Artículo publicado el domingo 1 de mayo de 2018 en Libertad Digital:
https://www.libertaddigital.com/opinion/ivan-velez/en-la-muerte-de-cesar-alonso-de-los-rios-84993/
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En la muerte de César Alonso de los Ríos
«La utilización del talante era un
modo de reducir lo político o lo religioso a lo psicológico». Las palabras reproducidas
formaron parte de Yo tenía un camarada.
El pasado franquista de los maestros de la izquierda (Ed. Áltera, Madrid
2007), libro cuyo título procede de la célebre versión falangista de una
canción alemana homónima compuesta contra Napoleón. La obra de César Alonso de
los Ríos, apareció un año después de que lo hiciera una recopilación de artículos
titulada Yo digo España. Ambos
volúmenes se insertan en aquellos lejanos días en los que el talante, cuyo
precedente teórico situó Alonso de los Ríos en la obra del ideólogo José Luis
López Aranguren, era la energía que nutría al por entonces presidente del
Gobierno, el mismo que dejó para los anales una frase: «España es un concepto
discutido y discutible». Yo digo España
fue la respuesta que el palentino dio a los cultivadores de la elusiva fórmula
«Estado español».
Nacido meses antes del estallido de
la Guerra Civil, durante su infancia recibió la impronta del jesuítico Colegio
de San Zoilo en el mismo Carrión de los Condes donde en 1963 echara a andar la
primera encuesta sociológica que sirvió para ir implantando en España la
tecnología necesaria para la cristalización de una democracia de mercado
trazada bajo los patrones del anticomunismo. Educado en semejante ambiente, no
es de extrañar que don César acabara formando parte del monarquizante, antifranquista
y anticomunista Frente de Liberación Popular, hecho que le condujo a prisión un
año antes de que Aranguren, José Luis Sampedro y Ramón Tamames pusieran en
marcha la encuesta de Carrión bajo la atenta mirada y los socorridos dineros
del Congreso por la Libertad de la Cultura. El anticomunismo se decía de muy
diferentes, en gran medida, jesuíticas formas.
Tras su breve paso por la cárcel,
la pluma de Alonso de los Ríos formó parte de revistas pertenecientes al
entorno de los grupos aludidos, como Cuadernos
para el Diálogo o Triunfo, publicación
en la que llegó a figurar como redactor jefe. Por lo que respecta a su
trayectoria política, el desengaño sufrido tras su paso por el Felipe, no impidió que nuestro hombre,
fallecido en el día de hoy, se afiliara al PCE, que ya había dado su viraje
hacia un Eurocomunismo compatible con la estructura de comunidades
diferenciadas que se había fraguado en distinguidos salones. Siempre moviéndose
en ambientes tan culturales como periodísticos, la evolución de César Alonso de
los Ríos no podía derivar hacia otros lugares que no fueran los de la
socialdemocracia de ribetes federalizantes y aliento germánico, representada
por el nuevo PSOE, aquel que arrumbó a Llopis y abrió las puertas de la Moncloa
a Felipe González. Fue, sin embargo, durante la apoteosis del socialismo
español, cuando el periodista comenzó a distanciarse del partido del puño y la
rosa. Privilegiado conocedor del pasado de muchos de los próceres de la
democracia que comenzó a rodar durante la Transición, Alonso de los Ríos abrió
una nueva fase profesional que sumó a sus artículos en El Independiente, El Sol
o ABC, una serie de títulos, las ya
aludidos, a las que hemos de añadir sus trabajos sobre Tierno Galván, o su
libro La izquierda y la nación. Una traición políticamente correcta.
En todos estos libros, César Alonso
de los Ríos, firmemente comprometido con la defensa de la Nación, fue
desvelando algunos de los secretos mejor custodiados por algunos de los
protagonistas de la transformación interna del franquismo. Así, las máscaras confeccionadas
por hombres como Aranguren, Ridruejo, el Padre Llanos, Laín y, sobre todo,
Tierno, con el objeto de ajustar sus biografías a los nuevos cánones, fueron
cayendo, dejando asomar una incómoda verdad.
Vaya desde aquí este
modesto homenaje al hombre que hoy nos ha abandonado.
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