Libertad Digital, 20 de agosto de 2020:
Elcano.
Viaje a la Historia
Entonces, los
barcos se despidieron con una descarga recíproca de artillería; los nuestros
nos siguieron en su chalupa tan lejos como pudieron, y nos separamos, al fin,
llorando (Pigafetta).
La cita reproducida, tan conocida
como emotiva, forma parte del libro Elcano.
Viaje a la Historia (Ed. Encuentro 2020) obra de Tomás Mazón Serrano en la
que se reconstruye la epopeya del marino español y de los famélicos
acompañantes que dieron la primera vuelta al mundo. Un hito histórico, el de la
circunnavegación, que se debe a la determinación de unos hombres que buscaban
algo más que los dividendos derivados del riquísimo cargamento de clavo con el
que surcaron los mares portugueses. La búsqueda de la trascendencia, el anhelo
por dejar fama y memoria de sí, permitió que la nao Victoria se adentrara en
los predios lusos establecidos en Tordesillas con el respaldo papal. La carta
que Elcano dirigió a Carlos I a su llegada a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre
de 1522, así lo atestigua: «Saberá tu Alta Majestad lo que en más avemos de
estimar y tener es que hemos descubierto e redondeado toda la redondeza del
mundo».
Con esta cita arranca la obra de
Mazón, ingeniero técnico de obras públicas y rigurosísimo e incansable investigador,
que ha sido capaz de hallar en los archivos españoles y portugueses no sólo los
datos técnicos con los que ha descrito al detalle la derrota de la flota
española, sino los aspectos más personales, aquellos en los que los héroes
muestran su grandeza, pero también sus flaquezas. Publicada en el contexto del
V Centenario de tan histórico viaje, el libro de Mazón, impresionante por el
solvente manejo de fuentes primarias, se sitúa, junto a obras como El orbe a sus pies, de Pedro Insua,
frente a la sonrojante iniciativa de la ministra Carmen Calvo, empeñada en
rebajar el mérito español de un viaje iniciado por un español, el naturalizado Magallanes,
que nunca tuvo como objetivo la vuelta al mundo, y transformado radicalmente
por otro, Elcano, cuyo arrojo le llevó a ganarse la divisa Primus Circundedisti Me –El primero que me circundaste-.
Elcano. Viaje a la Historia nos sitúa en un tiempo marcado por
las tensas relaciones existentes entre dos imperios que pugnaban por hacer caer
de su lado la incierta ubicación de la Especiería. Dos imperios en los que las
cruces y las espadas convivían con las esferas y las agujas de marear. Frente a
las caricaturescas imágenes trazadas por la leyenda negra, la obra de Mazón
muestra la poderosa organización institucional hispana, que tenía en la Casa de
Contratación de Sevilla una verdadera cantera de pilotos familiarizados con las
técnicas y saberes punteros del momento. La prolija obra de don Tomás nos
ofrece sus nombres, pero también la composición de una tripulación en la que,
junto a 148 españoles, viajaron 28 portugueses, 27 italianos, 15 franceses, 8
griegos, y algunos flamencos y alemanes. Fue precisamente la presencia de ese
conjunto de portugueses, la que despertó el lógico recelo de los españoles,
aumentado por el hermetismo de Magallanes, celoso de la ruta que pretendía
recorrer en la búsqueda de un paso hacia el Mar del Sur en el que se hallaban
las ricas islas de las que le hablara Francisco Serrano. Aquella derrota oculta
motivó un motín en cuya resolución comenzó a destacar la figura del alguacil
mayor, Gonzalo Gómez de Espinosa. Él será, junto a Elcano, el protagonista del
desenlace vivido por la mermada flota y tripulación que quedaron tras la muerte
de Magallanes. Si de Elcano
sabemos de su firmeza a la hora de adentrarse en la demarcación portuguesa para
atravesar el Índico y doblar el Cabo de las Tormentas sin tocar tierra, hasta
encontrarse con la sorprendente ganancia de un día, que daba cuenta del éxito
de un viaje sobre la tierra rotatoria, en Elcano.
Viaje a la Historia sobresale la personalidad de Espinosa, incapaz de
hallar la ruta de vuelta a la Nueva España, el tornaviaje que completó años
después Urdaneta. Cautivo del portugués Antonio Brito, que dudaba si dejar a
los españoles en Maluco, por ser «tierra enferma», con la intención de que
murieran allí, o cortar sus cabezas por ignorar si ello agradaría a su rey,
Espinosa representa la gallardía española, no solo al dolerse de la pérdida de
la bandera, -«Señor, me tomaron de mi caja vuestra bandera real, la cual tenía
muy bien plegada y cogida»- sino también al negarse a trabajar en la
construcción de la fortaleza de Ternate, pues, según dijo, «si él había de
poner alguna piedra, sería en nombre del Rey de Castilla». Regresado finalmente
a España gracias Gonzalo Gómez de Espinosa representa la cara más amarga de
aquella epopeya. Tras recibir la divisa, Tú
Fuise uno de los Primeros que la Buelta me Diste, hubo de pleitear para
reclamar, sin éxito, su sueldo, del que se descontó el correspondiente a su
cautiverio en manos portuguesas. Un cargo como capitán y visitador de las naos
de Indias en la Casa de la Contratación supuso su postrero acomodo, sin que
ello borrara de su memoria, como tampoco se desvaneció de la de Elcano, que el
4 de agosto de 1526 halló en el Pacífico la hora precisa de la muy cierta
muerte, el recuerdo de aquellos compañeros con los que hallaron el tan ansiado
estrecho que les permitió entrar en la Historia. Una hazaña magníficamente
narrada por el emocionante y seguro pulso de Tomás Mazón en su Elcano. Viaje a la Historia.
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