lunes, 27 de diciembre de 2010

Tauroética para Amador

El Catoblepas • número 106 • diciembre 2010 • página 11

Tautoética para Amador
Iván Vélez
Sobre el libro de Fernando Savater, Tauroética, Ediciones Turpial, Madrid 2010, 91 páginas.



1. Tauroética y la situación taurina en España

Fernando Savater acaba de publicar un libro titulado Tauroética (Ediciones Turpial, Madrid 2010, 91 págs.), en el que se ocupa de algunos de los aspectos que envuelven la controversia existente en España en torno a la cuestión taurina, asunto de plena actividad sustanciado en el enfrentamiento entre taurinos y abolicionistas, que ha alcanzado su punto álgido tras el debate y posterior aprobación en el Parlamento de Cataluña de una Iniciativa Legislativa Popular que, tras su éxito en dicha sede, conduce a la abolición de las corridas de toros en esa región española a partir de 2012.{1}

La decisión de este Parlamento, ha venido acompañada de otras regulaciones, que tienen por protagonista al toro de lidia, en particular las relativas a los denominados correbous, ceremonia taurina de gran implantación en algunas comarcas catalanas. La nueva ley, contempla cinco modalidades de correbous: toros en la plaza, encierros, toros enmaromados, toros embolados y exhibición de habilidades, es decir, recortes.

Ambas decisiones, como es sabido, han provocado reacciones y comentarios de todo tipo, incorporando a tan viejo debate a personalidades procedentes de los más diversos campos profesionales y las más dispares y enfrentadas posiciones ideológicas, llegando a producirse curiosas coincidencias en torno a esta clásica querella.

Pero si en Cataluña las corridas de toros parecen estar abocadas a su desaparición en beneficio de los correbous, en otra región de la España autonómica, Extremadura, la cuestión ha adquirido unos perfiles diametralmente opuestos, prohibiéndose por decreto los festejos taurinos populares que consistan en embolar las defensas de las reses y los fundados en atar reses a un punto fijo, con cadenas o sogas, limitando de este modo su movimiento. La ley extremeña, que clasifica los festejos taurinos populares en: encierros, suelta de reses, becerradas populares y festejos declarados tradicionales, así llamados por venirse celebrando durante al menos cien años –haciendo bueno aquello de primum est summum– parece ser la contrafigura de la norma catalana.

Para finalizar este sumarísimo repaso, la Tauromaquia ha dejado de caer bajo la jurisdicción del Ministerio del Interior, para hacerlo bajo la del Ministerio de Cultura, cambio que ha sido bien visto por el colectivo de toreros, impulsores de esta medida en la que perciben una mayor posibilidad de protección de la fiesta nacional.

Es en este contexto, en el cual debe abrirse paso la obra de Savater.

2. Tauroética. Análisis

Tauroética es un breve libro dividido en dos partes: la primera se compone de un prólogo y un capítulo, el más largo del volumen, titulado: «Nuestra actitud moral ante los animales», en el cual el autor desgrana prácticamente todos los argumentos que de forma más puntual se insertan en la segunda parte, formada por cuatro breves capítulos: «Pregón taurino», «Toro o nada», «Rebelión en la granja», «Malos pasos» y «La honradez de la fiera», de diversa procedencia y recogidos para la ocasión. Hechas estas aclaraciones de índole estructural, «Nuestra actitud moral ante los animales», será el texto sobre el que más trabajaremos en adelante.

El capítulo comienza por situarse en contra de las tesis defendidas por el filósofo Peter Singer, uno de los ideólogos del Proyecto Gran Simio, cuyos argumentos tuvieron tan buena acogida en otro hemiciclo español: el Congreso de los Diputados{2}. Las tesis igualitaristas entre animales y hombres llevadas a cabo por Singer y sus acólitos, son refutadas por Savater recurriendo sobre todo a un argumento: la carencia de «intereses» que aqueja a los animales, equiparando dichos «intereses», si no hemos malinterpretado al donostiarra, muy próximos a lo que se entiende por «planes» que se enfrentan a disyuntivas y dilemas para su realización. He aquí el momento en que hombres y animales comenzarán a separarse, entrando en escena derechos y deberes, como así se afirma en la página 29 de libro.

De este modo, y tras un breve recorrido histórico en torno a la idea de Ética, llegaremos a uno de los puntos nucleares de la filosofía de Savater. En la página 37 podemos leer una de sus claves, la conexión Ética-Libertad:

«La idea fundamental de la ética, la libertad –es decir el interés de optar por intereses distintos o contrarios a los naturalmente determinados– fue dada de lado o cancelada como evolutivamente incomprensible, en beneficio del interés natural e irremediable por evitar el dolor y buscar la satisfacción de nuestras necesidades, que comparten todos los seres vivos.»

Es este el momento en que Savater acomete otro asunto omnipresente y central en los debates en torno a la prohibición o no del toreo: el dolor, que en ningún momento se le niega al toro que es lidiado en la plaza, pero que también se produce constantemente en las granjas que proveen de carne las mesas de los comensales no veganos…

Finalmente, el capítulo se cierra haciendo una encendida defensa de la libertad y el respeto, envueltos ambos en una manifiesta exhibición de fundamentalismo democrático, manido argumento que salvará, siempre según las tesis savaterianas, la celebración de las corridas de toros, a las cuales asistirá quien así lo desee:

«El rechazo de festejos como las corridas de toros es la opción moral respetable de una sensibilidad personal ante una demostración simbólica de raigambre atávica y desmesurada según los parámetros racionalistas comúnmente vigentes. Pero no puede fundar a mi juicio una moral única, institucionalmente obligatoria para todos. También es respetable que, de acuerdo con pautas religiosas o éticas, muchas personas condenen la práctica del aborto, por ejemplo. Lo que ya no resulta respetable del mismo modo es que los antiabortistas conviertan su opción en la única éticamente digna y califiquen de asesinos de masas a los que discrepan de ella. De modo semejante, tampoco es aceptable para una convivencia en la pluralidad de valores democrática que los antitaurinos califiquen como asesinato o tortura lo que ocurre en las plazas.»{3}

La segunda parte de la obra, como quedó dicho, regresa a algunos de los aspectos tratados, pero añade otros que comentaremos, por su interés.

En «Pregón taurino», escrito fechado en abril de 2004, es de destacar, por las razones que más adelante veremos, la anécdota que sitúa al niño Fernando Savater en una plaza del pueblo soriano de Vinuesa, con tres bueyes blanquinegros seguidos de un toro azabache, que pasan a su lado conducidos por dos jinetes.

En el capítulo «Toro o nada» (8 de marzo de 2010), Savater trata de forma sucinta uno de los más discutidos aspectos que gravitan sobre la tauromaquia: su conexión con las «señas de identidad» españolas, las que han permitido llamar a las corridas, fiesta nacional. Savater cuenta una anécdota, según la cual, durante la celebración de un debate al que concurrió un grupo de separatistas vascos, estos dieron muestras de hasta qué punto dicho movimiento secesionista está cautivo del Mito de la Cultura, pues, comenzando por identificar toros con su odiada España, éstos, sin embargo, se desdicen de su oposición a las corridas de toros tras ser informados por Savater del probable origen navarro de estas prácticas. Los abertzales, exhibiendo su habitual falsa conciencia, comenzarán a ver la fiesta como una muestra de cultura popular e incluso «antiaristocrática» –citamos literalmente–. Savater, no obstante, cambia pronto los terrenos, y se aleja del debate político embozado en su amada idea de Libertad.

«Rebelión en la granja» (marzo de 2010), es el tercero de esta serie de artículos. El trato dado a los animales, las transformaciones en pos de una lidia más suave, las derivas de las políticas ecologistas, incluida la dictada por Hitler entre 1933 y 1935, protagonizan este escrito.

«Malos pasos» y «La honradez de la fiesta» cierran, antes de una cita de Ignacio Sánchez Mejías que acaso se incluya para reforzar la idea del toreo como arte, cierran el volumen sin aportar nuevos argumentos en defensa de la Fiesta.

3. Crítica de Tauroética desde el Materialismo filosófico

Analizada la obra, hora es de someterla a crítica desde una perspectiva materialista a la que, con mayor o menor fortuna, nos acogemos.

La primera objeción que hemos de poner a la obra de Savater, es la imprecisión de algunos de los conceptos que con mayor frecuencia maneja. En particular el par formado por Ética y Libertad.

Por lo que concierne a la Idea de Ética que maneja Savater, podemos recurrir a la que da en una de sus obras más exitosas: Ética para Amador:

«Por cierto, una aclaración terminológica. Aunque yo voy a utilizar las palabras «moral» y «ética» como equivalentes, desde un punto de vista técnico (perdona que me ponga más profesional que de costumbre) no tienen idéntico significado. «Moral» es el conjunto de comportamientos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como válidos; «ética» es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras morales que tienen personas diferentes.»{4}

Podrá el lector aducir que la definición viene inserta en un libro destinado a un público juvenil, mas no es muy distinto el tipo de lector al que iba dirigida una obra que confrontaremos con la del filósofo vasco: la definición de ética incluida un manual dirigido a los alumnos de 3º de B.U.P. de principios de los noventa –17 años–. Nos referimos al libro Symploké escrito por Gustavo Bueno, Alberto Hidalgo y Carlos Iglesias, que vio la luz en 1987. En su Glosario de términos aparece la voz «Ética» definida del siguiente modo:

«Conjunto de normas ligadas al comportamiento racional del individuo corpóreo. En tanto que ethos (= temperamento, carácter) se vincula a la esfera corpórea, segregada de la comunidad y de las costumbres sociales, se opone a moral. Los sistemas éticos individualistas se reclaman, en este sentido, autónomos y universalistas. Están regidos por dos principios. El principio de conservación de la esfera corpórea (la fortaleza) y el principio de solidaridad con otras esferas corpóreas individuales iguales (la generosidad). (p. 377 y ss).»{5}

Frente a la imprecisión de la Ética ¿reflexiva? de Savater, hemos de oponer ésta, de raigambre espinosista, suma de fortaleza y generosidad ligada a los cuerpos, a su conservación. De esta definición «fuerte», se derivan múltiples consecuencias. Por citar una de ellas, diremos que el asesinato, por tanto, se alzará como el mayor delito ético posible, razón que permite dudar, cuando no negar, de la reinserción de los asesinos en otro cuerpo que moldea en gran medida al individuo: el social.

Pero si la idea de Ética se muestra un tanto borrosa en la obra de Savater, lo mismo podremos decir de uno de sus mayores contenidos: la Libertad. Reivindicada una y otra vez en sus escritos, la Libertad savateriana no parece tener otros límites que las libertades de los individuos circundantes. Desde el Materialismo Filosófico, podemos oponer, al menos, una Libertad que debe definirse en dos planos: «libertad de» y «libertad para».{6}

También desde el prisma que venimos empleando para ver Tauroética, podemos referirnos a los asuntos anteriormente destacados de la serie final de artículos. Procedamos por orden:

El toro negro que tanto impresiona al Savater niño, una impresión superior a la producida por el paso de los bueyes, enlaza con el concepto de Bos primigenium que el propio filósofo emplea más adelante. Lo que paraliza al niño, en una mezcla de temor y admiración, no es muy diferente –salvando naturalmente las distancias– de lo que experimentaron los hombres que se enfrentaron a ciertos animales, entre los que destaca el toro, antes y después de su domesticación. Estamos, sin duda, ante un numen, frente al núcleo de las religiones primarias ante el que los hombres comenzaron a desplegar ceremonias a las que iban ligadas sensaciones como la de temor.

De la Tauromaquia como «seña de identidad» española, se ha escrito muchísimo, y pese a que Savater pretenda desentenderse de esta liza dialéctica inserta en el debate político actual, sabe perfectamente de su existencia, prueba de ello son las informaciones nada inocentes que da a los separatistas vascos. Los debates y posteriores medidas tomadas por los diversos parlamentos autonómicos, recuerdan una y otra vez la persistencia de la instrumentalización política de la Fiesta dependiendo del lugar de España, e incluso de Hispanoamérica, en que nos hallemos.

En cuanto a lo que hemos subrayado de «Rebelión en la granja», cabe recordar el dato aportado por Francis Wolff en su Filosofía de las corridas de toros (Ed. Bellaterra, Barcelona 2009, 270 págs.), según el cual, el número de toros indultados en las plazas, aumenta cada año. En una sociedad de mercado pletórico como la nuestra, la muerte, al menos en el caso de los toros, no parece el mejor de los negocios, habida cuenta de su posible reutilización una vez terminada la corrida acaso como animales que pueden exhibirse en dehesas. Este y desde luego otros factores, se sitúan tras las medidas proteccionistas –petos en los caballos, banderillas y puyas más cortas– que se van poniendo en práctica en los ruedas. La muerte del toro, por último, ha sido uno de los argumentos que han condenado a las corridas y han salvado a los correbous en Cataluña, dejando a menudo en segundo plano el asunto –sin duda presente en los correbous– del sufrimiento animal.

Hechas estas objeciones que afectan más a la obra global de Savater que a este opúsculo protaurino que analizamos, Tauroética supone una particular defensa de la Tauromaquia llevada a cabo desde las posiciones propias de alguien que se reconoce más partícipe de la idea de Democracia que de una estructura política concreta como pueda ser la Nación Española. Es evidente que la obra de Savater opera a favor del movimiento conservacionista de la fiesta, un movimiento que se mueve en muy diferentes ámbitos y con diversos intereses que convergen en el mantenimiento de este conjunto de ceremonias celebradas en torno a un singular animal. Cabe preguntarse, sin embargo, si los límites de la libertad imprecisa que defiende Savater, y que le permiten,-al menos esa es su aspiración- decidir si asiste o no a corridas de toros, no serán cercenados por unos legisladores que, con los pies apoyados firmemente en la democracia coronada española, decidan, empleando los recursos propios de la democracia procedimental, dónde se puede o no ejercitar la libertad de ocupar un tendido para presenciar la lidia y muerte del toro bravo.

Notas

{1} De este debate y otros asuntos relacionados, ya nos ocupamos en un artículo titulado: «Wolff, Tresguerres y Mosterín» El Catoblepas, núm. 97, marzo 2010, pág. 11). http://www.nodulo.org/ec/2010/n097p11.htm.

{2} En torno a Peter Singer, véase, por ejemplo, la recensión de su obra: Una vida ética: escritos, hecha por Íñigo Ongay de Felipe, «Peter Singer: utilitarismo compilado», (El Catoblepas, nº 10, diciembre 2002, pág. 9. http://www.nodulo.org/ec/2002/n010p09.htm). Ongay se ha ocupado también del Proyecto Gran Simio en otros muchos lugares, incluida su tesis doctoral, titulada precisamente: El Proyecto Gran Simio desde el materialismo filosófico.

{3} Op. cit., pág. 54.

{4} Ética para Amador, Capítulo segundo: «Órdenes, costumbres y caprichos», (17º edición ed. Ariel, octubre 1993 -1ª edición 1986-). Pág. 59.

{5} Gustavo Bueno, Alberto Hidalgo y Carlos Iglesias, Symploké, Filosofía de 3º de B.U.P. (Segunda edición corregida y aumentada), Ed. Júcar, Madrid 1991, pág. 453.

{6} Véase Gustavo Bueno, El sentido de la vida. Seis lecturas de filosofía moral, Pentalfa, Oviedo 1994; lectura cuarta: «La libertad», págs. 237-336.

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