La Gaceta de la Iberosfera, 18 de junio de 2021:
https://gaceta.es/opinion/si-las-cosas-se-normalizan-20210618-0928/
Si
las cosas se normalizan…
Las palabras que dan da título a
esta columna desbordaron el arco de los dientes de Antonio Garamendi, presidente
de la CEOE, en el curso de una entrevista concedida a la periodista Gemma
Nierga, otrora nochera conductora de Hablar
por hablar. El final de la frase, en alusión a la concesión de un indulto a
los políticos golpistas presos, lo hubieran podido firmar Otegui, Echenique y,
por supuesto, Pedro Sánchez: «bienvenido sea».
Para arropar semejante muestra de
hospitalidad, Garamendi transitó por los habituales lugares comunes. Don
Antonio, al que suponemos ignorante de las enormes dosis de censura que
caracterizan estos nuestros días, afirmó que «estamos en un país democrático
donde cualquiera puede opinar lo que quiera», antes de envolverse en el manto
constitucional, tan lleno de rotos y descosidos: «Normalidad, entiendo, es
estado de Derecho, respeto a la Constitución. Represento a una organización que
defiende la unidad de España y la Constitución». Cauto -el dinero es cobarde,
sostienen quienes conocen los arcanos del jurdó-,
Garamendi aclaró que en su «casa» hay una gran pluralidad de opiniones,
olvidando que de una de esas estancias, concretamente de Cataluña, se ha
marchado un gran número de empresarios hartos del totalitarismo lazi. El olvido
de este colectivo desafecto a los cánones acuñados por los herederos de Pujol contrasta
con el exquisito respeto con el que don Antonio ha valorado las palabras del
presidente del Círculo de Economía, firme partidario de los indultos.
A pesar de que han levantado cierta
polvareda mediática, las manifestaciones de Garamendi se ajustan a la
perfección al tornadizo proceder de parte del empresariado español, cuyas
vigorosas raíces conducen en muchos casos a periodos de nuestra Historia en los
cuales -acuda el lector a El privilegio
catalán, de Jesús Laínz- esa España de la que reniegan, blindó sus
posibilidades comerciales con aranceles protegidos con ingentes cantidades de
ardorosos patriotas tocados con barretina. Nada hay de nuevo en la viscosa
postura adoptada por esa CEOE que ha practicado una dócil y rentable adecuación
al marco autonómico en el que las lenguas vernáculas, antes que las
mascarillas, amordazaron a gran parte de una mano de obra crecientemente
estabulada y pauperizada. Ninguna defensa de la nación puede esperarse de un
colectivo que permanece en silencio ante las explícitas peticiones del nuevo
diseño territorial de España que reclaman los empresarios catalanes que dominan
aquella región por medio de políticos interpuestos. Un diseño que apunta al de
una confederación de Estados, tras llegar al extremo de la asimetría autonómica,
tutelados por un PSOE convertido en una suerte de reedición del Partido
Socialista Monárquico Obrero Alfonso XIII, que operó en España entre
1916 y 1931.
Esa y no otra, por más musicalidad
que muchos encuentren en el término federal, es la estructura, acompañada del
metafísico «derecho a decidir», al que tienen todos estas estas manifestaciones
de parte del empresariado a las que se ha sumado, con la descarga de un
aguacero bendito, la Conferencia Episcopal Tarraconense, órgano que aglutina a
las diócesis catalanas que ahora se aprestan a reajustar, a la baja, el número
de parroquias de la Cataluña que prefirió la importación de mano de obra
coranizada a la llegada de hombres hispanoparlantes.
Patronal, Iglesia, pero también los sindicatos que venden su paz social a los poderes autonómicos -véase el reciente caso de Andalucía-, se mantienen unidos en la tarea de balcanizar la nación española, labor que ha hallado en esa encarnación del narcisismo que responde al nombre de Pedro Sánchez, la herramienta ideal. Endeudado con todos los enemigos de la nación, Sánchez, sostenido en el poder por individuos como Juan Espadas, capaz de pronunciar estas palabras: «apoyo al Gobierno en la concesión de los indultos, igual que lo apoyaría si no los concediera», confía en que la adormidera mediática administrada al electorado a través de medios que se sustentan en la publicidad de muchas empresas pertenecientes a la CEOE, le permitan seguir gobernando una nación que dicen plurinacional, confeccionada a la imagen y semejanza del PSOE ebertiano.
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