martes, 17 de abril de 2012

Josefina y Carme. Candidatas paralelas

Artículo publicado en el nº del mes de marzo de Junio 7, págs. 26-27:


Josefina y Carme. Candidatas paralelas

La proximidad de las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos Mexicanos ha hecho emerger a una figura política hasta ahora desconocida en España: Josefina Vázquez Mota (México DF, 1961), cuya irrupción en tan importante escena no ha pasado inadvertida. En este artículo, señalaremos algunas de las analogías que se pueden establecer entre la conocida como Josefina, y la socialdemócrata ex Ministra de Defensa española, Carme Maria Chacón Piqueras (Esplugas de Llobregat, Barcelona, 1971) quien, tras la histórica derrota de su partido en las últimas elecciones generales, ha sido vencida en su intento de liderar el PSOE, precisamente por quien se presentó como candidato al gobierno de España bajo tales siglas: el veterano Alfredo Pérez Rubalcaba (Solares, Cantabria, 1951).



Una de las circunstancias que más han llamado la atención en torno a Vázquez, es que es autora de un libro de tremendista título: Dios mío hazme viuda por favor, obra que, tras una portada de pretendido impacto comercial, esconde un manual de autoayuda personal cuyo objetivo, al margen del consabido y escurridizo fin de obtener la felicidad, es «favorecer el crecimiento integral del ser humano». Tan acríticos, míticos y pueriles fines, han conseguido, unidos a otros méritos de una candidata hasta entonces diputada federal y Secretaria de Educación Pública, su imposición sobre sus oponentes internos, los otros candidatos del PAN: Ernesto Cordero y Santiago Creel.
Todo ello ha animado a Josefina a escribir una nueva obra: Nuestra oportunidad, un México para todos, con objetivos políticos más precisos, pero que sigue apelando a cuestiones tales como la ideología de género o una visión eticista y sentimenteal de la política.
Son estos aspectos citados los que nos sirven para detectar los paralelismos entre Chacón y Vázquez, pues si de la primera ya hemos esbozado algunos de sus rasgos más significativos, de la segunda, fiel representante del Pensamiento Alicia de Zapatero, quien en un gesto extravagante y nada marcial situó a la por entonces encinta nacionalista catalana al frente de las Fuerzas Armadas, daremos algunos datos interesantes.
En cuanto a su dimensión pública, Chacón, casada y no viuda, cuenta con el inestimable favor de su marido, Miguel Barroso, poderoso hombre de la plataforma televisiva Mediapro, que se distingue por impulsar un discurso en el que encaja perfectamente el de la propia Vázquez, pese a su situación ideológicamente antagónica. A esta circunstancia personal nada anecdótica, hemos de sumar declaraciones hechas por Carme Chacón, entre las que destaca la siguiente: «¿Quién se atreve a decir que una mujer y catalana no puede dirigir el PSOE?», frase que desvela el burdo y sexista contenido de un pensamiento político que tiene gran implantación dentro y fuera de España, y que han conducido a la absurda medida de implantar cuotas que buscan la llamada paridad aritmética entre sexos. De este modo, desde el feminismo de brocha gorda sostenido por semejantes representantes públicos, los ascensos al poder de Bachelet en Chile, Cristina Fernández de Kirchner en la Argentina, Laura Chinchilla en Costa Rica o Dilma Rousseff en Brasil, se presentarán trascendentales conquistas, interpretación que revela la falta de asunción, por parte de las señaladas, de la necesaria ecualización que debe darse en cualquier sociedad política, ecualización que no sólo borrará las viejas diferencias estamenteales sino, incluso, cuestiones irrelevantes políticamente como puedan ser el sexo de los gobernantes.
Una ideología que, en cualquier caso, no brota de las mentes de sus voceras, sino que está disuelta en muchos medios de comunicación en los que éstas se apoyan. En efecto, es, entre otros, en el diario defensor de Carme Chacón, Público, periódico afín al mexicano La Jornada, donde se ha resaltado la condición de mujer, tan empleada por la española para sacar tajada política, de Josefina, cuya imagen sonriente no es sino un espejo del forzado y exhibicionista despliegue de emotividad llevado a cabo por la Chacón en su intento de escalar en el poder. Tras la sonrisa de la catalana, como acaso ocurre en el caso de Josefina, no existía propuesta política concreta alguna, tan sólo un vacuo sentimentalismo que en el futuro pudiera convertirse en un grave daño a la nación española, pues el eticismo –que pone sus ojos en cuestiones como el aborto, la eutanasia, la homosexualidad- es a menudo hostil con determinadas estructuras políticas, demasiado rígidas para poder anegarse en tan viscosa ideología.
Sea como fuere, y al margen de la maniquea adscripción de ambas a unas derechas e izquierdas políticas absolutamente imprecisas, estas dos mujeres son presentadas como apetecibles productos que han de buscar compradores –léase votantes- en los respectivos mercados políticos a los que concurren. Democracias, la española y la mexicana, que permiten la irrupción de tales candidatas paralelas.

Iván Vélez

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