La Gaceta de la Iberosfera, 5 de marzo de 2021:
https://gaceta.es/opinion/de-ferrer-a-hasel-anarquia-y-apachismo-en-barcelona-20210305-1142/
De
Ferrer a Hasél: Anarquía y apachismo en Barcelona
La reciente visita de la
pluriimputada Laura Borrás a la prisión de Ponent en la que el delincuente Pablo
Rivadulla Duró permanece recluido en la vana esperanza de lograr su reinserción,
convirtió en preso político al rapero conocido como Hasél. El principal mérito
del ilerdense para alcanzar tal condición, aceptada perrunamente por la grey
lazi, ha sido su posición favorable a un secesionismo, el catalán, en el que
caben las cuidadas formas propias de una formación conservadora como es JxCat,
pero también las de los muchachos de la capucha, uniforme propio de los CDR en
los que, según propia confesión, militan los hijos de Torra, presidente
monitorizado por Puigdemont desde su retiro dorado en el corazón de la Unión
Europea. Adquirida la vitola compartida con otros peligrosos reclusos como
Oriol Junqueras, detector, aunque acaso no exponente, de las proximidades
genéticas entre catalanes y franceses, Rivadulla ha rotulado su perfil de
Twitter con esta falsedad: «Preso político por denunciar las miserias del
régimen en sus tuits y canciones».
Como es sabido, el forzoso traslado
de Hasél desde las aulas universitarias ilerdenses a la cárcel ha ofrecido una
nueva excusa para la reedición del saco de Barcelona al que ya nos vamos
acostumbrando en estos golpistas tiempos. De este modo, mientras ciertos
elementos combatían al capitalismo mediante la expropiación de productos de Louis
Vuitton, otros desencadenaron de mayor carga política. Al cabo, Barcelona es,
desde hace tiempo, una de las principales capitales europeas del anarquismo
internacional. La detención de 8 personas -seis italianas, una francesa y otra
española- implicadas en unos incidentes que alcanzaron su punto culminante con la
quema de un furgón de la Guardia Urbana en cuyo interior se hallaba un agente,
da cuenta de hasta qué punto este movimiento, autopercibido como antifascista,
se mantiene activo en la capital catalana, dando continuidad a una tradición que
nos remite a un caso con el que se han querido establecer ciertos paralelismos:
el caso Ferrer Guardia.
Aunque no faltan razones para
considerar que Hasél no es más que un subproducto más de esa burguesía catalana
cuya progenie se da al chándal y el espray grafitero, su encarcelamiento ha vuelto
a poblar las calles de antiestatalistas que lo son a fuerza de globalistas y que
no hallan contradicción alguna en constituir una nueva república a costa de la
balcanización de España. Durante los disturbios callejeros, junto a los individuos
más politizados han operado en la Ciudad Condal los herederos del viejo
apachismo que tanta tinta hizo correr hace más de un siglo, cuando alcanzó su
cénit la figura de Francisco Ferrer Guardia, cuya vida siempre rodeada de
anarquistas que llegaron mucho más lejos que los haselianos. Como el lector sabe,
el 31 de mayo de 1906, Mateo Morral, bibliotecario de la Escuela Moderna
fundada por Ferrer, atentó contra Alfonso XIII y Victoria Eugenia desde el
tercer piso del número 88 de la calle Mayor de Madrid, al lanzar sobre la
comitiva nupcial un ramo de flores envuelto
en la bandera de Francia. Un manojo de flores que probablemente fue llevado a
Barcelona por el federalista canario Nicolás Estévanez Murphy.
La explosión, que provocó casi una treintena de muertos, dio comienzo al
declive de Ferrer, cuya trayectoria ideológica se había fraguado al calor de
las ideas de Pi y Margall y el Partido Republicano Progresista presidido por
Manuel Ruiz Zorrilla, Gran Maestre del Gran Oriente de España, que le prestó
ayuda en su exilio, durante el cual se afilió al Gran Oriente francés. Todas
estas influencias dejaron su impronta en La Escuela Moderna, fundada en
septiembre de 1901.
Su implicación en el intento de
regicidio, que determinó la clausura de su Escuela, fortaleció su perfil político, convirtiéndose
en símbolo de anarquistas, republicanos, masones y exquisitos librepensadores.
Pese a contar con tales respaldos, nada impidió que cuando en julio de 1909, la
ciudad de Barcelona se rebeló contra el reclutamiento forzoso, en la llamada Semana
Trágica, Ferrer fuera fusilado en el foso de Santa Amalia de la prisión de
Montjuich en la mañana del 13 de octubre de 1909, después de ser hallado
culpable de instigar aquellos hechos por parte de un tribunal militar que no
exhibió pruebas concluyentes para su sentencia. Concluía así la vida,
establezca el lector los oportunos paralelismos con Hasél en cuanto a
trayectorias y calificativos, de quien Unamuno calificó como «mamarracho».
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