lunes, 8 de noviembre de 2021

Hernán Cortés y la monomanía franquista socialdemócrata

 La Gaceta de la Iberosfera, 19 de marzo de 2021:

https://gaceta.es/opinion/hernan-cortes-y-la-monomania-franquista-socialdemocrata-20210319-1042/

Hernán Cortés y la monomanía franquista socialdemócrata

            El pasado 16 de marzo, Francisco José Contreras, diputado nacional por Sevilla, llevó a la Comisión de Cultura y Deporte del Congreso de los Diputados una Proposición No de Ley, registrada en junio de 2020, que pretende conmemorar el quinto centenario de la conquista de México por Hernán Cortés. En ella se pedía impulsar, en colaboración con México, una adecuada conmemoración del quinto aniversario de la fundación de Nueva España; elaborar materiales didácticos equilibrados que informen a los escolares sobre la figura de Hernán Cortés, la conquista de México y la labor fundadora e integradora de España en América; garantizar una cobertura suficiente de la efeméride en los medios de comunicación públicos, con documentales, entrevistas a historiadores y debates especializados; erigir un monumento a Hernán Cortes en Castilleja de la Cuesta, donde el conquistador exhaló su último aliento; y reforzar la protección del monumento a Cortés ya existente en Medellín (Badajoz), objeto de ataques vandálicos, así como desarrollar una «ruta turístico-cultural de los conquistadores» por lugares de Extremadura y Andalucía asociados a los forjadores de Hispanoamérica.

            Entre los argumentos empleados por el catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, figuró la definición, establecida por Gustavo Bueno, del Imperio español como Imperio generador, pero también apelaciones a la obra de Ramiro de Maeztu, fusilado sin juicio previo en el cementerio de Arganda por el miembros del Frente Popular durante la noche del 28 al 29 de octubre de 1936, en el curso de  una saca realizada en la cárcel de las Ventas. Como era de prever, los negrolegendarios PSOE y Unidas Podemos, así como las hispanófobas marcas que sustentan al Gobierno de coalición, votaron en contra. En el turno de réplica destacó la del miembro del PSC, Marc Lamuà, víctima del sistema educativo transferido que, sin asomo de rubor, sustanció su negativa en el hecho de que Vox -citamos textualmente-, «ha traído una alabanza al imperialismo al Congreso democrático en España, después de un régimen dictatorial tan nostálgico de estas hazañas bélicas». Lamuà remató su intervención asegurando que la propuesta de Contreras «nace en buena medida durante el franquismo» y que lo que Vox pretende celebrar tiene como referente el fascismo.

            Con su intervención, Lamuà demostró ser un fiel exponente de la monomanía que rige los destinos de tantos dirigentes socialistas, esa que les permite conectar a Franco con Hernán Cortés y a estos con Vox bajo el común denominador del fascismo, al tiempo que exhibió sin rubor una enorme ignorancia no sólo acerca de lo que fue el Imperio español, algo lógico en quien todo lo disuelve bajo el rótulo imperialismo, sino de la consideración que Hernán Cortés ha tenido siglos antes del nacimiento de Francisco Franco. Un mínimo estudio de la cuestión conmemorativa le hubiera evitado a Lamuà hacer el ridículo de un modo tan notorio, pues ya en vida de Cortés, este se convirtió en un verdadero mito, en un canon percibido por él mismo, tal y como demostró cuando dijo saber de la existencia de émulos de sí mismo. Muerto el conquistador, históricamente han sido innumerables las conmemoraciones realizadas tanto en la Nueva España como en la propia España preplurinacional. De hecho, la estatua que Contreras pretende proteger de agresiones como la sufrida hace una década, cuando fue vandalizada con  pintura roja, fue colocada en Medellín en 1890, es decir, un par de años antes de que en El Ferrol naciera Francisco Franco Bahamonde. Como detalle estatuario adicional, cabe recordar que entre quienes más trabajaron en pro del levantamiento de la efigie fue una mujer: la escritora extremeña Carolina Coronado.

            Aunque los datos históricos suelen resultar impotentes ante la reductio ad Francorum que rige los destinos dialécticos de los sectarios de Zapatero y Sánchez, don Marc debería conocer el papel que jugó un destacado miembro del partido del puño y la rosa, llamado Indalecio Prieto, en la salvaguarda de los huesos de Hernán Cortés. Gracias a él, en 1946 se redescubrieron los restos mortales del conquistador, ocultados en 1823 por  Lucas Alamán para evitar su destrucción en el quemadero de San Lázaro. En aquellos exhumatorios días, Prieto fue autor de un artículo aparecido en Novedades el 28 de noviembre de 1946, en el que, además de contar todas las vicisitudes del hallazgo, hizo un encendido elogio de Cortés, apoyándose en ocasiones en palabras de Salvador de Madariaga. En el artículo, Prieto recordó las palabras pronunciadas el 16 de diciembre de 1940 en suelo mexicano, cuya lectura recomendamos encarecidamente a quienes se han opuesto a la iniciativa planteada por Francisco José Contreras:  

 

“¿Quién puede negar la grandeza a la obra de España en América? ¿Y quién puede negar la grandiosidad de esa misma obra en las tierras de México? Los templos, los palacios, las casonas andaluzas y extremeñas del tiempo colonial, esa arquitectura maravillosa en que, asegurada la comodidad, el arte, para ornarla, se entretuvo en exquisiteces, eso ¿qué es, sino español? Mientras las soberbias catedrales se levanten en vuestro suelo, y permanezcan erguidos los magníficos palacios, hasta no derrumbarse las casas de bello patio interior que recuerdan a Andalucía; en tanto todas esas edificaciones subsistan, España estará aquí, amorosamente, no imperiosamente, pero estará, y la huella de su genio resultará imborrable. Pensemos, dejando desbordar alocadamente la imaginación, que un fenómeno telúrico o una gigantesca ola de odio derribara tanta muestra del genio español. ¡Pues no bastaría para borrar la traza de España aquí! Tendrían vuestros literatos que romper las plumas con que escriben en castellano, y tendríais vosotros todos, mexicanos, que enmudecer. Porque en tanto habléis nuestro viril idioma, limpio de acentos duros, de gangosidades confusas, y de dulzarronerías empalagosas, este idioma sonoro y bello en que cada palabra parece un diamante y todo él una joya majestuosa, en tanto lo habléis, que lo hablaréis siempre, no podréis negar la huella de lo español en México… ¿Qué es, sino español, el magnífico respeto a la inteligencia y a la sabiduría que figura en vuestras fórmulas sociales cuando decís: Sr. Ingeniero, Sr. Licenciado…? Esa es una vieja costumbre española, que en nuestra patria fue extinguiéndose. ¿Qué es, sino española, vuestra delicada cortesía, que tiene, aun entre las clases humildes, extraña expresión?... Yo, que no milito en la Iglesia Católica, y que acaso crea que ésta perdió mucho de su pureza fundacional inspirada en las doctrinas de Cristo, ahogándola, en parte, entre la pompa excesiva de sus ritos, afirmo que la Iglesia Católica ha sido y es una soberbia congregación de abnegaciones y un ejemplo excelso de disciplina. Pues bien, este hombre descreído no puede menos de reconocer la inmensa superioridad de la religión católica sobre los cultos idolátricos practicados por las razas que poblaban México cuando el país fue conquistado, porque en los altares católicos no hay inmolaciones, no se sacrifican vidas humanas, no se depositan, en holocausto a los ídolos, dioses o no de la guerra, corazones palpitantes de hombres a quienes al pie del ara se les desgarraban las entrañas para el sacrificio. Idioma, costumbres, cultura, religión, todo eso trajo España a México. Pero, además, cualesquiera que sean las salpicaduras crueles de la conquista, y que se hayan repetido durante la dominación -¿qué conquista y qué dominación están libres de ellas?- queda aquí un testimonio irrecusable del sentido humano que tuvo la empresa española. ¿Cuál es ese testimonio? Los millones de indios que todavía pueblan el territorio mexicano. España no los exterminó, sino que respetó su vida”.


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