lunes, 1 de agosto de 2011

Virus, narco y turismo

(Páginas 26 y 27)

Virus, narco y turismo

De entre las primeras representaciones que se cuentan del México novohispano destacan unos dibujos en los cuales los aztecas se hallan postrados y envueltos mantos, con sus cuerpos cuajados de señales de viruela, enfermedad ante la cual se hallaban desprotegidos.

El 30 de noviembre de 1803, la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, capitaneada por el español Francisco Javier de Balmis, primer cirujano en el mexicano Hospital de San Juan de Dios, partió desde el puerto de La Coruña para llevar al Nuevo Mundo el remedio hallado por Jenner contra tan devastadora enfermedad. Puerto Rico, Caracas, La Habana, Mérida, Veracruz y la Ciudad de México fueron sus escalas, lugares desde donde se propagó el remedio llegando incluso a Texas o a Nueva Granada. La vacuna pudo transportarse a América gracias a los «niños vacuníferos», huérfanos a los que se les inyectó fluido vacuno. Así, durante el viaje, se las vacunaciones pasaron de brazo a brazo, con el objeto de mantener el virus fresco y de que no perdiera su poder profiláctico. El relevo de estos niños españoles, lo tomaron 26 huérfanos mexicanos, que en septiembre de 1805 partieron con Balmis a bordo del navío Magallanes rumbo a Filipinas con idéntico propósito. En 1806, la vacuna pudo difundirse por las ciudades chinas de Macao y Cantón. El trascendental 1810 es el año de regreso de esta expedición a México.

No acaban ahí los víricos viajes entre España y México, pues como el lector recordará, en 2009 se activaron todas las alarmas cuando en tierras aztecas se produjo un brote de gripe porcina que disparó la venta de tapabocas y espantó a los posibles visitantes de aquéllas. El turismo, importante sector económico mexicano, se resintió al descender el número de visitantes, y hoy las administraciones tratan de recuperar el número de turistas procedentes de naciones como España, fijando como objetivo la llegada de éstos en la cifra de 300.000.

Junto a este problema sanitario que frenó la llegada de gachupines ibéricos, se sitúa otro de mayor escala: la ola de asesinatos que vive el país de resultas de un auge del narco contra el cual se alzó, declarándole la guerra abierta, el presidente Calderón desde el momento en que se hizo cargo del poder ejecutivo. Tras cuatro años, más de 40.000 vidas se han perdido en una narcoguerra que tiene en Ciudad Juárez su escenario más macabro. Pero si la militarizada Juárez acapara gran número de titulares en los medios, dista mucho esta ciudad de atesorar la exclusiva del crimen, pues todo el norte de los Estados Unidos Mexicanos lo sufren.

Pese a todos estos problemas, es evidente que México resulta un país sumamente atractivo para los españoles, pues, además de las enormes facilidades que ofrece nuestro común idioma, los vastos territorios mexicanos ofrecen una amplia gama de posibilidades: desde playas a desiertos, de las maravillas arqueológicas a los hoteles de lujo. No obstante, el miedo al narcoterrorismo puede producir una fractura territorial dentro de la nación en relación con este importante sector económico, pues frente a los lugares donde el crimen campa a sus anchas, se alzan los blindados complejos hoteleros de la costa donde el consumidor puede satisfacer su búsqueda de placeres inmediatos. En la tranquilidad de la hamaca, con el cóctel en la mano y rodeado de un séquito de asistentes, el turista, encanalladamente feliz, podrá, desde las posibilidades que le ofrece un cambio de moneda favorable, mantenerse a distancia de tan graves problemas.

Junto a tan clásica fórmula, que encuentra paralelismos con lo que ocurre en Cuba, se ha ido configurando otra opción que añade dosis de morbo y de un controlado peligro. Nos estamos refiriendo al llamado narcoturismo. Esta variante turística, sazonada de moralismo y esnobismo, permite al consumidor vislumbrar, a prudente distancia, las propiedades de los capos de la droga, los lugares de enfrentamientos entre cárteles y los sitios que los narcos frecuentan. Mazatlán, Matamoros y Culiacán comienzan a cristalizar como ciudades de destino de tan peculiares visitantes que acaso se hayan acercado a tan oscuro mundo a través de los narcocorridos, cada vez más populares entre la juventud europea.

Sobreviviendo a tan graves cuestiones, México sigue creciendo y mantiene algunos de los grupos económicos y empresariales más importantes del mundo. Cabe preguntarse si algún día, las armas que hoy sirven para ajustar cuentas o para mostrar al mundo el estoicismo de la profesora de Monterrey que, bajo la balacera, cantó la Canción de la Gota de Lluvia a sus alumnos, podrán quebrar la unidad nacional tras vincularse a alguna ideología disolvente. Si dramática es la muerte de ciudadanos mexicanos a manos del crimen, más dramático sería el asesinato de la propia Nación, fuente de libertades de más de cien millones de individuos.

Iván Vélez
















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