jueves, 5 de septiembre de 2013

Tierno Galván y el federalismo

Artículo publicado en La Voz Libre el miércoles, 4 de septiembre de 2013:
http://www.lavozlibre.com/noticias/blog_opiniones/14/803325/tierno-galvan-y-el-federalismo/1

Tierno Galván y el federalismo
Con frecuencia, emergiendo desde las filas de la autodenominada izquierda, aflora al debate de nuestra partitocracia la propuesta de transformación de España en un estado federal.
En mayo de 2013, el PSC lanzó un proyecto de resonancias orteguianas y calculada ambigüedad que se resume en esta frase: «el federalismo está especialmente indicado para vertebrar Estados que contienen distintas naciones y por eso resulta adecuado para España». La fórmula figura en un documento elaborado por lo más granado de la socialdemocracia catalana titulado: Por una reforma constitucional federal.

El texto hace oportuno el análisis de un trabajo de Enrique Tierno Galván publicado en 1957 en el Boletín Informativo del Seminario de Derecho Político con el título: «Federalismo y Funcionalismo Europeos», un artículo escrito en plena Guerra Fría, dentro del tiempo silenciado por la amenaza nuclear y, en el plano biográfico, tras fundar en Salamanca la Asociación Funcionalista para la Unidad Europea. Relacionado con Ridruejo y Gil-Robles, el Viejo Profesor se había acercado a grupos donjuanistas y a los que se hicieron visibles en el IV Congreso del Movimiento Europeo reunido en Múnich en 1962, al que Tierno no asistió.
Ello no impidió que en 1964, superados los iniciales recelos que inspiraba,Pablo Martí Zaro lo captara para la causa proyanqui y anticomunista del Comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura, organización manejada por la CIA, discretamente apostada tras una serie de fundaciones interpuestas. Hecha esta contextualización, vayamos al artículo:
El escrito sitúa a Europa y a los nacionalismos como una suerte de conceptos conjugados. El fortalecimiento de una supondrá el debilitamiento de los otros y viceversa, si bien el desdibujado de los nacionalismos, referidos a las naciones políticas realmente existentes, acarreará unos efectos de incierto alcance ante los que se apunta una posible salida. Veamos:

«… el obscurecimiento y progresiva debilitación de la idea de nacionalismo significa la desaparición de las concepciones políticas del mundo? ¿Si así ocurriese, cuáles serían las concepciones substituyentes? ¿Podría serlo el federalismo clásico, o la idea federal desaparece en cuanto es expresión y resultado de una concepción política del mundo?»
El federalismo aparecerá como solución a los males de la Europa que había visto fracasar el europeísta proyecto nazi. El eclipse de los nacionalismos tendrá otra consecuencia:

«… entre otras razones, por el efecto desintegrador de los estudios sociológicos, las ideologías políticas han perdido su prioridad, hasta el punto de empezar a considerárselas como expresiones accesorias; una organización de la convivencia realizada desde la valoración empírica del bienestar. Significa esto también que los valores superiores no tienden hoy a expresarse en concepciones políticas del mundo, sino que propenden a permanecer en planos distintos a los de la organización de la convivencia y administración de los intereses comunes. En el orden teórico abundan los testimonios del comienzo de la superación de las ideologías políticas.»

Acaso el Viejo Profesor, al referirse a las «ideologías», sugiriendo su final, pensaba en el comunismo o el fenecido nazismo. El Tierno de 1957 se hallaba mucho más alejado del marxismo de lo que pretendió estar al concurrir, y obtener un rotundo fracaso político y económico, a las elecciones de 1977 liderando el Partido Socialista Popular. Frente a las anticuadas «ideologías», opondrá el moderno «funcionalismo»:
«A la actitud y a las ideas acordes con los nuevos puntos de vista, se suelen llamar funcionales, y en términos más abstractos y a la vez más definidos, funcionalismo.»
Pese a su europeísmo, al profesor madrileño le preocupaba la posibilidad de construcción de una nación europea. Ante tal peligro, abogaba por unas instituciones difusas que permitieran la cooperación entre «regiones funcionales»:
«… los viejos esquemas geopolíticos han de transformarse en esquemas construídos desde el punto de vista de regiones funcionales de manera que en lugar de geopolítica es necesario hablar, cuando el caso lo requiera, de región económica, región cultural, cuyas regiones estarían técnicamente integradas según las necesidades.»
La apuesta por este regionalismo sui generis, era la siguiente:
«La palabra nación tiene cada día menos vigencia e incluso menos eco emocional por su inextricable vinculación y enredo con el Estado, de modo que la superación del Estado nacionalista implica la caducidad de la tensión y altura del vocablo «nación».»
Y, añade:
«La palabra «comunidad vital» significa de modo más independiente y preciso que la palabra «nación», la coincidencia racional e irracionalmente diferenciada de los componentes de un grupo humano a través del proceso histórico, aunque en menor escala, ocurre con la palabra «autonomía» que hay que ir substituyendo por la expresión diferenciación y comunidades diferenciadas.»
Llama la atención la expresión «comunidades diferenciadas» tan cercana al rótulo «hecho diferencial», viejo mantra empleado por las organizaciones secesionistas. No obstante, cuatro años antes que Tierno, Manuel Ballesteros Gaibrois había empleado el rótulo «comunidades diferenciadas» en su 'La obra de Isabel La Católica' (Segovia, 1953), con un sentido religioso:

«Fueron, pues, los hebreos un enquiste, desde tiempos muy remotos, y ya se distinguían como comunidades diferenciadas en tiempo de los germanos, de los visigodos, cuya caída fué lograda en parte por intrigas judaicas.»

Tierno lo desplazará al ámbito cultural, en consonancia con los encuentros entre intelectuales que se mantendrán en los años 60. Sirva de ejemplo la reunión entre intelectuales catalanes y castellanos celebrada en 1964 en la casa que Félix Millet tenía en La Ametlla del Vallés. Ausente de este cónclave, Tierno asistirá un año después al celebrado en la casa toledana del arquitecto Chueca Goitia, citas que tuvieron continuidad en congresos públicos de marcado regionalismo.
El proyecto federal auspiciado en un plano paralelo al político por el Congreso para la Libertad de la Cultura, que tenía como objetivo alzar un dique europeo ante la U.R.S.S., con las naciones políticas como elementos configuradores de tal federación, se fue diluyendo. Los componentes ideológicos, empero, se habían consolidado en España, sentando las bases de una configuración política y sociológica en la que las comunidades diferenciadas, Mito de la Cultura mediante, prefiguraban unas comunidades autónomas con anhelos independentistas para las que el federalismo no es sino un paso previo a la secesión y a integración en la idealizada Europa.
Es en pleno franquismo cuando se reorganizan los grupos que sustentan a las actuales plataformas separatistas. Atrás quedaban los rancios y racistas postulados de la frenología, pero también una generación política amortizada por la edad y ciertas hipotecas que habría de sustituirse por una renovada oleada de políticos e ideólogos que contribuyeron a consolidar una esquizoide España capaz de transformarse en un estado autonómico en el que se toleran y financian proyectos secesionistas y federales de simetría variable. 

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