domingo, 29 de mayo de 2022

La virulencia negrolegendaria y el desconocimiento histórico de AMLO

 La Gaceta de la Iberosfera, 27 de septiembre de 2021:

https://gaceta.es/actualidad/la-virulencia-negrolegendaria-y-el-desconocimiento-historico-de-amlo-20210927-0630/

La virulencia negrolegendaria de AMLO

            «Se trajo la viruela y en tres siglos ni siquiera fueron capaces de crear una vacuna, lo que ahora llevó un año».

            Estas disparatadas palabras, que dan continuidad a pretéritas declaraciones del mismo jaez, fueron pronunciadas la semana pasada por Andrés Manuel López Obrador durante una de sus torrenciales comparecencias públicas. Cuando restan tres meses para que termine el año en el que se cumplen quinientos de la victoria de Cortés y sus aliados sobre el imperio mexica, mucho me temo que no será esta la última ocasión en la que AMLO nos ofrezca materia para la crítica. En esta ocasión el COVID ha sido el pretexto para que Andrés Manuel haya vuelto a arremeter contra la principal estructura sobre la que se asientan los actuales Estados Unidos Mexicanos que él mismo preside: el virreinato de la Nueva España, rótulo inexistente en el vocabulario de AMLO. La reciente invectiva desvela una vez más las limitaciones de sus conocimientos históricos, pero no sólo, pues el mero planteamiento de que en el periodo virreinal, al menos hasta su último tramo, apareciera una vacuna hispana, muestra a las claras la deficiente concepción que de las ciencias posee nuestro locuaz hombre.

            Dejando de lado las deficientes condiciones materiales que para el hallazgo de una vacuna se dieron, no sólo en España sino en toda Europa, durante los siglos XVI, XVII y gran parte del XVIII, lo cierto es que la vacuna, debida al británico Edward Jenner, solo fue una realidad en 1796, es decir, en los estertores del periodo virreinal. Hasta entonces, la costumbre, algo de lo que yo mismo he recibido testimonio, determinaba que en caso de epidemia, las vacas se introdujeran en los pueblos de Castilla, acaso porque los vaqueros, siempre en contacto con el ganado vacuno del cual procede el remedio de Jenner, se mostraban más fuertes ante la enfermedad. De la profiláctica costumbre al descubrimiento de la vacuna antivariólica existe, lógicamente, una distancia que sólo se salvó a partir de un determinado nivel tecnológico, cuestión que daría para una pieza separada. 

            Sea como fuere, el temprano propagador de este remedio por todo el imperio español fue un hombre profundamente relacionado con la Nueva España: Francisco Javier Balmis, que en 1786 había sido nombrado cirujano mayor del Hospital de San Juan de Dios de la ciudad de México en la cual investigó las propiedades de plantas como el agave. Apenas siete años después de que se hiciera público el hallazgo de Jenner, en 1803, Balmis, temprano conocedor y defensor de aquel remedio, fue nombrado director de la Real Expedición Marítima de la Vacuna, que entre 1803 y 1806 dio la vuelta al mundo propagando la vacuna por América y Asia a partir de veintidós niños procedentes de la casa de expósitos de La Coruña. Gracias a las inoculaciones semanales que, de dos de dos, se practicaron a los huérfanos, la vacuna, junto a dos mil ejemplares de textos relativos a la misma, que se distribuyeron gratuitamente, atravesó el Atlántico. Divida en dos, la expedición vacunífera, en la que estaba integrada la hoy popular Isabel Zendal, recaló en Puerto Rico, Venezuela, Cuba y… la Nueva España, desde donde cruzó el Pacífico para llegar a las muy novohispanas Filipinas. Una vez en el archipiélago, la vacuna alcanzó Macao y, más tarde, se adentró en China. La expedición vacunífera demuestra que España no solo se preocupó de la salud de los habitantes de sus vastos dominios, también refuta uno de los tópicos favoritos de la grey negrolegendaria a la que pertenece AMLO: el secular atraso científico español pues, insistimos, las ciencias van íntimamente ligadas a la existencia de técnicas, infraestructuras e instrumentos como aquellos de los que disponía el imperio español, requisitos imprescindibles para el éxito de la mentada expedición.

            No me resisto, por último, a cerrar este escrito sin dar cuenta de un importante aspecto de la biografía del galeno alicantino. Cuando las tropas napoleónicas entraron en España, Balmis se mantuvo fiel a la Junta Central, que le encomendó un último encargo: viajar a la Nueva España para volver a propagar la vacuna. En febrero de 1810, Balmis, siempre fiel a la Corona, puso rumbo a Veracruz, donde le esperaba el brote insurgente que imposibilitó su trabajo, obligándole a regresar. Cargado de honores, Francisco Javier Balmis Berenguer murió en su patria el 12 de febrero de 1819.


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