La Gaceta de la Iberosfera, 9 de julio de 2021:
https://gaceta.es/opinion/guterres-bendice-la-mesa-20210709-1009/
Guterres
bendice la mesa
El pasado 2 de julio, ante un Pedro
Sánchez que no pudo contener una sonrisa de global satisfacción, Antonio
Guterres, secretario general de la ONU, se pronunció a favor de los próximos
pasos que el Gobierno tiene previstos para seguir plegándose a las exigencias
del golpismo del que depende para mantenerse en el poder y llevar a cabo las profundas
transformaciones a las que su partido está entregado. En concreto, el lisboeta
dijo: «Para mí hay un principio
esencial: todos los problemas tienen que solucionarse políticamente y el
diálogo es esencial para solucionar los problemas de nuestro tiempo».
Con tan zapateriles palabras, el socialista luso bendijo la mesa de concesiones
al mundo lazi que con mimo han preparado personajes como Iceta o Pablo Iglesias,
oportunamente asistidos por empresarios, obispos, sindicatos e incluso medios
de comunicación y relatores extranjeros siempre receptivos a estos lucrativos
procesos disolventes.
La relación de Guterres con esas
líneas llamadas «fronteras», tan molestas para ciertos planes y programas,
viene de lejos. Como es sabido, después de ser elegido diputado nacional, don
Antonio fue miembro de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, dentro
de la cual presidió la Comisión de Migraciones, Refugiados y Población, entre
1981 y 1983. Nadie mejor que él, por lo tanto, para terciar en una polémica
-interesadamente llamada «conflicto»- apoyada en la ficción de una inexistente
frontera entre Cataluña y el resto de España, alrededor de la cual podrían
producirse migraciones. Experiencia
para afrontar los problemas que podrían derivarse en el caso de que
fructificara la secesión de Cataluña, no
le falta a quien también fuera Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados entre 2005 y 2015.
Como es lógico, entre los intereses
personales de Sánchez y Guterres y los objetivos en los que, con mayor o menor
consciencia, están insertados, se abre una distancia histórica y geoestratégica
que nos conduce a los tiempos de la Guerra Fría, momento en el cual se impulsó
la Europa de las Regiones, estructura en la que tendrían cabida tanto una Cataluña
independiente como otras comunidades autónomas de una escala similar a la del
Portugal natal de Guterres, nación en la que, por cierto, no está prohibido el
diálogo, pero sí los partidos políticos programáticamente secesionistas. Acaso
sea esta escala, la portuguesa, la más idónea para el éxito de determinados
intereses que operan dentro de la institución que preside Guterres, la
Organización de Naciones (en algunos casos plurinacionales) Unidas, que ve con
buenos ojos la posibilidad de la ruptura de la soberanía española.
La estrategia divisora, decíamos,
tiene un largo recorrido que nos conduce a los años sesenta, cuando en España
se organizaron, auspiciados por el tan federalista como europeísta Congreso por
la Libertad de la Cultura, los diálogos Cataluña-Castilla, que pronto se
abrieron a la participación de otras regiones -Vascongadas, Andalucía, Galicia,
Canarias…-, que ya en el nuevo régimen convivieron con artificios como el
cántabro o el riojano.
Sobre ese trasfondo de fusiones y
rupturas territoriales, determinadas por los efectos de la Segunda Guerra
Mundial -tanto la ONU como el CLC echaron a rodar tras el sobre un fondo de
nubes hongo- se mueven Guterres y Sánchez quienes, sin embargo, no contemplan
la ninguna estructura ibérica, sino la integración
de Portugal y de las piezas del desguace español en la Europa antes citada. Y
ello a pesar de que aquellos proyectos diseñados por la CIA, en estricta
observancia del divide y vencerás diseñado para hacer frente al expansionismo
soviético, también tantearon una posibilidad alternativa a la del llamado
Bloque Ibérico que surgió del pacto bilateral rubricado en 1942 por los gobiernos
de Franco y Salazar. Aquel proyecto, como tantos otros, decayó, y acaso haya
que felicitarse por ello, pues probablemente hubiera precipitado la realidad,
disolvente para la nación española, a la que nos conduce el ibérico y
dialogante dúo que con tanto agrado están dispuestos a sentarse con golpistas.
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