martes, 22 de diciembre de 2015

Hacia la realización del régimen (del 78)

Artículo publicado en el blog "España defendida" de La Gaceta el 21 de diciembre de 2015:

Hacia la realización del régimen (del 78)
Celebradas las elecciones del 20D, el resultado de las votaciones arroja un resultado de enorme indefinición en lo que respecta gobernabilidad de la nación. Los partidos hegemónicos de la democracia coronada han obtenido unos magros resultados que cabe explicar por su alto grado de corrupción delictiva, una corrupción que se ha ido haciendo cada vez menos admisible por un electorado golpeado por la grave crisis económica que padece España. Sin embargo, toda economía es política…
O lo que es lo mismo, todo pacto de gobernabilidad va referido a algo más prosaico que unos debates en los cuales sus integrantes, siempre atentos al escrupuloso respeto a su turno de palabra, por más que este sirva para mostrar sus limitaciones, exhiben programas cuya efectiva realización es más que cuestionable dentro de la siempre tozuda realidad.
Todo pacto de gobierno, y a este juego asistiremos parcialmente pues gran parte del mismo se definirá entre esas bambalinas de las que tanto se renegaba hace unos meses por parte de las facciones más democráticamente fundamentalistas, tiene que ver con la gestión de un territorio en el cual se mantiene una población cuya hipotética voluntad será superada por un juego de intereses partitocrático.
Así las cosas, el partido que representa la quintaesencia del actual régimen acaricia con los dedos algunos de sus más íntimos anhelos. No en vano Pablo Iglesias Turrión se ha apresurado a subrayar que su partido es el que más votos ha cosechado en los escaparates vascongado y catalán integrados en lo que a los ojos de este profesor universitario es un estado plurinacional: el así llamado, recurriendo a la fórmula franquista, «Estado español». Detalle este que no debe ser tomado a la ligera, pues, a pesar de las promesas de rentas básicas y fin de los recortes, conviene insistir en el hecho de que toda economía es política, detalle a menudo obviado por podemitas y anarquistas que se refugian en el impreciso vocablo «liberal».
En definitiva, si tenemos en cuenta este detalle nada baladí, podremos reordenar mejor las proporciones de votos salidas de la «fiesta de la democracia». Si hace unas semanas muchos se felicitaban por alejar la pesadilla de unos pactos condicionados por las fuerzas regionalmente sediciosas, el panorama de esta noche de diciembre, en efecto, deja a tales formaciones en una condición aparentemente residual. Aparente tan solo porque, de darse algunas posibilidades de alianza entre algunos de los partidos más favorecidos por las urnas, tales formaciones, como es costumbre, serían clave para formar gobierno a fuerza de chantajear al partido gobernante. No obstante, existen otras posibilidades que permiten soslayar a tales partidos. Posibilidades que obligan a detenerse en los objetivos mostrados por Podemos, partido que ha recogido completamente el credo ideológico, en lo que a la estructura de la nación se refiere, de los sectores más reaccionarios de la nación, los representados por los clásicos PNV y CiU y sus aliados estraégicos: ERC y Bildu. En definitiva, parece evidente que la amenaza de balcanización de España ha salido fortalecida tras este 20D.
Esa y no otra es la conclusión que cabe deducir de las palabras de un Iglesias que se derrite ante las llamadas «señas de identidad» regionales, o lo que es lo mismo, ante esos atributos etnolingüísticos cultivados durante ese franquismo que él tanto critica con un claro objetivo: constituir un dique ante el comunismo, y que han tenido continuidad durante el régimen en el cual él vio sus primeras luces.
En efecto, unidos frente al socialismo que acechaba tras el Telón de Acero, socialdemócratas, liberales y religiosos teológicamente liberados, fueron dando forma a una España que afloraría tras la muerte del Caudillo al que habían acudido solícitos décadas antes. Se avecinaban nuevos y europeístas tiempos, para los cuales cristalizó una democracia debidamente homologada. Sin embargo, la inercia balcanizante no se detendría, antes al contrario, pues –dándole la vuelta a la célebre frase- se prefirió una España rota antes que roja.
Décadas más tarde, pasado un tiempo equiparable con ese franquismo del que es obligado abjurar incluso por su progenie biológica, España está preparada para dar el salto –suicida- plurinacional. Tarea esta, cuyo fruto más visible es la desigualdad entre ciudadanos, a la que han consagrado sus esfuerzos el federalizante PSOE y el balcanizante Podemos, cuyo voluntarismo alcanza su mayor refinamiento al proponer procesos de secesión a los que opone su poder de convicción, su seducción…
Frente a ellos, el europeísmo de Ciudadanos y la tibieza un Partido Popular que ha ido añadiendo a sus siglas una tercera letra en determinadas regiones al tiempo que asumía, con medido ralentí, las propuestas de los pseudopartidos nacionalistas que inexplicablemente operan en la legalidad española.
Arranca de este modo un tiempo que probablemente nos acerque a la realización de un régimen cuyo resultado, por lo que a la cuestión nacional se refiere, es la más grave de las corrupciones, la que conduce a una descomposición para la cual los más preclaros e irresponsables diseccionadores creen conocer sus junturas naturales.

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