El Debate 23 de febrero de 2019
https://eldebate.es/politica-de-estado/banderas-bicolores-sobre-lienzo-20190223
https://eldebate.es/politica-de-estado/banderas-bicolores-sobre-lienzo-20190223
Banderas
bicolores sobre lienzo
Hace exactamente siglo y medio, el
pintor italiano Achille Battistuzzi terminó su obra Vista de la finca de Manuel Girona a Sarriá, óleo conservado
actualmente en el Museo de Historia de Barcelona. Un molino de viento junto a
un palacete amansardado, centran la composición en la que un surtidor de agua
opera como eje vertical y la montaña de Montjuich como horizonte. Destaca
también, en el tercio izquierdo, la presencia de una bandera española que ondea
sobre lo que parece un pabellón con cubierta de madera a la orilla de un lago
en el navega un pequeño velero. Recién llegado de su Italia natal, el
virtuosismo de Battistuzzi llamó la atención de una clientela tan distinguida
como Manuel Girona, miembro destacado de una poderosa saga dedicada en origen
al negocio textil al que tanto favoreció la llegada del Borbón hoy vilipendiado
por gran parte del catalanismo más hispanófobo. La muy catalana institución del
hereu favoreció la creciente
acumulación de capital familiar que ya en la segunda mitad del XIX había
diversificado sus actividades.
Hombre de gran presencia en la vida
financiera, fundador del Banco de Barcelona, el primero del Estado, autorizado
en 1844, pero también cultural de la Barcelona de su época, Manuel Girona
extendía su poder hasta la capital de España, allí donde tenía gran peso el
grupo catalán en el que figuraban apellidos tan sonoros como Güell,
Ferrer-Vidal, Serra, Muntadas o Jover. En muchos de aquellos sonoros clanes se
apoyaron diversos gobiernos nacionales. En concreto, Manuel Girona y Agrafel, que fue alcalde de su
ciudad con la restauración borbónica, ocupó desde 1885 el cargo de senador
vitalicio por el Partido Conservador.
Madrid era, lógicamente, el lugar
desde donde se tomaban las decisiones más importantes, incluidas las
relacionadas con el Caribe, en las que tantos intereses catalanes estaban en
juego, y a las que los Girona no fueron ajenos. Prueba de ello es el hecho de
que en 1876, el Banco Hispano Colonial, que Manuel había fundado junto a su
hermano Jaime, apoyó económicamente al gobierno conservador con un empréstito
para la pacificación de Cuba. Fue en ese contexto bélico de trasfondo económico
y arancelario en el cual otros pinceles, los de Ramón Padró, sirvieron para dar
forma, en 1872, a otra obra pictórica: «Embarque de los voluntarios catalanes
en el puerto de Barcelona». En ella, los muchachos catalanes, el colectivo
español más grande que abandonó la península para defender la causa nacional,
pero también la del mundo en el que se movió Girona, lucen barretinas coloradas
que destacan sobre la vestimenta blanca que abarrota una barca de cuyo mástil
cuelga una bandera inequívocamente bicolor. Las dos pinturas se unen a una
larga lista en la que destaca la presencia de la señera nacional vinculada a
unos catalanes que sólo empezaron a repudiar, en parte, esos colores, muchos
años más tarde. Basta citar entre ellas el cuadro del pintor gerundense
Francisco Sans Cabot dedicado a la batalla de Tetuán, con Juan Prim como
protagonista, o el fresco del pintor barcelonés Eduardo Llorens Masdeu, en el
que se plasma el embarque de los voluntarios catalanes para la guerra de Cuba
en 1869, que decora el palacio de Sobrellano, en la Comillas en la que nació el
mismo Antonio López que, una vez enriquecido en Cuba, se estableció en
Barcelona para entablar estrechas relaciones con gentes como Girona. Presente
en la vía pública hasta que su estatua fuera mandada retirar por Ada Colau, debido
a sus negocios esclavistas, compartidos con gran parte de los hombres que
engrandecieron la Ciudad Condal, López, cuyo pecado original fue su origen
montañés, ha sido el primero al que se le ha aplicado una damnatio memoriae tan grotesca como esa que ahora ha eliminado la
denominación Príncipe de Asturias con el propósito, tan indocto como propio de
la Colau, de «desborbonizar» Barcelona, ciudad que pudo desbordar sus murallas
gracias, precisamente, a las medidas impulsadas por la acción botifler, dinastía
bajo la cual se instituyó la bandera que flameaba en los predios de Girona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario