domingo, 11 de enero de 2015

Entrevista para Religión en Libertad

Entrevista para Religión en Libertad publicada el domingo 11 de enero de 2015:
«Los reos preferían ser juzgados por la Inquisición antes que por tribunales ordinarios»
11 enero 2015
Enrique Chuvieco / ReL
Iván Vélez que acaba de publicar Sobre la Leyenda Negra (Encuentro). En ella, acude al tribunal de la Historia para desmitificar sucesos de nuestra historia pasada, desde la Inquisición a la colonización de América Central y del Sur, acudiendo a Quevedo y con algún juicio crítico sobre una serie como Águila Roja.
-¿Cómo le viene a un arquitecto escribir sobre la Leyenda Negra?
 -La Historia de España siempre me interesó, pero fue gracias a la obra de Gustavo Bueno como pude disponer de un prisma, una filosofía de la historia, que me permitiera organizar los materiales historiográficos que, mezclados con ideología, están disueltos en nuestro presente. Por otro lado, arquitectura y escritura no son, en absoluto, actividades excluyentes.
-Siguiendo el recorrido de su libro, y sintéticamente, ¿qué nos podría decir sobre el Saco de Roma?
 -Que son episodios que hemos de contextualizar dentro del ambiente bélico de la época. Como el propio Jiménez de Quesada advierte, el saqueo era una práctica habitual entre la soldadesca que, de este modo, obtenía un complemento a su habitualmente irregular remuneración.
-¿Eran tan tormentosas y sanguinarias las mazmorras de la Inquisición?
 -En absoluto, la prueba es la existencia de reos que preferían ser juzgados por la Inquisición antes que por los tribunales ordinarios. Ocurre, no obstante, que la visión que se tiene de la Inquisición ha sido a menudo deformada por la -en muchas ocasiones- empañada mirada de la Ilustración.
 -¿Qué opinión le merece la serie Águila Roja?
 -Debo decir que la he visto de un modo muy fugaz, pero me temo que tiene mucha ideología negrolegendaria disuelta, lo cual acaso obre a favor de su éxito de audiencia.
-Y en el descubrimiento de América ¿fuimos tan violentos?
 -Ni mucho menos, los españoles nos encontramos no con un territorio geológico como puede ser la Luna pisada por Armstrong, sino con una continente habitado por muy diversas sociedades, muchas de ellas en lo que los antropólogos clásicos –que tanto influyeron en Engels- denominan estado de barbarie. La labor de España, mal que le pese a los relativistas culturales, consistió en elevar a esas sociedades a un estado civilizatorio muy superior.
-¿Y nuestro mal gobierno en Sudamérica? ¿Podríamos haber forjado una Commonwelth a la española?
 -En más de tres siglos de Imperio, es evidente que se produjeron excesos, si bien lo que siempre se puso en cuestión fue precisamente el mal gobierno entendido como el que ejercían algunos representantes de la Corona, cuya legitimidad nunca se cuestionó. En cuanto a la segunda pregunta, cabe responder que (y eso lo desarrollo en la estela del libro de Pedro Insua Hermes católico) las emancipaciones de las naciones hispanoamericanas no son sino la realización del ortograma imperial hispano. En cuanto al desarrollo, de raigambre escolástica, de dichos procesos emancipatorios, el argentino Soetzer es una referencia inexcusable. El hecho de que España construyera un imperio generador, en lugar del imperio depredador que llevó la firma de Inglaterra, puede explicar la ausencia de una tal "Commonwelth a la española”.
-Donde nos cubren de oprobios es en los Países Bajos, cuando no se ponía el sol en nuestro Imperio.
 -En efecto, la potente industria editorial holandesa, como en el XIX ocurrió con la francesa, trabajó intensamente en la edición de obras hispanófobas que a menudo se nutrían de los escritos de algunos españoles como Las Casas.
-¿Qué tienen que ver Emilia Pardo Bazán y Blasco Ibáñez con la Leyenda Negra?
 -Tiene que ver que, hasta donde conozco, fue Emilia Pardo Bazán quien, en una conferencia pronunciada en París en 1899 emplea la expresión ”leyenda negra” en el sentido específico de propaganda antiespañola. Blasco Ibáñez habló diez años más tarde de la leyenda negra en Buenos Aires.
-¿Es cierto que las dos Españas del XIX nos condujeron a la Guerra Civil?
 -Me temo que eso sería simplificar en exceso la composición, más heterogénea de lo que puede suponerse tras etiquetas como “rojos” y “nacionales”, de los dos bandos que se enfrentaron entre 1936 y 1939. Creo que es necesario matizar bastante esta habitual polarización y su desarrollo posterior en pleno franquismo.
-¿Cómo deberíamos acoger las pretensiones históricas catalanistas de un alzamiento contra las tropas españolas?
 -Las falsificaciones de los hispanófobos españoles, en este caso los catalanistas, parten del falso supuesto de una España que habría ocupado dichos territorios. Dado que no hubo nunca tal ocupación, pues dicha región nunca fue soberana, el argumento es tan falaz que se desmorona con facilidad. Convendría, no obstante, que los gobiernos nacionales actuaran como tales, impidiendo que tal propaganda se siguiera difundiendo entre nuestros compatriotas, pues la secesión es, entre otras cosas, un robo.
 -Los nacionalistas en Cataluña y el País Vasco quieren marcharse de España, ¿a qué este empeño?
 -Se trata de las dos regiones que mayores privilegios han tenido desde finales del XIX. Allí floreció una burguesía potente y un clero aterrado con las ideas del liberalismo. Es a mediados del siglo XX cuando comienzan a incorporarse componentes ideológicos de otras procedencias, entre las que destacan los emanados del Mito de la Cultura. Por último, hay que señalar la enorme responsabilidad que han tenido muchos españoles que, venidos de otras regiones, han padecido, a veces con deleite, un verdadero síndrome de Estocolmo, sumándose gustosos a las filas nacionalistas.
-¿Cree que alguna vez desaparecerá el sambenito de la Leyenda Negra para nuestros descendientes?
 -Por lo que respecta a los españoles, deberán comenzar por sacudirse los complejos negro-legendarios que ya el propio Quevedo denunciaba en 1609 dentro de su España defendida. El día que esto ocurra, podrán también despojarse de los sambenitos que vienen desde el exterior. Para ambas cuestiones, creo necesario un mayor conocimiento de la propia Historia de España.

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