viernes, 17 de diciembre de 2021

Si las cosas se normalizan...

 La Gaceta de la Iberosfera, 18 de junio de 2021:

https://gaceta.es/opinion/si-las-cosas-se-normalizan-20210618-0928/

Si las cosas se normalizan…

            Las palabras que dan da título a esta columna desbordaron el arco de los dientes de Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, en el curso de una entrevista concedida a la periodista Gemma Nierga, otrora nochera conductora de Hablar por hablar. El final de la frase, en alusión a la concesión de un indulto a los políticos golpistas presos, lo hubieran podido firmar Otegui, Echenique y, por supuesto, Pedro Sánchez: «bienvenido sea».

            Para arropar semejante muestra de hospitalidad, Garamendi transitó por los habituales lugares comunes. Don Antonio, al que suponemos ignorante de las enormes dosis de censura que caracterizan estos nuestros días, afirmó que «estamos en un país democrático donde cualquiera puede opinar lo que quiera», antes de envolverse en el manto constitucional, tan lleno de rotos y descosidos: «Normalidad, entiendo, es estado de Derecho, respeto a la Constitución. Represento a una organización que defiende la unidad de España y la Constitución». Cauto -el dinero es cobarde, sostienen quienes conocen los arcanos del jurdó-, Garamendi aclaró que en su «casa» hay una gran pluralidad de opiniones, olvidando que de una de esas estancias, concretamente de Cataluña, se ha marchado un gran número de empresarios hartos del totalitarismo lazi. El olvido de este colectivo desafecto a los cánones acuñados por los herederos de Pujol contrasta con el exquisito respeto con el que don Antonio ha valorado las palabras del presidente del Círculo de Economía, firme partidario de los indultos.

            A pesar de que han levantado cierta polvareda mediática, las manifestaciones de Garamendi se ajustan a la perfección al tornadizo proceder de parte del empresariado español, cuyas vigorosas raíces conducen en muchos casos a periodos de nuestra Historia en los cuales -acuda el lector a El privilegio catalán, de Jesús Laínz- esa España de la que reniegan, blindó sus posibilidades comerciales con aranceles protegidos con ingentes cantidades de ardorosos patriotas tocados con barretina. Nada hay de nuevo en la viscosa postura adoptada por esa CEOE que ha practicado una dócil y rentable adecuación al marco autonómico en el que las lenguas vernáculas, antes que las mascarillas, amordazaron a gran parte de una mano de obra crecientemente estabulada y pauperizada. Ninguna defensa de la nación puede esperarse de un colectivo que permanece en silencio ante las explícitas peticiones del nuevo diseño territorial de España que reclaman los empresarios catalanes que dominan aquella región por medio de políticos interpuestos. Un diseño que apunta al de una confederación de Estados, tras llegar al extremo de la asimetría autonómica, tutelados por un PSOE convertido en una suerte de reedición del Partido Socialista Monárquico Obrero Alfonso XIII, que operó en España entre 1916 y 1931.

            Esa y no otra, por más musicalidad que muchos encuentren en el término federal, es la estructura, acompañada del metafísico «derecho a decidir», al que tienen todos estas estas manifestaciones de parte del empresariado a las que se ha sumado, con la descarga de un aguacero bendito, la Conferencia Episcopal Tarraconense, órgano que aglutina a las diócesis catalanas que ahora se aprestan a reajustar, a la baja, el número de parroquias de la Cataluña que prefirió la importación de mano de obra coranizada a la llegada de hombres hispanoparlantes.

            Patronal, Iglesia, pero también los sindicatos que venden su paz social a los poderes autonómicos -véase el reciente caso de Andalucía-, se mantienen unidos en la tarea de balcanizar la nación española, labor que ha hallado en esa encarnación del narcisismo que responde al nombre de Pedro Sánchez, la herramienta ideal. Endeudado con todos los enemigos de la nación, Sánchez, sostenido en el poder por individuos como Juan Espadas, capaz de pronunciar estas palabras: «apoyo al Gobierno en la concesión de los indultos, igual que lo apoyaría si no los concediera», confía en que la adormidera mediática administrada al electorado a través de medios que se sustentan en la publicidad de muchas empresas pertenecientes a la CEOE, le permitan seguir gobernando una nación que dicen plurinacional, confeccionada a la imagen y semejanza del PSOE ebertiano.

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