La Gaceta de la Iberosfera, 19 de marzo de 2021:
https://gaceta.es/opinion/hernan-cortes-y-la-monomania-franquista-socialdemocrata-20210319-1042/
Hernán
Cortés y la monomanía franquista socialdemócrata
El pasado 16 de marzo, Francisco José
Contreras, diputado nacional por Sevilla, llevó a la Comisión de Cultura y
Deporte del Congreso de los Diputados una Proposición No de Ley,
registrada en junio de 2020, que pretende conmemorar el quinto centenario de la
conquista de México por Hernán Cortés. En ella se pedía impulsar, en
colaboración con México, una adecuada conmemoración del quinto aniversario de
la fundación de Nueva España; elaborar materiales didácticos equilibrados que
informen a los escolares sobre la figura de Hernán Cortés, la conquista de
México y la labor fundadora e integradora de España en América; garantizar una
cobertura suficiente de la efeméride en los medios de comunicación públicos,
con documentales, entrevistas a historiadores y debates especializados; erigir
un monumento a Hernán Cortes en Castilleja de la Cuesta, donde el conquistador
exhaló su último aliento; y reforzar la protección del monumento a Cortés ya
existente en Medellín (Badajoz), objeto de ataques vandálicos, así como
desarrollar una «ruta turístico-cultural de los conquistadores» por lugares de
Extremadura y Andalucía asociados a los forjadores de Hispanoamérica.
Entre los argumentos empleados por
el catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla, figuró la
definición, establecida por Gustavo Bueno, del Imperio español como Imperio generador, pero
también apelaciones a la obra de Ramiro de Maeztu, fusilado sin
juicio previo en el cementerio de Arganda por el miembros del Frente Popular
durante la noche del 28 al 29 de octubre de 1936, en el curso de una saca
realizada en la cárcel de las Ventas. Como era de prever, los negrolegendarios
PSOE y Unidas Podemos, así como las hispanófobas marcas que sustentan al Gobierno
de coalición, votaron en contra. En el turno de réplica destacó la del miembro
del PSC, Marc Lamuà, víctima del sistema educativo transferido que, sin asomo
de rubor, sustanció su negativa en el hecho de que Vox -citamos textualmente-,
«ha traído una alabanza al imperialismo al Congreso democrático en España,
después de un régimen dictatorial tan nostálgico de estas hazañas bélicas».
Lamuà remató su intervención asegurando que la propuesta de Contreras «nace en
buena medida durante el franquismo» y que lo que Vox pretende celebrar tiene
como referente el fascismo.
Con su intervención, Lamuà demostró
ser un fiel exponente de la monomanía que rige los destinos de tantos
dirigentes socialistas, esa que les permite conectar a Franco con Hernán Cortés
y a estos con Vox bajo el común denominador del fascismo, al tiempo que exhibió
sin rubor una enorme ignorancia no sólo acerca de lo que fue el Imperio
español, algo lógico en quien todo lo disuelve bajo el rótulo imperialismo,
sino de la consideración que Hernán Cortés ha tenido siglos antes del
nacimiento de Francisco Franco. Un mínimo estudio de la cuestión conmemorativa
le hubiera evitado a Lamuà hacer el ridículo de un modo tan notorio, pues ya en
vida de Cortés, este se convirtió en un verdadero mito, en un canon percibido
por él mismo, tal y como demostró cuando dijo saber de la existencia de émulos
de sí mismo. Muerto el conquistador, históricamente han sido innumerables las conmemoraciones
realizadas tanto en la Nueva España como en la propia España preplurinacional. De
hecho, la estatua que Contreras pretende proteger de agresiones como la sufrida
hace una década, cuando fue vandalizada con pintura roja, fue colocada en Medellín en 1890,
es decir, un par de años antes de que en El Ferrol naciera Francisco Franco Bahamonde.
Como detalle estatuario adicional, cabe recordar que entre quienes más trabajaron
en pro del levantamiento de la efigie fue una mujer: la escritora extremeña Carolina Coronado.
Aunque los datos históricos suelen resultar
impotentes ante la reductio ad Francorum
que rige los destinos dialécticos de los sectarios de Zapatero y Sánchez, don
Marc debería conocer el papel que jugó un destacado miembro del partido del
puño y la rosa, llamado Indalecio Prieto, en la salvaguarda de los huesos de
Hernán Cortés. Gracias a él, en 1946 se redescubrieron los restos mortales del
conquistador, ocultados en 1823 por Lucas Alamán para evitar su destrucción en el
quemadero de San Lázaro. En aquellos exhumatorios días, Prieto fue autor de un
artículo aparecido en Novedades el 28
de noviembre de 1946, en el que, además de contar todas las vicisitudes del
hallazgo, hizo un encendido elogio de Cortés, apoyándose en ocasiones en
palabras de Salvador de Madariaga. En el artículo, Prieto recordó las palabras
pronunciadas el 16 de diciembre de 1940 en suelo mexicano, cuya lectura
recomendamos encarecidamente a quienes se han opuesto a la iniciativa planteada
por Francisco José Contreras:
“¿Quién puede negar la grandeza a
la obra de España en América? ¿Y quién puede negar la grandiosidad de esa misma
obra en las tierras de México? Los templos, los palacios, las casonas andaluzas
y extremeñas del tiempo colonial, esa arquitectura maravillosa en que,
asegurada la comodidad, el arte, para ornarla, se entretuvo en exquisiteces,
eso ¿qué es, sino español? Mientras las soberbias catedrales se levanten en
vuestro suelo, y permanezcan erguidos los magníficos palacios, hasta no
derrumbarse las casas de bello patio interior que recuerdan a Andalucía; en
tanto todas esas edificaciones subsistan, España estará aquí, amorosamente, no
imperiosamente, pero estará, y la huella de su genio resultará imborrable.
Pensemos, dejando desbordar alocadamente la imaginación, que un fenómeno
telúrico o una gigantesca ola de odio derribara tanta muestra del genio español.
¡Pues no bastaría para borrar la traza de España aquí! Tendrían vuestros
literatos que romper las plumas con que escriben en castellano, y tendríais
vosotros todos, mexicanos, que enmudecer. Porque en tanto habléis nuestro viril
idioma, limpio de acentos duros, de gangosidades confusas, y de dulzarronerías
empalagosas, este idioma sonoro y bello en que cada palabra parece un diamante
y todo él una joya majestuosa, en tanto lo habléis, que lo hablaréis siempre,
no podréis negar la huella de lo español en México… ¿Qué es, sino español, el
magnífico respeto a la inteligencia y a la sabiduría que figura en vuestras
fórmulas sociales cuando decís: Sr. Ingeniero, Sr. Licenciado…? Esa es una
vieja costumbre española, que en nuestra patria fue extinguiéndose. ¿Qué es,
sino española, vuestra delicada cortesía, que tiene, aun entre las clases
humildes, extraña expresión?... Yo, que no milito en la Iglesia Católica, y que
acaso crea que ésta perdió mucho de su pureza fundacional inspirada en las
doctrinas de Cristo, ahogándola, en parte, entre la pompa excesiva de sus
ritos, afirmo que la Iglesia Católica ha sido y es una soberbia congregación de
abnegaciones y un ejemplo excelso de disciplina. Pues bien, este hombre
descreído no puede menos de reconocer la inmensa superioridad de la religión
católica sobre los cultos idolátricos practicados por las razas que poblaban
México cuando el país fue conquistado, porque en los altares católicos no hay
inmolaciones, no se sacrifican vidas humanas, no se depositan, en holocausto a
los ídolos, dioses o no de la guerra, corazones palpitantes de hombres a
quienes al pie del ara se les desgarraban las entrañas para el sacrificio.
Idioma, costumbres, cultura, religión, todo eso trajo España a México. Pero,
además, cualesquiera que sean las salpicaduras crueles de la conquista, y que
se hayan repetido durante la dominación -¿qué conquista y qué dominación están
libres de ellas?- queda aquí un testimonio irrecusable del sentido humano que
tuvo la empresa española. ¿Cuál es ese testimonio? Los millones de indios que
todavía pueblan el territorio mexicano. España no los exterminó, sino que
respetó su vida”.
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