La Gaceta de la Iberosfera, 22 de junio de 2021:
https://gaceta.es/opinion/notas-sobre-el-informe-cilevics-20210622-1614/
Notas
sobre el informe Cilevics
Días antes de que la Asamblea
Parlamentaria del Consejo de Europa sometiera a consideración el humanístico informe elaborado por el
letón Boris Cilevics a propósito del trato recibido por los golpistas que
cumplen condena por sus graves delitos, en ese reñidero llamado Twitter, el
perfil que responde al nombre de Andrei Kononov - @andrei_kononov- hizo públicas las
conexiones de aquél con el Open Society Institute, organización tras la cual se
oculta el magnate George Soros, cuya labor a favor del secesionismo catalán ya
fue expuesta por Juan Antonio de Castro y Aurora Ferrer en su Soros. Rompiendo España (Homo Legens,
2019). Cilevics es el fundador de MINELRES, un directorio sobre Derechos
Humanos financiado por la Open Society, que se ha dedicado a la elaboración de
informes sobre las minorías étnicas europeas, tarea para la que nadie puede ser
más útil que un elemento perteneciente a una de las repúblicas surgidas tras el
derrumbe de la Unión Soviética. Como es sabido, desde el final de la II Guerra
Mundial existe una larga tradición de fichajes, convenientemente blanqueados,
de individuos procedentes de la Alemania nazi o de la propia URSS, de cuyos desprendidos
bordes bálticos procede un Cilevics que ha participado en una decena de proyectos
europeos de Derechos Humanos financiados por entorno soriano.
Surgidos durante el atómico tiempo
de silencio abierto en 1945, los Derechos Humanos, a los que el mundo
coranizado dio cumplida respuesta con la aprobación en 1990 de la Declaración
de El Cairo, que hacía pasar a aquéllos por el riguroso aro de la sharia, han servido a las potencias
políticas encargadas de administrarlos para favorecer sus intereses. Al cabo, el
rigor en la aplicación de los tales derechos choca con la tozuda realidad de un
mundo sobre el que no se asientan humanos desprovistos de atributos, sino
ciudadanos de naciones con intereses contrapuestos y grandes desequilibrios de
poder. Bajo tan elástico como oportunista amparo, Cilevics ha firmado un
informe titulado ¿Deberían enjuiciarse
los políticos por declaraciones realizadas en el ejercicio de su mandato?,
en el que, además de establecer paralelismos entre Turquía y España, se
acumulan argumentos y afirmaciones tan semejantes a los sostenidos por el mundo
lazi como compatibles con las iniciativas impulsadas recientemente por el
Gobierno indultista, que debe su poder al apoyo de secesionistas de diverso
pelaje. En su escrito, don Boris llega a exhortar a las autoridades españolas a
reformar las disposiciones penales sobre rebelión y sedición, pero también,
citamos textualmente, a «considerar la posibilidad de indultar o liberar de
prisión a los políticos catalanes condenados por su papel en la organización
del referéndum inconstitucional de octubre de 2017 y las manifestaciones
masivas pacíficas relacionadas, y considerar la posibilidad de abandonar los
procedimientos de extradición contra los políticos catalanes que viven en el extranjero
y que son buscados por los mismos motivos», petición, esta última, que bien
pudiera haberse redactado en un maletero.
La concesión de los indultos ha sido interpretada por muchos como el pago hecho a los golpistas por un narcisista, Pedro Sánchez, a cambio de permanecer más tiempo en La Moncloa, lugar en el que recibió a Soros apenas había comenzado su mandato. Razones no faltan para ello, habida cuenta de las muchas ocasiones en las que el madrileño ha demostrado ser un hombre pagado de sí mismo. Sin embargo, reducir semejante decisión a los intereses egoístas de un único individuo, supone incurrir en un flagrante psicologismo, pues el poder de Sánchez no es omnímodo. Otras son las razones que sustentan tal medida de gracia para con unos individuos que han advertido que volverán a cometer delitos tan graves como los que les han conducido a prisión. Sin descartar las satisfacciones o pasajeras contrapartidas que los indultos puedan ofrecer al ego diminuto del Presidente, la medida no hace sino desarrollar planes largamente elaborados por personas ajenas al mundo de Sánchez y sus corifeos. Hombres como el filósofo suizo Denis de Rougemont, federalista e ideólogo de la Europa de las regiones en las que encajaría una Cataluña independiente, pero también aquellos que se integraron en la Plataforma de Convergencia Democrática, estructura de la que formaron parte el PSOE y UGT, entre otros, en la que se larvó gran parte de una Constitución, la vigente, que dejó la puerta abierta, bajo la coartada servida por su artículo segundo, a la existencia de colectivos facciosos que operan dentro de la legalidad financiados por el dinero público que sirve para comprar las voluntades de relatores, periodistas, clérigos, empresarios, sindicatos y oscuros agentes al servicio de determinadas balcanizaciones.
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