Libertad Digital 10 de octubre de 2019 https://www.clublibertaddigital.com/ideas/sala-lectura/2019-10-10/ivan-velez-una-resistencia-carlista-olvidada-88959/
Una resistencia (carlista) olvidada
Con
diez escaños menos y, pese a la caída de Ciudadanos, con un centro derecha con
cuatro escaños más y con el separatismo también crecido, PSOE y Unidas Podemos
están decididos a componer un gobierno de coalición. También hay que contar con
los tres escaños de la escisión podemita Más País, aunque uno de ellos es de Compromís, otra banda facciosa separatista.
¿Por qué ahora y no dos
días después de las elecciones de abril? ¿O por qué no dos días
después de saberse la sentencia de los EREs? Porque el PSOE creía que con unos
nuevos comicios iba a obtener un resultado aún más favorable, que fagocitaría a
Podemos; y, así, con los disminuidos escaños de los morados y los escaños de la
operación monclovita Más País, ya podrían formar un gobierno sin necesidad de
contar con los votos de los separatistas y sin las presiones de Turrión. El plan ha mostrado ser una auténtica
chapuza. Y ahora tenemos un preacuerdo sociata-podemita que para que se
materialice en gobierno de coalición
dependerá sí o sí de los votos favorables o de la abstención de las bandas
facciosas que democráticamente ocuparán una vez más sus asientos en el
hemiciclo que, teóricamente, representa la soberanía de la nación española.
Si
esto es posible, ¿el Doctor Sánchez pertenecería al 95% de los españoles
«incluidos la mayoría de los votantes de Unidas Podemos», y no digamos del
propio PSOE, sobre todo los líderes de la «vieja guardia», que no serían capaz
de dormir por las noches? Según «su» Manual de resistencia la primera
decisión del Cum Laude al instalarse
en la Moncloa fue cambiar el colchón. En caso de que se forme dicho gobierno
tendrá que reemplazar dicho colchón por otro mejor para pertenecer al 5% de españoles
que sí son capaces de conciliar el sueño y dormir muy a gusto con ministros de
Podemos, porque éste «partido de partidos» es el bien absoluto que hace frente
«al auge de la ultraderecha». Lo que
Gürtel unió en la moción de censura, que no lo separen los EREs.
Ahora
resulta que Sánchez sí se siente capaz, abrazado a Turrión, de formar un
gobierno «que fortalezca la cohesión territorial desde el diálogo y la leyes,
no promueva la confrontación y en enfrentamiento entre españoles». Turrión
también es partidario, pese a la sentencia de la macrocorrupción de los EREs.
«España -dice el susodicho- ha cambiado y no volverá a tolerar la corrupción». ¿Cretinismo o cinismo?
Ahora
con menos fuerza parlamentaria «sí se puede», y además el doctor se siente
encantado o con sueño suficiente para dormir. Antes, con más fuerza, decía que
no pegaría ojo como el 95% citado. Ahora con un millón y medio de votos que han
perdido ambas formaciones curiosamente se duerme mejor, incluso con la
sentencia de los EREs. Y no sólo en Moncloa el sueño será más confortable,
también lo será en Galapagar, y no digamos en el Palacio de la Generalidad de
Cataluña. Por cierto, a Zapatero le ha parecido «muy bien» el preabrazo del
gobierno. Por tanto otro español más que dormirá tranquilo si éste se convierte
en acuerdo y en gobierno.
De
todos modos no hay que asegurar que
Frankenstein recobre vida, y si sale o no sale («si sale, sale», que diría un monarca) es cosa que veremos en los
próximos días. Desde luego que nada es seguro ni está decidido. La
incertidumbre se está convirtiendo en el estado de normalidad de la política
española.
En
realidad, por cuestiones aritméticas, el
gobierno podemítico-sanchista o el eje Ferraz-Galapagar sólo saldría adelante
por la aquiescencia de ERC. Y para que esta formación dé su abstención, o
incluso su sí, los facciosos pondrán sus planes secesionistas sobre la mesa. Y Turrión y Sánchez están dispuestos al
«diálogo», que es tanto como decir «barra libre». Porque «hablando se entiende la gente», que decía
el mismo monarca.
El preacuerdo se
transformaría en acuerdo y en gobierno de coalición si Junqueras, un delincuente
encarcelado por sedición, da luz verde a una administración gubernamental que,
a todas luces, es distáxica para
España. Si es así, el 95% de españoles permanecerán
insomnes. Otros serían capaces de dormir incluso pegados a una taladradora, y
con la sentencia de los EREs en caliente.
El preacuerdo,
que ya veremos hasta donde es capaz de llegar, contradice lo prometido por el doctor durante la campaña, a saber: formar un gobierno que no dependa de los
separatistas. Sin embargo, sin la bendición del preso Junqueras el pacto
del abrazo Ferraz-Galapagar quedaría simplemente en un gesto etológico «de buen
rollito» sin recorrido político. Por tanto, dicho pacto, ornamentado con gestos
de cariño fraternal, depende de los que se autodenominan «independentistas». Y
éstos no dudarán en exigir el indulto a
los presos separatistas y que se organice un referéndum de «autodeterminación» en detrimento del resto de
españoles que no tendríamos derecho a decidir sobre lo que sea España. Como ha
dicho recientemente el filósofo Pedro
Insua, el pacto del abrazo, o el eje Ferraz-Galapagar que llamamos
nosotros, vendría a ser «un gobierno de
concentración antinacional».
Y
tal gobierno no sería una reedición del Frente Popular de los años 30, sino, en
todo caso, una parodia de lo que fue una tragedia. Ni Sánchez es Negrín (que prefería arreglárselas con Franco antes que
con los separatistas, según le confesó a Azaña), ni Turrión es José Díaz, ni
Irene Montero es La Pasionaria (a los cuales jamás se les pasó por la cabeza
vivir en un casoplón de 100 millones de pesetas). Tales individuos simplemente son fundamentalistas democráticos recalcitrantes desde que se
levantan del colchón hasta que vuelven a caer en él durmiendo plácidamente con
los separatistas a su vera y con la sentencia de los EREs recién salida del
horno.
Ni podemos es comunista
ni Vox es fascista, como ya dejamos bien claro aquí en
Denaes: https://nacionespanola.org/actualidad/editorial/ni-vox-es-fascista-ni-podemos-es-comunista/. Podemos
no llega ni a eurocomunista; en todo caso se queda en socialdemocracia blandurria o, más en
rigor, en izquierda indefinida fundamentalista (una especie de izquierdita cobarde que siempre ha hecho sus pinitos con
los secesionistas, y con el corrupto PSOE). El eje Ferraz-Galapagar no formará un gobierno
«social-comunista». En todo caso, lo que de ahí saldría, con permiso de la
autoridad de Junqueras y si la aritmética lo permite, sería un gobierno filoseparatista y antiespañol,
que es un millón de veces peor que un gobierno social-comunista (cosa que ni existe
ni puede existir a estas alturas de la centuria). Aunque mejor una España roja
antes que rota. Y una España morada es
una España rota.
No
son pocas las voces, entre las mismas las de la vieja guardia del PSOE, que
sostienen que una abstención del PP con la investidura de Sánchez acabaría
tanto con el bloqueo como con la dependencia de los separatistas. No hay que
olvidar que el PSOE, con Sánchez apartado por su «no es no», se abstuvo en 2016
para que Rajoy fuese investido. Aznar,
el hombre del abrazo del Majestic con el «Molt Honorable», propone una alianza
PSOE-PP pero que «no puede estar encabezada» por Sánchez, porque éste
precisamente «está haciendo la contraalianza». El influyente periodista del régimen Pedro J. Ramírez propone una
marcha Ferraz-Génova entre los simpatizantes del PSOE y el PP; pero parece que la marcha irá más bien de Ferraz
a Galapagar. Porque el «Plan Sánchez» -por decirlo con el políticamente
difunto Albert Rivera- es pactar con los podemitas con la ayuda de los
diputados separatistas. Le gustaría haberlo hecho con más diputados y con un
Podemos más debilitado. Pero el «Plan Sánchez» no ha resultado ser tan
«redondo» como algunos genios lo diseñaron. Y de momento seguimos con el
gobierno de la moción de censura por el caso Gürtel (que fue precisamente el casus belli, pero la sentencia de los EREs no será motivo para transformar el abrazo en
bofetada). No obstante, es justo afirmar que este gobierno en funciones y
disfunciones nos está dando muchas tardes de gloria acelerando nuestra ruina
política y económica. Por no hablar de las perlas ideológicas, dignas del
zapaterismo más cebollino.
Turrión
vino a la política española como el Mesías que venía a librarnos del valle de
lágrimas y de los caídos en el que nos había hundido la casta política,
queriendo anular sus privilegios. Por entonces vivía en Vallecas orgulloso de
«aprender allí el rencor de clases». Ahora se ha comprado un chalet de cien
millones de pesetas y quiere pactar, se muere de ganas, con el partido más
corrupto de la historia de España (aunque en dura competencia con la familia
Pujol, todo hay que decirlo). Como ha sostenido recientemente en El Español el alcalde de Marinaleda,
Juan Manuel Sánchez Gordillo, un sujeto en absoluto sospechoso de ser
«fascista», Turrión «ya no puede hablar de lucha social. ¿Cuándo un obrero va a
tener ese nivel de vida?... Él vive como los ricos, pero habla de los pobres».
Y sentencia: «lo terrible es que sometiera su chalet a consulta y las bases se
lo aprobaran». Ciertamente eso fue patético. Y ahora es el turno de consultar a las sacrosantas bases si quieren
formar gobierno con el partido más corrupto del régimen y ser el vicepresidente
del presidente más mentiroso del mundo.
Daniel López. Doctor en Filosofía.
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