La Gaceta de la Iberosfera, 26 de febrero de 2021:
https://gaceta.es/opinion/manifiestamente-sediciosos-20210226-0830/
Manifiestamente
sediciosos
Coincidiendo con el 40 aniversario
de los hechos protagonizados, al menos de manera icónica, por el teniente
coronel Antonio Tejero, Esquerra Republicana, Bildu, Junts, PDeCAT, Bloque
Nacionalista Galego y la CUP hicieron público un manifiesto que recoge los
habituales pseudoargumentos de estos colectivos manifiestamente sediciosos. La
difusión de texto vino acompañada por un plante al Felipe VI, el mismo que
acertó plenamente en aquella memorable aparición en la que no pronunció la
palabra que en España ha servido como coartada a los principales partidos
gobernantes para claudicar a quienes operan bajo la adscripción a un lazo
amarillo hogaño y una serpiente enroscada en un hacha antaño: diálogo. Sierpe
que, desoyendo el consejo cervantino, se cría en el seno, es decir, dentro del
Gobierno, pues la actual coalición, sostenida por los votos de muchos de los
firmantes del manifiesto, cuenta con la presencia de un vicepresidente que
afirma que España no es una democracia plena. Una pretendida tara democrática,
la señalada por el hijo
del frapero, que conecta con lo expresado en el Congreso de los
Diputados por el inefable Gabriel Rufián, portavoz del colectivo partitocrático
que ha suscrito un escrito estructurado en cuatro puntos por los que transitan
las habituales contradicciones y peticiones de principios que suelen pasar
inadvertidas para tan embrutecidos ojos.
Los diputados nacionales, que no
otra cosa son quienes comparecieron ante los medios, expresaron su objetivo de
manera nítida: llevar a cabo la «ruptura democrática con el régimen del 78, el
cual supone la negación nacional y social de los derechos y libertades de
nuestras sociedades y nuestros pueblos». Para la reivindicación de sus ya
habituales anhelos -«La construcción de repúblicas libres, independientes,
soberanas y justas»- los diputados se remiten al 23 de febrero de 1981,
interpretado del siguiente modo: «Hace hoy 40 años, tras los acontecimientos
del 23F, una operación de Estado reforzó y blindó los pilares y valores del
régimen establecido en la mal llamada transición democrática española, con la
figura del Rey y el Ejército como sus mayores garantes. Pilares y valores
antidemocráticos de donde nacen la represión, la desigualdad, la injusticia, la
corrupción, la conculcación de derechos y el recorte de libertades que se
mantienen hasta el día de hoy». Nada que no hayamos escuchado en reiteradas
ocasiones a esta suerte de reedición, sin la presencia del taimado PNV, de la
vieja Galeuscat, pues en el colorido membrete del manifiesto no aparecen los
partidos y plataformas que buscan la mutilación, sesgadamente democrática, pues
no permite a todos los españoles decidir sobre el descuartizamiento de su
cuerpo político, de regiones que no sean Cataluña, Vascongadas y Galicia,
precisamente aquellas que durante la mitificada II República obtuvieron un
estatuto de Autonomía. El resto de «la ciudadanía», entendemos que española,
deberá contentarse con elevarse a la condición nacional apoyada en las «clases
populares».
Nada nuevo bajo el sol,
predominantemente lazi y ahora también hazeliano, que vicepreside la política
española. Al cabo, Sánchez pernocta en La Moncloa gracias a los votos de las
sectas catalanistas y al dosificado acercamiento de etarras condenados por sus
crímenes, mientras Pablo Iglesias, visitante de golpistas y honrado
frecuentador de herriko
tabernas, sigue operando como agente madrileño de toda aquella
iniciativa que socave la soberanía española. Tales son las concordancias entre la
prosodia de los abajofirmantes y la de este quintacolumnista del secesionismo, que
hace más de un lustro, en la era pre galapagueña, cuando se presentaba como
representante de «los de abajo», Iglesias ya empleó la imagen del candado
para referirse a la actual Constitución, en la que, a pesar de la
intencionadamente oscura distinción entre nacionalidades y regiones, no figura
el derecho de autodeterminación.
Muchas son las teorías que circulan
acerca de lo que realmente ocurrió aquel 23 de febrero que, según nuestros
secesionistas con escaño pagado por aquellos a quienes pretenden expropiar
parte de su territorio, sirvió para blindar los pilares del así llamado régimen
o candado. Sin embargo, los aspavientos realizados a propósito de la, al
parecer, consustancial corrupción de la actual democracia coronada, solo
superable con la salida del nada colaboracionista Felipe VI, son insuficientes
para encubrir la doblez de esta partida de
hispanófobos que han olvidado las variadas corruptelas que adornan el historial
de uno de sus referentes, Jordi Pujol, quien en su momento empleó una metáfora
forestal, cargada de amenazas, tan potente como la cerrajera: Si
se toca la rama de un árbol caerán todas.
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