Libertad Digital 31 de octubre de 2019 https://www.clublibertaddigital.com/ideas/tribuna/2019-10-31/ivan-velez-corrompida-universidad-catalana-89137/
Corrompida Universidad catalana
En
pleno bloqueo de las aulas por parte del sector secesionista estudiantil, los decanos
catalanes han manifestado su voluntad de otorgar su particular bula académica a
aquellos alumnos que hayan resultado detenidos u hospitalizados durante los
disturbios que siguen produciéndose en los campus catalanes. Según ha expresado
tan magnífico colectivo, el importe de las matrículas de estos sujetos será
devuelto a aquellos heroicos alumnos que han visitado las dependencias
judiciales por destacar violentamente en el curso de una huelga que cuestiona
una sentencia judicial: la que ha condenado a los delincuentes que,
regaladamente, todavía pernoctan en la prisión de Lledoners. Las
manifestaciones del decanato eran, no obstante, previsibles, pues muchos de estos
adoradores del mito de la cultura han visto coronada de ese modo su trayectoria
profesional después décadas de controladas acciones realizadas dentro de los
estrechos márgenes delimitados por la administración que hoy encabeza el racista
Torra, diligente y tosca herramienta del fugado Puigdemont. Como es sabido, la
cúspide del sistema universitario catalán, espejo en el que se miran todos
aquellos que tratan de medrar en ese ambiente lazificado, está constituida por
una suerte de solemnes comisarios que velan por la estricta observancia de los
preceptos hispanófobos. Desde ese vértice hacia la base educativa, se mueven
multitud diminutos meritorios, de egos envanecidos por las emanaciones del
supremacismo.
Es este colectivo docente el encargado
de administrar el pasto espiritual catalanista que hace creer a quienes se
acercan a la corrompida universidad catalana, que forman parte de un solo y,
por supuestos, superior pueblo. Frente a ellos, como respuesta del Estado, la
nada, ilustrada por el número, único en toda la región, de inspectores que
debieran velar por, entre otras cuestiones, la defensa de aquellos alumnos que
no están dispuestos a comulgar con las ruedas de molino talladas en su día por
Jordi Pujol y su cohorte de manipuladores sociales.
Abandonado
el control del mundo educativo por parte del Estado desde hace décadas, pues
los partidos hegemónicos, cautivos de su tacticismo y su prisa por acceder a La
Moncloa, siempre cedieron esta crucial parcela, era de esperar que las calles
barcelonesas acabaran repletas de encapuchados matriculados que buscaran bajo
los adoquines la prometida Cataluña libre de una España siempre presentada como
yugo, ya sea el de sus majestades católicas ya el de un Franco ahora convertido
en figura central de un Gobierno presidido eventualmente por un narcisista
guerracivilista.
Pese a que, sin duda, esas cesiones
gubernamentales son las principales causantes de la situación actual, no es
menos cierto que todo ello ha ocurrido gracias a la colaboración de una ingente
cantidad de docentes que, por motivos diversos, se han plegado a un plan
cuidadosamente trazado y anunciado. Frente a tan dóciles adoctrinadores, tan
solo se han revelado algunos colectivos, siempre desamparados, o excepciones
individuales que han gozado del total abandono por parte de sus colegas. La
primera respuesta se dio en 1981. Congregados en torno al Manifiesto de los
2.300, aquellos que estamparon su firma al pie de aquel escrito, conscientes de
los efectos que tendría la inmersión lingüística, hubieron de protagonizar una
diáspora. La bala que una noche primaveral atravesó la rodilla de Federico
Jiménez Losantos evocó los versos de Mayakovski en un descampado barcelonés. Aquel
proyectil, a diferencia de lo anunciado por el poeta ruso, no puso el punto
final a una vida. El plomo lastró la respuesta a la implantación de una medida
de la que hoy vemos sus desnacionalizadores frutos. A aquellos dos millares de
firmantes podemos sumar nombres como los de Dolores Agenjo, Ana Losada o
Francisco Oya. También los que ahora hacen causa común en el colectivo S´ha
acabat, que trata de derribar las puertas atrancadas por una masa embrutecida.
Todos ellos se han resistido a la apisonadora catalanista asistida por Madrid,
lugar desde donde un ministro fuera de órbita tuitea con las trazas de un
equilibrista versado en los arcanos de la equidistancia política y la fatuidad.
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