Artículo publicado el sábado 21 de octubre de 2017 en el Blog de Carmen Álvarez Vela:
https://carmenalvarezvela.wordpress.com/2017/10/21/el-155-comentario-a-vuelapluma-por-ivan-velez-ivanvelez72/
https://carmenalvarezvela.wordpress.com/2017/10/21/el-155-comentario-a-vuelapluma-por-ivan-velez-ivanvelez72/
El 155. Comentario a vuelapluma
Desmintiendo la más habitual
crítica lanzada sobre su acción de Gobierno, esa pereza que en las caricaturas viene
acompañada de un sofá y un puro, Rajoy anunció las primeras medidas ligadas a
la aplicación del célebre e impreciso Artículo 155 de la Constitución: la
destitución del Gobierno de la Generalidad y la convocatoria de elecciones en
Cataluña en un plazo máximo de seis meses. Sin embargo, la aplicación de tal
artículo, infinitas veces invocado y nunca puesto en marcha, desdice en gran
medida el famoso juicio arrojado sobre el pontevedrés. Acaso, y siempre en
función de ex post factum que
acompaña al análisis de toda decisión política, máxime en situaciones tan
delicadas como las que vive la Nación, la tan cacareada pereza deba ser
cambiada por otra adjetivación. De vencer el pulso, Rajoy no sería un holgazán, sino un
gobernante prudente, virtud máxima que debe acompañar a quienes toman tienen
responsabilidades ejecutivas. Sólo el tiempo, y los resultados, dirán de qué
lado cae el juicio, histórico, sobre el gobierno de Rajoy.
Sin embargo, y antes de que se
produzca el previsible contraataque de las sectas catalanistas, las arrellanadas
en escaños, pero también las que toman las calles bajo coartadas culturales, e
incluso las que se han infiltrado, hasta dominar tales áreas, en la policía
regional y en los muchos medios de comunicación subvencionados para garantizar
la adhesión antiespañola, cabe preguntarse por el alcance de las medidas
anunciadas, así como pensar en el papel que han jugado, y pueden jugar, los
partidos, PSOE y Ciudadanos, que han apoyado al Gobierno en tan delicada
decisión.
Como es sabido, tanto Ciudadanos,
convertido en los últimos días en quien más ha exhortado al Gobierno a tomar
tal decisión, como el PSOE, eran reticentes a la puesta en marcha de las
medidas anunciadas. Ambos, refinados productos de la España configurada dentro
de los calculados márgenes de la Constitución de 1978, mostraron en el inicio grandes
cautelas en relación a rozar siquiera el sagrado autogobierno catalán, fórmula
bajo la cual ha operado una deslealtad cuyo exhibicionismo ha llegado a ser
insoportable. Atraer a su causa a tales partidos fue una labor paciente que el
Gobierno hubo de emprender, y que finalmente alcanzó tras, según se ha sabido,
la promesa de unas elecciones en Cataluña que dicen mucho del oportunismo en
que se mueven ambos partidos, a los cuales, no obstante, ha de reconocérsele el
gesto responsable de no echarse al monte autonómico y terminar militando en las
filas. El nuevo tiempo que ahora se abre, parece reforzar a Ciudadanos, pero
está por ver cómo afecta a un PSOE sanchista tan dependiente de un PSC
tornadizo cuya estructura interna puede resquebrajarse.
Mientras se despejan estas
incógnitas, más allá de las escaramuzas partitocráticas, con las calles tomadas
por las organizaciones parapolíticas que han servido como plataformas para que
elementos tan fanatizados como la señora Forcadell sienten sus reales en los
más distinguidos hemiciclos, apenas dos horas nos separan de la respuesta de
Puigdemont al anuncio del Gobierno. Por ello, y en una situación tan
vertiginosamente cambiante como la actual, tan sólo cabe esbozar un mero
comentario, al modo de un apresurado arbitrista trasladado al siglo XXI, en
relación a la puesta en marcha de unas medidas nunca aplicadas.
En este sentido, y pues entendemos
que los males que padece Cataluña, hoy amenazada por una serie de facciosos que
pretenden hurtar una parte del territorio nacional al resto de sus
compatriotas, son el producto de las políticas catalanistas toleradas e incluso
financiadas por los sucesivos inquilinos de La Moncloa, consideramos que las acciones
deben no sólo ser profundas y firmes, sino también continuadas en el tiempo.
Más allá de detener el que ha sido unánimemente calificado como golpe de
Estado, la crisis actual, que puede entenderse como una oportunidad de
regeneración nacional, debería servir para algo más que para neutralizar a los
criminales. En tal sentido, tal nos parece, la medida de más profundo y
prolongado calado que debiera tomar un Gobierno cuyo horizonte se sitúe más
allá de la siguiente cita con las urnas, debiera ser la intervención en un
sistema educativo capaz de hacer hablar a sus más iluminados propagandistas en
nombre de un «pueblo catalán» que no es sino pueblo catalanista cuyos objetivos
depredadores son incompatibles con la existencia de la Nación española.
No hay comentarios:
Publicar un comentario