Artículo en el número del mes de junio de 2012 de la revista Junio7, págs. 26 y 27:
Urnas especulares
Las expropiaciones de que han
sido objeto un par de empresas españolas en Argentina y Bolivia han vuelto a
poner de relieve una cuestión de gran importancia, a saber: con qué países hispanoamericanos
las relaciones políticas y comerciales son más seguras y leales para España.
Todos los analistas han coincidido en que naciones como Chile, Colombia, Perú o
México cumplen con los requisitos señalados.
De entre estas repúblicas, el
caso de México tiene grandes particularidades, y no solo por las estrechas
relaciones que mantiene con España sobre todo desde mediados del siglo XX,
cuando fue tierra de acogida de muchos exiliados, sino porque además, la nación
mexicana está ante unas elecciones generales que se presentan como trascendentes.
Ocurre, sin embargo, que la actualidad del país hermano se analiza a menudo
empleando el espejo español –en el que, a decir de Ismael Carvallo en esta
misma revista, se mira México-, de tal suerte, que lo que ocurre allende el
Atlántico, y una vez retirados los ropajes que proporciona el tópico, se ven
muy próximos.
De este modo, la campaña
electoral mexicana parece en ocasiones un reflejo, una extensión de las que
constantemente se arman en España, donde las urnas, dada la compleja estructura
política del país, no hallan descanso. Veamos.
Desde esta orilla, los análisis
de lo que está ocurriendo en la antesala de las elecciones, están marcados por
la ideología que domina a la prensa burguesa española y a los políticos
profesionales que a menudo van de la mano de aquéllos. En este sentido, resulta
reveladora una noticia que ha aflorado en la prensa española: el hecho de que Enrique
Peña Nieto, candidato del PRI, y actual líder en las encuestas en torno a las
elecciones del primero de julio, pagó 32 millones de pesos para una serie de
periodistas hicieran comentarios laudatorios sobre su persona y posible
gestión. Un caso que, para el ciudadano español, es bien conocido, pues todo el
mundo sabe que el grupo periodístico que hasta hace poco editaba el diario Público, que se entregaba con el
mexicano La Jornada, era parte de una
plataforma periodística y televisiva –con el canal La Sexta como buque insignia- que creció y vio declinar su estrella
de la mano del presidente socialdemócrata José Luis Rodríguez Zapatero, a quien
tanto le debían y al que tanto agradecieron presentando sus políticas
aliciescas como un bonito sueño que solo una cavernícola y sotanil derecha se
encargó de impedir.
Si esto ocurre en torno a Peña
Prieto, el caso de Josefina Vázquez Mota nos sitúa en el contexto de otro de
los oscuros mitos de grandes áreas de la población española: el sexismo. En
efecto, porque el militante feminismo de que hacen gala algunas organizaciones,
queda a menudo reducido a un grosero sexismo que encubre intenciones
discriminatorias, visiones maniqueas de la realidad. Para tales facciones, que
con frecuencia impregnan y penetran a los partidos políticos, una victoria de
la candidata del PAN, constituiría el triunfo de toda una parte de la Humanidad
secularmente discriminada. Tal es la alucinógena ideología que ha hecho fortuna
en algunos contextos, señaladamente entre los integrantes del 15-M, quienes, en
su delirio, han llegado a proponer la supresión de la identificación por sexos
de la documentación oficial de unos ciudadanos que, por otra parte, pretenden
despojarse de la pesada carga de ser ciudadanos para integrarse en evanescentes
cosmogonías próximas a la Pachamama tan cara para políticos como Evo Morales.
Como se puede advertir, muchos de
los mitos que mueven la política española, operan de forma similar en México.
Entre ellos, evidentemente, se sitúa una imprecisa distinción: el par derecha/izquierda,
que muestra a las claras hasta qué punto tales bloques políticos tienen unos
borrosos límites. En este sentido, es el PRI el partido que, desde estas
coordenadas dualistas, se presenta con mayor nitidez como una derecha que a
menudo puede percibirse como equiparable al franquismo, y no sólo por su
conservadurismo, sino también por una persistencia en el tiempo que se
interpreta como sustentada –y el caso de Peña Prieto viene a consolidar tal
percepción- en una turbia red que, por otra parte, en España, viene a igualar
de nuevo a derechas e izquierdas, toda vez que en ambos casos nadie puede tirar
la primera piedra acusatoria, por encontrarse ambos atrapados en el pecaminoso mundo
de la corrupción tanto delictiva como ideológica.
En definitiva, y pues carentes de
la ciencia media nada podemos saber sobre el resultado de las próximas
elecciones mexicanas, lo que parece evidente es que los partidos que se medirán
en las urnas han llegado a un grado de ecualización que esta sólo puede
romperse atendiendo a detalles a menudo nimios en materia política.
En cualquier caso, desde España,
México sigue de actualidad, pero más que por los programas electorales que se
puedan discutir, por cuestiones como las presentadas y, sobre todo, por la
implacable actualidad de crímenes que a diario acuden a las telepantallas.
De entre estas noticias
luctuosas, destaca el reciente fallecimiento, en este caso por enfermedad, del
escritor Carlos Fuentes, cuya trayectoria, al margen de sus logros literarios,
se ha presentado como la vía truncada de un México que pudo ser y no fue,
interpretación que nos sume de nuevo en otro mito no menos oscuro que los
anteriores: el de la Cultura.
Iván Vélez
No hay comentarios:
Publicar un comentario