Artículo publicado el 23 de agosto de 2018 en Libertad Digital:
https://www.clublibertaddigital.com/ideas/historia-espana/2018-08-23/ivan-velez-bunbury-y-su-hijo-de-cortes-85839/
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Bunbury y su «Hijo de Cortés»
No me
digas hijo de Cortés
ni de
Aguirre ni de Pizarro,
no somos
parientes lejanos
O, en
todo caso, tan emparentados
como un
italiano
con
Calígula o Nerón.
Con
estos versos comienza la canción «Hijo de Cortés», incluida en Palosanto, disco grabado en Los Ángeles
en 2013. Su autor, el músico español, ex líder de Héroes del Silencio, Enrique Ortiz
de Landázuri Izarduy, vulgo Enrique Bunbury (Zaragoza 1967). Ídolo en México, Bunbury
no pudo sustraerse a la tentación de tratar a propósito de Hernán Cortés. Un
tratamiento que, tal y como era de prever, se movió dentro de los estrechos
márgenes negrolegendarios propios de la industria a la que pertenece el
cantante maño. Ello explica el hecho de que Bunbury trate de establecer un
artificioso corte histórico que le distancie de Cortés, pero también de Aguirre
y de Pizarro, personajes que, en un burdo paralelismo, considera tan lejanos a un
español como lo son Nerón y Calígula de un italiano. Más allá de tal pirueta, la
elección de los dos emperadores romanos, no parece en absoluto inocente.
Equiparar a Hernán Cortés con tan sanguinarios gobernantes, habla a las claras
de la visión que de don Hernando tiene don Enrique, quien probablemente ignore
que Cortés, con quien más se ha comparado históricamente ha sido con el
emperador Julio César. Y es que, en este caso, los paralelismos son más fáciles
de establecer, pues ambos narraron sus propias hazañas bélicas. El primero en
Las Galias y el segundo en una Nueva España que replicó las instituciones
peninsulares, muchas de ellas herederas del Imperio romano. Guste o no, un
español, y Bunbury lo es, está mucho más cerca de Hernán Cortés, que un
italiano de Calígula o de Nerón.
El
segundo tramo de la canción plantea paralelismos semejantes. En esta ocasión,
los invocados, quizá por mirarse en el espejo cortesiano que cree manejar
Bunbury, son nada menos que Fujimori y Pinochet. Huelgan las explicaciones del
porqué de tales comparaciones:
No me
digas hijo de Cortés,
ni
confundas pueblo y soberano,
igual
que un chileno o peruano
no tiene
por qué ser hermano
de
Fujimori o Pinochet.
Destaca
también en esta estrofa su segundo verso, pues en él, Bunbury nos advierte
sobre la diferencia entre «pueblo» y «soberano». El autor de «Hijo de Cortés»
salva en ella al «pueblo», sea ello lo que fuere, y concentra el mal en
determinadas figuras individuales que, por alguna razón, están desconectadas de
ese «pueblo» que abarrota los estadios para ver a los deportistas populares o a
los artistas pop que igual brindan con chelas que con pisco, pues tal brindis adereza
el tema que andamos analizando.
No me
digas hijo de Cortés
ni de
Isabel “la marrana”
yo no
nací en su cama,
ni la
Malinche me dio de mamar,
ni tengo
por qué ocultar
que en
esta tierra
tengo mi
hogar.
Así reza
la penúltima estrofa, por la que desfilan tanto Isabel la Católica como la Malinche. En el caso de la primera, el
calificativo de «marrana» lanzado por Bunbury no parece tener que ver con el
hecho de que a los judeoconversos españoles se les llamara «marranos»,
acusación que pondría en un brete de perfiles antisemitas a nuestro cantante,
sino por una cuestión mucho más vulgar y escatológica. Todo parece indicar que
el marranismo isabelino está emparentado con esa leyenda según la cual, la
reina Isabel prometió no cambiarse la camisa hasta que no conquistase Granada,
frase de la que no hay evidencia documental alguna. Muy al contrario, sépalo o
no nuestro autor, la reina destacó por su pulcritud, hasta el punto de ser
recriminada por ello por su confesor, fray Hernando de Talavera. Pero aún hay
más, pues aunque Bunbury reniega de Isabel I de Castilla, lo cierto es que la
posibilidad del éxito logrado allende el Atlántico por el artista zaragozano, se
debe en gran medida a algunas de sus iniciativas. El mestizaje, tan elogiado
por la progresía más rigorista, debe mucho a aquella mujer nacida en Madrigal
de las Altas Torres, pues fue ella quien incluyó estas voluntades proteccionistas
en su testamento:
«Y
no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus
personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados, y si
algún agravio han recibido, lo remedien»
Fue
también Isabel la Católica, la
primera persona que se preocupó por los derechos de los indios, al ordenar que estos
continuaran siendo propietarios de las tierras que les pertenecían antes de la
llegada de los españoles. A ella también se debe un decreto que prohibió la
esclavitud de los naturales, dando al traste con el proyecto esclavista de
Cristóbal Colón. En cuanto a la incorporación a la letra de la Malinche, es
evidente que se trata de otro oportunista guiño a cierto sector del público
mexicano, aquel que considera a doña Marina una traidora a un México que,
sencillamente, no existía como unidad política cuando la esclava fue entregada
por los totonacas a Hernán Cortés. La nación mexicana, pese a quien pese, es
más hija de Cortés que de Moctezuma, personaje que desfila también por la
canción:
No me digas hijo de Cortés,
no digas más palabrotas,
que Moctezuma jamás se vengó
de este vuestro hermano sincero o idiota
enterremos de una vez el rencor
que es muy mal consejero.
El broche, de tono conciliador,
aparece antes del último brindis con el que se cierra la canción. El rockero
insiste, sin embargo, en sacudirse lo que para él es una palabrota. Al cabo,
hijo de Cortés parece sonar en sus oídos igual que hijo de puta. Sin embargo, y
a pesar de que Bunbury reniega del linaje cortesiano, lo cierto es que su éxito
debe mucho a algunos acontecimientos que corrieron paralelos, cuando no fueron
protagonizados, por Cortés. Entre ellos cabe destacar que en el trascendental
año de 1492, Antonio de Nebrija publicó su Gramática
castellana, obra dedicada al idioma en el que se desenvuelve Enrique
Bunbury, aclamado en aquellas tierras que un día integraron el Imperio español
a cuya ampliación contribuyó más que nadie Hernán Cortés, hombre que puso las
bases de lo que no por casualidad se llamó Nueva España.
3 comentarios:
Esta canción fue compuesta originalmente como un poema o una carta o un desahogo ...
NO ME DIGAS HIJO DE CORTÉS,
NI DE AGUIRRE ,
NI DE PIZARRO.
NO SOMOS PARIENTES LEJANOS,
O, EN TODO CASO,
TAN EMPARENTADOS,
COMO UN ITALIANO
CON CALÍGULA O NERÓN.
NO ME DIGAS HIJO DE CORTÉS,
NI JUZGUES A UN PUEBLO
POR SU SOBERANO.
IGUAL QUE UN CHILENO,
O UN PERUANO,
NO TIENEN PORQUÉ
SER PRIMOS CERCANOS
DE FUJIMORI O PINOCHET.
NO ME DIGAS HIJO DE CORTÉS,
NI DE ISABEL LA MARRANA.
YO NO NACÍ DE SU CAMA,
NI LA MALINCHE ME DIO DE MAMAR.
NO TENGO PORQUÉ,
TAMPOCO OCULTAR,
QUE EN ESA TIERRA
TENGO MI HOGAR.
NO ME DIGAS HIJO DE CORTÉS.
NO DIGAS MÁS PALABROTAS,
QUE MOCTEZUMA JAMÁS SE VENGÓ,
DE ÉSTE, VUESTRO HERMANO SINCERO.
ENTERREMOS, DE UNA VEZ, EL MALDITO RENCOR,
QUE ES MUY MAL CONSEJERO.
BRINDEMOS CON CHELAS, CON PISCO Y CON RON,
Y NO HAGAMOS DE LA HISTORIA UN FRAUDE,
DE TIERRA DE FUEGO, HASTA RÍO GRANDE,
A SU SALUD!
Un análisis demasiado puntilloso para un desahogo artístico.
El desahogo da la casualidad de que casi siempre va en la misma dirección.En genreral vulgar y de efectismo reiterativo, por cierto. Se entiende que está dirijido a las masas y no hace falta pedir más..
El que manda, manda..
Saludos
El desahogo da la casualidad de que casi siempre va en la misma dirección.En genreral vulgar y de efectismo reiterativo, por cierto. Se entiende que está dirijido a las masas y no hace falta pedir más. ideandando.es/que-fue-la-caida-de-constantinopla/
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