Lección de Iván Vélez en la Escuela de Filosofía de Oviedo, 14 de enero de 2019
http://fgbueno.es/act/efo179.htm
sábado, 19 de enero de 2019
Brujas y razón inquisitorial
Libertad Digital 17/01/2019:
https://www.clublibertaddigital.com/ideas/historia-espana/2019-01-17/ivan-velez-brujas-y-razon-inquisitorial-86972/
https://www.clublibertaddigital.com/ideas/historia-espana/2019-01-17/ivan-velez-brujas-y-razon-inquisitorial-86972/
Brujas
y razón inquisitorial
Desde los ya lejanos días
segundorrepublicanos, el alcarreño Monasterio de Santa María de Monsalud, obra
cisterciense del siglo XII, ostenta la condición de Monumento
Histórico-Artístico. Vinculado en su fundación al monasterio cartujo
tarraconense de Scala Dei, de donde procedía su primer abad, Fortún Donato, el
monasterio tuvo una gran importancia al situarse en una de las extrematuras
castellanas, el limes cristiano, siempre cambiante, que había logrado desplazar
hacia el sur el rey Alfonso VIII. A las características propias de todo núcleo
monástico se añadía, en este caso la milagrosa presencia de una talla de la
Virgen de Monsalud, capaz de curar la rabia, la melancolía del corazón, pero
también de neutralizar el mal de ojo y socorrer a los endemoniados, razones por
la cual, muchos eran los que hasta allí se llegaban para procurarse tan
prodigiosos beneficios. Cada vez más alejado de la frontera castellana y de los
privilegios a ella aparejados, el monasterio entró en una fase de decadencia
que culminó en la desamortización de Mendizábal de 1836 con su paso a manos
privadas, tras el cual el edificio comenzó a languidecer. Casi dos siglos
después, el conjunto acogió un uso más propio del reino de la Cultura que del
de la Gracia, al convertirse en un museo dedicado a la brujería en la Alcarria.
Bajo las bóvedas de ese enclave de la España desolada, se han vuelto a cultivar
las esencias negrolegendarias propias de una nación tenida por fanática e
intolerante. Brujería e Inquisición conviven en Monsalud rodeadas por dovelas
de piedra caliza.
Más allá del monasterio alcarreño y los
réditos económicos que pueda dar tan modesto parque temático, el auge por el
interés en la brujería, plenamente visible en la consumista noche de Halloween
que ha desplazado a la severa Noche de Difuntos, muestra hasta qué punto la
superstición, después del repliegue posconciliar de la Iglesia católica, ha
regresado, probablemente para quedarse en forma de escobas y calaveras muy
distintas a las vanitas del Barroco. Tal y como puede apreciarse en algunos de
los paneles que acompañan a las imágenes expuestas en Monsalud, «la aparición
del fenómeno de la brujería surge como respuesta a una serie de fenómenos sin
explicación lógica o religiosa. Las pérdidas en las cosechas, los amores
fallidos, la desventura o los males de una villa se achacaban a las actividades
maléficas de las brujas. También la repetida muerte de recién nacidos, ahogados
con signos de violencia. La desgracia requiere un culpable que se busca en el
colectivo de las brujas. La justicia religiosa las enjuicia y las tortura pero
las condenas se limitan a latigazos y destierro», la brujería es contemplada
como una suerte de emanación natural, un remedio frente a lo que se califican
como «desgracias», ante el que se alzó la intolerante y rígida «justicia
religiosa». Como puede advertirse, el museo mentado se acoge a la interpretación
que, especialmente desde los tiempos de la Ilustración, ha hecho fortuna en
relación al Santo Oficio.
Sin embargo, frente a la opinión más
extendida, lo cierto es que en la España inquisitorial la ejecución de brujas
fue muy inferior a la que se dio en los países de su entorno europeo.
Contrariamente al estereotipo comúnmente aceptado, que presenta a la Inquisición
como una gigantesca maquinaria al servicio de la tortura y el sadismo, el Santo
Oficio dispuso apenas de una veintena de tribunales en los que oficiaban dos o
tres inquisidores, a menudo hombres de leyes y en ocasiones teólogos, asistidos
por un reducido grupo de colaboradores. Su poder, siempre sometido a controles,
era limitado y no le alcanzaba para llegar hasta los lugares más recónditos de
una España en gran medida rural. Por otro lado, y para decepción de quienes se
deleitan con lenguas de fuego lamiendo los cuerpos de las brujas, la
Inquisición se ocupaba de un amplio abanico de delitos que desbordaban tan
popular escena. Al margen de la persecución de los judaizantes, verdadero móvil
de la implantación de un tribunal que con tan buenos ojos fue visto por
conversos sinceros, el Santo Oficio tenía potestad para perseguir la bigamia,
la prostitución y el proxenetismo, las violaciones, la pederastia, pero también
la falsificación de moneda o el contrabando. O lo que es lo mismo, la
Inquisición combatió una amplia casuística ligada a la alcahuetería y a otros
procederes que nada tenían que ver con el culto a Satán. Ello explica el escaso
número de brujas, entendidas como relacionadas con la contrafigura divina, que
fueron arrojadas al fuego en España. Si la suma total de víctimas de la
Inquisición oscila dentro de una horquilla que va de las 1.346 ejecuciones
según los cálculos de Jaime Contreras, a las aproximadamente 3.000 víctimas que
maneja Henry Kamen, el número de brujas ultimadas se redujo a varias decenas.
La brujería, por lo tanto, no fue el delito que más reos entregó a la hoguera,
por más que esa imagen goce del favor cinematográfico.
En lo tocante a la persecución de
las brujas, la apoteosis inquisitorial se alcanzó con el Auto Fe de Logroño, celebrado en noviembre de 1610.
La jornada estuvo presidida por el inquisidor general, Alonso Becerra Holguín, auxiliado
por los licenciados Juan Valle Alvarado y Alonso de Salazar y Frías, que
destacó por su prudencia a la hora de abordar los hechos a los que tuvo que
enfrentarse. Ante la multitud congregada, el Auto dio comienzo con una procesión
presidida por el pendón del Santo Oficio, seguido por clérigos de varias
órdenes. Cerraba el grupo la Santa Cruz verde, precedida por músicos. Debemos
la minuciosa descripción de la ceremonia al doctor Vergara de Porres:
«Lo primero, cincuenta y tres
personas que fueron sacadas al Auto en esta forma: Veinte y un hombres y
mujeres que iban en forma y con insignias de penitentes, descubiertas las
cabezas, sin cinto y con una vela de cera en las manos, y los seis de ellos con
sogas a la garganta, con lo cual se significa que habian de ser azotados. Luego
se seguian otras veinte y una personas con sus sambenitos y grandes corozas con
aspas de reconciliados, que también llevaban sus velas en las manos, y algunos
sogas a la garganta. Luego iban cinco estatuas de personas difuntas con
sambenitos de relajados, y otros cinco ataudes con los huesos de las personas
que se significaban por aquellas estatuas. y las últimas iban seis personas con
sambenito y corozas de relajados, y cada una de las dichas cincuenta y tres
personas entre dos alguaciles de la Inquisicion, con tan buen órden y lucidos
trajes los de los penitentes, que era cosa muy de ver. Tras ellos iba, entre
cuatro secretarios de la Inquisicion en muy lucidos caballos, una acémila, que
en un cofre guarnecido de terciopelo llevaba las sentencias […] aquel primero dia se leyeron las sentencias de las once
personas que fueron relajadas a la justicia seglar, que por ser tan largas y de
cosas tan estraordinarias ocuparon todo el dia hasta que queria anochecer, que
la dicha justicia seglar se entregó de ellas, y las llevó a quemar, seis en
personas y las cinco estatuas con sus huesos, por haber sido negativas,
convencidas de que eran brujas y habian cometido grandes maldades. Escepto una
que se llamaba María de Zozaya, que fué confitente, y su sentencia de las mas
notables y espantosas de cuantas allí se leyeron. y por haber sido maestra y
haber hecho brujos a gran multitud de personas, hombres y mujeres, niños y
niñas, aunque fué confitente, se mandó quemar por haber sido tan famosa maestra
y dogmatizadora.»
Reanudado el proceso:
«Uno de ellos fué
desterrado de todo el distrito de la Inquisición, y el otro que pagase y
restituyese gran cantidad de dinero que habia estafado con embustes y maldades
que cometió socolor del santo Oficio; diéronsele doscientos azotes, y fué
desterrado perpetuamente de todo el distrito de la Inquisicion, y los cinco
años a las galeras, a remo y sin sueldo. Otros seis fueron castigados por
blasfemos con diversas penas. Otros ocho, por diversas proposiciones heréticas,
fueron castigados con abjuracion de levi, destierro y otros castigos, conforme
a la gravedad de sus delitos. Otros seis, cristianos nuevos de judíos, los
cuatro de ellos porque guardaban los sábados, y en ellos se ponían camisas y
cuellos limpios y mejores vestidos, y hacian otras ceremonias de la ley de
Moysén, abjuraron de levi con destierro y otras penitencias; y otro porque
habia cantado diversas veces este cantar: “Si es venido, no es venido,/El
Mesías prometido,/Que no es venido”, y por otras proposiciones erróneas que habia dicho, fué castigado con la
misma pena. El otro, por haber sido judío judaizante por tiempo de veinte y
cinco años, y haber pedido misericordia con lágrimas y demostración de
arrependimiento, fué admitido a reconciliacion con sambenito y cárcel, en la
casa de la penitencia del santo Oficio. Un moro, que confesó haberlo sido con
apostasía, fué reconciliado con sambenito y cárcel perpetua. Otro, por haber
sido luterano, creyendo y teniendo proposiciones de la secta de Lutero, fué
también reconciliado con sambenito y cárcel perpetua, y se le dieron cien
azotes. Las diez y ocho personas restantes fueron reconciliadas por haber sido
toda su vida de la seta de los brujos, buenas confitentes, y que con lágrimas
habian pedido misericordia, y que querian volverse a la fe de los cristianos.
Leyéronse en sus sentencias cosas tan horrendas y espantosas, cuales nunca se
han visto; y fué tanto lo que hubo que relatar, que ocupó todo el dia dende que
amaneció hasta que llegó la noche, que los señores inquisidores fueron mandando
cercenar muchas de las relaciones, porque se pudiesen acabar en aquel dia. Con
todas las dichas personas se usó de mucha misericordia, llevando consideracion
mucho mas al arrepentimiento de sus culpas que a la gravedad de sus delitos y
al tiempo en que comenzaron a confesar; agrávandoles el castigo a los que
confesaban mas tarde, segun la rebeldía que cada cual habia tenido en sus
confesiones.
Acabado el Auto al punto que anochecia,
las veinte y una personas que habian de ser reconciliadas fueron llevadas a las
gradas de la parte donde estaba el dosel y tribunal del santo Oficio, y puestos
de rodillas en la grada mas alta, se hizo un solemnísimo y devotisimo acto, con
que fueron recibidas a reconciliacion, y absueltas de la escomunion en que
estaban por el señor doctor Alonso Becerra y Holguin, inquisidor mas antiguo; y
esto se hizo con tan grande gravedad y autoridad, que toda la multitud de gente
estaba admirada y suspensa con la grande devocion.»
El Auto de Fe de Logroño condenó a las pretendidas y célebres
brujas, apenas siete mujeres autoras de grandes «maldades», de Zugarramurdi.
Entre ellas destacaba la «confitente», es decir, «confesante» María de Zozaya. Debido
a sus prácticas, pero también a su brujeril proselitismo, que alcanzó a niños y
–maravíllese el lector con la temprana perspectiva de género empleada por el
doctor Vergara- y niñas, Zozaya fue entregada a las llamas, sin embargo,
aquella jornada terminó con masivos actos de reinserción, pues los denunciados
inicialmente alcanzaban la cifra de trescientas personas. El Auto de Fe de Logroño tuvo gran trascendencia. Alonso de Salazar Frías, después de recorrer los
territorios donde supuestamente se avecindaban las brujas, señaló la
imposibilidad de la existencia de éstas y de sus pactos con Satán, atribuyendo tal creencia a
influencias francesas encabezadas por el clérigo cazador de brujas y miembro del Consejo de
Estado, Pedro De Lancre. Salazar también rechazó las declaraciones de los niños -1.384 de un
total de 1.802-, atribuyendo las acusaciones hechas por los infantes a su fértil
imaginación. En su informe, Frías introdujo dos afirmaciones que muestran bien a las claras la
posición mayoritaria adoptada por el Santo Oficio en relación a las brujas,
unas conclusiones que ha de tener en cuenta todo aquel que visite Monsalud: «No he encontrado una sola prueba, ni
incluso la más mínima indicación que inferir un acto de brujería» y «no hubo brujos ni embrujados en el
lugar hasta que se comenzó a tratar y hablar de ellos».
Fisuras progresistas
El Debate 19/01/2019:
https://eldebate.es/politica-de-estado/fisuras-progresistas-20190119
https://eldebate.es/politica-de-estado/fisuras-progresistas-20190119
Fisuras
progresistas
El pasado jueves, dos noticias
sacudieron la actualidad de las principales formaciones políticas españolas que
se reclaman «de izquierdas» o «progresistas». Dentro del partido que hace
tiempo olvidó los círculos de los que decía proceder, su indiscutido líder,
abrumadoramente respaldado por unas recientes votaciones internas, hubo de
interrumpir su permiso de paternidad para hacer frente a una crisis desatada
por su otrora amigo y compañero de hostigamientos universitarios. En el día en
que se cumplían cinco años de la fundación del autodefinido como «partido de la
gente», Íñigo Errejón, en una decisión previsible desde que Iglesias le
relegara, hizo pública su intención de pugnar por el poder madrileño integrado dentro
de las filas de Más Madrid, razón por
la cual, quien trocara el póster de Pulp
Fiction y la botella de Fairy que formaban parte de su hogar vallecano, por
la tinaja y la piscina de un chalet, vulgo casoplón,
en la exclusiva zona Galapagar, se apresuró a regresar a la palestra mediática
para manifestar, con su habitual sentimentalismo, que tratará de volver a
derrotar a Errejón en un escenario más amplio que el de Vistalegre.
Si esto ha pasado dentro del mundo
podemítico, sin que pueda descartarse por completo una escisión por parte de
algunos miembros de la corriente anticapitalista o incluso un improbable
movimiento dentro de las famélicas filas de Izquierda Unida, el PSOE también
vivió una jornada de suave agitación motivada por la votación celebrada en la
Asamblea de Extremadura, región que, en una evocación de aquellas Hurdes que
dejara en el celuloide Luis Buñuel, ha vuelto recientemente a la actualidad a
causa del paupérrimo estado de su red ferroviaria. La iniciativa, que contó con
la única oposición de Podemos, partió de las filas del Partido Popular y pedía
a Pedro Sánchez la aplicación, con mayor intensión y extensión que la empleada
por Rajoy, del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. En el escrito
sometido a votación, se instaba al control de la televisión pública catalana,
en aras de una desusada imparcialidad, pero también la asunción de las competencias
de Educación y Seguridad Pública para velar por «los intereses de todos los
ciudadanos de Cataluña, entre los que se encuentran miles de extremeños, sin
exclusiones ni sectarismos». En este contexto, ha sorprendido la postura del
PSOE de Extremadura que, al mostrarse favorable a tales medidas, ha dado la
espalda, al menos retórica y mediáticamente al Gobierno socialista a cuya
estabilidad contribuye con un puñado de diputados.
Lo ocurrido en el hemiciclo emeritense
se presta, como todo gesto escenificado en un escenario tan distinguido, a
interpretaciones sujetas al punto de vista desde el que se aborde el análisis.
El primero de ellos nos mantendría en la escala regional, es decir, dentro de
la pugna entre dos regiones que acusan los efectos de las enormes asimetrías,
todavía insuficientes para los colectivos hispanos e hispanófobos más rapaces,
a las que ha conducido el elogiado Estado de las Autonomías. Dicho de otro
modo, el Estado autonómico ha comenzado a mostrar el verdadero rostro para la
cual fue diseñado, en forma de descarrilamientos, despoblación y cristalización
de una ingente masa funcionarial como la que caracteriza a la propia
Extremadura. Son precisamente esas desigualdades, palpables cuando se cotejan
las vías férreas, las que impulsan quejas como la comentada, que sugieren un
enfrentamiento interregional. En definitiva, y este es uno de los efectos más
nocivos del actual panorama político, la Extremadura autonómica, que fértil en
hombres destacadísimos en la Historia de España, no adquirió en 1978 la viscosa
condición de «nacionalidad», pese a contar actualmente con instituciones que
replican las de escala nacional, ve cómo el actual Gobierno mercadea con los
Presupuestos Generales de Estado para contentar al sector lazi de Cataluña,
amplio colectivo especializado en el chantaje al irresponsable Gobierno central
de turno.
La votación de la Asamblea de Extremadura, señala, por lo
tanto, al Presidente del Gobierno, el mismo que esta misma semana ha exhibido en
Estrasburgo su fe europeísta, y por ende, federalista, estructura que tan bien
suena en amplios sectores de nuestra partitocracia. Un Pedro Sánchez que debe
su cargo a los sectores a los que trata de contentar con todo tipo de gestos y
con una ingente cantidad de dinero que desde la tierra de la Virgen de
Guadalupe y de Robe Iniesta, se percibe como la compra de más noches en La
Moncloa. El conflicto interregional que ha aflorado en Extremadura, que ha
unido a los partidos que hasta la fecha se niegan a aceptar el derecho de
autodeterminación, se suma a acuerdos semejantes, como el que hace meses unió a
aquellos presidentes autonómicos encargados de gestionar y atender a la célebre
España vacía. El hartazgo de muchos españoles que ven cómo tras cada deslealtad
se obtienen grandes réditos, empieza incluso a cundir entre quienes nutren las
filas de los partidos mayoritarios, las de aquellos que han de atender las
necesidades que aquejan a las tierras alejadas de la Carrera de San Jerónimo.
La posibilidad de que en una eventual votación los diputados extremeños rompieran la disciplina de
voto, solo parece frenarse ante la última frontera del político español: el
sectarismo.Banderita andaluza
El Debate 12/01/2019:
https://eldebate.es/politica-de-estado/banderita-andaluza-20190112
https://eldebate.es/politica-de-estado/banderita-andaluza-20190112
Banderita
andaluza
«Los socialistas en #Andalucía somos
la garantía de la igualdad, la justicia social y la defensa de la bandera
blanca y verde. Con la fuerza del millón de andaluces que apoyaron al
@psoedeandalucia, continuaremos defendiendo los derechos de todos y todas en
nuestra tierra». El sol se había puesto el pasado 9 de enero cuando Susana Díaz
Pacheco, presidenta de la Junta de Andalucía durante el último lustro, lanzó a
twitter tan esperanzador mensaje frente al apocalíptico futuro que, según
parece, amenaza a la mayor parte de los andaluces, excepción hecha de los
preclaros votantes, un millón, que mantuvieron su fe en la antaño catequista trianera.
Más allá de la pataleta que puede
adivinarse tras el gorjeo de la principal opositora de Pedro Sánchez, papel que
acaso comience a quebrarse cuando quede convertida en opositora de Moreno
Bonilla, en su tuit destaca la defensa de la bandera blanca y verde que, si
hemos de hacer caso a Wikipedia, siempre acompañó a la Díaz, al menos desde
aquellas tardes de domingo en las que se sentaba en las gradas del Benito
Villamarín. Militante del PSOE desde antes de alcanzar la mayoría de edad,
apoyada por la vieja guardia que custodia las añejas esencias del «clan de la tortilla»,
Susana Díaz, la alternativa más españolista de un partido que en Andalucía ha
llegado a ver precedidas sus siglas por un «la» que sugiere unas colocaciones
muy diferentes a las que aconsejaba Tierno Galván, no ha dudado en hacer
flamear la enseña verdiblanca en lugar de la española. Un cambio textil que,
sin duda, busca el enfrenamiento con el verde voxiano y, por ende, con los
otros dos partidos que han admitido, de manera desigual, los votos de los de
Abascal. Doña Susana, en suma, se nos ha arrancado por autonomías.
Omnipresentes dentro de las
estructuras protoestatales que ha propiciado el desarrollo de la Constitución
de 1978, las banderas autonómicas parecen haber existido desde siempre y
razones no faltan para creerlo si nos fijamos, por ejemplo, en la de Aragón, región
a la que se hurta su condición de «histórica» frente a, por ejemplo, la
comunidad catalana, cuyo territorio formó parte de la Corona de Aragón,
falseada por los pseudohistoriadores orgánicos subvencionados como Corona
Catalanoaragonesa. Sea como fuere, la enseña andaluza no fue una creación
posfranquista, pero tampoco un diseño que haya que buscar en la noche de tiempos.
En definitiva, si las Vascongadas autonomizadas adoptaron la anglófila bandera
confeccionada por los sastres del PNV, la bandera que ahora pretende enarbolar en
exclusiva Susana Díaz, tiene también unas manos reconocibles, las de los que
participaron en el Congreso de Ronda en 1918.
Fue el muladí Blas Infante, cuya
nueva fe mahomenata fue hecha pública el 15 de septiembre de 1924, quien
inspiró un diseño en el que las franjas verdes arrastran el adjetivo «omeya», tonalidad
propia de quien se hizo llamar Ahmad, y al que la bala de su fusilamiento en
Coria del Río, puso fin a su vida. Los planes califales de Infante, más allá de
su realismo, buscaban la vuelta a un pasado idílico, pues el notario rechazaba
incluso la idea de la invasión árabe. A su romántico parecer, los refinados
árabes habrían poco menos que seducido a los habitantes de la Península y después
habrían impuesto su superior civilización frente a la tosquedad visigótica
precedente, interpretación esta, combatida entre otros por Serafín Fanjul, que
ha tenido diversos cultivadores, desde el falangista Ignacio Olagüe a González
Ferrín. El término yihad, es interpretado por quienes se adscriben a esta
corriente, como una suerte de lucha interior o esfuerzo.
Los vínculos de las franjas
verdiblancas andaluzas con el islam son inequívocos y dan cuenta de hasta qué
punto los movimientos que han dado lugar a nacionalismos fragmentarios, por más
que la estrella que algunos insertan en la bandera mentada sea menos refulgente
que la comúnmente llamada estelada, hunden sus raíces en contenidos culturales
que buscan obsesivamente distanciarse de los que caracterizaron la nación
histórica española, de la que no formaron parte los hijos de Alá. Convertida en
símbolo omnipresente en la administración construida por una Junta de Andalucía
siempre en poder del PSOE que le dio forma, la bandera en la que hoy se
envuelve doña Susana parece, no obstante, tener una dimensiones inferiores a
las que necesitaría para cubrir lo que se presume como una amplísima red de
instituciones muy asentadas en el paisaje andaluz durante las últimas cuatro
décadas: los chiringuitos.
El regreso de Nuestro señor el desollado
El Debate 5/01/2019:
https://eldebate.es/soberania/el-regreso-de-nuestro-senor-el-desollado-20190105
https://eldebate.es/soberania/el-regreso-de-nuestro-senor-el-desollado-20190105
El
regreso de Nuestro señor el desollado
En 2015, el hallazgo de los restos
del gran tzompantli que acompañaba al
Templo Mayor de Tenochtitlan supuso la verificación, por la vía arqueológica,
de las crónicas de los españoles, textos que para los cultivadores de la
leyenda negra son siempre susceptibles de estar repletos de mentiras y de
justificaciones de las acciones –lúbricas, codiciosas, crueles- de los
españoles en el Nuevo Mundo. A pesar de la suavidad de su significado –tzompantli quiere decir «estandarte de
cabellos»- las estructuras que sobrecogieron a los españoles en su penetración
hacia la capital del Imperio mexica, consistían en una suerte de andamios en
los quedaban insertadas por sus parietales los cráneos los sacrificados, a los
que, después de abrirles el pecho con el filo del sílex, se les extraía el
corazón para ofrecer al sol su «vaho». El tzompantli
encontrado en la bajo el suelo de la actual calle de Guatemala es el que recogía
las calaveras de los sacrificados en honor al dios Huitzilopochtli. Señor de la
caza y de la guerra, también llamado «El Colibrí Azul», aquel al que los
españoles llamaron Huichilobos era el dios tutelar de los mexicas, que temían
un final catastrófico anticipado por vientos, incendios, inundaciones y
terremotos que precederían a la llegada de seres monstruosos. Un fin sólo
aplazable mediante el constante suministro a los dioses de sangre humana y de
ocasionales ofrendas de bellos objetos. La aparición de las reliquias óseas en
el subsuelo de la Ciudad de México vino a corroborar lo visto y narrado por los
conquistadores hace casi medio mileno.
El arranque de un año tan importante
como 2019, en el que se cumplen quinientos años desde que Cortés y su compañía
pisaran las calzadas de Tenochtitlan para ver el rostro de Moctezuma, el huey tlatoani, el hombre que hablaba con
los dioses, ha ofrecido ya una noticia que evoca la descrita. Según se ha
podido saber por la prensa, un grupo de arqueólogos ha descubierto el primer
templo dedicado a Xipe Tótec -«Nuestro señor desollado»- dios vinculado a la
fertilidad. Dos cráneos pétreos despellejados y un torso cubierto con la piel
de un sacrificado, han aparecido en el Estado de Puebla junto a las ruinas del
templo de Ndachjian-Tehuacán, datadas entre los años 1000 y 1260. La aparición
de estos vestigios relacionados con Xipe Tótec, constituyen un excelente
pretexto para esbozar los perfiles de esta importante deidad del panteón
prehispánico, de la que se conservan representaciones en los códices. En ellas vemos
una figura que sostiene con una mano un chicahuaztli,
es decir, un instrumento parecido a un gran sonajero con el que producía un
ruido que evocaba el de la lluvia, mientras en la otra aparece un cuchillo de
pedernal ensangrentado. Las dos manos que manejan esos instrumentos no son, sin
embargo, las únicas que podemos observar, pues en su figura aparecen otras dos
que cuelgan de sus antebrazos. Se trata de las de pertenecientes al pellejo
vuelto, con grumos de sangre representados por puntos rojos, de un sacrificado.
Tan peculiar como macabra vestimenta se explica por el hecho de que Xipe Tótec representa
la renovación, la repetición de los ciclos agrícolas, la muda de piel y pelaje de
los animales. Como a menudo ocurre con las deidades adscritas a las religiones
secundarias que sucedieron a los animales divinos, que
tomaron elementos de estos últimos, los dioses zoomorfos venían acompañados por
una fuerte carga alegórica. Ello explica el hecho de que los cueros de los
desafortunados que terminaban sus días en la piedra sacrificial, fueran
interpretadas como una suerte de hojas secas de una mazorca de maíz que han de
retirarse para que la semilla germine.
La llegada de los españoles, de los
cristianos, al Anáhuac, impuso el cese de los martirios incorporados a las ceremonias religiosas que
se desarrollaban en unos templos que, por la costra de sangre que tapizaba sus
paredes, recordó a Bernal «los mataderos de Castilla». El sacrificio humano y
otras prácticas «contra natura», fueron paulatinamente barridas del virreinato
de la Nueva España, para dar paso a un sincretismo aconsejado por la prudencia
de unos eclesiásticos que trataron de ir más allá de la iconoclasia. La
construcción de iglesias corrió paralela a la ruina de unos templos que muchos
hombres, entre ellos Cortés, los consideraban construcciones diabólicas. Prueba
de ello son las palabras que Francisco Cervantes de Salazar atribuyó al de
Medellín cuando ascendió a la plataforma que coronaba el Templo Mayor. Allí,
don Hernando dijo: «Verdaderamente, me da el corazón que desde aquí se han de
conquistar grandes reinos y señoríos, porque aquí está la cabeza donde el
demonio principalmente tiene su silla».
Centinela contra misioneros
El Debate 29/12/2018:
https://eldebate.es/identidad/centinela-contra-misioneros-20181229
https://eldebate.es/identidad/centinela-contra-misioneros-20181229
Centinela
contra misioneros
Hace algo más de un mes, la prensa mundial
se hizo eco de la muerte de John Allen Chau a manos de los indios flechadores
de la isla de Sentinel –Centinela en español-, enclave que constituye una
suerte de cápsula del tiempo antropológico en la que viven aislados de todo
contacto exterior los descendientes de los primeros humanos que salieron con
éxito fuera de África hace aproximadamente 60.000 años. Bajo la coartada
profiláctica, Survival International trata de preservar a esta fiera sociedad
de una epidemia que pudiera poner fin a un colectivo que sobrevivió a las
campañas que diezmaron a numerosas tribus en los tiempos de la ocupación
colonial británica. Tal es la fragilidad de los aborígenes que, desde hace un
año, el gobierno de la India prohibió, so pena de una condena de prisión de
hasta tres años, la toma de fotografías o de vídeos de estos naturales. Sin
embargo, la fuerza de tan severa prohibición no fue obstáculo para que el
norteamericano Chau, movido por la fe en Jesús, pisara la isla en la que su
figura terminó por adoptar los perfiles de un san Sebastián contemporáneo pues,
en efecto, al igual que el efébico santo que tantas pasiones ha movido, el
joven, de 27 años, cerró su vida protagonizando un martirologio. Asaeteado, su
cuerpo cayó sobre la arena de la playa de Sentinel, sin poder siquiera comenzar
su apostolado.
Chau, integrado en All Nations
Family, estaba convencido de la inminente segunda llegada de Jesús y, de algún
modo, su acción suicida trató de desencadenar la parousía en la que creía firmemente. No en vano, All Nations
Family, está adherida al Pacto de Lausanne en el que se afirma: «Creemos que
Jesús regresará personal y visiblemente, en poder y gloria, para consumar su
salvación y su juicio. Esta promesa de su venida es un estímulo adicional para
nuestro evangelismo, porque recordamos sus palabras de que el evangelio debe
predicarse primero a todas las naciones». A esta última tarea se aplicó
ardorosamente Allen, con el resultado por todos conocido.
La muerte del misionero de Washington
evoca, de algún modo, a Bartolomé de Las Casas, pues el tardío dominico
sevillano, inflamado por «la voz que clama en el desierto» de fray Antonio de
Montesinos, también trató de mantener a los indios –los del Nuevo Mundo- en una
suerte de Edad de Oro, liberándolos de unos penosos trabajos de los que
deberían ocuparse los esclavos negros, color de piel, por cierto, de quienes
ultimaron a Allen. Imbuido por una armonismo y un pacifismo sin límites, Las
Casas, gran proveedor de materia negrolegendaria de los enemigos del Imperio
español, obtuvo un permiso para tratar de implantar una nueva sociedad
despojada de los vicios asentados en la vieja Europa. El lugar en el que se le
permitió implantar su particular visión fue un terreno de unas doscientas
lenguas de extensión en la venezolana Cumaná. Allí, su fértil imaginación
proyectó la creación de una nueva orden militar compuesta por caballeros de
espuelas doradas. Sustentado por misioneros, el experimento, sin embargo,
fracasó estrepitosamente.
Aquel revés no arredró a Las Casas,
quien, a partir de 1537 puso en marcha otra experiencia parecida: la de la Vera
Paz, con similar final, pues los indios lacandones, lejos de ser los mansos corderos
de los que hablaba en su Brevísima relación
de la destrucción de las Indias, acabaron con la vida de algunos misioneros
y se resistieron a abandonar la idolatría y otras prácticas bárbaras. Años más
tarde, los discípulos del Obispo de Chiapas impulsaron un nuevo ensayo. El
encargado de llevarlo a cabo fue su compañero de orden Luis de Cáncer que, en
1549, encabezó una expedición a La Florida en la que encontró la muerte a manos
de aquellos a los que pretendía hacer llegar la fe católica.
Con vidas en cierto modo paralelas,
los trágicos finales de Cáncer y Allen nos recuerdan que la cruz siempre
necesitó del respaldo, más o menos explícito, de la espada.
La cara tostadita de la Navidad
El Debate 22/12/2018
https://eldebate.es/crisis-de-valores/la-cara-tostadita-de-la-navidad-20181222
https://eldebate.es/crisis-de-valores/la-cara-tostadita-de-la-navidad-20181222
La
cara tostadita de la Navidad
Si la Virgen fuera andina
y san José de los llanos
el Niño Jesús sería
un niño venezolano.
Tendría los ojos negritos
quién sabe si aguarapados
y la cara tostadita
del sol de por estos lados.
Él crecería en la montaña
cabalgaría por los llanos
cantándole a las estrellas
con su cuatrico en la mano.
Este y otros muchos villancicos
compuestos en Hispanoamérica, dan cuenta de los ajustes y contextualizaciones
realizados por la Iglesia Católica después de su desembarco en un Nuevo Mundo
que no había recibido la palabra de Dios… o que la había recibido en un tiempo tan
remoto que las tinieblas heréticas con que se toparon los clérigos hispanos
habían conseguido distorsionar hasta hacerla irreconocible. En efecto, cuando
los primeros religiosos pisaron Tierra Firme hubieron de enfrentarse a una
realidad incompatible con el canon católico. La idolatría y una serie de
crímenes «contra natura», debían ser erradicados, sin bien, el método más
eficaz para alcanzar tal objetivo, fue materia de discusión. La conquista debía
tener una dimensión política –«Por Dios hacia el Imperio»-, pero también
religiosa –«Por el Imperio hacia Dios»- y fue ese complicado equilibrio el que
marcó, con diferentes intereses y diversos grupos humanos involucrados, el
tiempo abierto desde el momento en el que un navegante genovés echó sus anclas
en un archipiélago que constituyó la antesala de un continente inesperado.
Los retos que planteaba aquella
realidad eran enormes, comenzando por la circunstancia de que la palabra divina
debía ser comunicada de algún modo inteligible a unos naturales que no sólo
desconocían a Nebrija, sino que, además, carecían de unas coordenadas
ontológicas capaces de asumir dogmas como el de la Santísima Trinidad. La
lengua –castellana- era compañera del Imperio, si bien existían objetivos menos
temporales que los representados por la espada: los de la cruz. Ello determinó
que los hombres dedicados al cultivo de la esfera espiritual optaran a menudo
por el latín y las lenguas indígenas, en detrimento de la lengua empleada por
los oficiales de la Corona. El resultado fue la confección de vocabularios, gramáticas
y catecismos apoyados precisamente en la obra y metodología de Nebrija. La lingüística
misionera española supone una obra monumental, que sirvió, en suma, para
salvaguardar numerosas lenguas ágrafas.
Si la necesidad de buscar un
vehículo lingüístico para trasmitir la fe católica a los naturales provocó
estos efectos, el traslado de devociones produjo otros no menos interesantes,
entre los que destacan los vinculados a la implantación de los cultos marianos.
Sirva como ejemplo lo ocurrido después de la catastrófica Noche Triste. Durante
aquella jornada, Juan Rodríguez Villafuerte, que había pasado desde Las
Antillas acompañado por una imagen de la Virgen de los Remedios regalada por su
hermano agustino, la depositó entre unas piedras. Tiempo después, aquella Señora,
que había cegado con puñados de tierra a los gentiles mexicas para favorecer a
los católicos, fue hallada por el indio don Juan, cacique noble cristianizado.
El hallazgo dio pie para levantar un templo que gozó de gran popularidad,
aunque, naturalmente, muy inferior a la que concitó el Tepeyac, lugar donde hoy
se concentra el culto a la Virgen de Guadalupe, emblema mexicano que desborda
los predios de la fe, pues no ha de olvidarse que la Guadalupana ondeó en el
estandarte bajo el que lanzó su grito Miguel Hidalgo y Costilla en la iglesia
de Atotonilco.
Casi como un preámbulo navideño, el
doce de diciembre de 1531, diez años después de la pacificación de la ciudad de
México, Juan Diego Cuauhtlatoatzin,
que había experimentado hasta cuatro mariofonías, se presentó como embajador de
la virgen ante el obispo Zumárraga, que pudo ver la imagen divina sobre la
tilma del piadoso indio. Impresionado por aquel suceso, el prelado autorizó la
erección de un lugar de culto para una virgen que en España contaba con un
santuario de enorme importancia. Si en Extremadura se adoraba a una pequeña y
oscura virgen sedente de estilo románico, en la Nueva España, la Virgen de
Guadalupe, se mantiene sobre las fibras de agave, mostrando el mundo un rostro
moreno, espejo del mayor logro del Imperio español, el mestizaje –«la cara
tostadita»- al que se alude en el villancico que abre esta pieza.
Zaragoza 1118, nueve siglos de su toma
El Debate 15/12/2018:
https://eldebate.es/rigor-historico/zaragoza-1118-nueve-siglos-de-su-toma-20181215
https://eldebate.es/rigor-historico/zaragoza-1118-nueve-siglos-de-su-toma-20181215
Zaragoza
1118, nueve siglos de su toma
El próximo 18 de diciembre se
cumplirán nueve siglos desde que Alfonso I, el
Batallador, conquistara la ciudad de Zaragoza. La vieja Caesar Augusta, en poder de los almorávides,
por fin caía del lado cristiano después de haber resistido a las campañas
encabezadas por Alfonso VI de León en 1086 o Sancho Ramírez de Aragón en 1091. A
pesar de la resistencia de la ciudad, desde Huesca y Barbastro, el reino
aragonés se había expandido sobre la taifa que ocupaba el valle del Ebro. Fue
en ese contexto en el que el término «extrematura» comenzó a sustituirse por
otro de carácter bélico: «frontera». Tal y como demostró Pablo Dorronzoro
Ramírez, a finales de su reinado, en 1059, el primer monarca aragonés, Ramiro I,
ya empleó tal vocablo.
Junto al poder ostentado por los
sucesores de Ramiro I, la corona aragonesa creció fuertemente vinculada al
poder eclesiástico, a sus obispos, pero también a Roma, por su condición reino
vasallo, circunstancia que la distingue de los reinos castellanos y leoneses.
No hemos de olvidar que la invención del sepulcro de Santiago por parte de
Alfonso II, el Casto, y el obispo
Teodomiro, sirvió para tomar distancias con el Papado. Distancias que, con Bernardo
del Carpio como elemento principal, también se marcaron con respecto a Francia.
La menor entidad del reino aragonés determinó que los obispos participaran en
unas campañas militares que tenían carácter de cruzada. La misma conquista de
Zaragoza se impulsó después de un concilio celebrado en la primavera de 1118 en
Toulouse, que otorgó honores de cruzada a una campaña en la cual se integraron numerosos
franceses, algunos de ellos, presentes en la Cruzada de Jerusalén de 1099. En
apoyo del contingente militar, desde Roma llegó la indulgencia papal concedida
por Gelasio II en diciembre de 1118. Si el factor religioso fue determinante en
la configuración de la tropa, años antes lo había sido en la formación del
propio Alfonso Sánchez, que fue tutelado en Jaca por Esteban de Huesca, obispo
de la sede catedralicia jacetana desde 1099.
Habitada por 25.000 almas, Zaragoza,
dominada por el poder almorávide, sintió el vacío que dejó la muerte, en 1116,
de su último gobernante africano, Ibn Tífilwít. Su fallecimiento precipitó la
reacción cristiana. El asedio, en el que participaron, aragoneses, franceses,
castellanos, navarros y catalanes, comenzó en mayo de 1118, antes incluso, de la
llegada de Alfonso I desde Castilla. La razón de la inicial ausencia del rey
aragonés hemos de buscarla en su matrimonio con Urraca I de León. Fue este
enlace el que permitió que Alfonso se hiciera llamar, entre 1109 y 1127, «emperador
de León y rey de toda España» o «emperador de todas las Españas». En las
capitulaciones de esponsales, Urraca y Alfonso acordaron designarse
recíprocamente en soberana potestas en las posesiones del otro, circunstancia
que de algún modo anticipa lo ocurrido con el matrimonio de los Reyes
Católicos. El pacto nupcial también incluyó que si el matrimonio tenía
descendencia, el hijo sería el heredero y relegaría al primogénito del
matrimonio de Urraca con Raimundo de Borgoña, Alfonso Raimúndez, que perdería
sus derechos al trono de León. Entre los contrarios a estos acuerdos destacaron
los nobles gallegos, encabezados por el Obispo de Santiago de Compostela, Diego
Gelmírez, partidarios del infante Alfonso Raimúndez, que finalmente ocupó el
trono de los reinos de León y Castilla y pasó a la Historia como Alfonso VII, el Emperador, dando continuidad a la
condición, en absoluto psicologista, de su padrastro. Como demuestra la
continuidad del título, la carga imperial,
cayó siempre del lado castellano-leonés. En efecto, el 26 de mayo de 1135,
Alfonso, hijo de Urraca, se hizo coronar en la Catedral de León como Imperator totius Hispaniae. La ceremonia
la ofició el obispo Arriano ante el enviado del papa Inocencio II. Durante la
misma, el emperador recibió el homenaje de su cuñado Ramón IV, conde de
Barcelona, de su primo, el rey García Ramírez de Pamplona, del conde de Tolosa,
de los embajadores de Gascuña, del señor de Montpelier, e incluso de algunos
caudillos musulmanes.
Hechas estas consideraciones, es
preciso regresar al cerco de Zaragoza. En ayuda de sus compañeros de fe, numerosas
fuerzas almorávides acudieron a la ciudad ribereña del Ebro. Sin embargo, el
gobernador granadino, Abd
Allah ibn Mazdali, principal apoyo de los asediados, falleció el 16 de
noviembre. Su muerte decanto la balanza hacia el lado cristiano, cuyas filas
habían sido abandonadas por algunos señores franceses, cuyo hueco fue cubierto
por mendigos a los que el obispo Esteban entregó sus tesoros. Rendida por el
hambre, Zaragoza quedó en poder de los cristianos el 18 de diciembre de 1118. En
las capitulaciones se dio a los musulmanes un plazo de un año para abandonar la
ciudad e instalarse extramuros, donde podrían seguir practicando su religión.
La victoria reforzó al rey
batallador que, un año más tarde, conquistó Tudela y Tarazona. Con la
incorporación de estas plazas, la ciudad de Jaca perdió importancia política.
Muerta Urraca sin más descendencia que su primogénito, este ocupó el trono
heredado de su madre después de la firma del pacto de Támara. A partir de 1127,
el aragonés Alfonso dejó de emplear el rótulo imperial para usar el lema Regnante Adefonsus, Dei gratia rex. A su
muerte en 1134, Alfonso I de Aragón legó sus reinos a las órdenes militares.
Sus deseos, sin embargo, no fueron aceptados por la nobleza, que eligió a su
hermano Ramiro II el Monje en Aragón
y a García Ramírez el Restaurador en
Navarra. Disuelta la posibilidad unificadora con la anulación de su matrimonio,
su propio reino quedó también dividido.
Vox y la extrema derecha (de barrio)
El Mundo 10/12/2018.
https://www.elmundo.es/opinion/2018/12/10/5c0e7440fdddffabb38b471c.html
https://www.elmundo.es/opinion/2018/12/10/5c0e7440fdddffabb38b471c.html
Vox
y la extrema derecha (de barrio)
El recuento de las papeletas introducidas
en las urnas andaluzas el pasado domingo 2 de diciembre, ha ofrecido datos de
difícil encaje dentro de los estrechos márgenes en los que a menudo se mueven los
adscritos al llamado «análisis político». ¿Cómo explicar el cambio cromático
experimentado por Sedella, municipio que se despertó enrojecido y se acostó
coloreado de un verde muy distinto al impulsado por el muladí Blas Infante? Si los
resultados de Sedella son sorprendentes, los que han arrojado algunas de las zonas
más deprimidas de Sevilla son también dignos de atención. En el barrio de la
Oliva, colindante con las Tres mil viviendas, patria chica de Pata Negra, donde
todavía rasga las cuerdas Emilio, Cara
café, el togado Francisco Serrano ha multiplicado por quince los votos
cosechados por su partido hace cuatro años. En las Letanías el crecimiento es
aún mayor, mientras que en San Jerónimo casi un 10% de sus vecinos,
mayoritariamente obreros, han depositado su fe democrática en Vox. En
definitiva, se trata de unos porcentajes prácticamente coincidentes con los que
la formación de Abascal ha obtenido en la comunidad autónoma, estructura contra
la que arremete el bilbaíno. A la luz de estas puntadas estadísticas, cabe
cuestionar la mediática identificación que se ha establecido entre Vox y la
«extrema derecha», rótulo cargado de estereotipos sociológicos difícilmente
compatibles con los de aquellos que viven en los ambientes citados.
La calificación, de inequívoca carga
peyorativa, constituye un apetitoso pretexto para ahondar en el uso y origen de
la expresión. Como es bien sabido, la división entre izquierda y derecha nos
obliga a visitar la Francia revolucionaria, allí donde comenzó a desarrollarse
una geografía política que el tiempo se encargó de extremar. El origen de este
orden nos lleva a la sesión del 28 de agosto de 1789 de la Asamblea Nacional,
constituida meses antes. En aquella jornada los partidarios del veto real se
situaron a la derecha, mientras que los que buscaban un veto atenuado o nulo, lo
hicieron a la izquierda. La oposición al veto evidenciaba la realidad de la inversión
teológica que venía a romper el orden imperante durante siglos, razón por la
cual, la Iglesia católica, con su fino instinto, pero también los sectores
monárquicos que habían visto cortocircuitado el pactum translationis, trataron de ponerse al día terminológicamente
en todas las naciones históricas europeas. En efecto, décadas más tarde de la
aparición de la izquierda liberal en España, nuestra particular y escolástica
revolución, la expresión «extrema derecha», en el sentido referido, empezó a
convivir con usos vinculados a cuestiones puramente topológicas. El lunes 3 de
abril de 1848, el diario monárquico madrileño La Esperanza, incluyó el siguiente fragmento en el artículo que
abrió sus páginas: «Si los monárquicos nos hemos puesto al corriente de lo que
es censo electoral, y mayoría parlamentaria, y sorteo de secciones, y mensage, y respuesta al mensage, y orden
del dia, y discusión de totalidad,
y discusión por articulos, y derecha, é izquierda, y estrema
izquierda, y extrema derecha, y bancos de enfrente, y banco negro, y comités y clubs, etc.
etc.; si todo esto sabemos ya, y sobre ello hemos adquirido alguna facilidad,
sea de perorar, sea de redactar cualquier artículo ó correspondencia, también
se nos ha olvidado ó no hemos llegado a aprender en nuestras respectivas profesiones
lo que nos hacia falla para poder, con el ejercicio de ellas , ser útiles á
nuestras familias y semejantes». La polarización entre las derechas y las
izquierdas, la consolidación de una jerga todavía vigente, era un hecho.
Ciento setenta años después, la configuración
de los bloques políticos españoles orbita en torno a dualismos tales como el
delimitado por el par «democracia/fascismo», etiquetas que, más allá de sus aspectos
éticos y estéticos, tienen como fiel de una hipotética balanza, la cuestión
nacional o, por mejor decir, la unidad nacional. En este contexto ideológico,
el autodenominado demócrata, muchas veces identificado con un izquierdismo
nebuloso, indefinido, opondrá escasos argumentos a una secesión oculta y
presupuesta bajo la voluntariosa fórmula denominada «derecho a decidir». En el
otro lado, aquel que se muestre partidario de mantener la unidad territorial de
la nación se convertirá de inmediato en «fascista». Delimitados los bloques,
tan sólo quedaría por establecer una gradación en la intensidad, necesariamente
derechista, entre quienes se oponen la balcanización de España y su entrega a
las élites regionales y a las grandes corporaciones, que no otra cosa se
produciría tras la llamada «autodeterminación». Una aplicación de tal método
clasificatorio explica el hecho de que Vox haya sido situado en el extremo
derechista pues, no contento con apostar por la unidad territorial y denunciar
a quienes tratan de erosionarla mediante escaramuzas golpistas, el partido de
Abascal arremete programáticamente contra las autonomías, estructuras
necesarias para crear las condiciones necesarias para la construcción de
pseudoestados.
Todo ello, unido a la sorpresa
electoral del primer domingo de diciembre, explica la sobreactuada reacción de Pablo
Iglesias Turrión, cabeza visible de un subproducto partitocrático que
representa la quintaesencia del régimen del 78. Flanqueado por los suyos, ante
las cámaras en las que ha apoyado –lean su confesión en la conversación que da
cuerpo a Nudo España- su éxito
político, la voz teñida de circunspección del podemita, lanzó una «alerta
antifascista». Moviéndose dentro de su habitual esquematismo, el profesor agitó
las calles contra un partido que, según su particular interpretación, habría
venido a sacar del armario fascista, aromatizado por esencias franquistas, a
nada menos que 400.000 adultos andaluces, emboscados a la espera de la menor
oportunidad de encontrar una plataforma en la cual dar cauce a su xenofobia y
racismo. La reacción no se hizo esperar. Apenas unas horas más tarde del
llamamiento, algunas ciudades se llenaron de ardorosos antifascistas capaces de
hacer ondear la centralista bandera de la URSS junto a las de las pretendidas
repúblicas andaluza y catalana. La cuestión nacional de nuevo en la calles,
pues tales banderas, las estrelladas, se mueven al compás de una idea de España
entendida como prisión de naciones, identitarias, por supuesto. Unas naciones
cuya existencia estaría también amparada por unos derechos históricos que
plantean la cabalgable contradicción de tener un origen monárquico, pues era el
rey quien concedía los fueros.
En este contexto, tras la
celebración de unas elecciones impecables en su aspecto procedimental, ¿qué
sentido, más allá del acusatorio, tiene calificar a Vox como partido de extrema
derecha? Si no nos equivocamos, el programa económico del partido de Abascal
tiene un sesgo mucho más liberal que estatalista. Si no erramos, Vox es
partidario de la preservación de determinadas tradiciones, algunas de ellas
ligadas a la Iglesia católica, concesión impensable en la Italia mussoliniana.
Si no hemos entendido mal a sus dirigentes, el control de la inmigración no
responde a un instintivo rechazo al extranjero, sino a al más puro realismo
político.
Si comenzábamos en Sevilla, queremos
terminar nuestro viaje en Cádiz, donde Vox ha pasado de 2.000 a los 57.279
votos, el 11,25% de una provincia que ha dado innumerables artistas flamencos.
Uno de ellos, Tomasito, representa una heterodoxia que le permite colaborar con
músicos de diversos estilos. Si en las calles granadinas se hizo visible el
destello de las banderas estrelladas, en el vídeo que de la canción Todo lo bello es gratis, que protagoniza
el jerezano junto al barcelonés Joe Crepúsculo, aparece una chatarrería del
barrio de San Blas. De su techo cuelga una bandera española. Lo que representa
ese símbolo, España, es lo que ha movido a muchos, incluso a algunos de los que
venden herrumbre para comprar papelinas, a escoger la papeleta de Vox, pues lejos
de la cargada y petulante atmósfera académica no están los fachas, sino los
españoles.
Valls y la conllevanza
Libertad Digital 11/01/2019:
https://www.libertaddigital.com/opinion/ivan-velez/valls-y-la-conllevanza-86926/
https://www.libertaddigital.com/opinion/ivan-velez/valls-y-la-conllevanza-86926/
Valls y la conllevanza
«Premio
Nadal en el Ritz, Marc Artigau, premio Josep Pla, recuerda a los políticos
presos. Xavier Valls, que está en mi mesa y que ha tenido un comportamiento
afable y moderado, se pone nervioso “pesado... Mas, Mas... tu tienes la culpa,
y qué pasa? Nadie va a decir nada?”»
Este mensaje, escrito por la
periodista barcelonesa Pilar
Eyre durante la ceremonia de entrega de los Premios Nadal 2018, se alzó sobre
el gallareo del Twitter dominical. Las palabras que accionaron los resortes
vallsianos fueron las que abren la novela premiada que su autor, Artigau,
reprodujo ante el elegante público congregado alrededor de los manteles del
Ritz: «es imposible separar lo que uno escribe de lo que uno vive», dijo el
escritor, antes de dar paso a un sentido acto de afirmación lazi: «y esta frase
me serviría de excusa, de atajo, para explicar la contradicción que estoy
viviendo, que es muy sencilla y seguro que mucha gente la comparte conmigo:
estoy aquí, estoy contento de poder compartir el premio con vosotros, pero al
mismo tiempo siento una tristeza y una rabia que no puedo evitar por vivir en
un país en el que hay presos políticos y en el que el gobierno legítimo de la
Generalitat está exiliado».
La reacción del ex primer ministro
de Francia, que ahora se postula como futuro alcalde de una Barcelona concebida
como –visiten su web para conocer más detalles- «una gran capital europea», se
presta a la interpretación. Su malestar, entendible por el hartazgo que produce
el constante amarillear de todo acontecimiento público que se celebre en la
Comunidad Autónoma de Cataluña, cabalgatas de Reyes incluidas, se inscribe dentro
del contexto electoral que tendrá su desenlace a finales de mayo, por lo que la
incomodidad amplificada por las red más frecuentada por los periodistas, puede entenderse
como el pistoletazo de salida de una larga campaña. Sin embargo, y puesto que
desde el pasado mes de septiembre, cuando Valls hizo pública, tras una serie de
amagos y varias exposiciones públicas propiciadas por plataformas como Sociedad
Cívica Catalana, su intención de convertirse en primer edil de la Ciudad
Condal, el comentario de don Manuel invita a un análisis que puede ir más allá
de su airada actitud en el Ritz. Un análisis que nos obliga a mirar a
Andalucía, lugar donde el partido en el que se apoya Valls, ese Ciudadanos
cuyas siglas oculta, ha exhibido sus ya probadas dotes para el contorsionismo,
con el fin de evitar cualquier contacto con un partido, Vox, que ha llevado la iniciativa
judicial contra los que Artigau llama «presos políticos».
El comportamiento de los naranjas en
Andalucía ha mostrado hasta qué punto la pugna partitocrática y la lucha por
ocupar los lugares más destacados dentro del escaparate mediático, puede llevar
a la renuncia de elementos programáticos pretéritos o a forzar una
sobreactuación capaz de presentar a los de Abascal como a una suerte de
apestados ultramontanos inasimilables dentro del pulcro hábitat de la
democracia española. La estrategia seguida por Ciudadanos allende Despeñaperros
tiene su correlato en Cataluña con la propuesta hecha por Valls, que aboga por
un cordón sanitario que excluya a Vox de la vida política en aquella región. A
esta medida, ya empleada en su momento contra el Partido Popular, hemos de
sumar ahora la inequívoca carga psicologista –«pesado»- aparejada al
calificativo empleado por un Valls que no abandonó el salón. Para decirlo de un
modo directo, su gesto de incomodidad permite evocar la vieja doctrina
orteguiana de la conllevanza.
La fórmula propuesta por el filósofo
de cabecera de la mayor parte del espectro político español, desde destacados
falangistas a eminentes socialdemócratas, quedó incluida en su discurso del 13 de mayo de 1932, referido al Estatuto
de Cataluña. Durante aquella sesión de Cortes, y frente a un optimista Azaña, Ortega
dijo resginado: «El problema catalán es un problema que no se puede resolver,
que sólo se puede conllevar». Cataluña, añadió, «quiere ser lo que no puede ser».
Nueve décadas después, el particularismo diagnosticado por Ortega, el
sentimentalismo ya operante en los mitificados días de la II República, sigue
marcando la actualidad política a través de recursos tan volitivos como el famoso «derecho a decidir». A decidir,
añadimos nosotros alejándonos de semejante subjetivismo cargado de falsa
conciencia, destruir la soberanía española.
Un hilo, a menudo imperceptible, une
al partido de Rivera con el autor de las 58 páginas que dieron forma a una
tesis doctoral titulada: Los terrores del
año mil. Crítica de una leyenda. Una pasión, un mito llamado Europa o, por
mejor decir, una particular Europa, en la que Barcelona, guiada por Valls,
luciría con personalidad propia. Con los ojos puestos en tan cosmopolita
objetivo, la queja desvelada por Eyre parece la reprobación de una inoportuna
impertinencia que rompe la hipodámica armonía del Ensanche en el que se alza el
hotel Ritz. Frente al propósito de Valls de convertir a Barcelona en una gran
capital europea -¿acaso no lo es ya?-, los lazos no son sino un incómodo enredo
circunscrito a un asunto meramente español. Al cabo, en esa Europa en la que
los pueblos, pero también las ciudades que conformarían una nueva constelación
tan refulgente como las estrellas que flotan en el paño mariano que dio lugar a
la bandera de la Unión Europea, podrán encontrarse, las cuestiones nacionales,
al menos la española, bien podrían quedar en un segundo plano.
El tiempo se encargará de verificar
si la europeísta apuesta de Ciudadanos obtiene el éxito, es decir, el poder, y
si este se hará al precio de, tal y como señala Macron con engreído engalle, aislar
a Vox en beneficio de otras fuerzas que han llevado a Cataluña a la fractura
social actual. Mientras todo esto llega, todo parece indicar que en los
exclusivos salones en los que se jugará el futuro de la región catalana, y con
él, el de toda España, crece un rumor, conllevanza, que evoca el título de un bolero.
¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder de los moros?
Libertad Digital 03/01/2019
https://www.clublibertaddigital.com/ideas/historia-espana/2019-01-03/ivan-velez-permitireis-que-el-estandarte-de-espana-caiga-en-poder-de-los-moros-86859/
https://www.clublibertaddigital.com/ideas/historia-espana/2019-01-03/ivan-velez-permitireis-que-el-estandarte-de-espana-caiga-en-poder-de-los-moros-86859/
¿Permitiréis
que el estandarte de España caiga en poder de los moros?
Ocultos bajo una ropa mortuoria en
la que se incluyó la pirámide masónica, los surcos que dejó el cuero de un
cinturón sobre el cuello de la momia de Prim, sirvieron para reconstruir lo
ocurrido en los días posteriores a los disparos que se abrieron paso entre los
copos de nieve que caían sobre la calle del Turco el 27 de diciembre de 1870.
El objetivo de aquella munición era el más ilustre de los reusenses del siglo
XIX. A Francisco Pérez Abellán, recientemente fallecido, debemos el
conocimiento de las conclusiones obtenidas por la comisión multidisciplinar que
él mismo dirigió. Un grupo capaz de acercarse a un cuerpo que no se corrompió
debido a la gran cantidad que el plomo hizo manar de él. Conservado en un ataúd
de plomo cubierto por madera y piedra, el cadáver conservó las marcas de una
correa que probablemente apretó José María Pastor, jefe de escolta del general
Serrano, verdadera inductor, apoyado por el duque de Montpensier, del
magnicidio. Sobre la oscura piel momificada, los ojos de vidrio sostienen la
mirada de aquel a quien Castelar describió del siguiente modo: «Su estatura
regular, su actitud modesta, sus modales finos, su conjunto bien proporcionado.
Tenía nervudos los brazos, fuerte el pecho, armoniosas y bien ordenadas las
facciones, la mirada triste, la barba ni rala ni poblada, los labios finísimos
y descoloridos, la tez amarillenta, y la sonrisa fría».
La inesperada muerte de Pérez
Abellán ofrece la posibilidad de revisitar a Prim, figura que, como tantas
otras, ha sido arrumbada por el separatismo catalán, tan presto a homenajear a
cualquier catalán que haga gala de su visceralidad hispanófoba como hostil con
aquel hijo de Cataluña capaz de manejar, con solvencia y sin complejos, los
símbolos nacionales. Dentro de esta categoría, en la que podemos incluir a
Salvador Dalí, figura destacadamente Juan Prim y Prats, de cuyos perfiles
daremos algunas pinceladas.
Nacido en la tarraconense Reus fruto
del matrimonio entre un notario, veterano de la Guerra de la Independencia, y
de una mujer perteneciente a una familia de comerciantes, Prim ingresó a los
diecinueve años, a las órdenes de su padre, como voluntario en el primer
batallón de los Tiradores de Isabel II. Al finalizar la Primera Guerra
Carlista, el joven isabelino ascendido a teniente coronel mayor. Mientras en su
uniforme lucían las conmemoraciones, su cuerpo atesoraba las cicatrices de ocho
heridas de guerra. Calladas las armas, en 1843 participó en una conspiración
para derribar a Baldomero Espartero, que abrió las puertas del poder a Narváez.
De resultas de aquellas acciones fue nombrado conde de Reus y vizconde de un
Bruch en el que todavía sonaban los ecos del tamborilero antifrancés.
A finales de 1847, Prim, firme
partidario del proteccionismo en el que tantos intereses catalanes había, fue
nombrado capitán general de Puerto Rico, para regresar meses después a la
península debido al rigor legal con el trató de impedir una previsible rebelión
negra impulsada por el abolicionismo francés. Ya en España, comenzó su carrera
política como diputado del Partido Progresista. Muy enriquecido tras la boda
con la mexicana, veinte años más joven, Francisca Agüero González, Prim
prosiguió con su ascenso en la vida política española. Sin embargo, los campos
de batalla seguían imantando al aguerrido tarraconense.
Las condiciones para el regreso al
mundo militar, eran propicias. A partir de la segunda mitad del siglo XIX,
España cambió su política africana, tratando de no perder comba con potencias
que, como Francia, trataban de implantar un colonialismo cuyos efectos han
mostrado su rostro más desagradable a principios del siglo XXI. A pesar de la
firma de diferentes tratados, las cábilas rifeñas no habían cedido en su hostigamiento
a las ciudades de Ceuta y, especialmente, de Melilla. Todo ello determinó que
el 22 de octubre de 1859, Leopoldo O´Donnell propusiera al Congreso de los
Diputados la declaración de guerra, iniciativa que fue aprobada por unanimidad.
Fuertemente avivadas por la prensa, las campañas del norte de África contaron
con un gran apoyo popular. Vascongadas y Cataluña, viejos bastiones carlistas,
aportaron grandes contingentes de voluntarios dispuestos a guerrear. En su
discurso, O´Donnell, presidente del Gobierno, que tomó el mando del Ejército de
África, dijo: «Firmes en nuestra razón y en nuestro derecho, el Dios de los
ejércitos hará el resto».
Prim estuvo al frente de una
división de reserva formada en Antequera, compuesta por cuatro batallones de
infantería, dos de artillería y otros dos de ingenieros. Al mando de aquellos
hombres, el de Reus protagonizó un episodio heroico. El 1 de enero de 1860 se
produjo la decisiva batalla de Los Castillejos, a unos 10 kilómetros de Ceuta.
Mientras la artillería despejaba un bosque, el brigadier Serrano cubrió el
avance de Prim. Veinte mil combatientes se oponían al ejército español. En
medio de un agotador combate, el Regimiento del Príncipe quedó rodeado en una
colina. Exhaustos, los soldados mandados por nuestro hombre abandonaron sus
mochilas para combatir con mayor ligereza. Fue entonces cuando Juan Prim
protagonizó un hecho que es ya leyenda. Tras arrebatar la bandera a su
abanderado, arengó a sus tropas según transcribió Pedro Antonio de Alarcón y
reprodujo Antonio M. Carrasco González en su El reino olvidado:
«¡Soldados! Vosotros podéis
abandonar esas mochilas porque son vuestras; pero no podéis abandonar esta
bandera, que es la de la Patria. Yo voy a meterme con ella en las filas
enemigas… ¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder de los moros?
¿Dejaréis morir solo a vuestro general?»
Guinea Ecuatorial (1968-2018). Independencia y neocolonialismo
Libertad Digital 27/12/2018:
https://www.clublibertaddigital.com/ideas/sala-lectura/2018-12-27/ivan-velez-guinea-ecuatorial-1968-2018-independencia-y-neocolonialismo-86812/
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Guinea
Ecuatorial (1968-2018). Independencia y neocolonialismo
Hace medio siglo, el editorial del
número de noviembre de 1968 de la revista Mundo
Negro, escrito por el padre Romeo Ballán, misionero comboniano, incluía el
siguiente párrafo:
«Con la independencia de Guinea
Ecuatorial, España ha vuelto con nostalgia y orgullo a esos acostumbrados
menesteres de alumbrar naciones. La última ha visto la luz en una fecha
señalada, 12 de octubre, día de la Hispanidad, fiesta de la raza bajo el patronazgo
de la Virgen del Pilar. Guinea Ecuatorial hace el número veinticinco en la
comunidad espiritual y cultural interhispánica de naciones que siguen rezando
al mismo Dios en el mismo idioma».
Ocho años después, con motivo de la
firma de la Declaración universal de los derechos de los pueblos, hecha pública
en Argel en la muy norteamericana fecha del 4 de julio de 1976, Cruz Melchor
Eya Nchama y Gustavo Bueno Sánchez, que se conocieron durante aquellas
jornadas, dieron comienzo a una amistad que se mantiene más de cuatro décadas
después. Tan prolongada relación propició que este año los viejos amigos
mantuvieran una larga conversación
que, después de un excelente trabajo de edición de Alberto Esteban, ha dado
cuerpo al libro Cincuenta aniversario de la
independencia de Guinea Ecuatorial. 12 de octubre 1968 - 12 de octubre 2018
(Ed. Pentalfa, Oviedo 2018). A lo largo de más de trescientas páginas,
enriquecidas por un prolijo aparato documental, Cruz Melchor Eya Nchama reconstruye la Historia de
Guinea Ecuatorial, desde los tiempos en los que su territorio estaba controlado
por la poderosa nación Fang, hasta una actualidad marcada por el poder omnímodo
y despótico de Teodoro Obiang.
Nacido en 1945 en el pueblo de
Kukumankok, Eya Nchama muestra de qué modo muchos guineanos, en este caso sus
propios padres, dejaron atrás las genealógicas estructuras tribales para, por
la vía de la religión y de la incorporación a las instituciones hispanas, ir
creando las condiciones que permitieron la tardía emancipación de Guinea. De
hecho, cuando Cruz Melchor era un niño, en Guinea convivían colonos,
emancipados plenos y emancipados limitados, situación que comenzó a cambiar
después de la promulgación una serie de leyes que transformaron aquel enclave,
primero esclavista, luego colonial y siempre codiciado por sus valiosos
recursos naturales. Nadie mejor que Cruz Melchor, marcado en su adolescencia por
la impronta de la Organización Juvenil Española y dedicado durante toda su vida
al activismo político, para reconstruir estos últimos cincuenta años de
relaciones hispano-guineanas, aniversario al que apenas se ha prestado atención
en este año que se cierra. Con acceso a ciertas personalidades –Olof Palme,
Nelson Mandela- ya algunos de los escenarios en los que se toman las más
trascendentales decisiones, el testimonio de Eya Nchama resulta especialmente
valioso.
Por lo que respecta al proceso
emancipatorio, Cruz Melchor va desgranando todo el aparato legal que, desde los
años posteriores a la II Guerra Mundial, acompañó a la sociedad ecuatoguineana,
con especial atención al dossier
Trevijano elaborado por la Alianza
Nacional de Restauración Democrática (ANRD), fundada en 1974 con estatutos en
francés y personalidad jurídica suiza. Gracias a la ANRD, a la que él
perteneció, se destaparon las actividades desarrolladas por Antonio
García-Trevijano, desvelamiento que erosionó las estructuras de la Junta
Democrática, en la que, junto a Santiago Carrillo, destacaba la figura del
jurista granadino. En el dossier se
expusieron las actividades de García-Trevijano desde finales de 1967, dentro de
un ambiente en el que también estuvieron involucrados José María Castiella y
Luis Carrero Blanco, accionista mayoritario de la Compañía Nacional de
Colonización Africana, entidad ligada al Banco Exterior de España, con sede en
Tarragona, dedicada a la explotación forestal y ganadera, y al cultivo de café.
Según se narra, Carrero Blanco consideraba a Guinea una especie de finca
privada, hasta el punto de cobrar cinco pesetas por cada kilo de café y cacao
vendido en España. Estas circunstancias explican el hecho de que pretendiera una
independencia asociada a España o, en su defecto, mantener el control sobre
Fernando Poo. Cruz Melchor llega a afirmar que el santanderino estaba muy
impresionado «con cómo la minoría blanca sudafricana había impuesto el sistema
de apartheid no sólo en África del Sur sino también en Rodesia del Sur (actual
Zimbabwe) y estaba casi seguro de que él podía hacer lo mismo en Guinea
Ecuatorial». Ante la posibilidad de perder tan suculento negocio, don Luis
amenazó con bloquear Guinea económicamente, algo que en realidad ocurrió tras
la independencia, pues el país quedó emancipado, pero descapitalizado, después
de la trevijanizante llegada de Francisco Paesa a la dirección del Banco
Central guineano. Los intereses de Carrero chocaban con los de Trevijano, titular
de un pasaporte diplomático ecuatoguineano. Prueba de ello es el hecho de que
este último emprendió una gira europea que le llevó a visitar la Bolsa de café
y cacao de Londres, el Círculo de la venta de Maderas en París, la Cámara de
Comercio de Hamburgo y la sede de Nestlé en Suiza, para ofrecer abrir otras
vías a esos productos.
Más allá de las pugnas personales,
definitivamente canceladas el 20 de diciembre de 1973, después del atentado que
acabó con la vida de Carrero, el daño causado al sector trevijanista obró a
favor del PSOE felipista que, una vez alcanzado el poder, se olvidó de sus
antiguos compañeros de viaje. Las frecuentes visitas de Zapatero, Moratinos y
Bono a la Guinea Ecuatorial de Obiang son el único y oscuro resultado de
aquella vieja convergencia tras la cual accedió al poder Francisco Macías, a
cuya sombra siempre operó Trevijano, redactor de una constitución federalizante
que sirvió, debidamente modificada, para perpetuar al tío del actual, empleamos
la fórmula cruzmelchoriana, «presidente de facto», Teodoro Obiang, antiguo estudiante
en la academia militar de Zaragoza en la que alcanzó el grado de alférez. Fue
durante el mandato de Macías, ultimado tras su condena a muerte, cuando
cristalizó la organización Juventud en Marcha, que dio inicio a un régimen
marcado por la violencia, la represión e incluso el asesinato de cualquier
disidente. Una realidad de la que apenas se supo en España pues, dentro de lo que
Cruz Melchor no duda en calificar como connivencia entre Franco y Macías, la
información relativa a Guinea Ecuatorial se
declaró materia reservada. Llama también la atención un detalle incluido en la
larga conversación: la búsqueda, por parte de Macías, de ciertas sintonías
ideológicas dentro del contexto marcado por la Guerra Fría. En un gesto
puramente efectista, el Partido Único Nacional (PUN), añadió una oportunista T,
de trabajadores, con la que Macías, ignorante de los rudimentos del marxismo, trató
de establecer lazos con Cuba y la U.R.S.S.
Si las relaciones entre España y
Guinea son del máximo interés, incluyendo las actuales, siempre sujetas a un
perfil bajo y, aparentemente, particularista, no es menor el que tiene que ver
con el neocolonialismo que afecta a gran parte del continente africano. Dentro
de esta estrategia fundamentalmente extractiva de materias, juega un importante
papel la implantación del Franco de las Colonias Francesas de África, el franco
CFA, que sigue circulando y embridando a una serie de naciones africanas que
todavía orbitan alrededor del poder financiero parisino. Dentro de tan complejo
tablero, en el que también juegan potencias norteamericanas, centroeuropeas y,
por supuesto, China, España, a la luz de las palabras de Cruz Melchor Nya
Nchama, permanece ausente, dando la espalda no sólo a importantes posibilidades
económicas sino, incluso a las responsabilidades históricas que la
supervivencia del idioma español en el Golfo de Guinea, se encargan de recordarnos.
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