Artículo publicado el viernes 14 de octubre de 2016 en el blog "España Defendida" de La Gaceta:
José Luis Abellán.
Invención de una marginalidad
«…
mientras tanto, la Universidad española me seguía negando toda posibilidad de
promoción, en el mismo 1981, el rectorado de don Angel Vián Ortuño me negó el acceso a catedrático propuesto por la Facultad
de Filosofía y Ciencias de la Educación, donde yo era profesor. Al fin, bajo el
rectorado de don Francisco Bustelo, y con la iniciativa
del nuevo ministro de Educación, don Federico Mayor Zaragoza, se me promovió en
mayo de 1982 al nombramiento de catedrático extraordinario. Era un
reconocimiento tardío que se me hacía no sólo en relación con el que había
recibido antes fuera de España,
sino incluso, dentro de nuestro país, con respecto al que había recibido en
otras esferas ajenas a la Universidad. A título de ejemplo, recordaré que el 5 de diciembre de 1980 se me había nombrado
Socio de Honor del Hogar de Ávila, en Madrid; el 1 de diciembre de 1981 el
Ministerio de Cultura me concedió el Premio Nacional de Ensayo para ese año; en
abril de 1982 el PSOE me galardonó con el Premio “Pablo Iglesias”', y el 1 de mayo del mismo año fui nombrado
“Honorary Fellow” de la Society of Spanish and Spanish-Americam Studies
(EE.UU.)».
De esta forma
tan personalísima se expresaba José Luis
Abellán en un escrito titulado
«Ensayo de autobiografía intelectual», que vio la luz en 1983 dentro de Anthropos.
Como tantos otros, Abellán, al referirse a sí mismo, no pudo resistirse a
añadir unas dosis de victimismo acompañadas de cierta distorsión de los hechos,
pues desde hacía diez años, nuestro hombre ya pertenecía al Cuerpo de
Profesores Adjuntos Numerarios de la Universidad. En concreto, vinculado a la
Cátedra de Filosofía de la Historia e Historia de la Filosofía española que,
desde 1946, ocupaba, entre parisinas ausencias, el opusino Rafael Calvo Serer, por entonces ya enredado en la promoción de la Junta Democrática que se presentó en París junto al ya eurocomunista Santiago Carrillo y al acaudalado y
regio prestamista automovilista, Antonio
García-Trevijano.
Involucrado en
las protestas universitarias de 1956,
a las cuales, según la confesión hecha durante su detención, asistió
«mayormente a observar lo que ocurría», siendo «golpeado en la boca por un
falangista; que, como consecuencia de este incidente, al día siguiente, decidió
no salir de casa por lo que no tomó parte ni pudo observar los sucesos de la
calle de Alberto Aguilera» (Jaraneros y Alborotadores, Madrid
1982), las actividades académicas más trascendentales de Abellán nos conducen a
los inicios de la década de los 60, pues es en ella cuando, tras pasar por las
piadosas manos del padre Manuel Mindán,
se doctora en 1960 bajo la atenta mirada de José Luis López Aranguren. Es la desgarbada figura de Aranguren la
que nos conducirá a unos lugares poco conocidos dentro de la biografía de este
ateneísta de largo vuelo. Junto a la silueta de Aranguren, las de Paulino Garagorri y Julián Marías serán familiares para don José Luis, pero también, según confesión del
propio Abellán en Cuadernos para el Diálogo –contextualice el lector los
interlocutores de tal diálogo- la del
mismo Pedro Laín con quien polemizó
Calvo Serer. Por último, el doctor Abellán coincidió también con Tierno Galván en la Universidad de Rio Piedras dirigida por
el orteguiano Jaime Benítez. El
denominador común de todos ellos era su pertenencia a la Comisión española del Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC), auspiciado por los servicios de
inteligencia norteamericana. La cercanía a tales personalidades propició el
hecho de que en 1966 Abellán
aparezca en la documentación de dicha comisión gracias al borrador titulado: «El pensamiento filosófico español desde
1850 a 1950», trabajo que sin
duda puede considerarse embrionario de su Historia crítica del pensamiento español (Espasa
Calpe, Madrid 1979). Medio siglo después de presentar aquellos cuatro folios en
los que Laín, Marías y Aranguren aparecen como representantes del pensamiento católico liberal, y Tierno
–el mismo Tierno encargado de inyectar filosofía analítica a través de la
editorial Tecnos en la que publicó
Abellán- queda encuadrado en el de «Filosofía de la Ciencia», parece este un
momento propicio para recordar reconstruir este episodio.
La editorial Seminarios y Ediciones, puesta en
marcha por este colectivo, realizó un anticipo por valor de 42.000 pesetas sobre derechos de autor
por un libro que debía titularse Filosofía
española en América.
A tal punto llegaría el compromiso de Abellán por el
dolarizado grupo liberalcultural, que en abril de 1972 adquirió 5 acciones
nominativas, a razón de 1000 pesetas cada una, que formaban parte del capital
de la editorial Seminarios y Ediciones, S. A. El libro finalmente apareció
coeditado con Ediciones Guadarrama,
con el título de Filosofía
española en América 1936-1966 (Madrid 1967, 325 págs.).
Los objetivos
de la operación norteamericana, la configuración de una ideología propicia a
los particularismos federalizantes, se alcanzaron de un modo razonable, como
puede advertirse en la Constitución de
1978. En plena apoteosis democrática, Abellán apareció dentro de
la sección de cultura de ABC el miércoles 18 de noviembre de
1998 presentando su libro El exilio intelectual en América. Los
transterrados de 1939, cuyo origen también figuraba en el borrador de
1966 con el título de «La emigración
filosófica a América» como parte del duodécimo capítulo: «La guerra civil y sus consecuencias».
El acto, presidido por Pedro Laín, tuvo como participante al socialdemócrata Ignacio Sotelo, otrora ridruejista,
agraciado en 1963 con una bolsa de
viaje a Alemania concedida por el
CLC por un valor de 3000 francos. En
dicha jornada, Abellán reconoció las deficiencias de su libro publicado en
1967, «claramente impuestas por la situación política de entonces», según sus
propias palabras. Culminaba de ese modo un victorioso proceso socialdemócrata
que ha permitido a muchos de los que contribuyeron de algún modo a su
cristalización, fabular unas biografías beatíficamente acogidas en sus
plataformas ideológicamente afines.
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