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lunes, 15 de enero de 2018

Apunte sobre Tabarnia

Artículo publicado el lunes 15 de enero de 2018 en el blog de Carmen Álvarez Vela:
https://carmenalvarezvela.wordpress.com/2018/01/15/apunte-sobre-tabarnia-por-ivan-velez-ivanvelez72/amp/

Apunte sobre Tabarnia

La internacionalización del conflicto. Décadas después de su puesta en marcha, el proceso de mutilación y robo de una parte española al resto de compatriotas, ha alcanzado sus últimos objetivos propagandísticos. En efecto, el martes 16 de enero de 2018, Albert Boadella será investido presidente, en el exilio madrileño y previsiblemente a través de telepantallas, de la imaginaria Comunidad Autónoma de Tabarnia, adelantándose a la toma de posesión de Carles Puigdemont, una vez haya sido retorcido convenientemente el reglamento de una cámara regional en la que sus más fanatizados seguidores ven el hemiciclo de una república. Si de ficciones se trata, el dramaturgo es muy superior al prófugo, y no cabe duda de que la prensa internacional, sin necesidad de compra de voluntades, se hará eco de un acontecimiento que Boadella pondrá en escena magistralmente, pues conoce bien el paño de aquellas textiles tierras. La inclusiva Tabarnia se anticipará a la excluyente Catalunya, dando cauce a los anhelos de gran parte de los avecindados en Barcelona y Tarragona, hartos de la asfixiante atmósfera generada por la prensa mercenaria, el quintacolumnismo infiltrado en los mozos de escuadra y la molesta incursión de la división carlistoide y acorazada que ha dado nombre a Tractoria. Cataluña, vivirá así un momento festivo, un paréntesis dentro de la quiebra económica producida por el saqueo de algunas familias y la asfixia producida por el mantenimiento de mansos propagandistas y paradiplomáticos paniaguados; y de la aún más grave quiebra, la social, conseguida gracias a la marginación  durante décadas de quienes se llamó inmigrantes antes de inyectar en su progenie el desprecio a sus hispanohablantes mayores.

Contrafigura de la Cataluña pujolista, Tabarnia es el producto del tránsito por el Callejón del Gato del proyecto racista, clasista y rapaz de ciertas elites locales arropadas por la complicidad de los gobiernos de la Nación. La nueva región que nutre los sueños de muchos, se mira sin complejos en el espejo catalanista para arrojar sobre los depredadores que lo detentan, argumentos reflejos, ecos de un desván de Dorian Gray pleno de aire viciado. Ante la rendición de los partidos que se dicen nacionales al tiempo que elevan fronteras entre los ciudadanos, la broma, convertida en posibilidad, amenaza con cristalizar y servir de modelo a todos aquellos colectivos ninguneados por la España de las nacionalidades y regiones, las señas de identidad y el agua bendita. Porque, al cabo, Tabarnia no es sólo el grito desacomplejado de aquellos que han decidido abandonar los estrechos y odiosos márgenes de la realidad catalanista, sino la de todos aquellos españoles descontentos con una España que ha ofrecido, mal que les pese a sus voceros, su rostro más reaccionario.

domingo, 22 de octubre de 2017

El 155. Comentario a vuelapluma

Artículo publicado el sábado 21 de octubre de 2017 en el Blog de Carmen Álvarez Vela:
https://carmenalvarezvela.wordpress.com/2017/10/21/el-155-comentario-a-vuelapluma-por-ivan-velez-ivanvelez72/
El 155. Comentario a vuelapluma
Desmintiendo la más habitual crítica lanzada sobre su acción de Gobierno, esa pereza que en las caricaturas viene acompañada de un sofá y un puro, Rajoy anunció las primeras medidas ligadas a la aplicación del célebre e impreciso Artículo 155 de la Constitución: la destitución del Gobierno de la Generalidad y la convocatoria de elecciones en Cataluña en un plazo máximo de seis meses. Sin embargo, la aplicación de tal artículo, infinitas veces invocado y nunca puesto en marcha, desdice en gran medida el famoso juicio arrojado sobre el pontevedrés. Acaso, y siempre en función de ex post factum que acompaña al análisis de toda decisión política, máxime en situaciones tan delicadas como las que vive la Nación, la tan cacareada pereza deba ser cambiada por otra adjetivación. De vencer el pulso, Rajoy no sería un holgazán, sino un gobernante prudente, virtud máxima que debe acompañar a quienes toman tienen responsabilidades ejecutivas. Sólo el tiempo, y los resultados, dirán de qué lado cae el juicio, histórico, sobre el gobierno de Rajoy.
Sin embargo, y antes de que se produzca el previsible contraataque de las sectas catalanistas, las arrellanadas en escaños, pero también las que toman las calles bajo coartadas culturales, e incluso las que se han infiltrado, hasta dominar tales áreas, en la policía regional y en los muchos medios de comunicación subvencionados para garantizar la adhesión antiespañola, cabe preguntarse por el alcance de las medidas anunciadas, así como pensar en el papel que han jugado, y pueden jugar, los partidos, PSOE y Ciudadanos, que han apoyado al Gobierno en tan delicada decisión.
Como es sabido, tanto Ciudadanos, convertido en los últimos días en quien más ha exhortado al Gobierno a tomar tal decisión, como el PSOE, eran reticentes a la puesta en marcha de las medidas anunciadas. Ambos, refinados productos de la España configurada dentro de los calculados márgenes de la Constitución de 1978, mostraron en el inicio grandes cautelas en relación a rozar siquiera el sagrado autogobierno catalán, fórmula bajo la cual ha operado una deslealtad cuyo exhibicionismo ha llegado a ser insoportable. Atraer a su causa a tales partidos fue una labor paciente que el Gobierno hubo de emprender, y que finalmente alcanzó tras, según se ha sabido, la promesa de unas elecciones en Cataluña que dicen mucho del oportunismo en que se mueven ambos partidos, a los cuales, no obstante, ha de reconocérsele el gesto responsable de no echarse al monte autonómico y terminar militando en las filas. El nuevo tiempo que ahora se abre, parece reforzar a Ciudadanos, pero está por ver cómo afecta a un PSOE sanchista tan dependiente de un PSC tornadizo cuya estructura interna puede resquebrajarse.
Mientras se despejan estas incógnitas, más allá de las escaramuzas partitocráticas, con las calles tomadas por las organizaciones parapolíticas que han servido como plataformas para que elementos tan fanatizados como la señora Forcadell sienten sus reales en los más distinguidos hemiciclos, apenas dos horas nos separan de la respuesta de Puigdemont al anuncio del Gobierno. Por ello, y en una situación tan vertiginosamente cambiante como la actual, tan sólo cabe esbozar un mero comentario, al modo de un apresurado arbitrista trasladado al siglo XXI, en relación a la puesta en marcha de unas medidas nunca aplicadas.

En este sentido, y pues entendemos que los males que padece Cataluña, hoy amenazada por una serie de facciosos que pretenden hurtar una parte del territorio nacional al resto de sus compatriotas, son el producto de las políticas catalanistas toleradas e incluso financiadas por los sucesivos inquilinos de La Moncloa, consideramos que las acciones deben no sólo ser profundas y firmes, sino también continuadas en el tiempo. Más allá de detener el que ha sido unánimemente calificado como golpe de Estado, la crisis actual, que puede entenderse como una oportunidad de regeneración nacional, debería servir para algo más que para neutralizar a los criminales. En tal sentido, tal nos parece, la medida de más profundo y prolongado calado que debiera tomar un Gobierno cuyo horizonte se sitúe más allá de la siguiente cita con las urnas, debiera ser la intervención en un sistema educativo capaz de hacer hablar a sus más iluminados propagandistas en nombre de un «pueblo catalán» que no es sino pueblo catalanista cuyos objetivos depredadores son incompatibles con la existencia de la Nación española.

lunes, 25 de septiembre de 2017

La espada y el pulso catalanista

Artículo publicado en el Blog de Carmen Álvarez Vela el 20 de septiembre de 2017
https://carmenalvarezvela.wordpress.com/2017/09/20/la-espada-y-el-pulso-catalanista-por-ivan-velez-ivanvelez72/
La espada y el pulso catalanista
Empujado por la velocidad con la que se desarrolla la convulsa actualidad política de España, y respondiendo a la amable invitación de Carmen Álvarez Vela, me dispongo a juntar unas letras centradas en los hechos que tienen a Barcelona como escenario y a España, en su totalidad, como afectada. La casualidad ha querido que, tras la llamada telefónica, haya pasado por delante del Congreso de los Diputados justo cuando se producía la escena recogida en la foto. Al pie de las escaleras enmarcadas por los leones de bronce, animal históricamente identificado con España, un grupo de diputados españoles integrados en diferentes partidos, posaban, graves, ante un pelotón de fotógrafos, cámaras y algún que otro curioso que coreaba los habituales tópicos en relación con la democracia.
La solemne imagen, transida de esa indignación tan bien instrumentalizada por Podemos, antes de engullir a Izquierda Unida, se producía al mismo tiempo que en Barcelona, en las sedes e instituciones parasitadas por las sectas catalanistas para socavar la soberanía nacional, se producían registros y detenciones ordenadas, ¡ay!, por un juez catalán insoluble en las Tesis de Manresa que perseguían propósitos parecidos a los de los grupos sediciosos actuales y sus corifeos plurinacionalistas avecindados fuera de Cataluña.
Sentadas, bloqueo de accesos y toma de las plazas han sido las previsibles reacciones de muchos de los que militan en un movimiento tan narcisista como hispanófobo. Un movimiento que, a diferencia de la irenista y dialogante imagen con la que trata de presentarse, lleva implícito un alto nivel de violencia, pues sólo violentando durante décadas la educación y las leyes, ha podido, con la colaboración de los diferentes inquilinos de La Moncloa, obtener la masa crítica de ciudadanos que hoy ocupan las calles barcelonesas aferrados a unas urnas convertidas en un verdadero fetiche. «¡Votaremos!», gritan, omitiendo en su alarido que tal votación no es sino el anhelo de la secesión, del robo de parte del territorio nacional por parte de unos cuantos españoles.

En tan complicadas circunstancias, y pues se pide mi opinión, considero que el Ejecutivo debe ser, a corto plazo, firme en el cumplimiento de las sentencias. No en vano la Justicia se representa con una balanza y una venda en los ojos, pero también con la espada que aporta el necesario realismo que debe caracterizar a cualquier sociedad política que no haya decidido disolverse en las brumas del diálogo y la cesión ante sus enemigos.

Al Ándalus empieza en los Pirineos

Artículo publicado en el Blog de Carmen Álvarez Vela el 31 de agosto de 2017.
https://carmenalvarezvela.wordpress.com/2017/08/31/al-andalus-empieza-en-los-pirineos-texto-de-ivan-velez-ivanvelez72/
Al Ándalus empieza en los Pirineos
Hace siglo y medio, el francés Teófilo Gautier, en el comienzo de su orientalizante ruta a bajo coste, en el viaje a España que dio título a su célebre libro, era capaz de percibir en Fuenterrabía, hoy Hondarribia gracias a la imposición lingüística del indigenismo vascongado, ciertos aromas moriscos. España, el país que se abría al sur de los Pirineos, representaba un exotismo. No había más que mirar los cetrinos rostros españoles o prestar atención a determinados vestigios arquitectónicos para encontrar esas evidentes diferencias que ensalzara Fraga Iribarne a mediados del siglo XX, cuando ese mismo exotismo y el sol que provocaba la pertinaz sequía, podían servir de atractor para millones de viajeros que ya no eran impertinentes: los turistas canonizados por el landismo.
Ya en la segunda década del siglo XXI, con el turismo como principal actividad económica española una vez consumada la reconversión de la industria del franquismo, determinadas facciones marcadas por una miscelánea ideológica en la que destaca la hispanofobia y el más ramplón anticlericalismo católico, comenzaron a poner en el punto de mira a los turistas que inundaban, especialmente, las calles de la cosmopolita Barcelona. Al cabo, los turistas, desde la perspectiva de estos grupos que en cierto modo recogen el testigo del anarquismo catalán, representan los más obscenos efectos del capitalismo opresor frente al que oponen un difuso multiculturalismo teñido a menudo de animalismo. De este modo, mientras se daba la bienvenida a los refugiados y se hostigaba al incómodo y consumista visitante, se gozaba de las bondades del enriquecimiento cultural aportado por un importante contingente humano también extranjero: los hombres islamizados atraídos por las políticas de Pujol, mucho más receptivos a emplear el idioma del nada leído Verdaguer que el del barcinófilo Cervantes.
Como es sabido, durante décadas llegó a Cataluña una ingente cantidad de mahometanos, preferentemente marroquíes, que venían a cubrir el hueco dejado por los envejecidos murcianos, castellanos y gallegos que aportaron su energía a la industrializada Cataluña que surgió tras la pérdida de Cuba, isla donde se enriquecieron, con ron, tabaco y negros, algunas insignes familias del Maresme. Algo, no obstante, escapaba a los cálculos de los Pujol y de sus mimados émulos de aberchales: además de exóticos acentos y ropajes, el nuevo flujo humano traía consigo el yugo del Islam. Cataluña, la cristianísima Cataluña que atiborra su toponimia con nombres de santos y vírgenes, comenzó a poblarse de mezquitas en las que se predicaba la grandeza y misericordia del entendimiento agente, Alá, pero también la idea de recuperar para el orbe islámico todos aquellos territorios que alguna vez estuvieron sujetos a los dictados del Corán. En el caso que nos ocupa, el territorio es el mitificado Al Andalus, es decir, las naciones de Portugal y España, tenga esta última, o no, una estructura plurinacional, tal y como afirman, graves, muchos de los que viven de la cosa pública.
En efecto, poco o ningún valor pueden tener para un hombre capaz de ceñirse un cinturón-bomba, idiomas regionales o bailes, sean estos sueltos o agarraos. En definitiva, la piel de toro no es sino una tierra de cafres, llena de cruces, imágenes religiosas y cerdos. Un trozo de tierra que sustenta a una nación biológica casi estéril que, como ya se anunció, podrá ser recuperada para la Umma por la acción uterina de sus mujeres. Y mientras todo esto ocurre, la católica España de iglesias vacías y procesiones que colapsan sus calles en Semana Santa, va cediendo por diferentes vías: por la gastronómica, cediendo ante la superstición porcina; por la laboral, relajando las condiciones de trabajo durante el ramadán; o por la sexista, soportando, por una cuestión de reverencial respeto cultural, la visible discriminación de la mujer musulmana.
Todas estas realidades, y otras más graves, aunque acaso menos evidentes, han quedado, no obstante, difuminadas tras la veladura de sangre de Las Ramblas, que se llenaron de fanáticos catalanistas capaces de instrumentalizar una manifestación contra el terrorismo para buscar culpables: los más altos cargos de la nación, infectados, a su decir, de islamofobia y catalanofobia. Recogidos los cadáveres, instalado el altar de velas y rotuladas las habituales consignas, se abrió paso una interpretación no tan minoritaria como sería deseable: la furgoneta asesina iba manejada por los vendedores de armas, por el Occidente siempre culpable cuya capital sigue estando en Las Azores.
Beatificado por tan irenistas como inconscientes conciudadanos, el Islam, convertido en las pancartas en religión de paz, conserva, no obstante, esta clara exhortación que no olvida quien realmente está sometido: «¡matad a los politeístas dondequiera que los encontréis!»