Artículo publicado en el Blog de Carmen Álvarez Vela el 20 de septiembre de 2017
https://carmenalvarezvela.wordpress.com/2017/09/20/la-espada-y-el-pulso-catalanista-por-ivan-velez-ivanvelez72/
https://carmenalvarezvela.wordpress.com/2017/09/20/la-espada-y-el-pulso-catalanista-por-ivan-velez-ivanvelez72/
La espada y el pulso catalanista
Empujado por la velocidad con la que
se desarrolla la convulsa actualidad política de España, y respondiendo a la
amable invitación de Carmen Álvarez Vela, me dispongo a juntar unas letras
centradas en los hechos que tienen a Barcelona como escenario y a España, en su
totalidad, como afectada. La casualidad ha querido que, tras la llamada
telefónica, haya pasado por delante del Congreso de los Diputados justo cuando
se producía la escena recogida en la foto. Al pie de las escaleras enmarcadas
por los leones de bronce, animal históricamente identificado con España, un
grupo de diputados españoles integrados en diferentes partidos, posaban,
graves, ante un pelotón de fotógrafos, cámaras y algún que otro curioso que
coreaba los habituales tópicos en relación con la democracia.
La solemne imagen, transida de esa
indignación tan bien instrumentalizada por Podemos, antes de engullir a
Izquierda Unida, se producía al mismo tiempo que en Barcelona, en las sedes e
instituciones parasitadas por las sectas catalanistas para socavar la soberanía
nacional, se producían registros y detenciones ordenadas, ¡ay!, por un juez catalán
insoluble en las Tesis de Manresa que perseguían propósitos parecidos a los de
los grupos sediciosos actuales y sus corifeos plurinacionalistas avecindados
fuera de Cataluña.
Sentadas, bloqueo de accesos y toma
de las plazas han sido las previsibles reacciones de muchos de los que militan
en un movimiento tan narcisista como hispanófobo. Un movimiento que, a
diferencia de la irenista y dialogante imagen con la que trata de presentarse,
lleva implícito un alto nivel de violencia, pues sólo violentando durante
décadas la educación y
las leyes, ha podido, con la colaboración de los diferentes inquilinos de La
Moncloa, obtener la masa crítica de ciudadanos que hoy ocupan las calles
barcelonesas aferrados a unas urnas convertidas en un verdadero fetiche.
«¡Votaremos!», gritan, omitiendo en su alarido que tal votación no es sino el
anhelo de la secesión, del robo de parte del territorio nacional por parte de
unos cuantos españoles.
En tan complicadas circunstancias,
y pues se pide mi opinión, considero que el Ejecutivo debe ser, a corto plazo,
firme en el cumplimiento de las sentencias. No en vano la Justicia se
representa con una balanza y una venda en los ojos, pero también con la espada
que aporta el necesario realismo que debe caracterizar a cualquier sociedad
política que no haya decidido disolverse en las brumas del diálogo y la cesión
ante sus enemigos.
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