Libertad Digital 24 de mayo de 2019
https://www.libertaddigital.com/opinion/ivan-velez/notas-sobre-raul-morodo-87956/
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Notas
sobre Raúl Morodo
Durante la presente semana, el
nombre de Raúl Morodo (El Ferrol 1935) ha vuelto a la actualidad. La encargada
de devolver a los escenarios mediáticos a don Raúl, ha sido la Unidad de
Delincuencia Económica y Fiscal, esa UDEF por la que, con tanta extrañeza como
suficiencia, se preguntaba el arborescente Jordi Pujol. En efecto, una
operación dedicada a la investigación de un posible caso de blanqueo de
capitales, ha dejado un rastro de cuatro detenciones, entre ellas las de un
hijo –Alejo- del que fuera embajador español en Caracas durante el primer
Gobierno de ese José Luis Rodríguez Zapatero tan integrado en la turbia
atmósfera venezolana. Según se ha sabido, el caso gravita sobre una supuesta
trama relacionada con Petróleos de Venezuela (PDVSA) en la que el papel jugado
por los Morodo habría sido, entre otras cosas, la confección de informes de
escuálido contenido. Procede, pues, esbozar un apresurado bosquejo de un
personaje que adquirió cierta relevancia en el encauzamiento socialdemócrata y
europeísta de la sociedad española.
Nacido en el seno de una familia
perteneciente a la pequeña burguesía ferrolana, el joven Raúl, educado por los
padres mercedarios, se trasladó a Santiago en 1952 para estudiar Derecho. De la
ciudad gallega pasó a Salamanca, lugar en el que entró en contacto con Enrique
Tierno Galván. A la sombra del Viejo
profesor, apodo que él mismo le tributó cuando el madrileño que se quería
soriano contaba con 36 años, la figura de Morodo creció dentro de un movimiento
pretendidamente desideologizado llamado funcionalismo. El traslado a Madrid del
joven era tan obligado como su contacto con algunos de los más importantes
representantes de la oposición al franquismo, entre los que destacaba el camisa vieja Ridruejo, involucrado en
los disturbios universitarios de 1956 que también dieron con los huesos de don
Raúl en la prisión de Carabanchel durante algo más de un mes. Todo ello no impidió
que con tan sólo 24 años fuera nombrado profesor encargado de la cátedra de
Derecho Político de la Universidad de Madrid.
Los movimientos políticos citados no
pasaron inadvertidos para los Estados Unidos, que pronto trataron de embridar a
un colectivo marcadamente anticomunista, por más que alguno de sus integrantes
coqueteara con grupos afines a Moscú. La estructura empleada para tal efecto
fue el Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC), que pronto contactó, por
diferentes vías, con Ridruejo, pero también con Laín, Marías, Aranguren o José
Luis Sampedro. Establecidos los contactos, las corrientes antisoviéticas
alternativas al franquismo se dieron cita en 1962 en el célebre Contubernio,
tras el cual se estableció un Comité español del CLC, que trató de ampliar su
radio de influencia. El grupo de Tierno, que ya había formado parte, junto a
Satrústegui y Miralles, de la donjuanista Unión Española, se ajustaba a los
objetivos trazados desde la sede parisina que vigilaba las cosas de España.
En diciembre de 1962, el secretario
de Comité español del CLC, Pablo Martí Zaro, escribió a Pierre Emmanuel para
informarle de un fortuito encuentro callejero con Morodo. Durante la breve
conversación, el gallego mostró el interés de Tierno por ser admitido en el
Comité. De ser rechazado, Tierno, ya bien relacionado con la universidad de Río
Piedras, en Puerto Rico, barajaba la posibilidad de articular una organización propia. Superados los primeros
recelos, el Viejo profesor fue
admitido en la citada estructura, y con él llegó su estrecho colaborador. La
generosidad norteamericana -2000 francos franceses- permitió a Raúl Morodo publicar
el libro Estado liberal y estado social
de derecho, integrado en el sistema de bolsas de viaje y de libros
desplegado. De este modo entró en contacto nuestro protagonista con dineros
americanos canalizados por la Fundación Ford y entregados por el Banco Urquijo,
dato que se conoció públicamente en 1967, pero que el colectivo beneficiado, según
confesión hecha por Morodo a quien firma este artículo, en el curso de una entrevista
concedida el 30 de septiembre de 2013, ya sospechaba. Según sus propias
palabras, el origen de aquellos viáticos: «tampoco interesaba mucho…»
Superada la crisis con un cambio de
nombre de aquellas instituciones, Morodo se integró en Seminarios y Ediciones, sociedad
anónima que debía dar continuidad a una serie de actividades que
ideológicamente contribuyeron a la concepción de una España autonómica y
federalista. De hecho, el ferrolano, que a mediados de esa década comenzó a
visitar las universidades americanas, participó en Madrid en una reunión
dedicada a las «comunidades diferenciadas», rótulo acuñado por
Tierno. Durante los días 6 al 8 de junio de 1969 comparecieron, por parte
catalana: Benet, Ernest Lluch, Marià Manent, Jordi Maragall, Jordi Pujol,
Mauricio Serrahima; por el País Vasco: José María Lasarte y Carlos Santamaría;
por Galicia: García Sabell y Ramón Piñeiro; por Valencia: Vicente Ventura, por
Madrid: Pedro Altares, José María de Areilza, Carlos María Brú, Eduardo Cierco,
Paulino Garagorri, Pedro Laín, Julián Marías, Antonio Menchaca, Raúl Morodo,
Prados Arrarte, Enrique Ruiz García y Dionisio Ridruejo.
A
finales de la década comenzó a recuperarse el viejo proyecto iberista, coartada
perfecta para la implantación de un modelo federal en el que España se
ajustaría, de algún modo a Castilla, liberando los Países Catalanes,
Vascongadas y Galicia, que podrían constituirse en partes formales de una tal
federación. Junto a esta dimensión ibérica se siguió cultivando el europeísmo,
hasta el punto de barajarse la constitución de un Comité español para las
Relaciones Culturales Europeas, que presidiría Fernando Chueca Goitia, y al
cual fueron invitados a sumarse personalidades como: Ruiz-Giménez, el jurista
José María Villaseca Marcet, el miembro de Acción Democrática, Jaime García
Añoveros, Ramón Piñeiro, Domingo García Sabell, Paulino Garagorri, Eduardo
Chillida y… Raúl Morodo.
Sirvan
estos trazos biográficos para completar el retrato de quien, ya integrado en el
nuevo socialismo hispano, trocó el proyecto gringo por otro de perfiles
tropicales, cuyas ramificaciones acaso conozcamos en un futuro, si el contexto
geopolítico así lo quiere.
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