miércoles, 1 de junio de 2011

Canciones de Cuaresma y Semana Santa

Capítulo que forma parte del libro Las canciones del Lugar, publicado por la AA.CC. Isabel de Cervantes en el año 2009. Los autores con los que compartí esta obra son: Alfonso Calle García, Emiliano Calle Moreno y Alfonso Pérez Valiente.




CANCIONES DE CUARESMA Y SEMANA SANTA

                                                    IVÁN VÉLEZ CIPRIANO

El conjunto de canciones recogidas en este capítulo, gira en torno a uno de los principales dogmas del catolicismo, la Resurrección de Jesús, precedida por su Pasión y Crucifixión que, como es bien sabido, pone fin a un período de cuarenta días llamado Cuaresma, en la cual los cristianos se preparan para la Semana Santa observando diversas normas como, por ejemplo, la prohibición de comer carne los viernes.

Las canciones pertenecientes a este período, sobre todo las que forman parte de las procesiones, se conservan incorporadas a las ceremonias para las que fueron concebidas, sin embargo, otras se han convertido, debido a su desuso, en reliquias de una sociedad pretérita.

En efecto, el propio origen y vocabulario empleado en los cánticos que se entonaban durante la Cuaresma y la Semana Santa, nos remiten a la Carrascosa que alcanzó su plenitud en siglos pasados, un período que podíamos acotar entre el siglo XVI y mediados del XX. Es en este extenso período de tiempo donde alcanzan su plenitud estas ceremonias y tradiciones, insertas en un modo de vida que les daba su verdadero sentido, un estilo de vida que, en cualquier caso, comenzaría a declinar con los efectos de las sucesivas revoluciones industriales, que forzarían la marcha de los habitantes del medio rural a las grandes urbes españolas desde las que hoy regresan puntualmente, a veces para dar vida de nuevo a estas mismas celebraciones que ya vislumbran su fin.

Los datos así lo avalan, pues si repasamos la documentación que se conserva en relación con el municipio, comenzando por el Catastro de la Corona de Castilla elaborado por el Marqués de la Ensenada y publicado en el año 1749, Carrascosa constituía en dicha fecha un modelo de villa de la época, con una población estable de 113 vecinos –entiéndase “cabezas de familia”- formada en su gran mayoría por pastores y agricultores, pero en la que también se integraban dos albañiles, un herrero, un sastre, tres tejedores de paños, dos de lienzos, un carpintero, dos serradores y veinte cuchareros; así como un cura párroco... y seis pobres de solemnidad.

Un pueblo en el que, -huelga decirlo- la religión católica tenía, como en toda España, un peso decisivo. Ésta se hallaba presente no sólo en los ritos de paso (bautismo, comunión, matrimonio, entierro, etc), en las diversas festividades o en el santoral del que se nutrían los lugareños para elegir los nombres de sus hijos, sino que también formaba parte de su economía y de su dimensión política, prueba de ello es de nuevo el Catastro, que también nos informa del pago de diezmos, e incluso, del voto de Santiago, por parte de los carrascoseños del siglo XVIII.

Unos lugareños que se reunían en cofradías con ermitas propias. En concreto, el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar, debido a Pascual Madoz, y publicado en 1846, enumera las ermitas existentes, en pie o arruinadas: Santa Quiteria, Madre de Dios, Sta. Luisa (sic) y Sta. Ana. Pese a que estas ermitas han desaparecido, aún han llegado casi hasta nuestros días algunas de sus ceremonias, tales como las caridades que hoy la Asociación recrea con el reparto de panecillos el día 13 de junio, festividad de Sta. Quiteria.

Finalmente, parece oportuno detenerse en otra desaparecida institución de carácter religioso: las Mozas de Cristo. Éste era un grupo de muchachas cuya misión consistía en colaborar con el sacerdote en diversas tareas, como por ejemplo cantar la Pasión y confeccionar el Monumento el día de Jueves Santo o elaborar un ramo de hiedra al que se le añadían cintas y estampas para ser mostrado el Domingo de Ramos. Pero, sobre todo, su cometido consistía en cantar las canciones que a continuación podremos leer, solicitando ayuda para la compra de un producto esencial en la vida eclesiástica, la cera, máxime si nos referimos a una época en la que todavía no se disponía de luz eléctrica.

Así, las mozas de Cristo, crucifijo en mano y tocadas por un pañuelo blanco con bordados, cantaban a los lugareños y también a los diversos viajeros –tratantes, lañadores, vendedores ambulantes...- que pasaban por el pueblo con el fin de obtener algún dinero que aportar al templo.

Dicho todo lo cual, comencemos:




“El Arado”, “La baraja de naipes”, “Los domingos” y “Los mandamientos”

“El Arado”, al igual que las otras tres piezas que pasamos a comentar, es una canción de carácter catequético que, como su propio nombre indica, emplea el arado para, a través de sus diferentes piezas formales convertidas en símbolos, ir describiendo la Pasión de Cristo. De este modo, por ejemplo, la cama simbolizará la cruz, la clavija sería la lanza que atravesó su costado, las vilortas representarían la corona, etc.

La descripción es sistemática y se ajusta a todo lo que la Biblia refiere en torno a este episodio fundamental del cristianismo. No obstante, es interesante detenernos en algunos de sus puntos, por ejemplo ese en el que los bueyes representan a los judíos, es decir, al pueblo deicida, que así fue considerado desde hace siglos por los cristianos, siendo esta una de las causas del antijudaísmo que ha llegado, bien que alimentado por motivos no exclusivamente religiosos, hasta nuestros días.

Al margen de ésta, es muy interesante otra estrofa. La que dice:

El surco que el gañán lleva
por medio de aquel terreno
significará el camino
de Jesús el Nazareno.

En estos versos confluyen diversas cuestiones que piden un análisis, pues la inclusión de la palabra “camino”, no sólo irá referida al camino físico que Jesús recorrería hasta llegar al Gólgota donde habría de ser crucificado entre malhechores. La palabra camino tendrá aquí un doble sentido, pues al camino físico se superpone el camino vital y espiritual, ya anunciado por los profetas, llevado a cabo por el Nazareno, un camino que habrá de transitar todo cristiano que aspire a la Salvación.

Además del camino, la estrofa cita el surco que la cruz deja sobre el suelo al ser llevada por el Cireneo. Este surco nos pone de nuevo en conexión con el título de la canción: el arado. Si el simbolismo es una constante en el desarrollo de esta canción, no lo es menos el instrumento agrícola sobre el cual gravita. Nos explicaremos:

Si tal y como parece evidente nos hallamos ante un cantar de intenciones pedagógicas, el arado es la herramienta más pertinente para ser elegido como símbolo, pues no hemos de olvidar que la idea de cultura, en tanto que aprendizaje, surge como metáfora de la agricultura, en la cual el arado cumple un papel principal. Del mismo modo que mediante el arado las tierras no cultivadas podrán empezar a serlo tras su roturación, la educación convertiría al niño –que representa el papel de un campo virgen- en un hombre culto. El final de la canción, parece confirmar estas tesis.

Padres los que tengáis hijos
ya habéis oído el arado
darles buena educación
y procurar enseñarles.

Tras este análisis, muy bien podrá el lector, seguramente con mayor acierto que el que esto escribe, llevar a cabo otros análogos al realizado en torno al Arado teniendo por protagonistas del mismo a “La baraja de naipes” o a los llamados “Domingos”. No obstante, diré algo en relación a los otros cantares.

La baraja de naipes sigue una estructura muy similar a la del arado, con la salvedad de que en lugar de referirse a piezas tan diferenciadas como las que conforman el arado, ahora la simbología se llevará a cabo en relación con las diferentes cartas., siendo así que en este caso, las piezas de la herramienta agrícola son sustituidas por las diversas unidades y palos que constituyen el mazo de cartas.

Poco se puede decir en torno a la canción de “Los mandamientos”, pues ésta se ajusta perfectamente a su título, consistiendo en un repaso de los mismos que favorece, mediante el recurso de la música, su memorización.

“Los domingos” insisten en la necesidad de obtener recursos, de nuevo dinero y cera, para la iglesia. Por citar un par de detalles interesantes, podemos decir que el tercero de ellos alude al crucifijo que las Mozas de Cristo llevaban cuando salían a cantar, mientras que en el sexto y último, coincidente con el Domingo de Ramos, se hace un breve repaso de toda la Semana Santa. También resulta de interés la letra del quinto domingo, el que precede al Domingo de Ramos, pues en consonancia con su letra, este era denominado Domingo de Luto, en el cual los santos se vestían del color que simboliza el duelo. Del arcaísmo de esta canción, da cuenta el uso de palabras como bayeta, antiguo tejido que es citado, por ejemplo en El Quijote.

“El Entierro”

La procesión del Entierro es probablemente la más singular de las que se celebran en Carrascosa, y ello es debido a que ésta discurre por sus calles durante la noche del Jueves Santo. Este aspecto, el de su nocturnidad, le añade una gran carga dramática que aún hubo de ser mayor si nos situamos en la perspectiva de una Carrascosa que, a diferencia de la actual, carecía de iluminación eléctrica tanto en sus calles como en sus hogares. Es en este contexto donde una sustancia, citada al inicio de la procesión, adquiere su verdadera dimensión histórica: nos referimos, naturalmente, a la cera de la que estaban hechas las velas que seguían la fúnebre comitiva que acompaña al féretro del Cristo yacente. Entre las referencias más antiguas que tenemos de la cera en el lugar, podemos citar de nuevo Catastro de la Corona de Castilla, donde se nos informa de la existencia de 36 colmenas. 

Por lo que respecta al lastimero canto que acompaña a la procesión, su núcleo lo constituye un repaso minucioso de los castigos sufridos por Cristo en su Calvario. Una descripción que se debate entre lo escatológico y lo metafórico. Será la aparición de la Virgen a los pies de la cruz, la que le de un nuevo giro al cántico. En efecto, tras la negativa de los ángeles a prestarle ayuda, serán manos humanas las que lo descuelguen, en una imagen recurrente en la Historia del Arte: la de los descendimientos, entre los que cabe citar el debido a Van der Weyden, que se conserva en el Museo del Prado. La letra de la canción podría superponerse al lienzo:

Magdalena por los pies
y Sanjuán por la cabeza,
lo bajaron de la cruz
y a su Madre se lo entregan

El tramo final de la canción narra el traslado del cadáver, envuelto en su célebre sudario, a su sepultura, cerrada por una gran losa. Es allí donde reaparecerán los ángeles, para dar compañía a la Virgen y prometer la Gloria eterna.

Coincidiendo con la procesión, dentro del templo, se hallaba el llamado Monumento, confeccionado con telas moradas, al modo de las arquitecturas efímeras o conmemorativas, y en cuyo centro se situaban el Sagrario y el copón

“El Domingo de Resurrección”

El Domingo de Resurrección, una procesión recorre el pueblo celebrando, mediante dicha escenificación, el encuentro entre la Virgen y el Niño, -cuya figura simboliza al Jesús triunfante sobre la muerte-, la Resurrección de Jesús tras su crucifixión.

Según reza la propia letra que se canta en esta jornada, la Virgen es llevada por las mujeres, mientras que los hombres hacen lo propio con Jesús. No debe extrañar esta división de tareas según los sexos, pues no en vano dentro del propio templo éstos se hallaban separados, situándose las mujeres en el lado de la Epístola, mientras los hombres se ubicaban en el lado del Evangelio.

Separados en los grupos aludidos, los fieles, tras transitar por distintas calles portando las dos figuras y entonando la canción en la que se realiza una minuciosa descripción de las heridas y los castigos sufridos por Cristo, coinciden en el lugar conocido como El Rollo, es decir, en el sitio donde se alzaba una pequeña columna o rollo –de ahí su nombre- que simbolizaba el estatus político del municipio. En el caso de Carrascosa, se trataba de una villa de realengo. La unión histórica entre política y religión se hace, una vez más, explícita. Y no sólo por la nada casual elección del sitio de encuentro entre las imágenes, sino porque en ese momento, además, entran en escena banderas y pendones, símbolos a su vez políticos y religiosos. Es allí donde se produce una de las ceremonias más interesantes de las que forman parte de la procesión, pues en ese punto las mujeres despojan a la Virgen del mantón enlutado que viste en señal de duelo por la muerte de su hijo.

Después, ambas imágenes marchan juntas, acompañadas del repiqueteo incesante de las campanas, a la iglesia. La misma canción así lo dice:

¿quién es aquella señora
que la llevan por la plaza?
“es la Virgen del Rosario
que la vuelven a su casa”.

En efecto, la imagen de la Virgen del Rosario formaba parte del retablo, hoy desaparecido, que se situaba en el altar mayor. No era éste el único altar existente, pues la Virgen del Carmen, ubicada tras una reja que cerraba un arco hoy oculto bajo el yeso, tenía asignado otro en una capilla que se localizaba en el tramo que antecede a la sacristía. 

En relación con la iglesia, hemos de decir brevemente que ésta, aunque muy desfigurada en la actualidad tras la pérdida, además del citado retablo, de sus frescos o del órgano que atesoró en su día, constituye un claro ejemplo de iglesia de la Contrarreforma. Se estructura en torno a una única nave con coro elevado a los pies y cabecera plana. Se cubre por medio de una bóveda de cañón y lunetos dividida en tramos por medio de arcos fajones que se apoyan en contrafuertes, entre los cuales bien pudieron ubicarse pequeñas capillas para las diversas cofradías existentes siglos atrás.

Pero, regresemos a la procesión. En su tramo final, la canción describe la Gloria, a la que habrán de acceder los buenos cristianos, como una lujosa ciudad poblada por ángeles. El empleo de imágenes urbanas para ilustrar el Reino de los Cielos – la propia idea de reino llevaría de suyo incorporadas las ciudades – es muy recurrente en el Cristianismo, por su fácil comprensión para unos fieles que, tras el Juicio Final, recuperarán sus cuerpos. Como parte de esta tradición, podemos citar a San Agustín, quien precisamente dio por título La Ciudad de Dios (Civitas Dei), a su principal obra, y ello sin olvidar que incluso Dios es definido a menudo como el Gran Arquitecto, lo cual reafirmaría la pertinencia de la imaginería arquitectónica.

Con la vuelta de la Virgen y el Niño al altar, concluye la ceremonia, al mismo tiempo que, de nuevo en el rollo, los zagales descuelgan el judas de la viga cortada por los mozos en la dehesa el día anterior, para arrastrar y quemar el muñeco que simboliza al discípulo traidor.
              

“El arado”

El arado cantaré
de piezas lo iré formando
y de la pasión de Cristo
misterios le iré contando.

Ya está la esteva formada
echa mano el labrador
antes de tirar el grano
demos gracias al Señor.

La cama será la cruz
la que Dios tuvo por cama
el que siguiera su luz
no le faltará de nada.

La mecera es el rosal
donde salen los olores
María coge colores
de tu vientre virginal.

El dental es el cimiento
donde se forma el arado
pues tenemos también Dios
y amparo de los cristianos.

La reja será la lengua
la que todo lo decía
válgame el divino Dios
y la sagrada María.

Las orejeras son dos
Dios las abrió con sus manos
si significaron las puertas
de la Gloria que esperamos.

El pescuño es el que aprieta
todas estas vibraciones
contemplemos a Jesus
afligidos corazones.

El timón que hace derecho
que así lo pide el arado
la clavija es la lanza
que le atravesó el costado.

Las vilortas son de hierro
donde está todo el gobierno
significa la corona
de Jesús de Nazareno.

El yugo será el madero
donde a Cristo lo amarraron
los sogas son los cordeles
con que lo tienen atado.

Las correas son las fajas
con que lo tienen fajado
los cencerros los clamores
cuando lo están enterando.

Los bueyes son los judios
los que a Cristo lo llevaron
desde la casa de Anás
hasta el monte del calvario.

Los frontiles son de esparto
se los ponen a los bueyes
a Jesús lo maniataron
con muy ásperos cordeles.

El gañán, el Cirineo
el que a Cristo le ayudaba
a llevar la Santa Cruz
de madera muy pesada.

El surco que el gañán lleva
por medio de aquel terreno
significará el camino
de Jesús Nazareno.

La semilla que derrama
el gañán por aquel suelo
significará la sangre
de Jesús Nazareno.

Las toperas que se encuentra
el gañán cuando va arando
significan las caídas
que dio Cristo hasta el calvario.

La ahijada que el gañán lleva
agarrada con su mano
significará la vara
con que a Cristo lo azotaron.

El agua que el gañán lleva
metida en el botijón
significa la amargura
que bebió nuestro Señor.

Padres los que tengáis hijos
Ya habéis oído el arado
Darles buena educación
Y procurar enseñarles.

  
“Los domingos”

Primer domingo

Este es el primer domingo
que salimos a pedir
a pedir una limosna
que al Señor la ha de lucir.

Aquí venimos perdidas
como unas tristes abejas
 a pedir para el Señor
de lo que fabrican ellas.

Como ellas lo fabrican
en una y otra flor
nosotras lo recogemos
para alumbrarle al Señor.

Segundo domingo

En una cama en el campo
está mi Dios a la muerte
es la cama tan pequeña
que redoblarse no puede.

Y para poder estar
un pie sobre otro tiene
y en cama de campo nace
y en cama de campo muere.

Coronado está mi Dios
no de rosas ni de lirios
de aquellos crueles azotes
de aquellos juncos marinos.

 Tercer domingo

Sal a tu puerta y verás
aquí un divino cordero
rodeado de doncellas
y clavado en un madero.

Clavado de pies y manos
de sangre cubierto al cuello
una corona de espinas
y una lanzada a su pecho.

Ya nos han dado limosna
para alumbrarle a María
nuestro Señor se lo pague
cuando vaya de esta vida.

Cuarto domingo

Quién es aquel acibel
que asoma por el egido
es Jesús el Nazareno
que con la cruz se ha caído.

Quién es aquel acibel
que asoma por el calvario
es Jesús el Nazareno
que con la cruz se ha desmayado.

El Lázaro le pidió
al avariento limosna
y no se la quiso dar
por eso no entró en la Gloria.

Con fuertes voces la llaman
Lázaro, Lázaro ven
que me queman fuertes llamas
por no haber hecho el bien


Quinto domingo

Ya se ha vestido de luto
los altares de mi Dios
ya se han vestido de luto
hasta la Resurrección.

Ya se han vestido de luto
los altares de María
ya se han vestido de luto
hasta la Pascua Florida.

Viste el Sol bayeta negra
la Luna no gira astros
y las hachas amarillas
de los celestiales astros.

Sexto domingo

Hoy es Domingo de Ramos
un domingo muy soler
donde Jesucristo entró
triunfando en Jerusalén

Entró con palmas de olivo
Su divina Majestad
quiso derramar su sangre
por toda la Cristiandad.

Hoy es Domingo de Ramos
todas las puertas se cierran
nuestro Señor en la calle
los cristianos en la iglesia.

Jesús que triunfante entró
Domingo entran con los ramos
Lunes le lavan las manos
Martes le lavan los pies
Miércoles con la cruz a cuestas
caminando para el calvario
Jueves está en la columna
Viernes en huerto orando
Sábado tocan a Gloria
Domingo ha resucitado.

La limosna que pedimos
para nosotras no es
Jueves Santo y Viernes santo
en la Iglesia la veréis.

  
 “Los mandamientos”

Los mandamientos son diez
las palabras son de ejemplo
que los dejó Dios escritos
para gloria de sus templos.

En el primero fue Judas
cuando aquel manso cordero
lo vendió por treinta cuartos
luego lo entregó en el huerto.

El segundo los judíos
cuando a Cristo repartieron
y que con grandes criterios
a la cárcel lo metieron.

En el tercero la junta
y de la junta salieron
mandó que lo crucufiquen
y que lo azoten primero.

En el cuarto una columna
lo amarraron con arreos
y en sus divinas espaldas
cinco mil azotes dieron.

En el quinto cantó el gallo
Cuando lo negó San Pedro
Tirándole de la barba
Una bofetada dieron.

En el sexto una corona
sobre sus sienes pusieron
era de juncos marinos
y le traspasó el cerebro.

En el séptimo una cruz
sobre sus hombros pusieron
y como pesaba tanto
cayó con ella en el suelo.

Desde el octavo al Calvario
vino Simón Cirineo
ayudándole a llevarla
para que llegase luego.

En el noveno los clavos
los barrenos tienen hechos
clavado de pies y manos
traspasándole los huesos.

En el décimo el espino
y vino Longinos luego
que le ha dado una lanzada
que le ha abierto todo el pecho.

Si queréis saber cristianos
aquí estos diez mandamientos
el Señor que los compuso
es Cristo Redentor nuestro.

Que Nazareno se llama
que en la cruz está clavado
que es la que escogió por cama.

“El entierro de Cristo”

Este es el entierro de Cristo,
acuden ya los hermanos,
unos a llevar la cera
y otros a llevar el palio.

El sacerdote va en el medio
el entierro va cantando,
la Virgen de los Dolores
por delante va llorando.

Alma, si eres compasiva,
mira bien y considera
al pie de la Santa Cruz,
estando pendiente de ella,

a su dulcísimo hijo
abierto con cinco puertas,
de penetrantes espinas
coronada su cabeza.

¡Mira que color difunto!,
aquella boca de perlas,
parece un clavel morado
de haber caído en las piedras.

Las rosas de sus mejillas,
dos cardenales en ellas,
su garganta, que era nieve,
ya no hallaba diferencia.

Desollado y renegrido,
hombros y espaldas abiertas
de aquellos fuertes azotes,
los huesos se ven por ellas.
  
En los brazos y rodillas
tienen las llagas abiertas,
de haber caído en el suelo
yendo con la cruz a cuestas.

Su madre lo está mirando,
oye como le lamenta:
-¡Hijo de mi corazón,
qué culpas fueron las vuestras

que así os quitaron la vida
siendo la misma inocencia!
¡¿Quiénes hay que a mi dolor
puedan hacer competencia?!

Solo este hijo tenía,
y por envidia y soberbia
y sin culpa me lo han muerto.

¡Ay Jesús que me atraviesa
una espada el corazón,
porque la noche se acerca!

No tengo una sepultura
ni una mortaja siquiera.
no hay quien de la cruz lo baje,
¿Qué hará esta esclava vuestra?

Ángeles de mi custodia,
¿Cómo no aliviáis mis penas?

Los ángeles respondieron:
"No nos han dado licencia
de bajar a vuestro hijo,
no corre de nuestra cuenta.

Volvió la Virgen los ojos,
vio que venía de cerca
una cuadrilla de gente;
traían dos escaleras.
Se puso sobresaltada;
dijo a Juan de esta manera:

"Dime Juan, hijo querido,
¿sabes qué gente es aquella?
¿Qué injurias querrán hacer
a esta infinita grandeza?.

San Juan dijo: "Madre mía
dejad y no tengáis pena,
que es José y Nicodemus
y vendrán a cosa buena".

Llegan los santos varones
viendo a la Sagrada Reina
al pie de la Santa Cruz,
y a su hijo muerto en ella.

A sus pies arrodillados,
principiaron con gran pena
a expresar sus sentimientos;
todos a llorar comienzan.

Lloran José y Nicodemus,
llora la Sagrada Reina,
todos lloraban, también
San Juan y la Magdalena.

Tales eran los sollozos
que los corazones quiebran,
mas la Dolorosa Madre
dijo: "¡Ay, la noche se acerca!"

Y José y Nicodemus,
arriman las escaleras
al santo árbol de la cruz;
ambos subieron por ellas.

Quitáronle la corona,
se la dan con reverencia
a la Dolorosa Madre,
y tomándola la besa.

Corona que Dios del cielo
tuvo puesta en su cabeza,
¡Ay mi Dios; que los mortales
le traten con reverencia!.

Luego le quitan los clavos
y con humildad los besan;
¡Oh clavos que traspasasteis
aquellas palmas supremas!.

Cual cielo y todas las cosas
diéronse y  las conservan,
heristeis mi corazón
en una aguda saeta.

Magdalena por los pies
y San Juan por la cabeza,
lo bajaron de la cruz
y a su Madre se lo entregan.

Y tomándolo en sus brazos,
mirando aquella belleza
que está tan desfigurada,
muy triste a decir comienza:

"¡Venid los que estéis sedientos,
que están las fuentes abiertas;
venid los que estéis hambrientos,
que este pan es vida eterna!.

¡Venid los que estéis enfermos,
que la medicina es esta;
venid, que a todos convido,
pues a nadie se le niega!".

Ungen el difunto cuerpo;
en una sábana nueva
le envolvieron, un sudario
pusieron en su cabeza.

Y con amorosos pasos
hacia el sepulcro se acercan.
Muchos fieles van delante,
y los que al difunto llevan.

Luego cerraron la losa;
muchos ángeles se quedan
acompañando a la Virgen,
mientras otros dan la vuelta.

¡Tratemos de acompañarla
y consolarla en sus penas
para recibir el premio,
y después, la gloria eterna!.



“Resurrección de Cristo”

Ya es hora que comencemos
a decir alguna cosa
por la que siempre fue Virgen,
paloma blanca y hermosa.

Buenos días tengáis, Madre;
Santas Pascuas, Reina mía,
eres tu la que llorabas
hoy hace muy pocos días.

Los buenos días le damos
al señor cura el primero;
nos enseña la doctrina
y nos dice lo que es bueno.

Al sacristán le ayudamos
porque no se quede solo;
le cantan en la tribuna
y le responden desde el coro.

A la señora Justicia
también los sabemos dar,
porque es el Ayuntamiento
que gobierna este lugar.

Ya sale la palomilla
de su lindo palomar;
ya sale la palomilla
a Jesucristo a buscar.

Coged mozos la bandera,
el estandarte y la cruz;
las doncellas a María
y los mozos a Jesús.

Ya sale la cruz de plata
y el enlutado pendón;
ya sale la triste Madre
en busca del Redentor.

¡Oh que mañana de Pascua
que arroja la primavera
extendiendo su rocío
para que crezca la hierba!

¡Oh, que mañana de Pascua!,
¡Oh, que mañana de flores!,
¡Oh, que mañana de Pascua
que ha amanecido, señores!

Vámonos, Virgen, delante
a coger la delantera,
que allí nos está esperando
nuestra linda compañera.

Favor le pido a Jesús
y a la Sagrada Familia,
para poder explicar
en verso el Ave María.

Bien sabéis que en primavera
fue del Angel la venida,
y la saludó diciendo:
"Dios te salve, María".

"Bien sabéis, nobles señores,
que vengo desde el Alcázar
a deciros cómo sois,
María: ¡Llena de gracia!"

María, de gracia llena,
fue la flor del cielo empíreo
a quien trajo esta embajada:
"El Señor es contigo".

Siendo Isabel su prima,
María, flor de mujeres,
al abrazarla le dijo:
"Tú sola bendita eres".

Tu sola fuiste, María;
tu sola llamarte puedes,
pues la más dichosa has sido
entre todas las mujeres.

Ahí tenéis a Judas traidor,
mal vestido y peor calzado,
que vendió a Nuestro Señor
y se ahorcó desesperado.

Por allí viene Jesús
el capitán de las almas,
recorriendo sus soldados;
y trae bandera encarnada.

Por allí viene Jesús,
por allí viene su Madre;
hágase la gente a un lado,
que pasen a visitarse.

Niño chiquitito y bello,
más bello que el sol que sale,
coge una flor en tu mano,
regálasela a tu Madre.

Ya no le conoceréis,
ya no le conoceremos
al verlo tan lastimado,
como presente le vemos.

Quitadle el luto a María
que es un luto muy pesado,
quitadle el luto a María
que Cristo ha resucitado.

Quitadle el luto a María
y vestidle de alegría,
que ha resucitado Cristo
en esta Pascua florida.

Ya cantan los aleluyas,
ya dan voces en el cielo,
y a la princesa María
quitadle ese velo negro.

Tóquense las campanillas
y ármese la procesión,
caminemos para el templo
todo el mundo en oración.

Mira bien y considera
la gloria que hay prevenida,
esta es para aquel que sirva
a Dios en toda su vida.

Sus murallas primorosas
admiraron sus bellezas,
y con hermosura tanta,
hechizan con sus riquezas.

Sus calles tienen por losas
hermosas piedras brillantes,
que relumbran más que el oro,
más que los finos diamantes.

Nunca noche, siempre día
en esta hermosa ciudad,
porque la luz que le alumbra
es de Dios la claridad.

Músicos suenan en ella
de los angélicos coros,
a Dios cantan alabanzas,
ecos dulces y sonoros.

¿Qué es aquello que reluce
en lo alto del campanario?,
¿Es la estrella, es lucero,
o es la Virgen del Rosario?

¿Quién es aquella Señora
que la llevan por la plaza?,
"Es la Virgen del Rosario
que la vuelven para su casa".

¿Quién es aquella Señora
que la llevan por el olmo?
"Es la Virgen del Rosario
que la vuelven a su trono".

Las entradas de esta iglesia
merecían ser de vidrio,
que por ellas entra y sale
el sacerdote divino.

Estas puertas de esta iglesia
merecen ser de cristal,
que por ellas entra y sale
nuestra Madre celestial.

Abre María las puertas,
las puertas del cerrojil,
que ha resucitado Cristo
en esta Pascua de abril.

Al tomar agua bendita,
la Virgen nos dio su gracia,
para explicar las grandezas
de la Reina soberana.

En el medio de esta iglesia
hay un árbol de esperanzas,
que a todas horas del día
las hojas tienen mudanzas.

En el medio de esta iglesia
hay un arbolito en flor,
y en cada ramilla un ángel,
y en medio, Nuestro Señor.

¿Qué es aquello que reluce
encima del Altar Mayor?,
¿Es estrella, o es lucero,
o es la Madre del Señor?.

¡Qué bien parece la Virgen
en esas andas de palo!,
¡Mejor parece en el cielo
delante del Soberano!.

¡Qué bien parece la Virgen
en esas andas de pino!,
mejor parece en el cielo
delante del Sol Divino!.

Virgen Santa del Rosario,
que te han traído las doncellas
una lámpara de oro,
toda convertida en perlas.

Niño chiquito y bello,
más bello que las estrellas,
te pedimos nos perdones,
que somos pobres doncellas.

Virgen que estás en las andas
de espaldas al Altar Mayor,
saca tu mano derecha
y échanos tu bendición.

Por si acaso no cantamos
en otra Resurrección.

¡Adiós, Virgen del Rosario!,
¡Adiós, romero florido!,
Mis compañeras y yo,
con esta nos despedimos.

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