martes, 24 de junio de 2014

El contubernio de La Ametlla

El Catoblepas, número 148, junio 2014, página 3:
El contubernio de La Ametlla
Iván Vélez
Sobre el palacete que se convirtió en lugar de encuentro para las diferentes familias catalanismo

Entre el 17 y el 23 de junio de 1952 se celebró el I Congreso de Poesía de Segovia[1], integrado en unos Cursos de Verano cuyo director fue Joaquín Pérez Villanueva, a quien un año antes Joaquín Ruiz-Giménez había nombrado Director General de Enseñanza Universitaria y a quien se debió la designación de Antonio Tovar como rector de la Universidad de Salamanca y de Pedro Laín Entralgo de la de Madrid.
La convocatoria, en la cual se hacía referencia a Bécquer, Rubén Darío, Antonio Machado, Unamuno, Juan Ramón Jiménez y Juan Maragall, la firmaron Aleixandre, Dámaso Alonso, Dionisio Ridruejo, Eduardo Carranza, Gerardo Diego, Agustín Foxá, Leopoldo Panero, José María Pemán, Carlos Riba, Luis Rosales y Rafael Santos Torroella y vino precedida de la edición de un Boletín en el que figuran las adhesiones, entre otros, de: José Luis Cano, Bousoño, José Hierro, José Antonio Muñoz Rojas, Carlos Edmundo de Ory y Luis Felipe Vivanco. El Congreso recibió además el apoyo del premio Nobel T. S. Elliot.
El título escogido fue: «Validez ideal y vigencia social del poeta en nuestro tiempo» y su puesta en marcha tuvo como arranque una exposición, «Medio siglo de publicaciones de Poesía en España», en la Sala de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, desde donde partió la poética comitiva, que pernoctó en el segoviano Gran Hotel Las Sirenas.
Al día siguiente, 17 de junio, el clérigo melómano Federico Sopeña Ibáñez, ofició una misa en la iglesia de la Trinidad tras la cual los poetas rindieron honores al monumento a los caídos en la plaza que recibía tal nombre. Después fueron recibidos en el Palacio de la Diputación por las máximas autoridades de la ciudad, ceremonia en la que se hizo un brindis por el Jefe del Estado.
El Congreso fue presidido por Pérez Villanueva, y contó con la presencia de Eugenio D`Ors, quien pronunció un discurso sobre el fondo y la forma de la poesía. En él participaron, además de los españoles, poetas británicos, belgas, suizos e hispanoamericanos, y a los discursos se añadieron excursiones e incluso un concierto de Joaquín Rodrigo.
Entre las conclusiones a las que se llegó, cabe destacar el acuerdo de que la tramitación de las ponencias corriera a cargo de Mariano Manent, Eduardo Carranza y Torroella, que se pidiera el Premio Nobel para Menéndez Pidal, y que se solicitara la creación de casas de la poesía en diversas ciudades españolas, empeño en el que destacaron Leopoldo de Luis, Torroella y Cano, a quienes se unieron, formando una comisión, Ridruejo y Riba.
Asimismo, se tuvo en consideración la invitación del belga Vanderkamenn para asistir a los Encuentros Internacionales de Poesía en Knokke.
Cabe, por último, señalar que en la clausura, Riba, que acompañó a Machado en su salida de España para regresar en 1943, recitó los versos de la Oda a España de Maragall:

Escucha, España, - la voz de un hijo
que te habla en lengua - no castellana…

El Congreso fue comentado por Camilo José Cela y por el semanario barcelonés Revista, patrocinado por el industrial textil Alberto Puig Palau. Revista, Semanario de información, artes y letras, fue un proyecto de Ridruejo que había cristalizado ese mismo año gracias al mecenazgo de Puig y al apoyo de Pérez Villanueva y Ruiz-Giménez. A pesar de que su vida fue corta, ello no impidió que algunos trabajos de Ridruejo en ella aparecidos, fueran publicados en Cuadernos Hispanoamericanos[2]. Las páginas de Revista sirvieron también para que muchos autores catalanes, entre ellos Castellet y los Manent, publicaran sus trabajos.
El Congreso segoviano tuvo continuidad en los encuentros poéticos que se celebraron en la universidad madrileña durante el siguiente curso académico –rememorado por Ridruejo en La Ametlla recordando la gran acogida tributada a Riba y Rubió- e incluso sirvió como punto de partida para dar forma a otro proyecto: Tiempo Nuevo, centro de reuniones propiedad de la Delegación de Cultura del Movimiento dirigido por el falangista Gaspar Gómez de la Serna[3], miembro del consejo redactor de la Revista de Estudios Políticos y fundador de la revista Clavileño, que hay que relacionar con los disturbios de 1956. En definitiva, bajo el distinguido manto de la lírica, comenzaron a cohesionarse grupos contestatarios al franquismo oficial que encontraron en la poesía un discreto e impreciso vehículo para manifestar sus críticas con el lenguaje críptico y la metáfora como principales recursos.
Doce años después del congreso segoviano acaecerán los hechos que vamos a analizar, si bien es en esta cita castellana donde comienzan a cobrar relevancia algunos de los convocados en La Ametlla[4]. Será también en la siguiente década cuando algunos de los literatos que desfilan por Segovia se polaricen en dos grupos pretendidamente representativos de Castilla y Cataluña.
Dos años antes de la cita segoviana, se había fundado el Congreso por la Libertad de la Cultura, institución que pondría los ojos en algunos de los citados. Tras los primeros contactos, en 1959 se celebra el Congreso de Lourmarin, al que asisten Marías, Aranguren, Cela, Laín, José Luis Cano y Castellet. Ridruejo no acudirá por carecer de pasaporte. En el caso de Riba, pese a la relevancia que tuvo en Segovia, su muerte el 12 de julio de 1959 impidió la probable colaboración en esta y las ulteriores actividades que vamos a relatar. Como es sabido, tras el IV Congreso del Movimiento Europeo, comenzará a tomar cuerpo la Comisión española del Congreso por la Libertad de la Cultura, organización que financia la reunión de La Ametlla, cuyos preparativos fueron, más o menos los que siguen:
En febrero de 1964, el secretario de la Comisión, Pablo Martí Zaro, escribe a Marià Manent, para comenzar a organizar la reunión del Coloquio Cataluña-Castilla. El intercambio epistolar acabará situando como organizadores a Manent por la parte catalana y a Pedro Lain por la castellana. En este último caso, los primeros en ser propuestos para participar –carta de Martí Zaro a Manent del 4 de abril de 1964 tras su reunión con Lain- son: Ruiz Giménez, Sampedro, Artola, Lain, Aranguren y Ridruejo[5]. Mientras se perfila la selección de personalidades, los primeros catalanes en ser seleccionados son: Jordi Rubió, Antonio María Badia y Margarit, Rafael Tasis y Jordi Carbonell, y se sopesa la posibilidad de celebrar la reunión en un hotel de Sitges.
El 31 de julio, Joaquín Ruiz Giménez escribe a Martí Zaro[6] y le aconseja lo siguiente, acaso con la intención de que la línea democristiana que él representaba –durante el XVII Congreso de Pax Romana celebrado en septiembre de 1939 en Washington fue nombrado Presidente Internacional- no se viera excluida de la organización:

Convendría que el Coloquio no apareciese directamente vinculado al Congreso por la Libertad de la Cultura, sino que se movieran en una órbita mucho más amplia y que cooperaran a ello otras tendencias y sectores de Cataluña y Castilla.

Sugiere también la inclusión de nombres como: Menéndez Pidal, Rafael Lapesa, José María Valverde, Luis Rosales, Maravall, Díez del Corral y Truyol. Por la parte catalana, recomienda invitar al financiero católico Félix Millet Maristany y al filólogo y ex miembro del Tercio de Montserrat,  Martín de Riquer. También propone que el coloquio se celebre en un ámbito más piadoso: el Monasterio de Poblet.
Pese a todo, un mes más tarde –carta de Ruiz-Giménez a Martí Zaro fechada en Madrid el 31 de agosto de 1964-, el ex Ministro de Educación, ahora volcado en su revista Cuadernos para el Diálogo, le comunica que debe partir hacia Alemania «invitado por los católicos de aquella Nación para hablar a nuestros obreros españoles en Stuttgart», viaje del que regresará para preparar los exámenes de la Universidad. Ruiz-Giménez confirmará su definitiva ausencia del Coloquio en una carta escrita el 28 de noviembre, a su vuelta de una estancia de tres semanas en Roma, si bien manifiesta su: «plena adhesión al noble propósito de intensificar la comprensión recíproca y el diálogo entre hombres de Cataluña y de Castilla, y contribuir a la defensa y al cultivo de los comunes valores espirituales». Añadiendo lo siguiente: «A mi modesto juicio ese esfuerzo ha de hacerse sin enfeudarlo en ninguna actitud política de grupo o de partido, puesto que está por encima de las contingencias políticas».
En septiembre, Martí Zaro viajará a Barcelona para ir concretando aspectos organizativos. Por Castilla se elige a: Chueca Goitia, Tierno, Lain, Aranguren, Ruiz Giménez, Artola y Maravall, con Brú, Valdeavellano y Buero Vallejo como suplentes. Por Cataluña: Castellet, Gomis, Manent, Carbonell, Millet, Valverde, Benet, Badia, Tasis y Raventós. Hecha la selección, y al no poder utilizarse, por razones de agenda, la masía que Alberto Puig tenía próxima a Palamós[7], se elige la mansión que Félix Millet y Maristany, estrechamente relacionado con Ruiz Giménez y Lain, posee en La Ametlla del Vallés. A mediados de la década de los 60, la terna de franquistas transitaba ya por caminos que no pasaron inadvertidos para los observadores de la situación política española.
Conviene en este punto, detenerse en Millet, pues, como veremos, su papel no se limitó al de un generoso anfitrión. Muy al contrario, el fundador de Benéfica Minerva y Banca Catalana, un par de meses antes de la reunión, publicó en el diario ABC -día 24 de octubre de 1964- un artículo titulado «Lengua y cultura catalana», en el cual afirma, con evidente abuso cuantificador, pues pareciera que tal conjunto ignorara el conocimiento del idioma español, que hay 6 millones de españoles que hablan el catalán antes de aludir a las manifestaciones que Manuel Fraga, Ministro de Información y Turismo, había hecho en su pregón de la Feria del Libro de Barcelona de ese mismo año, en el cual señaló la necesidad de promover la literatura en lengua catalana negando al uso de las lenguas regionales operatividad política: «La unidad de la patria no puede verse amenazada por el cultivo del idioma vernáculo».
Millet interpretará, en la línea del miembro de la Lliga y posterior benefactor del Opus Dei, Fernando Valls y Taberner, a la que se acoge, el catalanismo como un efecto del olvido oficial de la lengua y cultura catalanas. El empresario presentará al catalán como una lengua española y aludirá a Menéndez Pelayo y al propio José Antonio Primo de Rivera para dar lustre castellano a su afirmación.
En ese artículo se citan otros dos situados en una línea reivindicativa similar. Meses antes que Millet, en ABC apareció un artículo de Vicente Gállego Burgos, fundador en 1940 de la revista Mundo, que en 1967 pasó a manos del miembro del Opus Dei Sebastián Auger posteriormente envuelto en un gran escándalo tras el cual huiría de España acusa de estafa, a quien el diario madrileño cede el 12 de marzo su célebre tercera para dar cabida a su artículo de elocuente título, «Cataluña y la Real Academia Española», en el cual se pide una mayor presencia de catalanes en tal institución, medida que debería acompañarse de la entrada en la misma de «lenguas distintas». También anterior al de Millet es el artículo de Rafael Calvo Serer: «El Catalanismo Nacional», fechado el 18 de junio de 1964, que supone un homenaje del también miembro del Opus Calvo Serer a Valls, del cual destaca una visión de la Historia de España «tan llena de hechos diferenciales», expresión que volverá a emplear al describir una reunión neoyorkina entre catalanes, vascos y valencianos que se sentían «diferencialmente españoles». A juicio de Calvo Serer, el problema regionalista/nacionalista, se superará por elevación, disolviéndolo en las grandes estructuras económicas y culturales.
Tanto Auger como Calvo Serer tendrán un relevante papel en el establecimiento de puentes con el PCE, en concreto con Santiago Carrillo. La fotografía de la Junta Democrática de España ilustrará en 1974 esta relación que se fue fortaleciendo con el tiempo antes de hacerse pública en París.
Si el ABC dio cobijo a tales articulistas, La Vanguardia se hizo eco de los mismos. El 27 de marzo de 1964 ve la luz un editorial titulado «Cataluña y la Academia», en la que se elogiaba la incitativa del Ministro Lora Tamayo, de eliminar la exigencia de residir en Madrid para ingresar en la Academia. Días más tarde, con la firma de M. aparece la columna titulada «Lengua española y lenguas españolas» en la cual se afirma el sinsentido de que las lenguas regionales, españolas evidentemente, se incorporen a una academia consagrada al español. El autor subraya el común error en el que cae Gállego, un error, y esto lo decimos nosotros, persistente que es empleado hasta nuestros días de forma calculada con objetivos ajenos a la filología.
Hechas esta contextualización, es momento de regresar a los preparativos del coloquio de La Ametlla. Finalmente, los que concurren en diciembre a la mansión de La Ametlla son: Badia, Lluc Beltrán, Benet, Castellet, Cuito, Gomis, Hurtado, Manent, Millet, Raventós, Rubió, Tasis y Valverde, junto a los castellanos Aranguren, Caro Baroja, Maravall, Martí Zaro y Ridruejo tras las bajas, por diversos motivos, de Laín –que casua baja por tener que asistir a un tribunal universitario en Salamanca el 5 de diciembre-, Marías, Chueca, Ruiz-Giménez o Artola. Gil-Robles, Saénz de Bujanda, Valdeavellano, Garagorri y Vivanco fueron nombres que Martí Zaro consideró, para desestimarlos después. Algunos de ellos se alojaron en la propia masía, mientras otros lo hicieron en el hotel del Balneario Blancafort. El presupuesto del que se dispuso ascendió a 39.815 pesetas, y sirvió para cubrir los habituales gastos, las cintas magnetofónicas en que se grabó, las flores para la señora de Millet o el ejemplar de Llengua i cultura als Països Catalans (Publicacions de l'Abadia de Montserrat) recién publicado por Badia, que recibieron los participantes.
El Coloquio arrancó con una larga intervención de Badia mientras que la segunda jornada la abrió Ridruejo, con un tono más político[8]. A grandes rasgos se puede decir que los más exaltados de la reunión son los catalanes más jóvenes: Benet, Carbonell y Castellet, mientras que por la parte castellana es notoria la asunción de la mayoría de los postulados catalanistas que, partiendo desde el terreno de la lingüística, se adentran en lo político empleando subterfugios como el del estado plurinacional o planteando directamente la secesión, con el modelo federal y europeísta del CLC como trasfondo.
El discurso de Badia, del que contamos con los apuntes manuscritos que tomó Martí Zaro, arrancó con el repaso a los hitos más importantes en relación con la lengua catalana, sus acciones reivindicativas e instituciones destinadas a su conservación y fomento, comenzando con los juegos florares de 1888, que contaron con la destacada y políticamente ingenua participación de Menéndez Pelayo. Después aludió al I Congreso Internacional Llengua Catalana de 1906, en el que participó Menéndez Pidal, la fundación por Prat de la Riba del Institut de Estudis Catalans en 1907 e incluso el II Congreso Universitario Catalán de 1918[9].
A continuación, Badia estableció una maniquea distinción entre dos culturas en difícil convivencia por «la represión idiomática» y «la represión espiritual», no sin señalar un camino: «el normal para aportar algo cultura es que los catalanes se expresen según lengua y espíritu catalán». En lo concerniente al tratamiento de lo que él llama «inmigración», también tiene recetas: la asimilación de la segunda generación, más dificultosa en las ciudades que en campo por el menor uso urbano del idioma regional.
En relación con la escuela, por desarrollarse en la «lengua oficial», los efectos para Badia son nada menos que la «perturbación normal del desarrollo psicológico niño», peligro ante al que propone una dosificación por edades, comenzando por emplear la lengua materna en parvulario, medida que allanaría las, para él, indudables ventajas del bilingüismo, que darán como resultado «hombres psicológicamente normales».
Si esta es la presentación de la parte catalana, tan presente, por otra parte, con tres representantes en el arranque de la Comisión española del Congreso por la Libertad de la Cultura, los catalanes pondrán sobre la mesa la posibilidad de un manifiesto favorable a su causa que podría contar con el apoyo del periódico ABC. El manifiesto, al cabo confeccionado por católicos –Millet había presidido la organización Jóvenes Cristianos de Cataluña- pretendía, a su vez, acogerse a la encíclica de Juan XXIII Pacem in terris, en la que se prestaba especial atención a las minorías étnicas y a sus aspectos culturales, -«que los gobernantes se consagren a promover con eficacia los valores humanos de dichas minorías, especialmente en lo tocante a su lengua, cultura, tradiciones, recursos e iniciativas económicas»- asunto este que los catalanistas católicos, desde el abad Escarré a las organizaciones seglares, instrumentalizarán. El texto sirvió para que la Conferencia Episcopal, estableciera que en España las culturas y lenguas fueran al menos cuatro, con sus respectivas lenguas: castellano, catalán, gallego, vascuence. En el caso que nos ocupa, entiéndase el empleo exclusivo del catalán en la liturgia, éste fue ascendente, en el sentido de que su implantación siguió un camino que partió de las parroquias rurales a las urbanas[10].
             Por el bloque castellano el escurridizo Aranguren reconocerá el hecho diferencial catalán, llegando a proponer potenciar las diferencias.
Maravall, uno de los más moderados, disolverá el «problema catalán» en el «problema español», que no es otro que la falta de libertad, la propia del franquismo al que se suman  cargas heredadas del pasado como puedan ser las provenientes del carlismo. Avanzado el debate, antes de criticar a Sánchez Albornoz por practicar una suerte de «menendezpelayismo» y reivindicar el pensamiento de Pi y Margall, propondrá:

… evitar en lo posible toda referencia, que yo creo que hoy resulta ineficaz y hasta perturbadora, a unos conceptos y hasta a los sentimientos derivados de ellos que, indudablemente, en nuestro tiempo aparecen erosionados. Es decir, los conceptos no diríamos ya de soberanía, sino el mismo concepto de nación. Yo confieso que no me gusta nunca oír ya en estas cosas y en general en muchas otras, la palabra nacional, porque creo que es una palabra, hoy por hoy, en nuestro momento, más bien perturbadora en todos los órdenes.

Julio Caro, muy apreciado por Ridruejo, extenderá el problema más allá del territorio catalán, haciendo una cerrada defensa del vascuence, más amenazado que el catalán aunque todavía recuperable. Llega a apuntar la posibilidad de que Portugal «en un momento más o menos próximo, empiece a pensar en la necesidad de integrarse en una situación peninsular por causas urgentes de su situación económica. Fíjense en lo que esto supondría para los países más ricos de la península.»
Por la parte catalana, las manifestaciones oscilaron entre la formal suavidad de Valverde o de Tasis, a la agria irritabilidad de un Benet capaz de afirmar que Cataluña, sociedad distinta a la española y aún enfrentada con ésta, había sido ocupada, razón por la cual, como mínimo habría que ir a un estado plurinacional o separar a Cataluña de él. Castellet, tan destacado dentro de la Comisión, extenderá el problema lingüístico a vascos y gallegos y se mostrará favorable a trabajar la franja de edades inferior a los 40 años. Por su parte, Gomis se plantea la posibilidad de ser catalán sin ser catalanista.
Vayamos ahora con Ridruejo. Los fragmentos de sus intervenciones que a continuación reproducimos tendrán la suficiente elocuencia como para que el lector pueda calibrar en qué posiciones ideológicas se situaba uno de los letristas del Cara al sol a mediados de los años 60. Su arranque pondrá el énfasis en la Universidad de Barcelona, en la que, a su parecer, se da «un cierto complejo de colonización» causado por la presencia de «profesores de habla no catalana». El soriano afirmará entender el «problema catalán» como «un problema de la vida española». Sin embargo, a medida que el coloquio avanza, abrazará las posiciones catalanistas con mayor claridad.
… ninguno de los que estamos aquí tenemos derecho a ignorar que el problema concreto de la pluralidad nacional del Estado español es un problema de enorme gravedad en cuanto a las posibilidades de su presentación táctica en una situación básica. Es decir, es evidente que en un problema de fuerza reactiva tremenda. Por ejemplo y para hablar claro nos decía Millet antes lo que dos generales del ejército[11] piensan sobre el asunto. Bueno, estamos en una situación de hecho y es que este país está ocupado por el ejército español. No Cataluña, Cataluña está ocupada como territorio enemigo, pero como territorio propio está ocupada la totalidad del país.

Ridruejo se muestra cómodo manejando la idea de una España plurinacional que ya tenía hondas raíces dentro de los ambientes nacionalistas fraccionarios. Su discurso, atravesado por un indisimulado aventurerismo político, incorporará un recurso relativamente moderno, el de los Derechos Humanos promulgados poco después del fin de la II Guerra Mundial:

[…] si nosotros podemos presentar un problema de derechos humanos violados y presentarlo enérgica intensa y numerosamente con adscripción de todas las gentes que en el país puedan asentir a algo tan razonable como eso, es evidente que lo que nosotros tenemos que preparar esa estrategia con toda celeridad y con toda frialdad. Sin perjuicio de que sepamos perfectamente a dónde va la aventura. En este sentido creo que también habría una coincidencia. Hay que agradecerle mucho a Caro que nos haya ilustrado sobre el vasco; porque evidentemente yo he dado aquí una muestra de ligereza interpretativa sobre este fenómeno. Y la culpa de esa ligereza interpretativa sobre ese fenómeno la tiene principalmente D. Miguel de Unamuno. A cada uno su responsabilidad.

Ridruejo explicará su evolución ideológica respecto del asunto catalán recordando el momento en el que conoce el hecho diferencial catalán durante su confinamiento en tales tierras y empleará una expresión «español inmediato» entendiendo por tal a alguien incapaz de comprender el complejo problema que envuelve a Cataluña.

A ese español que se cree español inmediato y que de pronto se encuentra con que vio no puede serlo, con que eso de España es problemático y además de problemático es complejo y que además una cosa que es nacionalismo parcial, la primera impresión que eso le produce es de incomodidad porque es un obstáculo a su esquema mental.

También aprovechará la circunstancia para dejar entrever la idea que de España, pero sobre todo de Castilla, tiene, apoyándose, entre otros, en Menéndez Pidal y apelando a la revuelta comunera para trazar los perfiles de una Castilla independentista:

No digo de sea exacta, pero lo cierto es que hubo una Castilla primaveral -cuya última manifestación pasa por la Celestina y el Poema de Mio Cid- muy liberal, muy democratizada, en sus formas internas, muy independentista. Menéndez Pidal ha demostrado que el primer separatismo lingüista fue el castellano. La parte enemiga del Imperio y que resistió a Carlos V, independientemente de Valencia, fué Castilla y quien defendió la tradición austriaca fué Cataluña, a cada uno lo suyo. Bien, lo cierto es que hay una Castilla posible, postulable, con una mitología nacional más o menos libertaria, más o menos corporativa, más o menos municipalista y, en cierto modo, más o menos separatista; y que esa Castilla ha sido grata a ciertos historiadores que interpretaban la historia para desembocar en un pensamiento federalista.

De donde deducirá una consecuencia política a su juicio evidente que deberá contar con un trabajo previo a cargo de unos intelectuales entre los cuales él se encuentra:

Aquí vamos a tratar los supuestos normales para que haya donde tiene que haber una negociación política. Evidentemente el grupo intelectual tiene que preparar el terreno para que los políticos negocien.

El «terreno» tendría la forma de un escrito, en el que colaborarían él mismo y Aranguren, y que sería útil del siguiente modo:

Creo que entonces habría que comenzar por requerir la firma de las personas objetivamente prestigiosas (Menéndez Pidal, Aleixandre, Laín). Inmediatamente después recabaríamos unas cuantas firmas de la derecha, y llamo a la derecha en este caso no a la derecha genuina, sino a10 Pemanes, a algunas personas del Opus incluso, en fin, a personas que estén en zonas próximas al Régimen. E inmediatamente después firmaríamos unas cuantas personas de lo que podríamos llamar en términos relativos la izquierda…

Por último, Ridruejo lanza una idea; la creación de «una especie de Instituto para el estudio del pluralismo español», algo que dará como fruto el diseño de una Asociación de Culturas Peninsulares –la palabra «españolas» se omite cuidadosamente- que debería tener centros en Madrid, Castilla-León (con Extremadura), País Vasco, Asturias, Cataluña, Mallorca, Valencia, Galicia, Andalucía y eventualmente Canarias y de las que el centro de madrileño sería el foco de convergencia de una tal federación.
El Coloquio lo cerrará Pablo Martí Zaro haciendo un balance positivo del mismo. Martí Zaro, que emplea la expresión «nacionalidad catalana», pedirá eludir en lo posible el tono político y, sobre todo, el término «imperialismo», pues a su juicio:

La nacionalidad catalana y otras nacionalidades se sienten oprimidas por esta concepción unitaria de la península. Pero esto realmente no es un imperialismo, esto es el fenómeno que se da en todos los estados europeos…

Lo cual no será obstáculo para adherirse a las tesis de Benet sobre la lucha de pueblos e incluso incorporar el término etnia en una de sus intervenciones: «Yo salvo la mejor opinión de los que están presentes, difiero un poco de la propuesta que ha formulado Ridruejo en el sentido de incorporar ya a la próxima reunión representantes de otras etnias». Paralelamente a sus afirmaciones, pondrá sobre la mesa propuestas como la de Fernando Sáenz de Bujanda, hombre cercano a Julián Marías y Joaquín Garrigues[12], quien se comprometió a hacer un estudio monográfico sobre la política fiscal y la administración provincial.
Junto a los proyectos antes citados, también se acordó desarrollar estudios sociológicos del lenguaje para conocer la realidad de la situación de las lenguas en Cataluña, a lo que se acompañará la petición de Badia de proveer de una bolsa de libros para desarrollar tales trabajos. El propio Badia, junto a Baroja, se comprometió a preparar una investigación de antropología social que sirviera como base de un Instituto para el estudio de la pluralidad española.
Por último, se acordó organizar regularmente conferencias hechas por catalanes en Madrid y otras ciudades «de lengua castellana», y poner en marcha proyectos que pudieran favorecer la traducción al castellano de libros en catalán e igualmente en el terreno de la crítica. También se apostó por el mantenimiento de estrechos lazos entre los grupos castellano y catalán, comenzando por una reunión en Madrid en primavera y se consideró la necesidad de incorporar a los coloquios a vascos y gallegos.
Como detalle curioso está la solicitud al CLC de dos ejemplares de La democracia en América, de Tocqueville y uno de La Europa de las Etnias -acaso el título inspiró las palabras de Martí Zaro- de Guy Heraud, editado por Presses d`Europe.
Hay que añadir que el entusiasmo con que salieron gentes como Manent del Coloquio, contrasta con la cierta preocupación que Marías le transmite a Martí Zaro, de la cual se habla en una carta que éste dirige a Pierre Emmanuel el 14 de diciembre de 1964[13]

Pablo Martí Zaro
Apartado 13.175 Madrid

Madrid le 14 Décembre, 1.964
M. Pierre Emmanuel
61, rue de Varenne
Paris VII. —

Cher Ami,
Mon entretien avec Julian Marías a eu lieu cet après-midi. Comme d´habitude la conversation a été très cordiale. Il s'interesse toujours très serieusement à nos activités. Je lui ai fait une discrète allusion à la lettre qu'il vous a adressée. Il a repris tout de suite le fil de cette lettre et m'a parlé en termes très généraux des griefs qu'il a, à l'encontre du Cónité. D'après ce qu'il ma dit, ce n'est rien de bien important. I'l s'agit, d'une part, de cette espèce de bloc que les membres catalans forment en face des membres non catalans et qu'il voudrait voir se dissoudre, et d' autre part du manque de tension polémique à l'interieur du Comité. Je l'ai invité, une fois de plus, à expliciter ses discrepances et ses critiques dans nos réunions et à prendre une part plus active dans toutes les initiatives et prises de décission du Comité. Il a acquiescé à tout ce que je lui ai dit et m'a exprimé de nouveau son adhesion inconditionée à notre entreprise. Après´quoi je l´ai informé sur les résultats de la rencontre Catalogne-Castille, et il s'est engagé à assister au prochain colloque. Nous avons parlé aussi du Programe d'Activitas pour 1.965, et il s´est mostré enormement interessé aux differentes possibilités d'action culturelle que je lui ai presentée. Mon impression, en somme, c'est que ríen n'a changé chez M. Marías par rapport à nous, et qu'il continuara à´être un membre loyal et inconditionel de notre Comité.
Bien cordialement, votre ami,

En cualquier caso, la celebración del Coloquio barcelonés fue el inicio de una serie de encuentros interregionales que se fueron desarrollando en diversos escenarios, comenzando por el celebrado un año más tarde en la casa toledana de Chueca Goitia, al que se sumó un mayor número de integrantes, entre ellos, algunos de los que no comparecieron en Barcelona, probablemente ya tranquilizados tras comprobar la segura viabilidad de tales reuniones.
Por su parte, la masía de Millet, cuya figura fue glosada por Albert Manent en Fèlix Millet i Maristany: líder cristià, financer, mecenes catalanista (Ed. Proa, Barcelona 2003), sirvió para establecer otro tipo de contactos de más concreto y local alcance. La finca se convirtió en un lugar de encuentro para las diferentes familias del catalanismo en las que tanto peso tuvieron empresarios y banqueros, como pone de relieve Manuel Sacristán en un informe –firmado bajo el nombre de Ricardo- elaborado a finales de enero de 1966, y en el que se da cuenta de una reciente reunión mantenida por gentes como Pujol, Benet o Carulla, que daba continuidad a toda una serie en la que participaron Castellet, Bohigas, Carbonell, etc. En dichos encuentros discretos, a los cuales no se invitó a representantes del PSUC o el MSC, se diseñó el panorama político futuro de Cataluña sin descuidar el relevante campo de la cultura, hasta el punto de plantear ayudas a los intelectuales que acabarían por convertirse en orgánicos al incorporarse a instituciones diseñadas ad hoc.
Por lo que respecta a los protagonistas de la reunión de 1964, el CLC, en su versión española, se ocupó de recompensar sus esfuerzos. Tras la entrega del premio de 1964 a Julio Caro, un año después, el 5 de noviembre de 1965, el jurado decide otorgar el Premio de los Escritores Europeos, instituido por la editorial Ínsula y por el propio Comité d´Ecrivains et d´editeurs pour une entra´aide europeenne a Maravall por su obra El mundo social de La Celestina, galardón dotado con 15.000 pesetas.
Más allá de los premios y los escenarios de los coloquios, éstos tuvieron indudables efectos políticos, pues es evidente que muchos de los materiales constitutivos de la España postfranquista cristalizaron en tales ambientes. Medio siglo después, las intervenciones de La Ametlla continúan siendo útiles para los ideólogos catalanistas que consagran sus vidas, con un importante respaldo oficial y editorial, a elaborar una alucinada memoria histórica catalanista capaz de presentar como heroicos y clandestinos a los distinguidos inquilinos de palacetes que tan buenas relaciones tenían con importantes personalidades del franquismo.
Los servicios prestados a la causa de la España autonómica y su correlato separatista fueron generosamente recompensados por las instituciones oficiales. Sirvan de ilustración los siguientes datos:
Benet fue el senador más votado -1,3 millones de sufragios- de toda España en 1977. En 1985 fue nombrado director del Centro de Historia Contemporánea de Cataluña. En el año 2000 recibe la Medalla de Oro de la Generalidad de Cataluña.
Carbonell, director de la Gran Enciclopedia Catalana, fue impulsor en 1979 de Nacionalistes d'Esquerra y posteriormente Presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, recibiendo la Medalla de Oro de la Generalidad de Cataluña.
Badía Margarit fue Rector de la Universidad de Barcelona entre 1978 y 1986. En 2010 apoyará la asamblea independentista Reagrupament y Solidaridat Catalana per la Independència.
Castellet también recibirá, entre otros muchos galardones, su pertinente Medalla de Oro de la Generalidad de Cataluña.
Raventós fue el primer secretario del PSC, embajador de España en Francia y Presidente del Parlamento de Cataluña. También recibió la Medalla de Oro de la Generalidad de Cataluña, a título póstumo.





[1] Hemos tomado los datos que siguen de la publicación: I Congreso de la Poesía. Cursos para extranjeros de Segovia, Estudios Segovianos, Tomo IV, Segovia 1952.
[2] Véase Penella, Manuel, Dionisio Ridruejo. Biografía, RBA, Barcelona 2013, pp. 338-339.
[3] Penella, Manuel, Dionisio Ridruejo. Biografía, RBA, Barcelona 2013, p. 346.
[4] En 1964, editado por Fontanella, aparecerá el libro de Sergio Vilar, Manifiesto sobre arte y libertad. Encuesta entre los intelectuales y artistas españoles (Las Américas Publishing Co., New York 1962; y Editorial Fontanella, Barcelona 1964), elaborado entre el 1 de abril de 1961 y el mismo día del año siguiente. En el libro aparecen muchos de los que comparecerán en La Ametlla.
[5] Jordi Amat, Els coloquios Cataluña-Castilla, 1964- 1971: debat sobre el model de l´Espanya democrática, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, Barcelona 2010, p. 28.
[6] Jordi Amat, Els coloquios Cataluña-Castilla, 1964- 1971: debat sobre el model de l´Espanya democrática, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, Barcelona 2010, p. 30.
[7] Carta de Pablo Martí Zaro a Roscelyne Chenu fechada en Madrid el 30 de septiembre de 1964.
[8] Las intervenciones pueden consultarse en http://filosofia.org/mon/cul/clc_a64.htm
[9] Como complemento a estos acontecimientos e instituciones, sugerimos la lectura de la entrada: El Presupuesto Extraordinario de Cultura y la Institución de Cultura Popular (1908) del Ayuntamiento de Barcelona, incluida en el Proyecto de Filosofía en Español: http://filosofia.org/mon/cul/pecbarna.htm
[10] Para ampliar esta información, consúltese la entrada dedicada a Ramón Piñeiro confeccionada por Gustavo Bueno Sánchez en el Proyecto de Filosofía en Español: http://www.filosofia.org/ave/001/a072.htm
 [11] Uno de ellos es Agustín Muñoz Grandes, quien estuvo al frente de la 250ª División de Voluntarios españoles, o División Azul. Como es sabido Ridruejo estuvo a sus órdenes en el frente antisoviético.
[12] Sáenz de Bujanda dirigió el Seminario de Derecho Tributario que organizó la Sociedad de Estudios y Publicaciones con la ayuda de la Fundación Ford.
[13] Archivo personal de Pablo Martí Zaro custodiado en la Fundación Pablo Iglesias.

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