Libertad Digital 7 de marzo de 2019
https://www.clublibertaddigital.com/ideas/historia-espana/2019-03-07/ivan-velez-1949-espana-segun-life-87309/
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1949:
España según Life
Entre los días 25 y 27
de marzo de 1949 se celebró en el neoyorquino Hotel Waldorf-Astoria la Conferencia Cultural y Científica por la Paz
Mundial, impulsada por la Kominform. El alcance de la ofensiva soviética no
pasó inadvertido para las autoridades estadounidenses, que trataron de
boicotearla infiltrando a elementos como el ideólogo Sydney Hook (1902-1989),
que en 1927 había colaborado en la edición en inglés de Materialismo y empiriocriticismo, y que en 1950 se afincó en
Berlín. La réplica a la conferencia soviética neoyorquina tuvo lugar en dicha
ciudad alemana entre el 26 y el 30 de junio de 1950. En plena oleada macartista, en el
Palacio Titania se hizo público el Manifiesto
a los hombres libres, documento dividido en 14 puntos que enfatizaban el
valor de la libertad de opinión. Junto a la palabra «libertad», la expresión
«estado totalitario» aparecía varias veces en velada referencia a la Unión
Soviética y a sus naciones satélites. Como presidentes de honor del Congreso
figuraban hombres de prestigio como: Benedetto Croce, Jacques Maritain, Karl
Jaspers, John Dewey, Bertrand Russell y Salvador de Madariaga, junto a los
cuales se concitaban los apoyos de otras relevantes personalidades: Raymond
Aron, John Dos Passos, André Gide, Malraux, Arthur Koestler o Denis Rougemont.
La conmoción producida por las detonaciones atómicas había abierto un tiempo de
silencio en el que jugó un importante papel la propaganda vehiculada por
canales culturales.
Dentro de la pugna cultural, el
primer golpe lo habían dado los soviéticos, capaces de operar en el mismísimo
corazón norteamericano, hecho que no pasó inadvertido para la revista Life, que el 4 de abril de 1949 dedicó cinco
páginas a la Conferencia. En ellas informó a propósito de lo que calificó como
una «ópera cómica, si no fuera por sus trágicas implicaciones», así como de las
protestas callejeras que desencadenó aquel acontecimiento. En su reportaje
destacaba un mosaico fotográfico compuesto por los rostros de algunos de los
más destacados asistentes. En él aparecían, por ejemplo: Dorothy Parker, Arthur
Miller, Norman Mailer, Charles Chaplin, Albert Einstein y Thomas Mann.
En ese mismo número, la revista
dedicó trece páginas a la siempre exótica España. Diez años después del final
de la Guerra Civil, las fotografías del ucraniano Dmitri Kessel sirvieron para
ilustrar un texto en el que se afirmaba que algunos militares y ciertos grupos
de políticos y diplomáticos conservadores y liberales, deseaban que España
diera un giro atlantista. Los anhelos de estos grupos chocaban, no obstante,
con la hostilidad que hacia Franco existía en el nuevo contexto europeo. Sobre
ese trasfondo político, el informe, no exento de pintoresquismo, se abrió con
la imagen de dos guardias civiles con capa y mosquetón, colocados en las
cunetas de una larga y desierta carretera. Tratándose de España, la efigie del
cardenal y arzobispo primado de Toledo, Enrique Pla y Deniel, el hombre que
sancionó como «Cruzada» la acción del bando franquista, se hacía inexcusable,
del mismo modo que la de un campesino, Celestino Gómez, capaz de enfrentarse a
la dureza de la tierra castellana. En el paseo por España no podía faltar la
vista, evocadora de la obra de El Greco, de la ciudad de Toledo, ni la de los
emblemáticos olivares andaluces. Tampoco otra que con el tiempo se hizo
familiar, Franco de cacería. Como contrapeso a la escena cinegética, Life lanzaba una mirada sobre los
últimos focos guerrilleros, localizados en los Pirineos por los que se adentró
el maquis.
La guerra seguía marcando la
actualidad española, razón suficiente como para incorporar al reportaje al
general Juan Vigón, pero también a los presos políticos que penaban en la
Cárcel Modelo de Barcelona, a la que pronto acompañaría la de Carabanchel. Era
necesario, no obstante, mantener las
formas con respecto al poder efectivo, por lo que Raimundo Fernández Cuesta,
ministro de Justicia, también fue retratado, al igual que ocurrió con el banquero
Juan March, figura clave en el Alzamiento, o con el alcalde de Bilbao, Joaquín
de Zuazagoitia. En las páginas de Life también
apareció el influyente obispo de Málaga, Ángel Herrera Oria. Pero, sin duda, la
personalidad que destacó en aquella pieza periodística fue la del príncipe Juan
Carlos Bourbon y Bourbon (sic), que en 1957 protagonizó otra portada en la que
se afirmaba que era el candidato de Franco al trono de España, hecho que se
consumó en detrimento de su padre, ese Don Juan que, junto al apoyo sustanciado
en el acrónimo VERDE, hubo de cargar con el malicioso apodo de Don Juan Tercero Izquierda.
Lógicamente, nada había de ingenuo
ni de casual en la atención mediática que suscitaba la España de finales de los
40. Pese a que este periódico sea a menudo encapsulado como el de la autarquía,
el aislamiento no era completo. El radical anticomunismo del régimen franquista
sirvió para suavizar los aspectos menos atractivos para la esfera capitalista. Pese
a sus déficits democráticos, España fue ganando gradualmente reconocimiento
internacional. A finales de 1952, fue admitida en la UNESCO, con las únicas
negativas de Yugoslavia, México y Uruguay. Meses después, en agosto de 1953, se
suscribió el Concordato con la Santa Sede, poco antes de que se suscribieran
los convenios con los Estados Unidos por los cuales la potencia norteamericana
implantaba una serie de bases militares en nuestro suelo a cambio de ayuda
económica y técnica. Todo ello no impidió que España siguiera haciendo, incluso
hasta nuestros días, las delicias de aquellos que se acercan a ella con ojos
parecidos a los de los viajeros impertinentes del XIX.
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