El Mundo, 26 de marzo de 2019:
https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/03/15/5c8a4bb221efa00f308b45dc.html
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Motivos para reivindicar a Cortés
Dentro de un mes se
cumplirán quinientos años desde que Hernán Cortés y sus compañeros
desembarcaran en las costas hasta las que llegaba el poder de Moctezuma. En
aquellas playas se hizo patente la división entre los alrededor de quinientos
cincuenta españoles que viajaron desde Cuba con el hidalgo de Medellín.
Mientras unos pretendían trocar objetos por oro, otros estaban decididos a
establecerse. En Veracruz comenzó a fraguarse el Cortés que ha pasado a la
Historia, el hombre que barrenó, que no quemó, sus naves, y decidió penetrar en
una tierra habitada por pueblos sometidos al poder mexica que exigía tributos
materiales y humanos cuya sangre y corazones eran ofrecidos a los dioses.
Hábil diplomático, Cortés selló
alianzas con las naciones oprimidas por los mexicas y supo escapar de las
trampas del astuto Moctezuma quien, finalmente, le recibió en la ciudad
lacustre de Tenochtitlan. Temiendo caer en una trampa, los españoles apresaron
al emperador mexica, convirtiéndolo en el garante de su seguridad. Aquel frágil
equilibrio se quebró con la llegada de Pánfilo de Narváez, enviado por el
gobernador de Cuba para apresar a Cortés, que abandonó la ciudad para
neutralizar a tan peligroso visitante. Fue en su ausencia cuando Alvarado hizo
la matanza del Templo Mayor, tras la cual se produjo la desastrosa Noche
Triste. En su retirada, Cortés fue, no obstante, capaz de vencer en la mítica
batalla de Otumba y, una vez repuesto en la ciudad aliada de Tlaxcala, rehacerse
y lanzar un contragolpe anfibio sobre Tenochtitlan que combinó la acción de la
infantería, la caballería y la de los bergantines sobre el lago Texcoco. Tras
un crudo asedio, el 13 de agosto de 1521, la ciudad cayó en manos españolas.
Como ocurre en aniversarios de
semejante escala, es de prever que aquellos hechos dejarán un rastro de obras y
reinterpretaciones a ambos lados del Atlántico. Al cabo, Cortés, que figura por
méritos propios en el panteón heroico español, quiso terminar sus días en la
Nueva España en la que se cimentaron los actuales Estados Unidos Mexicanos.
Mientras llega tan esperado como, previsiblemente, enconado debate, ofrecemos a
continuación una serie de motivos para reivindicar al de Medellín, teniendo muy
presente aquella afirmación quevedesca: «Bien sé a cuántos contradigo».
1.
Rectificación del modelo antillano.
Entre las acciones más audaces realizadas
por Cortés destaca el hundimiento, que no quema, de las naves. En Veracruz trazó
una estrategia para romper con el gobernador de Cuba y también propuso un
sistema que evitara la destrucción de los indios: «…algunos, por temor que les
han de ser quitados e removidos los indios que en estas partes tobieren, como
ha sido fecho a los vezinos de las Islas, están siempre como de camino e no se
arraigan ni heredan en la tierra, de donde resulta no poblarse como convernía
ni los naturales ser tratados como era razón, e si estobieren ciertos que los
ternían como cosa propia, que en ellos habían de suceder sus herederos e
sucesores, ternían especial cuidado de no solo no los destruir ni desipar mal,
aun de los conservar e multiplicar, por tanto, yo en nombre de Su Magestad,
digo e prometo que a las personas que esta Instrucción tobieren e quisieren
permanecer en estas partes, no les serán removidos ni quitados los dichos
indios que por mí, en nombre de Sus Magestades, tobiesen señalados para en
todos los días de su vida, por ninguna cabsa ni delito que cometa, si no fuere
tal que por él merezca perder los bienes e por mal tratamiento de los dichos
naturales…».
2. Fundador
de un cabildo, célula revolucionaria hispana.
A Cortés se debe la fundación del
cabildo de la Villa Rica de la Veracruz, entendida por algunos, entre ellos
Manuel Giménez Fernández, como una revolución comunera en el Nuevo Mundo. La fundación
de Veracruz dio continuidad al desbordamiento peninsular que siguió al
descubrimiento de América. Un desbordamiento que cabe calificar como
civilizatorio por la búsqueda de integración de la población nativa, pero
también, en un plano puramente fisicalista, por el hecho de que el Imperio español
se apoyó no en factorías sino en una tupida red de ciudades que articularon
todo territorio, no solo la costa. Siglos después, a principios del XIX, los
cabildos fueron la pieza clave de la revolución hispana –criolla y urbana- que,
en nombre del rey y de la religión católica, transformó el Imperio español en
un conjunto de naciones soberanas.
3.
Cortés
y el valor de la palabra escrita
Gran
parte del éxito de Cortés se debió a su habilidad con la pluma, destreza que
adquirió en Salamanca. El metelinenese fue un escritor incansable que pronto
percibió el efecto que en los indios producía la palabra escrita. En Cozumel, enterado
de que había españoles, redactó una misiva que circuló por la isla oculta entre
los cabellos de un indio. El papel dio como resultado la aparición del clérigo
Jerónimo de Aguilar, superviviente de un naufragio. Durante toda la conquista,
la escritura castellana, superior a los métodos gráficos de los mexicas, supuso
un poderoso método de comunicación que sorprendió a los indios. Cervantes de
Salazar así lo confirmó, cuando dijo que estos se admiraban «de que el papel
supiese hablar». En el Anáhuac, las cartas se movieron de manera incesante,
implantando una tecnología alfabética desconocida, para la que, finalizada la
conquista, se habilitó una imprenta. Gracias a la llegada de hombres letrados
se pudieron confeccionar tempranas gramáticas de lenguas prehispánicas. En 1547
fray Andrés de Olmos compuso su Arte para
aprender la lengua mexicana. En 1555, fray Alonso de Molina publicó el Vocabulario en lengua mexicana y castellana.
4.
Cortés libertador.
Una de las interpretaciones más
polémicas que de Cortés se han dado es aquella que responde al calificativo de «libertador»,
máxime cuando tal adjetivo suele vincularse al Bolívar que rompió con la «desnaturalizada
madrastra» España. Sin embargo, la llegada de Cortés permitió que muchas
naciones étnicas se sacudieran el yugo mexica, que apretaba hasta el punto de
exigir abultados tributos, incluidos los de sangre. La incursión hispana hacia
Tenochtitlan se hizo con batallas pero, sobre todo, mediante el sellado de
alianzas con una serie de pueblos que prefirieron colocarse bajo la obediencia
de aquellos barbudos que hablaban de un remoto rey Carlos, que continuar recibiendo
la temible visita de los recaudadores mexicas.
5.
Erradicación de los sacrificios
humanos
Cortés
era un cristiano de su tiempo que repudiaba lo que consideraba idolatría. Como
es sabido, el culto a los dioses zoomorfos venía acompañado por sacrificios
humanos en los cuales el cuchillo de piedra se adentraba en los pechos de los
hombres para extraer sus corazones antes de descuartizar los cuerpos sin vida
de aquellos desdichados. Frente a la alucinada interpretación que hizo Las
Casas, capaz de justificar aquellas muertes argumentando que la vida humana es
lo máximo que se podía ofrecer a los dioses, Cortés pidió a los emisarios de
Moctezuma que le transmitieran un nítido mensaje. El de Medellín pretendía que
el huey tlatoani «conosciese los
errores grandes en que él y todos los suyos viven, adorando muchos dioses en
figura de animales, con sacrificios de hombres sin culpa e inocentes, viviendo
en muchas cosas contra toda razón y ley natural». Ya frente a él, insistió en
un mandato que, envuelto en argumentos religiosos, tenía un trasfondo ético: la
conservación de las vidas humanas. La victoria hispana permitió que aquellas
prácticas se erradicaran gradualmente.
6.
Cortés y la Controversia de
Valladolid.
En
una decisión inaudita, la conquista se detuvo. Ante la posibilidad de que el
Emperador se condenase por las acciones de sus vasallos, se organizó un debate
de altos vuelos teológicos en el que se enfrentaron Las Casas y Juan Ginés de
Sepúlveda: la Controversia de Valladolid, tras la cual se impusieron las tesis
sepulvedanas. El autor de Historia del
Nuevo Mundo, condensó en esta frase el objetivo de unos argumentos que
permitieron continuar con la acción hispana: «Así con el correr del tiempo,
cuando se hayan civilizado más y con nuestro imperio se haya reafirmado en
ellos la probidad de costumbres y la Religión Cristiana, se les ha de dar un
trato de más libertad y liberalidad». Su conclusión venía cimentada en la
descripción que de la realidad del Nuevo Mundo le había dado un profundo
conocedor de lo que ocurría al otro lado del Océano. Su nombre era Hernán
Cortés, al que el traductor de Aristóteles había conocido en persona cuando
este regresó por última vez a España.
7.
Cortés, un hombre de mar.
En 2019, además del encuentro entre
Cortés y Moctezuma, ocurrido el 8 de noviembre de 1519, se conmemora el inicio
de la circunnavegación culminada por Elcano. Cortés no fue ajeno al móvil que
impulsó a Magallanes: el viaje a Las Molucas. De hecho, el de Medellín buscó
durante toda su vida un paso natural inexistente, el que conectara el Atlántico
con el mar descubierto por Núñez de Balboa. El extremeño estuvo siempre ligado
al arte de marear y al de armar barcos. El 20 de junio de 1526, el Emperador
Carlos pidió a Cortés que auxiliara a Loaysa y a los supervivientes de la nao
Trinidad, capitaneada por Gonzalo Gómez de Espinosa. Además de aquella misión,
Cortés organizó diversas expediciones marítimas que dieron como resultado el
descubrimiento de una tierra a la que se dio un nombre fabuloso: California.
Hoy aquellas playas están bañadas por el Mar de Cortés.
8.
Cortés empresario
La
sed de oro movió a los españoles en América. Tal es la tesis negrolegendaria
más extendida. Sin embargo, ni todos los españoles buscaban oro –repare el
lector en la gran presencia de clérigos-, ni los españoles fueron los únicos
deslumbrados por el metal, como se demostró en la Venezuela a la que llegaron
los nada refinados banqueros alemanes. Cortés tuvo minas, pero también impulsó
otros muchos negocios. En 1526 escribió a su padre solicitando bastimentos,
ovejas, carneros y simiente de morera, industria por la que mostró un gran
interés. En su carta dijo: «yo he sido el primero que en esta tierra he criado
árboles de morales y he criado y aparejado seda y he hallado las tintas de
carmesí e otras colores convinientes e provechosas para ella, y porque de
criarse y multiplicarse en esta Nueva España en mucha cantidad de los dichos
árboles de morales redundará en señalado servicio de Sus Magestades e
acresçentamiento de su Real Patrimonio, mucho provecho de los españoles e
naturales conservación e buen tratamiento dellos». Las tintas carmesí eran la
cochinilla. Ya empleada por los mexicas, fue durante mucho tiempo el segundo producto
más valioso, tras el oro, que salía de Nueva España, pues no se podía cultivar
en Europa.
9. Señores
por méritos propios.
Según contó Bernal, antes de
culminar la conquista, Cortés motivó en ocasiones a sus soldados con la promesa
de convertirlos en una suerte de señores feudales. Y en efecto, así ocurrió.
Aunque después de la caída de Tenochtitlan muchos se sintieron insatisfechos,
el metelinense otorgó más de quinientas encomiendas, cuyos propietarios
quisieron conservar y entregar a sus descendientes. Muchos de aquellos hombres
solicitaron al rey escudos de armas en los que figuraban unas hazañas que
sirvieron para dar inicio a algunos de los más distinguidos linajes
novohispanos. En la Nueva España se reproducía lo ocurrido en la península,
trocando a los infieles mahometanos por los idólatras indígenas.
10. Cortés
y el mestizaje
Probablemente el efecto más
destacable del Imperio español en el Nuevo Mundo fue la configuración de una sociedad
mestiza que contrasta con el proceder depredador y fuertemente racista
anglosajón. Si de mixtura de razas hablamos, Cortés, de quien Bernal dijo que
«dábase a mujeres» dejó una descendencia amplia en la que han de incluirse los
hijos que tuvo con mujeres indígenas. Entre ellos destaca el que tuvo con doña
Marina, su intérprete y amante. Para el mestizo Martín, solicitó Cortés una
bula papal de legitimidad. Asimismo, le procuró el prestigioso hábito de
Santiago. De los sentimientos para con este hijo, habla por sí solo lo que el
ya Marqués de Oaxaca escribió en una carta a su primo Francisco Núñez. En ella
Cortés dijo: «Pues hágoos saber que no le quiero menos que al que Dios me ha
dado en la marquesa».
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