La Gaceta de la Iberosfera, 22 de noviembre de 2020:
Réplica a un heredero de Casiodoro de Reina y
Cipriano de Valera
La
publicación, la pasada semana, de mi artículo, «El
enemigo son los pastores protestantes», ha suscitado la
inmediata protesta de un lector llamado Iñaki Colera que, en un mensaje enviado
a la dirección de La Gaceta, denuncia
mi absoluto desconocimiento acerca de la labor del ILV. En un mensaje
luteranamente apologético, el señor Colera,
pastor y biblista al cabo, afirma que el catolicismo no tiene el monopolio de Hispanoamérica,
ni siquiera de España. El protestante don Iñaki, prosigue informándome de que,
por su condición religiosa, es heredero de Casiodoro Reina y de Cipriano de
Valera, antes de aclararme que la persecución, la estigmatización y el intento
de eliminarles físicamente, «no hace que seamos menos españoles, que no amemos
a España y no nos sintamos orgullosos de su historia y detestemos la Leyenda
Negra, pero sin caer en la Leyenda "Rosa"». Concluye don Iñaki, que cierra su mensaje con un lamento
–«una pena»-, diciendo que «nos habría ido mucho mejor si, en lugar de ser más
papistas que el Papa y desangrarnos por la ingrata Santa Sede, hubiéramos
aceptado la Reforma protestante, que habría tenido un sabor hispano, menos racista
y más amable, de haber sido liderada, por ejemplo, desde la universidad de
Salamanca». Procede, pues, responder a quien se ha tomado tamaña molestia.
Y
lo haremos dándole la razón cuando sostiene - ¿acaso alguien ha afirmado lo
contrario?- que el catolicismo no tiene el monopolio de Hispanoamérica ni de
España. Cabe, no obstante, recordarle que la actual configuración de la parte
hispana del llamado Nuevo Mundo obedece a determinaciones históricas que, en el
espiritual caso que nos ocupa, remiten al Patronato de Indias, concesión del
Papado –podríamos preguntarnos si a finales del XV España fue papista o Roma
fue hispanista- a unos monarcas convertidos poco menos que en sus vicarios. Fue
precisamente la perspectiva católica a la que se atuvieron los españoles, sin
que ello impidiera los excesos, la que permitió un mestizaje, no exento de
racismo, y una integración de la
población nativa, de la que no hay rastro en las tierras holladas por los
protestantes. Huelga recordar a nuestro interlocutor aquellas palabras incluidas
en las Leyes Nuevas, que venían a dar continuidad a disposiciones previas, que
afirman que los indios debían ser tratados «como vasallos nuestros de la Corona
de Castilla, pues lo son». Emplazamos al refomista Colera a encontrar un texto
legal coetáneo dentro del marcadamente racista mundo luterano, cuyo
antisemitismo contrasta con una España que permitió el tránsito de los hebreos
al credo católico sin que el aspecto físico fuer para ello un obstáculo.
Antes
de referirnos al ILV, no podemos menos de asombrarnos ante la apelación, por
parte de quien se arroga la herencia de Casiodoro de Reina y de Cipriano de
Valera, a la Universidad de Salamanca como solución que pudo ser y no fue, de
los males religiosos hispanos. Sorprende la elección de tal lugar, pues fue
precisamente la llamada Escuela de Salamanca, con el aristotélico Francisco de
Vitoria a la cabeza, la que avaló la continuación de la conquista, tan terrenal
como espiritual, del Nuevo Mundo.
Sea
como fuere, el mayor peso de la crítica de Colera recae en el tratamiento que
di al ILV, organización que, a sus ojos, solo ha llevado a Hispanoamérica una
carga de bondad. En el artículo me apoyé en el fino y precoz olfato del
franciscano Buenaventura Uriarte, que supo detectar intereses menos elevados de
aquellos que preconiza el Instituto norteamericano. Su trabajo de campo se
ceñía a Perú, tierra a la que David
Stoll, antropólogo norteamericano vinculado en su
día a la institución de Townsend, dedicó varios capítulos en
su ¿Pescadores de hombres o
fundadores de Imperio? El Instituto Lingüístico de Verano en América Latina en
los que destapó las verdaderas actividades del tal Instituto. A ellos remitimos
a Iñaki Colera y a todos aquellos –bien sé a cuántos contradigo- que sostienen
que España se equivocó en Trento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario