Artículo publicado el 3 de mayo de 2018 en Libertad Digital:
https://www.clublibertaddigital.com/ideas/sala-lectura/2018-05-03/ivan-velez-la-verdad-y-las-tres-negaciones-sobre-tierno-galvan-85010/
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La verdad (y las tres negaciones) sobre Tierno Galván
«Ni era hijo de agricultor, ni era
republicano, ni era socialista revolucionario». Estas tres negaciones forman
parte de la introducción de La verdad
sobre Tierno Galván (Madrid 1997), obra del recientemente fallecido César
Alonso de los Ríos. El libro vio la luz una década después de la desaparición
de Enrique Tierno Galván, y supuso uno de los primeros rasguños que comenzaron
a erosionar, para aquellos que quisieron estar al loro, la figura del venerado Viejo
Profesor (VP), apodo que acuñó Raúl Morodo cuando Tierno tenía 36 años.
Un lustro antes, VP había dado a la
imprenta un calculado autorretrato cuyo título contenía altas dosis de
elocuencia. Cabos sueltos, en efecto,
constituyó un minucioso trabajo de cosmética en el cual Tierno confeccionó una
máscara repleta de claroscuros, omisiones y medias verdades, algunas de las
cuales mostraban los complejos y ambiciones de quien se presentaba como un
sabio despistado. El texto de César Alonso de los Ríos comienza por el final,
es decir, por el multitudinario entierro por el que transitaron, primero la carroza
Imperial de pompas fúnebres de Barcelona, y después un Dodge, vehículo que
depositó su fúnebre carga en el Cementerio de la Almudena. El hombre que había
adquirido la forma cadavérica fue despedido por que paladeaban las barrocas
formas de sus bandos municipales, pero también por los que se acogieron al
estridentismo de la Movida. La idea de escribir o, por mejor decir, reescribir
la biografía de aquel hombre, brotó como
idea dentro de esa ceremonia luctuosa.
Era preciso, pues, buscar un orden
cronológico, y ello llevó al primer cabo suelto. Pese a que en la obra de
Tierno hay una constante alusión a su origen soriano y campesino, lo cierto es
que VP no había visto sus primeras luces en Valdeavellano de Tera, y ello a
pesar de que don Enrique llegó a solicitar al párroco de la localidad un
certificado de buena conducta. Tierno no había nacido «accidentalmente en
Madrid», según su propia confesión, sino en la muy urbana Madrid, en el seno de
una familia alejada de arados y besanas. Nieto del capitán Julián Tierno Gómez,
muerto por paludismo en Cuba, su padre fue el sargento Alfredo Tierno, también
combatiente en la isla, mérito por el cual obtuvo condecoraciones, pensiones, y
una plaza en las oficinas de la Capitanía General de la Primera Región. Ello
determinó que el niño naciera en un piso de la Calle Calvo Asensio, y que
pudiera formarse, tardíamente, en el Instituto Cisneros. También que en 1937
fuera movilizado por el bando republicano, encontrando acomodo en el Centro de
Reclutamiento e Instrucción Militar del Paseo de María Cristina. Incapaz de
encontrar documentación que acreditara su militancia, conocedor del personaje,
Alonso de los Ríos concluye: «Pienso que, al igual que no cogió un fusil,
tampoco cogió carné alguno. Su actitud es la de un espectador que se dedica lo
menos posible al hecho bélico y a la confrontación ideológica». Las dudas
acerca de la adscripción política de Tierno crecen si se tiene en cuenta que
durante la guerra se produjo la detención y encarcelamiento del padre, el
hermano y su mejor amigo, sospechosos de pertenecer a la quinta columna. Sea
como fuere, Tierno, que trató posteriormente de pasar por vencido, tras
terminar brillantemente la carrera de Derecho, leyó su tesis dirigido por el
tradicionalista Elías de Tejada, y ganó la plaza de jefe de negociado del
Ministerio de Educación Nacional, obteniendo así la estabilidad ligada al
funcionariado del régimen franquista.
Asiduo de la Revista del Instituto de Estudios Políticos, Tierno mantuvo
relaciones con un amplio espectro de personalidades que se movían dentro de un
régimen en absoluto homogéneo ideológicamente. Fue a partir del decisivo 1953,
cuando comenzó a adquirir relevancia gracias a su plaza en la Universidad de Salamanca,
regida por Antonio Tovar. Desde allí comenzó a trabajar a propósito de las
comunidades y adquirió un perfil más político tras fundar la Asociación Funcionalista para la
Unidad de Europa. En este sentido, la década se cerró con su asistencia a la
famosa cena del hotel Menfis en la que se presentó Unión Española organización
impulsada por Joaquín Satrústegui y Jaime Miralles. Estos movimientos no
pasaron inadvertidos para los Estados Unidos, que ya habían puesto los ojos en
la anómala –anticomunista, pero no democrática- España. Alonso de los Ríos aporta
un interesante dato al señalar que Arthur Whitaker, profesor de Historia
Latinoamericana de la Universidad de Pennsylvania, envió un informe al Consejo
de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos, en el que habló del
«funcionalismo» de Tierno, término pretendidamente neutro pero atractivo.
Whitaker señalaba también el anticomunismo que unía a Franco, la Unión Española
y el grupo de Dionisio Ridruejo con el que Tierno ya había establecido
relaciones. Biográficamente ajeno al mundo rural, VP fue asiduo vendimiador, es decir, habitual
visitante de universidades americanas, muy interesadas en las derivas
ideológicas del franquismo.
A principios de los 60, en España
existía ya una oposición al franquismo. Un colectivo que se hizo visible en
Múnich en 1962, ciudad a la que no llegó la personalidad corpórea de don
Enrique, sino una epístola que en cierto modo anticipaba los bandos que tanta
popularidad le dieron tras alcanzar una alcaldía cuyos cimientos se fraguaron
en los círculos que se reunieron en la ciudad bávara. A esas alturas, Tierno había
virado del monarquismo a un socialismo que contó con los generosos auspicios
del Congreso por la Libertad de la Cultura, organización que se fijó pronto en
nuestro personaje. Inmerso en esos ambientes, tras su separación de la cátedra
en 1965, Tierno lo apostó todo a los socialismos, es decir, al PSOE exiliado en
Toulouse primero, y al financiado por Alemania después. La plataforma desde la
que operó fue el Partido Socialista Popular (PSP), cantera de socialdemócratas
que hicieron carrera posteriormente tras ver cómo la vía monárquica
donjuanista, con la que tanto coquetearon, se agotaba.
Tras el fracaso de su
intento más ambicioso, acaparar el socialismo español por medio del Partido
Socialista del Interior, al que le faltó el apoyo de un sostén sindical, Tierno
se ajustó a la última de las negaciones que desgranara Alonso de los Ríos.
Asistente bajo un embozo marxista a cenáculos en los que tenía gran
protagonismo un PCE cada vez más alejado del estalinismo, Tierno terminó, tras
su paso por la Junta Democrática, por integrarse en el partido ganador, el PSOE
que asumió las deudas de su aventura política. Muerto Franco, recuperó su plaza
universitaria y, en palabras de César Alonso de los Ríos, «representó su papel
a la perfección», hasta el punto de constituir un icono madrileño impermeable a
la verdad que el escritor palentino desveló hace más de tres décadas en la obra
que hemos evocado
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