acaso reconstruir la olvidada figura de los soldados negros que cruzaron, con tanta épica como sus pares blancos, las praderas norteamericanas sobre las cuales se han escrito los más grandes relatos de una nación que casi medio siglo más tarde de este rodaje, veía llegar a la Casa Blanca al mulato Barack Hussein Obama.

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