La Gaceta. Domingo 18 de diciembre de 2016:
http://gaceta.es/ivan-velez/forcadell-farsa-martirologio-19122016-0724
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Forcadell. Farsa de un martirologio
Horas
después de que Carme Forcadell declarara ante el Tribunal Superior de Justicia
de Cataluña, apareció en TV3, principal altavoz del independentismo catalán, un
dibujo en el cual se veía a la presidenta del parlamento regional catalán
envuelta en una bandera estelada, con una corona de espinas ciñendo sus sienes,
de las que brotaban, cuatribarrados, hilos de su sangre catalana. La imagen ha
llamado la atención por sugerir una suerte de martirologio, el pretendidamente
sufrido por la tarraconense, quien se expone a una simple inhabilitación por
haber permitido actos prohibidos en la institución que con indisimulada
deslealtad a la Nación española, preside.
La
mañana del viernes 16 de diciembre había comenzado con la medida puesta en
escena callejera habitual cuyos objetivos son al menos dos: el puramente
propagandístico, que busca dar la mayor visibilidad posible al movimiento
secesionista, empleando para ello recursos y métodos cinematográficos; y, otro
de carácter más cortoplacista y práctico, la coacción a los jueces. Así las
cosas, la lenta procesión hacia el tribunal que los más arriscados catalanistas
perciben como un aggiornado Gólgota, tuvo los componentes y protagonistas
habituales de estas escenificaciones que los medios recogen al detalle acogidos
al sacrosanto deber de informar. Rodeados por una turba de afines pertrechados
de banderas astrales, la azul virginal de la Unión Europea y la que aúna a los
sediciosos, pudo verse a los más conspicuos representantes de las diferentes
sectas catalanistas, incluido Franco. Franco Rabell, se entiende. No faltaron,
alzadas, las varas de mando de algunos ediles catalanes. Al cabo, el factor
rural y costumbrista tiene un decisivo peso en un movimiento firmemente
vinculado al terruño, a la tierra, cultivada o culta, metáfora en la que se
inspira el Mito de la Cultura bajo cuyo patrón se pretenden delimitar las
nuevas naciones de la Europa de los pueblos heredera del racismo eclipsado tras
la caída de la Alemania nazi.
Minutos
después de su entrada en el Tribunal, apenas media hora en la que la Forcadell
sólo respondió a las preguntas de su abogado, esta abandonaba el edificio para
seguir con fidelidad el guión cuidadosamente redactado. Era el momento de
buscar de nuevo la colaboración de los habituales y subvencionados voceros.
Así, de entre las soflamas pronunciadas, podemos destacar esta: «No se puede
perseguir por la vía penal el debate de las ideas», afirmación que vino
acompañada de la habitual acusación: la española no es una verdadera
democracia. Se alcanzaba de este modo el clímax de la ceremonia que dejaba en
el aire las grandilocuentes palabras salidas del enjuto cuerpo de quien
presidiera un colectivo que se arroga la representación de la sociedad civil
catalana, la Asamblea Nacional Catalana, autodefinida como «popular, unitaria,
plural y democrática que tiene por objetivo recuperar (sic) la independencia
política de Cataluña».
Las
palabras de nuestra compatriota Forcadell, burdo y lacrimógeno subproducto del
catalanismo, muestran una vez más hasta qué niveles de refinamiento han llegado
los ideólogos que nutren su tramposo discurso, los fabricantes profesionales de
la basura ideológica que con tanto deleite manejan los elegidos para guiar a la
fanatizada grey que consume el pasto hispanófobo convenientemente administrado
desde multitud de instituciones y expendedurías varias. Sencillamente, porque,
en el caso que nos ocupa, tratar de tergiversar de un modo tan victimista la
acusación por la que ha debido comparecer ante los jueces tratando de hacerla
pasar como una censura del debate de las ideas, es simplemente una exhibición
de desfachatez que nos recuerda a las palabras del diputado español Francesc
Homs, mentando los tanques y los matones al tiempo que anunciaba, en flagrante
petición de principio, la celebración de un referéndum que presupone lo que se
trata de alcanzar: la soberanía de Cataluña.
Este
y no otro, debiera ser el debate al que tendrían que dedicarse, si sus
entendederas todavía lo permiten, tanto Forcadell como Homs, embrutecidos
después de tantos años expuestos al discurso sedicioso fabricado en Cataluña.
Manufactura que comenzó a producirse desde inicios de los años 60, cuando
recobró impulso, primero en los debates que tanto encarecen, y después en las
instituciones y escuelas, auténtico laboratorio ideológico que moldea la
formación de las nuevas oleadas catalanistas, como bien se ha podido comprobar
recientemente tras la difusión del vídeo escolar de Cambrils.
El
espectáculo, naturalmente, continuará, pues no en vano su desarrollo viene
garantizado por el Gobierno, por los sucesivos Gobiernos ocupantes de La
Moncloa, configurados por colectivos profesionalizados de políticos que deben
su presente y futuro a los escaños desde los que mercadean con la Nación. La
obra continuará, pues ni siquiera en tiempos en los que vuelve a hablarse de
reforma constitucional nadie parece dispuesto a bajar el telón que cancelaría
definitivamente esta representación: el de la ilegalización de los partidos que
programáticamente propugnan la destrucción de España.
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