domingo, 17 de enero de 2016

Del Antijovio al Antibolívar

Artículo publicado el sábado 16 de enero de 2016 en el blog "España Defendida" de La Gaceta:
Del Antijovio al Antibolívar

El arranque de 2016 ha traído significativos cambios en lo que a la decoración institucional se refiere dentro de algunas naciones hispanoamericanas.  Acaso la más polémica ha sido la llevada a cabo por Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, quien ordenó la retirada de las imágenes de Bolívar, Chávez y Maduro del Parlamento, ocasionando un gran revuelo en una nación al borde del conflicto civil.
Si esto ocurría en la República Bolivariana de Venezuela, en Colombia, el nuevo alcalde mayor de Bogotá, Enrique Peñalosa, ha decidido trocar el retrato de Bolívar por el del conquistador Gonzalo Jiménez de Quesada. El gesto ha provocado una notable polémica que involucra a dos personajes que han jugado un importante papel en relación con esa construcción ideológica conocida como «Leyenda Negra».
El primero de ellos fue el conquistador de Nueva Granada y fundador de Santa Fe –a la que Bolívar añadiría el Bogotá que completa su actual nombre- el 6 de agosto de 1538, hechos que precedieron a su participación en la catastrófica expedición a El Dorado, última empresa antes de retirarse para morir devorado por la lepra. Jiménez de Quesada, curtido en armas y letras, pues combatió en Italia entre 1527 y 1530 antes de iniciar sus estudios en la Universidad de Salamanca, donde obtuvo la formación que le posibilitó figurar como letrado en la Real Audiencia de Granada, institución reproducida en las ciudades hispanas del Nuevo Mundo.
Tan rica trayectoria permitió que nuestro hombre estampara en 1567 su firma al final de una obra titulada: Apuntamientos y anotaciones sobre la historia de Paulo Jovio, Obispo de Nochera, en que se declara la verdad de las cosas que pasaron en tiempo del Emperador Carlos V, desde que comenzó a reinar en España hasta el año MDXLIII con descargo de la Nación Española. Lo cual escribía y ordenaba Don Gonzalo Jiménez de Quesada, Adelantado y Capitán General en el nuevo reino de Granada, libro comúnmente conocido como El Antijovio, que combate la propaganda antiespañola –en este caso referida al Saco de Roma- que a finales del XIX doña Emilia Pardo Bazán denominara como Leyenda Negra.
Si el libro de Jiménez de Quesada es un hito -poco conocido- en la refutación de la propaganda antiespañola que se nutrió visualmente de los grabados de De Bry, a los que dio continuidad el arte parietal de Rivera o la enloquecida imagen de Klaus Kinski, las obras de Simón Bolívar incorporaron componentes negrolegendarios cuyo mayor suministrador fue el clérigo Bartolomé Las Casas, a quien el Libertador llamó «apóstol de la América», al tiempo que se refería a la España por la que él combatió y de la que descendía, como «desnaturalizada madrastra».
Bolívar, miembro de la oligarquía criolla, y aquejado de la anglofilia que exacerbó la rivalidad entre españoles peninsulares y americanos, acabaría convirtiéndose en un mito americano que eclipsa a Miranda o San Martín, pues su sombra se proyecta sobre «seis naciones latinoamericanas» (sic), tal y como se ha encargado de recordar el rival de Peñalosa, Gustavo Petro, ex miembro de la guerrilla del M-19 y actual líder de Progreso, quien se encargó de colocar el cuadro de Luis Luna, titulado «El Chaman», hoy retirado del salón de juntas del Palacio de Liévano.
La pictórica controversia, más allá de motivos relacionados con el finis operantis de los implicados en ella: la rivalidad política, tiene un trasfondo de mayor profundidad, toda vez que el adjetivo «bolivariano» ha marcado el panorama político del Cono Sur para el que Bolívar soñaba una anfictionía distante mil leguas de los programas esgrimidos por los Chávez, Maduro, Correa o Morales, ese bolivarianismo conocido como «socialismo del siglo XXI».
Abundando en el asunto, la Marcha Patriótica se ha preguntado si Peñalosa «¿Evocará el nuevo mandatario la era colonial?», obviando que en esa época mal llamada colonial –recuérdese la obra de Ricardo Levene- eran familias como la de Bolívar quienes se situaban en la cúspide de esa pirámide de privilegios que ellos pretenden demoler para establecer una estructura horizontal e igualitaria.
Las posturas que enfrentan, a propósito de la dos efigies, a Peñalosa y Petro representan dos distintas visiones sobre dos momentos de la América que se configuraría a partir del siglo XVI. El primero de ellos lo protagonizan los tan elogiados como denostados conquistadores, en quienes los autodenominados progresistas no ven sino a un conjunto de genocidas ávidos de oro que abrieron un paréntesis, el imperial, que Bolívar se encargaría de cerrar.
Si esta es la postura representada por Petro, la visión que Peñalosa tiene de Bolívar es la de un masón al servicio de una potencia extranjera, razón más que suficiente para descolgarlo de la pared y sustituirlo por el fundador de esa institución: Gonzalo Jiménez de Quesada.
Ignoramos si el ir y venir de imágenes continuará en Bogotá, si bien nos permitimos recordar un detalle que no es baladí: hace escasas fechas se ha dado a conocer el que se considera retrato más fiel de Bolívar, el realizado por el peruano José Gil Castro (1785-1837), cuadro que hemos de contraponer a ese intento de introducir rasgos indígenas en el rostro de Bolívar llevado a cabo por Chávez, propósito que produjo una faz mucho menos afilada que la conocida.
Dos siglos después del comienzo de las emancipaciones hispanoamericanas, una amenaza se cierne sobre los próceres y acaso sobre las naciones que ellos contribuyeron a construir sobre los restos del Imperio español: su sustitución por otros rostros, los representantes del disolvente y etnicista indigenismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://elmalvinense.com/snacional/10/1221.htm

Anónimo dijo...

http://www.aviacionargentina.net/foros/temas-de-defensa-generales.11/9717-la-amenaza-mapuche-al-territorio-argentino-y-chileno.html