Artículo publicado en La Voz Libre el día 14 de julio de 2014:
Del Sargento Negro a Obama
Grande
es la deuda que la actual España de las Autonomías, apoyada sin fisuras por
gran parte del espectro mediático español, pensemos en la cimentación
ideológica del talmud socialdemócrata, el diario El País, tiene con la filosofía de Ortega. De inequívoca influencia
en muchos aspectos políticos y sociales, la obra orteguiana dio sus frutos
mucho después de ser publicada, de ahí la dificultad de saber el alcance que
pueden tener obras todavía en marcha como la de Gustavo Bueno, activo fundador
del más potente sistema de la actualidad: el materialismo filosófico, máxime
cuando se observa el panorama universitario del que brotan viscosas ideologías
de carácter más intencional que realista. Movimientos que, en cualquier caso,
no cuestionan muchas de las verdades orteguianas.
Dicho
lo cual, lo que podemos afirmar es que en torno a la obra de Bueno, se ha
constituido una escuela que ya ha dado importantes frutos, y que empieza a
mirar la tierra hispanoamericana como fértil suelo para un desarrollo que
deberá ir aparejado a nuestro idioma.
La
obra que comentaremos a partir de ahora es una buena prueba de la aplicación de
tal sistema a un arte como el cine, del que propio Bueno se ha ocupado en
diversas ocasiones, en concreto a la película Sargento Negro (Sergeant Rutledge), a la que el erudito
cinéfilo Miguel Ángel Navarro Crego ha dedicado su tesis doctoral, trabajo que
ha sido trasladado al papel en el libro Ford
y “El sargento negro” como mito (Tras
las huellas de Obama) (Ed. Eikasia, Oviedo 2011, 602 pp.).
El
libro ofrece, en su estructura formal, aspectos del mayor interés como el
análisis del mito, tomando como criterio la distinción que Bueno establece entre
mitos luminosos y mitos oscuros, y regresando, como es lógico, a la obra de
Platón, gran elaborador de relatos y mitos. Es desde tales planteamientos desde
los cuales se puede abordar la obra de un gigante del cine como fue John Ford,
del cual se reconstruye no sólo su filmografía, sino también partes decisivas
de una vida que le llevó a colaborar con los servicios de información de los
Estados Unidos para filmar, entre otros, los cuerpos muertos de los soldados
negros que murieron en las playas europeas vistiendo el traje militar yanqui.
La
película en cuestión, narra el juicio en el cual se esclarece un crimen del que
es acusado un sargento negro integrado en uno de los regimientos que
constituyeron los Buffalo Soldiers, tropas de color que apenas habían obtenido
hasta entonces reconocimiento público, sin duda debido al racismo de la
sociedad norteamericana, a pesar de su importante papel en la conquista del
Oeste hecha a costa del exterminio de la población indígena.
Navarro
desmenuzará, cronómetro en mano, todas y cada una de las escenas, en las cuales
Ford recurre constantemente a la técnica del flash back para ir presentando
escenas y testimonios, una estructura que servirá al filósofo ovetense para
establecer una serie de paralelismos con El
Banquete, de Platón, realzando de este modo la figura de un Ford cuya
trayectoria es también reconstruida hasta alcanzar el perfil que ahora tiene
como gigante de un cine que pasó del mutismo al sonido y del blanco y negro al
color, y en el cual el papel de los negros, en origen blancos con el rostro
tintado, fueron ganando terreno y despojándose de estereotipos.
Un
complejo proceso sociopolítico tal, el que lleva a los negros a mejorar su
integración y alcanzar decisivos
derechos civiles dentro de la sociedad norteamericana, recordemos Martin Lutero
King, Malcolm X, Rosa Parks sentada en el autobús o el propio Cassius Clay de
los que también se trata en el libro, que tendrá su repercusión en el cine,
hasta el punto de dar lugar a subgéneros e incluso a interpretar negativamente
un filme en el que se ve a un negro cuya razón de ser es precisamente la
milicia, llevándole a manifestar:
«Porque el Noveno de Caballería
era mi hogar, mi verdadera libertad y mi propia estimación, Y la forma en la
que yo estaba desertando no era más que la huida de un negrata que vaga por los
pantanos. ¡Y no lo soy! ¿Me oyen? ¡Soy un hombre!»
En
definitiva, la obra de Navarro Crego, sustentada en el materialismo filosófico,
es mucho más que el análisis de una película, pues la propia película busca
mucho más que servir de un rato de entretenimiento. Pretende construir o acaso
reconstruir la olvidada figura de los soldados negros que cruzaron, con tanta
épica como sus pares blancos, las praderas norteamericanas sobre las cuales se
han escrito los más grandes relatos de una nación que casi medio siglo más
tarde de este rodaje, veía llegar a la Casa Blanca al mulato Barack Hussein
Obama.
No hay comentarios:
Publicar un comentario