sábado, 19 de enero de 2019

Guinea Ecuatorial (1968-2018). Independencia y neocolonialismo

Libertad Digital 27/12/2018:
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Guinea Ecuatorial (1968-2018). Independencia y neocolonialismo

            Hace medio siglo, el editorial del número de noviembre de 1968 de la revista Mundo Negro, escrito por el padre Romeo Ballán, misionero comboniano, incluía el siguiente párrafo:

«Con la independencia de Guinea Ecuatorial, España ha vuelto con nostalgia y orgullo a esos acostumbrados menesteres de alumbrar naciones. La última ha visto la luz en una fecha señalada, 12 de octubre, día de la Hispanidad, fiesta de la raza bajo el patronazgo de la Virgen del Pilar. Guinea Ecuatorial hace el número veinticinco en la comunidad espiritual y cultural interhispánica de naciones que siguen rezando al mismo Dios en el mismo idioma».

            Ocho años después, con motivo de la firma de la Declaración universal de los derechos de los pueblos, hecha pública en Argel en la muy norteamericana fecha del 4 de julio de 1976, Cruz Melchor Eya Nchama y Gustavo Bueno Sánchez, que se conocieron durante aquellas jornadas, dieron comienzo a una amistad que se mantiene más de cuatro décadas después. Tan prolongada relación propició que este año los viejos amigos mantuvieran una larga conversación que, después de un excelente trabajo de edición de Alberto Esteban, ha dado cuerpo al libro Cincuenta aniversario de la independencia de Guinea Ecuatorial. 12 de octubre 1968 - 12 de octubre 2018 (Ed. Pentalfa, Oviedo 2018). A lo largo de más de trescientas páginas, enriquecidas por un prolijo aparato documental, Cruz Melchor Eya Nchama reconstruye la Historia de Guinea Ecuatorial, desde los tiempos en los que su territorio estaba controlado por la poderosa nación Fang, hasta una actualidad marcada por el poder omnímodo y despótico de Teodoro Obiang.   
            Nacido en 1945 en el pueblo de Kukumankok, Eya Nchama muestra de qué modo muchos guineanos, en este caso sus propios padres, dejaron atrás las genealógicas estructuras tribales para, por la vía de la religión y de la incorporación a las instituciones hispanas, ir creando las condiciones que permitieron la tardía emancipación de Guinea. De hecho, cuando Cruz Melchor era un niño, en Guinea convivían colonos, emancipados plenos y emancipados limitados, situación que comenzó a cambiar después de la promulgación una serie de leyes que transformaron aquel enclave, primero esclavista, luego colonial y siempre codiciado por sus valiosos recursos naturales. Nadie mejor que Cruz Melchor, marcado en su adolescencia por la impronta de la Organización Juvenil Española y dedicado durante toda su vida al activismo político, para reconstruir estos últimos cincuenta años de relaciones hispano-guineanas, aniversario al que apenas se ha prestado atención en este año que se cierra. Con acceso a ciertas personalidades –Olof Palme, Nelson Mandela- ya algunos de los escenarios en los que se toman las más trascendentales decisiones, el testimonio de Eya Nchama resulta especialmente valioso.
            Por lo que respecta al proceso emancipatorio, Cruz Melchor va desgranando todo el aparato legal que, desde los años posteriores a la II Guerra Mundial, acompañó a la sociedad ecuatoguineana, con especial atención al dossier Trevijano elaborado por la Alianza Nacional de Restauración Democrática (ANRD), fundada en 1974 con estatutos en francés y personalidad jurídica suiza. Gracias a la ANRD, a la que él perteneció, se destaparon las actividades desarrolladas por Antonio García-Trevijano, desvelamiento que erosionó las estructuras de la Junta Democrática, en la que, junto a Santiago Carrillo, destacaba la figura del jurista granadino. En el dossier se expusieron las actividades de García-Trevijano desde finales de 1967, dentro de un ambiente en el que también estuvieron involucrados José María Castiella y Luis Carrero Blanco, accionista mayoritario de la Compañía Nacional de Colonización Africana, entidad ligada al Banco Exterior de España, con sede en Tarragona, dedicada a la explotación forestal y ganadera, y al cultivo de café. Según se narra, Carrero Blanco consideraba a Guinea una especie de finca privada, hasta el punto de cobrar cinco pesetas por cada kilo de café y cacao vendido en España. Estas circunstancias explican el hecho de que pretendiera una independencia asociada a España o, en su defecto, mantener el control sobre Fernando Poo. Cruz Melchor llega a afirmar que el santanderino estaba muy impresionado «con cómo la minoría blanca sudafricana había impuesto el sistema de apartheid no sólo en África del Sur sino también en Rodesia del Sur (actual Zimbabwe) y estaba casi seguro de que él podía hacer lo mismo en Guinea Ecuatorial». Ante la posibilidad de perder tan suculento negocio, don Luis amenazó con bloquear Guinea económicamente, algo que en realidad ocurrió tras la independencia, pues el país quedó emancipado, pero descapitalizado, después de la trevijanizante llegada de Francisco Paesa a la dirección del Banco Central guineano. Los intereses de Carrero chocaban con los de Trevijano, titular de un pasaporte diplomático ecuatoguineano. Prueba de ello es el hecho de que este último emprendió una gira europea que le llevó a visitar la Bolsa de café y cacao de Londres, el Círculo de la venta de Maderas en París, la Cámara de Comercio de Hamburgo y la sede de Nestlé en Suiza, para ofrecer abrir otras vías a esos productos.
            Más allá de las pugnas personales, definitivamente canceladas el 20 de diciembre de 1973, después del atentado que acabó con la vida de Carrero, el daño causado al sector trevijanista obró a favor del PSOE felipista que, una vez alcanzado el poder, se olvidó de sus antiguos compañeros de viaje. Las frecuentes visitas de Zapatero, Moratinos y Bono a la Guinea Ecuatorial de Obiang son el único y oscuro resultado de aquella vieja convergencia tras la cual accedió al poder Francisco Macías, a cuya sombra siempre operó Trevijano, redactor de una constitución federalizante que sirvió, debidamente modificada, para perpetuar al tío del actual, empleamos la fórmula cruzmelchoriana, «presidente de facto», Teodoro Obiang, antiguo estudiante en la academia militar de Zaragoza en la que alcanzó el grado de alférez. Fue durante el mandato de Macías, ultimado tras su condena a muerte, cuando cristalizó la organización Juventud en Marcha, que dio inicio a un régimen marcado por la violencia, la represión e incluso el asesinato de cualquier disidente. Una realidad de la que apenas se supo en España pues, dentro de lo que Cruz Melchor no duda en calificar como connivencia entre Franco y Macías, la información relativa a Guinea Ecuatorial se declaró materia reservada. Llama también la atención un detalle incluido en la larga conversación: la búsqueda, por parte de Macías, de ciertas sintonías ideológicas dentro del contexto marcado por la Guerra Fría. En un gesto puramente efectista, el Partido Único Nacional (PUN), añadió una oportunista T, de trabajadores, con la que Macías, ignorante de los rudimentos del marxismo, trató de establecer lazos con Cuba y la U.R.S.S.
            Si las relaciones entre España y Guinea son del máximo interés, incluyendo las actuales, siempre sujetas a un perfil bajo y, aparentemente, particularista, no es menor el que tiene que ver con el neocolonialismo que afecta a gran parte del continente africano. Dentro de esta estrategia fundamentalmente extractiva de materias, juega un importante papel la implantación del Franco de las Colonias Francesas de África, el franco CFA, que sigue circulando y embridando a una serie de naciones africanas que todavía orbitan alrededor del poder financiero parisino. Dentro de tan complejo tablero, en el que también juegan potencias norteamericanas, centroeuropeas y, por supuesto, China, España, a la luz de las palabras de Cruz Melchor Nya Nchama, permanece ausente, dando la espalda no sólo a importantes posibilidades económicas sino, incluso a las responsabilidades históricas que la supervivencia del idioma español en el Golfo de Guinea, se encargan de recordarnos.

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