Artículo publicado en El Catoblepas, n. 166, diciembre 2015, p. 9.
Apunte vital (y contable) de José Jiménez Lozano
Iván Vélez
En 2002, José Jiménez Lozano (Langa, 1930)
recibió el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes,
galardón concedido por el Ministerio de Cultura que venía a reconocer la larga
trayectoria de este hombre de letras. De letras llamadas «castellanas» que en
su caso habían encontrado un amplio soporte en prensa, singularmente en el
periódico El Norte de Castilla, en el
que escribió desde 1956, llegando a ser su director en 1992. La fidelidad al
periódico castellano no impidió que don José tuviese una gran presencia en la
primera década del periódico del tardofranquismo, El País, desde cuyas páginas pasó a las de ABC y La Razón, una vez
que el otrora Periódico independiente de
la mañana fue tomando distancia con determinados colaboradores como, por
ejemplo, el recientemente fallecido Ricardo de la Cierva[1],
a medida que se identificaba con la socialdemocracia felipista.
Si la obra periodística de Jiménez Lozano es
larga, no es menor la lista de libros de variado género que ha dado a la
imprenta. Diarios, novelas, cuentos, poesía y ensayos configuran la vasta producción
de un autor que ha sido etiquetado como «católico liberal». Será precisamente a
algunas de sus obras librescas a las que nos referiremos en este breve escrito
que acaso sirva para llenar algún hueco de la biografía de tan insigne escritor.[2]
Cuando en 1962 cristaliza la Comisión
española del Congreso por la Libertad de la Cultura, Jiménez Lozano es ya una
firma periodística representante de un catolicismo en cierto modo heterodoxo[3],
cuya actividad no pasó inadvertida a esta organización siempre atenta a las
diversas corrientes más o menos discrepantes que se movían dentro del
franquismo. No obstante, antes de abordar este caso particular, conviene
señalar que la actividad de la Comisión española ya había sido reajustada en
una reunión celebrada en Madrid el 10 de diciembre de 1962 bajo la presidencia
de Pedro Laín Entralgo. A ella asistieron Brú, Martí Zaro,
Chueca, Cano, Marías y Aranguren, con la incomparecencia del sector catalán por
problemas de logística. Entre los temas tratados, la cuestión de los auspicios
dedicados a la financiación de libros fue sometida a debate. Así consta en la
documentación:
Las
bolsas para realización de trabajos deberían ser elevadas a la cuantía de 4 ó
5.000 francos nuevos. Para concederlas, sería condición indispensable que los
aspirantes presentaran un plan sumamente detallado del libro que se proponen
escribir, acompañado del primer capítulo y de una exposición sobre el espíritu
con que ha sido concebida la obra. Estos proyectos deberían ser también
sometidos al citado “Comité d´Ecrivains”, para que éste participara igualmente
en la selección. Convendría que fuese fijada una fecha límite para la entrega
del trabajo, a cada uno de los autores favorecidos con estas bolsas, en la
inteligencia de que en el caso de no entregar el texto completo antes de la
fecha señalada, perdería todo derecho a percibir el resto de la bolsa
concedida, de la cual se le abonaría un anticipo de unos 1.000 francos nuevos
en el momento en que hubiera presentado los tres primeros capítulos de la obra.
El Sr. Chueca hace observar que la exigencia de que los aspirantes presenten el
primer capítulo del libro es improcedente, ya que eso equivaldría, a pedirles
que hubieran madurado completamente la obra que se proponen escribir y a la
ejecución de un trabajo que, en la hipótesis de que no le sea otorgada la
bolsa, no podrían probablemente continuar. Los reunidos expresan su acuerdo con
la observación del Sr. Chueca y deciden proponer esta modificación cuando se
trate definitivamente el asunto.
Reunida la Comisión el 11 de enero de 1963,
se acuerda solicitar que sean cinco las bolsas para libros que se van a
solicitar, y, en lo relativo a las bolsas de libros, lo que sigue:
Los
aspirantes habrán de presentar con su solicitud un “curriculum vitae”, una
relación de los trabajos que han publicado y el texto de algunos de estos
trabajos, así como un plan detallado del libro que se proponen escribir y una
exposición sobre el espíritu con que lo han concebido. Se rechaza, por juzgarla
inadecuada, la condición de que presenten también el primer capítulo del libro
que proyectan.
Entre
los proyectos recibidos, el Comité elegirá aquéllos que le parezcan mejores.
Todo aspirante a quien se le conceda una de estas bolsas, percibirá un anticipo
en la cuantía y condiciones establecidas en las normas de que más adelante se
tratará. En cualquier caso, los beneficiarios perderán todo derecho a la parte
de la bolsa que quedare pendiente de liquidar, en el supuesto de que no
entreguen el libro dentro del plazo que se les haya sido señalado.
En
esta propuesta figura también la cláusula, según la cual el mencionado “Comité
d´Ecrivains et d´Editeurs” habrá de tener conocimiento de los proyectos
presentados para participar en la elección. Y como en el caso anterior, los
reunidos estiman que es necesario concretar su exacto alcance.
Estas ulteriores «condiciones establecidas» serán:
Como
las bolsas de viajes y las bolsas para libros no requieren la publicidad
propiamente dicha, no es necesario que el Comité convoque de manera pública los
concursos correspondientes. Basta con que establezca unas normas de uso
interno, pero claras y precisas, destinadas a regular de un modo inequívoco la
concesión de estas bolsas, y a informar a sus beneficiarios tanto de las condiciones
en que se otorgan como de las obligaciones que contraerán en el caso de que les
sean concedidas. Su difusión entre los posibles aspirantes puede ser realizada
de manera directa y personal por los miembros del Comité y por los
corresponsales en provincias, a cada uno de los cuales habrá de serle enviado
un ejemplar de las mismas. Se encarga a los señores Brú y Martí Zaro que
redacten un proyecto de normas, para que sea examinado y aprobado, con las
rectificaciones que procedan, en la próxima reunión del Comité.
En este contexto hemos de insertar la
documentación elaborada por Pablo Martí Zaro, quien dedica a Jiménez Lozano un
par de páginas en sus apuntes relativos al proyecto de los libros que se van a patrocinar
ese año. Aunque acaso el mentor de Jiménez Lozano pudiera haber sido Miguel
Delibes, director de El Norte de Castilla,
quien figura en la lista de «Críticos», sección «Provincias», confeccionada por
Martí Zaro, en la entrevista que reproduciremos al final, sabremos quién conectó
al abulense con esta organización anticomunista.
El informe comienza con una breve semblanza de
Jiménez Lozano en la que destaca su publicación en un medio judío:
PANORAMA DEL ANTICLERICALISMO ESPAÑOL
Autor:
José Jiménez Lozano
Licenciado en Derecho. Estudios
superiores de Filosofía, Título de Periodista, colaborador en “El Norte de
Castilla”, “La Gaceta del Norte”, revistas universitarias y de carácter
nacional. Actividades de investigación en el Seminario de Historia de Simancas”.
Traductor de Editorial Fax.
PUBLICACIONES
“Nosotros los Judios”, traducida a
varios idiomas y difundida por la “Review of World Jewish Congress”.
Domiciliado en Alcazarén (Valladolid)
Tras el breve curriculum, aparece el
detallado índice del que debiera haber sido un libro del que no hemos hallado
rastro alguno en su extensa bibliografía:
José Jimenez Lozano
PANORAMA DEL ANTICLERICALISMO ESPAÑOL
PARTE I.
Capítulo I.– El anticlericalismo,
Delimitación de su concepto.
PARTE II.
Capítulo I.- El anticlericalismo
medieval, un anticlericalismo de cristiandad.
Capítulo II. La Reforma de Cisneros,
el Movimiento Erasmista, la Reforma Protestante.
Capítulo III. La inquisición
española.
Capítulo IV. Carlos III y el Jansenismo español, la reacción contra los
privilegios de la Iglesia, la expulsión de los jesuitas.
Capítulo V. Aparición de los
libertinos en el s. XVIII español, influencia de Voltaire y de Bayle, el
racionalismo español, la masonería y otras sociedades secretas.
Capítulo VI. El reinado de Fernando
VII, el pensamiento y la acción absolutistas, el pensamiento y la acción
liberales, politización de la Iglesia, el fenómeno carlista, el reinado de
Isabel II, la primera República, la Restauración y el clericalismo canovistas,
el reinado de Alfonso XIII y la Dictadura, la segunda República.
Capítulo VII. El Folklore
anticlerical.
Capítulo VIII. Una teoría del
anticlericalismo español.
Apéndice,
textos. Notas. Bibliografía.
Nota: Con este libro pretende el
solicitante aportar su contribución al panorama de la investigación sobre el
sentimiento religioso español, en una materia que a su juicio está
insuficientemente explorada. La parte principal de este trabajo correspondiente
al estudio del siglo XIX, durante el cual, el sentimiento anticlerica desborda
el universo cristiano y se enraiza en el racionalismo y laicismo del mundo
moderno, para culminar en el análisis del anticlericalismo que alcanzó su punto
culminante y sus manifestaciones mas extremas en el curso de nuestra guerra
civil. Sin olvidar, por otra parte, la capital cuestión histórica de un
movimiento antiinquisitorial, de grandes proporciones y plenamente
independiente, por ser anterior al pensamiento laico-racionalista. Estudiando
el tema singular del divorcio entre Iglesia y Pueblo en nuestro país, que a su
juicio merece un tratamiento histórico y psicológico capaz de esplicar (sic)
nuestra propia situación.
También
negro sobre blanco encontramos un apunte contable de Martí Zaro según el cual,
en julio de 1963, José Jiménez Lozano recibió un pago de 1.000 francos
franceses en
concepto de bolsa de libros, equivalentes a 12.160 pesetas.
Todo hace suponer que se trataba del
«anticipo» comentado en la reunión de principios de año, sin que el proyecto
llegara a culminarse. Acaso parte de los materiales trabajados por Jiménez
Lozano fueran útiles para la redacción de un libro publicado posteriormente: Meditación española sobre la libertad
religiosa (Ed. Destino, Barcelona 1966). La temática religiosa continuaría
siendo objeto de preocupación para quien fuera corresponsal de El Norte de Castilla en el Concilio
Vaticano II.
Más de medio siglo después de aquellos
acontecimientos, el día 28 de febrero de 2015, junto a mi esposa, Esther Jesús
Muriana, y a Fernando López Laso, visitamos, gracias a las gestiones de este
último, la casa de José Jiménez Lozano. El escritor, en compañía de su mujer,
nos acogió con gran hospitalidad. En el transcurso de una larga conversación, pude
preguntarle al respecto de aquellos lejanos episodios. Estos son algunos de los
fragmentos más destacados de la charla:
-
Iván Vélez Cipriano: ¿Usted conoció el
Congreso por la Libertad de la Cultura?
-
José Jiménez Lozano: Ah, no yo esas cosas…
no, yo… Cuando escucho la palabra cultura… me cambio de acera… no… (Risas).
-
Fernando López Laso: No es que saques la
pistola pero vamos, no quieres saber nada…del Mito de la Cultura.
-
JJL: No quiero saber nada.
-
IVC: No, del Congreso por la Libertad de la
Cultura…
-
JJL: ¿Cuándo fue eso?
-
IVC: Año 62 en adelante…
-
JJL: Ah, no, no, no. Yo estaba inmaduro
entonces… Nada, nada… No, llamándose así no. Aquel al que fue Bergamín y esas
cosas…
-
IVC: Sí, las bolsas de libros aquellas que
concedían… las becas…
-
JJL. Ah, sí, sí, pero no fui, ¿cómo voy a ir?
Si yo entonces no había empezado a escribir apenas. Me andaba de los lugares
estos pero no… No, yo de las cosas de tipo político, yo he huido siempre. Para
bien o para mal.
-
IVC: Julián Marías, Aranguren, Chueca Goitia…
-
JJL: Sí, a Marías sí. Hombre, a Marías… y
tanto lo conocíamos, que hacía que no nos veíamos 30 años y todavía me dijo:
«¿Se acuerda usted de aquel día que me contestó usted a propósito de unas cosas
de los presocráticos?»; «Pues no don Julián, se me ha olvidado». (Risas)
-
FLL: No me extraña ¡qué memoria!
-
JJL: Julián Marías era una bendita persona.
Con una vanidad infantil, infantil. Hombre, una americana, Agnes, me contó que
su jefe, su decano, la dijo que le fuera a buscar al aeropuerto, y no le
conocía, y llevaba una foto y le dijo por teléfono: «Llevo una foto, pero
además llevaré una Historia de la Filosofía debajo del brazo», y dijo Marías:
«¿Y si otra americana lleva otra Historia de la Filosofía?». (Risas).
-
FLL. Tenía un punto infantil.
-
JJL. Era así. Luego era un hombre estupendo.
[…]
-
JJL. […] No hablaban español, ninguno. Hablaban
catalán, eso era cosa de las chachas y de los de pueblo, pero ellos no, ¡por
favor! Hablaban catalán. Que yo tengo ahí, ¡ahí están!, galeradas tachadas por
el censor en catalán. En tiempo de Franco. La censura hablaba catalán. En vez
de la lengua del Imperio, hablaba catalán. Que es de cachondeo.
-
IVC: Pero entonces, lo que yo quiero saber es
el contexto en el cual usted conoce a Pablo Martí Zaro ¿Cuál pudo ser?
-
JJL: El contexto de Martí Zaro probablemente
viene por Laín.
-
IVC: Por Laín, ¿no? Claro, claro, claro…
-
JJL: Seguramente viene por Laín. Yo lo leí
siempre, se portó conmigo muy bien y… este hombre, ¿cómo se llama?... Un hombre
buenísimo. Era un hombre, pues muy dolido…había estado represaliado, le habían
condenado a muerte…No sé cómo, un día le dije a Laín: «Este señor todos los
días nos trae la sentencia de muerte». Y un día nos dio un papel y nos dice: «¿Qué
le parece a usted?». Dice que eran unos artículos de la lucha antifranquista
que estaban escritos en Suiza. Y me dijo: «¿Le parece a usted bien que me
condenen a muerte?»... Todo el mundo con la servilleta así puesta (Se tapa la
boca). Y le dije: «Hombre, es que no lo he leído...» «Pues ya lo podía usted
haber dicho porque me daba unos disgustos…» Era así de inocente… era así de
inocente. Pues era un viejo profesor de la Residencia. En la Residencia, pues
también han luchado heroicamente, pues yéndose todos, claro.
-
IVC: Y eso que ha contado de que le decían
que usted cobraba de la CIA, ¿quién se lo dijo?
-
JJL: ¿Eh?
-
IVC: ¿Quién le dijo a usted que usted cobraba
de la CIA?
-
JJL: Yo no sé quién me lo dijo. Pues algún
amigo de Valladolid. Alguien que no podía ver a Laín o a uno de estos… ¿Yo qué
sabía? Aparte, bueno, mientras, claro, nunca se sabe…eso dice Gabriel. Nosotros
escribimos en los periódicos, no sabemos de dónde viene el dinero,… con tal de
que no venga de la venta de armas nos conformamos… Pero que sea puro, pues no,
porque es imposible, es imposible... Pero ese mundo que usted dice, ¡es que no
lo puede decir!, ¡no lo puede decir! Porque lo machacan. Claro, machacan lo que
usted puede hacer de bueno… es lo tremendo…Usted puede hacer… Nosotros es que
no disponemos de un agit prop. Son más listos…
-
IVC: Pero, ¿y usted no cree que aunque esa
gente fueran unos señoritos como ha dicho, que lo eran,…
-
JLL: Hombre, usted ya lo sabe, cuando está
don Juan Valera en su pueblo, en Archidona, y le dicen si tiene miedo de la
revolución del 69, que tiene miedo y le dice su cuñado: «¿Hay algún señorito?»;
«No»; «Pues entonces no va a pasar nada, ¿qué va a pasar?».
-
IVC: Pero, ¿usted no cree que ideológicamente
sentaron las bases de la España autonómica? Esa gente…
-
JJL: Yo la España autonómica no lo sé, yo los
que yo conozco no pensaban en eso. Pensaban en la revolución, y como decía el
del PT, que se llamaba Partido del Trabajo ¡que ya está bien!, decía: «Cuanto
más dura, mejor, proletarios». Pero tú eres profesor, a ti te van a fusilar…
-
IVC: Eso le pasaba a Tierno, que no conocía a
ningún proletario.
-
JJL: Bueno, cuando decía Tierno esas cosas
del Retiro: «hay que cortar los árboles», cortaron los árboles… Sí, tenía una
demagogia un poco… un poco desagradable don Enrique. Lo que pasa es que
conocido de cerca, pues parecía inofensivo, pero… esa demagogia… Yo creo que
sin esa demagogia y sin la mentira no se hacen las revoluciones. A lo que
llamamos revolución hoy, que copian de la francesa, no pueden copiar de otro
lado.
-
IVC: Y Pujol, ¿cómo era entonces?
-
JJL: Hombre, Pujol nos parecía un tío
inteligente. Hombre, yo no pensé que eso de Cataluña tampoco me lo podía tomar
en serio, porque los catalanes que yo conocía no eran... Eran normales. Luego
ya más adelante, ya empezaron con las… Yo conocí a un catalán que se llamaba...
El padre de Luis Carandell, y a este otro que se llamaba Serrahima, que llegó a
ser conseller, me parece. Tuve mucha amistad con él. Me acuerdo que una de las
veces, la primera vez que fui... Él vivía en Sarriá. Y entonces, pues yo, la
primera vez que vas a Sarriá, vi un portal así más… me metí allí… y ya estaban
con calzón corto: «¡Uy! estos demócratas cristianos». Y me dijo: «Se ha
equivocado usted, esos son los proletarios»… Estaban el señor Vargas Llosa y
García Márquez, que estaban ahí bien pagados. No, estos por la CIA no,
estaban pagados y tenían un portero con
un coche.
[…]
-
IVC: ¿Y a
Josep Benet lo conoció?
-
JJL: No. Eso…, Trapiello me hubiera
enemistado con él, porque siempre me oponía a Benet.
-
IVC: No, no, me refería a Josep Benet, el
catalán.
-
JJL: ¿A Josep? Sí, sí, a Josep Benet, sí.
Hombre, era un tipo… No era separatista... Yo he pasado mucho miedo con estos
separatistas, porque una de las reuniones que hubo… Yo no sé, esta no, una de
las reuniones, esta era… que juré no volver a Montserrat en la vida. Esta fue
en Montserrat. La primera bobada que me dijeron fue que si quería ocupar la
habitación del presidente Azaña, y digo:, «Pues no» (Risas). «¿Por qué?»; «Porque no, me da igual cualquiera». Bueno, yo veía a la policía
dando vueltas… un miedo espantoso. Y yo le dije a un amigo: «Oye ven a buscarme»,
y se reía, y me dijo: «Pero vamos a ver ¿no te ha dicho Gironella que ahí no
pueden entrar?» (Risas).
-
IVC: Pero Benet sí fue un separatista, luego,
furibundo.
-
JJL: No, mejor, porque luego… ¿era separatista
a la hora de la verdad Pujol? Pues yo no lo sé. Yo no creo que la gente sea tan
táctica sino que se monta al caballo cuando las cosas están hechas. Yo no creo
que fueran en absoluto.
-
IVC: Porque Pujol…
-
JJL. La prueba es que sus padres, sus abuelos
pensaban lo mismo y no hicieron el… Pero claro, como decía don Juan Carandell: «Si
viene Suárez, llama a vascos y catalanes y les deja sin respiración, porque les
ofrece cien veces más de lo que piden, pues claro, a ver, tienen ahí un ancho
para respirar, para ser separatistas ya…». Pero lo de la lucha contra Franco
entre intelectuales era una cosa de risa completamente, de risa. Son unos
desgraciados, porque luego a mucha gente la echaron por delante. Como ha pasado
siempre, claro. ¿La revolución quién la hace? Pepito, el de abajo, claro. ¡A ver
quién la va a hacer! Unos cobrando y otros sin cobrar, que es lo malo.
Cobrando, todavía…
-
IVC: Pero la pregunta entonces es, la que a
mí se me ocurre es: ¿Entonces por qué la CIA tenía dinero, o tenía interés en
subvencionar a estos grupos? ¿Por qué la CIA financia a estos grupos que eran
una especie de alternativa al franquismo anticomunista?
-
JJL: No, no, no creo que pensaran tanto, cuando
lo de la alternativa al comunismo fue al sufragar al partido socialista los
alemanes. Inventaron al señor González.
-
IVC: Pero eso fue después.
-
JJL: ¿Cómo íbamos a ser alternativa nosotros
si no teníamos más que los libros? Y a ninguno nos preocupaba la política. No,
en absoluto. La política nos daba miedo, porque conocíamos la política de la policía
nada más, y la buena...es decir, la más suave. La otra no. Yo le oía a un
carbonero, esto lo contaba en el Relieve, donde Pepe… cuando se hablaba de
política allí. Por cierto, estaba Muñoz Alonso…. En medio de todos los rojos
aquellos, estaba Muñoz Alonso también… Si es que es cómico…
-
FLL. El talentoso Muñoz Alonso, que anda que
no mandaba…
-
JJL: Decía: «Ustedes están estudiando y no
saben lo que es luchar. La política es una cosa muy engañosa. Yo me he chupado
9 años en la cárcel de Burgos, y no me han fusilado porque menos mal que han
indultado a la mayoría de la gente. Porque yo no he matado a nadie y ni
siquiera he estado en las filas. Ni siquiera en la guerra… Pero en fin,
procuren ustedes no jugar a estas cosas, que luego las pago yo». Me impresionó
tanto aquello…
La conversación, tal nos parece, muestra
hasta qué punto un régimen político que ha sido a menudo caricaturizado por el
hecho de que su hombre principal deambulara bajo palio, se fue transformando en
gran medida dentro de ambientes católicos. Cuando la Iglesia española fue
despejando sus temores ante las amenazas anticlericales que habían alcanzado su
cénit en la década de los años 30, la unidad alcanzada dentro del bando
encabezado por Franco se relajó, permitiendo que afloraran las tensiones
territoriales a las que tanto se había contribuido desde los púlpitos y las
publicaciones eclesiásticas que tanto hicieron por el fomento de las lenguas
vernáculas.
«Pero vamos a ver ¿no te ha dicho Gironella
que ahí no pueden entrar?». La revelación de Jiménez Lozano, unido por razones
de fe a los Pujol y Benet, permite entender mejor el hecho de que estos dos
personajes pudieran organizar la campaña Volem
bisbes catalans!, excluyente lema de carácter eminentemente catalanista,
escrito en catalán en los franquistas años 1966 y 1967. Antes de la
finalización de la década se producirá el encierro de 60 sacerdotes en el
seminario de Derio, del cual se conserva una petición a Roma que reclamaba una
iglesia «pobre», «libre» e «indígena».
El papel jugado por las iglesias locales de
Cataluña y Vascongadas, aderezadas con ingredientes obreristas, es más que
conocido. También sus distáxicos resultados.
En 1963, como ya había ocurrido a principios
de siglo[4],
algunos literatos, deslumbrados por el Mito de la Cultura o atraídos por las
bolsas que llevaban aparejada la publicación de libros, no detectaron el
verdadero alcance de las actividades promovidas por el Congreso por la Libertad
de la Cultura. José Jiménez Lozano así lo corrobora al manifestar que «a ninguno nos preocupaba la política».
[1] La breve nota necrológica
publicada el día de su muerte subrayaba su «ideología franquista» pero omitía
sus frecuentes apariciones como articulista del diario. El lector interesado
puede, no obstante, acceder a sus artículos si se toma la molestia de consultar
las etiquetas de la noticia: http://cultura.elpais.com/cultura/2015/11/19/actualidad/1447950708_710699.html
[2] José Jiménez Lozano cuenta con
una magnífica página web en la que se recoge la mayoría de su obra: http://www.jimenezlozano.com/v_portal/apartados/apartado.asp
[3] Véase nuestro: «Curas rojos,
verdes dólares. Notas sobre Francisco Pérez Gutiérrez», El Catoblepas, n. 159, mayo 2015, p. 9, http://www.nodulo.org/ec/2015/n159p09.htm
[4]Véase la magnífica página: El Presupuesto Extraordinario de Cultura y
la Institución de Cultura Popular (1908) del Ayuntamiento de Barcelona, http://filosofia.org/mon/cul/pecbarna.htm
1 comentario:
¿Cuántos señoritos hay en Podemos o detrás de Podemos?
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