Libertad Digital, 27 de junio de 2019:
https://www.clublibertaddigital.com/ideas/historia-espana/2019-06-27/ivan-velez-lagrimas-boschianas-88183/
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Lágrimas boschianas
En el curso de una
visita a México inscrita dentro de la incesante actividad paradiplomática
catalanista, Alfred Bosch, consejero de Acción Exterior, Relaciones
Institucionales y Transparencia del gobierno de la Generalidad, ha pedido
perdón a los representantes del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) por
los excesos cometidos por los españoles hace quinientos años. El político
profesional, tan español como hispanófobo, afirmó que: «la conquista y la
colonización introdujeron una discriminación y una marginación inaceptable». En
pleno desahogo, Bosch ha instado a Pedro Sánchez a establecer «una relación más
sana entre pueblos, de igual a igual, sin síntomas de dominación, de
discriminación o de supremacismo», palabras que deben ser entendidas en clave
nacional, pues según la alucinada visión de las sectas catalanistas, la
comunidad autónoma en la que opera Bosch, al parecer, de raíces carolingias,
sufre una secular discriminación por parte de España. Al margen de la carga
teatral del acto disculpatorio, las lágrimas de cocodrilo derramadas por Bosch
buscan un objetivo que no pasó inadvertido para los representantes del INPI,
que se apresuraron a mostrarse favorables al derecho de autodeterminación de
Cataluña. Por si quedara alguna duda respecto a la atmósfera bajo la que se
celebró la cumbre descrita, Hugo Vilar Ortiz, coordinador general de los
derechos indígenas, proclamó que: «no hay nada que celebrar, sino mucho a
condenar», lema favorito de aquellos que cultivan la idea de una España,
prisión de naciones, que habría sojuzgado a los libérrimos pueblos que
armónicamente se repartían por la Península Ibérica y, posteriormente, en un
despliegue imperialista, a los que convivían en el arcádico Nuevo Mundo.
Sin embargo, este discurso,
financiado por los estados mexicano y español, que mantienen semejante
cautiverio popular, pues tanto Esquerra Republicana de Cataluña como este INPI
de reciente creación por el Movimiento de Regeneración Nacional, que da cuerpo
a un acrónimo que alude a la virgen que se venera en el Tepeyac, viven del
dinero público, choca con los datos históricos, algunos de los cuales
expondremos morosamente como respuesta a don Alfred y sus anfitriones.
Si de lo que se trata es de regresar
a la realidad existente hace medio milenio, de la que se duele Bosch, el
territorio dominado por la Triple Alianza, en cuya cúspide política y religiosa
se situaba Moctezuma, estaba marcado por una fuerte dominación que garantizaba
la tributación en forma de metales, alimentos, plumería, mantas… y seres
humanos destinados al sacrificio a los dioses zoomorfos. A ello hemos de sumar
otro desagradable factor, la existencia de numerosos esclavos que solían
desplazarse atados a unas varas largas a modo de colleras y que debían su precio
a sus cualidades personales. El talento en el baile o el cante, aumentaba su
valor en mercados como los de Azcapotzalco.
En
su Sumario de la natural historia de las
Indias, publicado en 1526 y volcado al italiano y al inglés, el cronista Gonzalo Fernández de
Oviedo, participante en la expedición de Pedrarias, describió un panorama muy
diferente a las idealizaciones cultivadas por Bosch y sus contertulios: «Las
diferencias sobre que los indios riñen y vienen a batalla son sobre cuál tendrá
más tierra y señorío, y a los que pueden matar matan, y algunas veces prenden y
los hierran, y se sirven de ellos por esclavos, y cada señor tiene su hierro
conocido; y así, hierran a los dichos esclavos, y algunos señores sacan un
diente de los delanteros al que toman por esclavo, y aquello es su señal».
De
este mundo formó parte una joven nacida cerca de Coatzacoalcos, acaso en
Olutla, perteneciente a una distinguida familia, condición que no fue obstáculo
para que fuera vendida como esclava a los mercaderes mexicas. Es muy posible
que la niña viajara por vías fluviales hasta la ciudad costera de Xicallanco,
acompañada por otros esclavos. Allí fue comprada por los mayas de Potonchan, que
se la entregaron a Cortés. Como es sabido, doña Marina no fue una simple
traductora, sino una intérprete de valor incalculable para unos españoles que
sólo pudieron sobrevivir y triunfar gracias a los pactos establecidos con una
serie de pueblos que acaso no respondan a los cánones indigenistas en los que
se miran algunos sectores de la sociedad española, como el representado por
Bosch, cultivador de un indigenismo de lejanos aromas clericales y racistas,
hoy aureolado de democratismo y concitado alrededor de la totémica presencia de
la urna.
Si
la trata de esclavos, presente también en las sociedades europeas y persistente
en la Cataluña decimonónica, formó parte del paisaje en el que unos barbudos
comenzaron a mmoverse hace quinientos años, la marginación denunciada por
Bosch, atribuida en exclusiva a los españoles, también debe ser matizada. Como
demostró el historiador mexicano Bernardo García Ramírez, algunos linajes se
adaptaron durante siglos a las cambiantes situaciones políticas. En uno de sus
estudios recientemente publicados, García Ramírez demostró que don Domingo de
Guzmán, gobernador del pueblo de Yanhuitlán tenía diez años cuando se produjo
la conquista española de su tierra. Este fue el motivo de que su nombre
original -Xa Ñuhu (Siete Mono)- se hispanizara después de que sus antepasados
fueran sometidos décadas antes por los mexicas. Todo ello no impidió que sus
descendientes mantuvieran el poder local, cuyas raíces se hunden en el siglo
IX, durante el virreinato al menos hasta mediados del siglo XVII.
Muchos
son los argumentos que podrían enfrentarse a las manifestaciones comentadas,
sin embargo, resultarían estériles ante un Bosch que sólo busca erosionar la
imagen española en una nación que tiempo ha tenido -más de dos siglos- de
integrar a los pueblos indígenas y que mal haría en exacerbar las diferencias
entre mexicanos para alimentar un divide
et impera que haría las delicias de potencias que no tienen problema
indigenista alguno, pues en su día actuaron bajo un lema genocida: «el único
indio bueno es el indio muerto».
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