Artículo publicado en el El Catoblepas, número 145, marzo 2014, p. 3:
http://www.nodulo.org/ec/2014/n145p03.htm
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José Luis Sampedro. Un gimnasta de la libertad
Iván Vélez
Con su
salud mermada, ya nonagenario, José Luis Sampedro Sáez (1917–2013) no pudo
asistir a las ceremonias intencionalmente revolucionarias que durante el mayo
de 2011 -15M-, se desplegaron en la madrileña Puerta del Sol. Arropadas por un
indignado y esclarecido coro –«¡lo llaman democracia y no lo es!»- las
reflexiones escritas y, huelga decirlo, la adhesión del autor de El amante lesbiano al movimiento Democracia Real Ya, fueron transmitidas a
un público entusiasta.
El
fideísmo democrático del movimiento, no obstante su reclamado carácter popular,
tomaba su nombre y cierto sustento en la brevísima obra de Stéphane Hessel: ¡Indignaos!, prologada por el propio
Sampedro –«Yo también»- en su edición española (Ed. Destino, Barcelona 2011, 60
p.).
El
movimiento, tales fueron algunas interpretaciones del momento, emulaba la
revolución parisina de 1968 y establecía, al parecer, una gran serie de
paralelismos con las llamadas primaveras árabes –aunque en la plaza madrileña
hubo más anticlericalismo que plegarias-. Incluso escogía a dos hombres
senectos, ambos nacidos en 1917, como una suerte de patronos. No faltaron
tampoco, alucinados apóstoles de la democracia y la revolución automática y
escatológica, que se aproximaron a la humana riada para lanzar sus redes, a
menudo con magros resultados, pues pese a la aparente apertura ideológica de
los allí congregados, muchos eran los mitos y tabúes que se observaban.
Sin
embargo, pocos de los que, entusiasmados, escucharon cómo Sampedro, gracias a
un portavoz que leía su texto,
manifestaba su adhesión a Democracia Real
Ya, «naturalmente interpretando la palabra real como adjetivo referido a
realidad y no a la realeza», conocen muchos de los datos que a continuación
ofrecemos del que fuera senador por designación real, esta sí, monárquica. Y es
que, antes de que los años transformaran la figura de Sampedro en una versión
rediviva del San Jerónimo de Ribera, antes de que su reconocimiento vulgar lo
identificara como un exitoso novelista que abandonaba ocasionalmente los
predios de la ficción para aconsejar, como hombre sabio, a la sociedad
española, José Luis Sampedro desarrolló muchas otras actividades de las que
ahora trataremos.
José
Luis Sampedro Sáez vio sus primeras luces en Barcelona en 1917, fruto del
matrimonio entre Luis Sampedro, médico militar español nacido en La Habana y Matilde
Sáez, que lo hizo en Argelia. Su infancia la pasa en Tánger, donde comienza a
educarse en su colegio franciscano.
Con el
estallido de la Guera Civil, el católico Sampedro, que había obtenido por
oposición una plaza de funcionario de aduanas en Santander, será inicialmente
movilizado por el ejército republicano, concretamente en un batallón anarquista[1], pasando
al ejército nacional en 1937. Finalizada la Guerra Civil, en 1940 se trasladará
a Madrid, ingresando en la recién creada Facultad de Ciencias Económicas de
Madrid, fuertemente ligada al ideólogo falangista Javier Conde García (1908-1974),
y a personalidades como Joaquín Garrigues –hombre conectado a los intereses
norteamericanos en España-, Castiella o Díez del Corral. Sus estudios
concluirán en 1947, obteniendo el Premio Extraordinario.
Entre
tanto, en 1944 Sampedro, apadrinado por Estanislao de Abarca y Fornés
(1889-1950), vicepresidente del Banco Santander, se había casado con Isabel
Pellicer –que fallecerá en 1986-, quien trabajaba en la Dirección General de
Arquitectura, y a la que conoció cuatro años antes en los ambientes próximos a Y. Revista
de la Mujer Nacional Sindicalista, editada por la Sección Femenina de
Falange y dirigida por Marichu de la Mora[2].
En dicha revista colaboró Sampedro en 1940 con un cuento titulado Ártico[3].
El
final de la década de los 40 verá las publicaciones de Sampedro en la revista
fundada por Pedro Laín y Dionisio Ridruejo, Escorial,
en cuyas páginas, tras su refundación, encontramos trabajos y recensiones de
nuestro economista, o incluso cuentos como el titulado «La isla sumergida», que
aparecerá en 1950 en el suplemento: El
jardín de los frailes. De la mano de Laín, Sampedro también participará en Cuadernos Hispanoamericanos, revista
fundada y dirigida por aquel en 1949.
Profesionalmente,
la estabilidad la había conseguido en 1948, al entrar en el Servicio de Estudios
del Banco Exterior de España. En 1951 es nombrado asesor del Ministro de
Comercio, don Manuel Arburúa de la Miyar (1902-1981), una de cuyas hijas,
Pilar, se casará con José Lladó Fernández-Urrutia, hijo del Presidente del
Banco Urquijo Juan Lladó Sánchez-Blanco (1907-1982), Ministro de Transportes y
Comunicaciones y de Comercio en la Transición y Embajador de España en
Washington. Una conexión económico-político-estratégica nada baladí, pues el
Banco Urquijo será una de las instituciones empleadas por Estados Unidos, canalizando capital
económico, para influir sobre las elites españolas e ir preparando una
alternativa al franquismo alejada de Moscú.
Entre 1955 y 1969, Sampedro será Catedrático de Estructura
Económica de la Universidad de Madrid, tarea que simultanea con su cargo
en el Banco Exterior -llegará a ser Subdirector General de tal institución-,
donde crea un servicio de estudios. Tal experiencia dará como fruto obras como:
La nueva forma geográfica del mundo
(Publicaciones del departamento provincial de Seminarios de FET y de las JONS,
Almería 1953), Principios prácticos de
localización industrial (Aguilar, Madrid 1957), y otras en las que muestra
su fervor europeísta: Principales efectos
de la unidad económica europea (Espasa Calpe, Madrid 1957), Realidad
económica y análisis estructural (Aguilar, Madrid 1959) y El futuro europeo de España (Estudios
Económicos Españoles y Europeos, Madrid 1961).
El
final de la década de los 50 hará más visible públicamente a Sampedro, pues es
uno de los firmantes de una carta, «Voces que llaman desde España», publicada
en México por España Popular, en la
que se pide la amnistía para presos políticos y exiliados. Será sin embargo, en
los 60, cuando Sampedro comience a desarrollar las actividades que interesan en
el presente trabajo.
El 10
de junio de 1960, Pierre Emmanuel, hombre del Congreso por la Libertad de la
Cultura para las cosas de España, dirige una carta al escritor y crítico José
Luis Cano[4] en
la que le plantea la organización del Comité español apoyándose en el propio
Cano, Aranguren, Laín y Marías, si bien se cuida de saber si Cano se asociaría
con dicha terna. En unas notas manuscritas al margen, aparece el nombre de
Sampedro junto a otros como Montero Díaz, Tierno, Garagorri o Bousoño.
En
1961 Sampedro publica su exitosa novela, El
río que nos lleva, pero será también ese año cuando Waldemar Nielsen,
agente de la CIA y Director de Recursos Humanos de la Fundación Ford, que ya
tenía acuerdos con la Sociedad de Estudios y Publicaciones del Banco Urquijo, y
había tanteado a algunas relevantes personalidades españolas, visite nuestro
país para reunirse en la sede del Seminario de Estudios de Humanidades con
Aranguren, Juan Lladó, Muñoz Rojas y el propio José Luis Sampedro[5]. Entre
los objetivos de la visita figuraba la intención de que los economistas españoles
colaboraran con los de la embajada norteamericana en Madrid.
Sampedro
asumirá la dirección del Seminario de Estructura Económica con los concretos
objetivos que señala Gonzalo Anes:
José Luis Sampedro, se planteó la
localización económica en Europa y los criterios locacionales en las regiones
españolas, con objeto de facilitar las decisiones de los empresarios e incluso
ofrecer sugerencias a los potenciales inversores extranjeros.[6]
Los
colaboradores de Sampedro en tal Seminario de Economía, en el que se integra el
catalanista Ramón Trías Fargas, becado por la SEP en 1955 y autor en 1960 de Balanza de pagos interior, obra en la
que analiza tal aspecto referido a Cataluña y el resto de España, fueron:
Iluminada García Díaz, Pedro Martínez Méndez, Jacinto Ros Hombravella –hoy
firme partidario de la secesión catalana-, Luis Vañó Martínez e Ildefonso Yáñez
Diego. El objetivo de la integración en el mercado capitalista europeo era prioritario.
Los Seminarios se desarrollaron entre 1962 y 1965, y en el caso de Sampedro, su
labor fue supervisada por el británico Richard Bailey, quien le conseguirá una
beca de la Fundación Rockefeller para que viaje a Estados Unidos como profesor.
En
esta década su presencia en actos públicos crecerá. En mayo de 1961 asiste a
unos encuentros titulados «Soluciones occidentales a los problemas de nuestro
tiempo», organizados por la Asociación Española de Cooperación Europea, en los
que también comparecen los miembros del Congreso por la Libertad de la Cultura:
Pierre Emmanuel, Jelensky, Bloch-Michel o Jean Bondy.
Un año
más tarde, en marzo de 1962, participa en un Coloquio sobre «el Mercado Común».
El periódico ABC, en su edición del
17 de marzo, recogió su intervención:
Don Alberto Ullastres clausura un
coloquio sobre «el Mercado Común Europeo»
"Europa
ha de unificarse o hundirse", dijo el profesor Sampedro
El ministro de Comerció, don
Alberto Ullastres, clausuró anoche en el I.C.A.D.E. el coloquio que se ha celebrado
estos días acerca del Mercado Común Europeo. Dirigió los diálogos en ausencia
de don José Yanguas Messía el profesor Luna.
Don José
Luis Sampedro dijo que la compenetración creciente de la economía
española con la europea es una necesidad determinada por las corrientes
históricas actuales, porque no hay nación europea que pueda afrontar sola los
gastos de los modernos armamentos, investigación astronáutica y energía
nuclear; ni existe nación que tenga un mercado interior suficiente para organizar
en escala productiva numerosos artículos básicos o de consumo. Hasta la Gran
Bretaña quiere hoy poner fin a su "esplendido aislamiento" secular
por considerar que no puede continuar al margen de esas corrientes
unificadoras. La petición reciente del Gobierno español solicitando la
asociación al Mercado Común demuestra que esas posibilidades tampoco se
conciben oficialmente entre nosotros.
Ahora se trata, dijo, de plantear
adecuadamente ante la decisión integradora las condiciones en que ésta debe llevarse
a cabo para incrementar las ventajas, y mitigar las inevitables pérdidas.
Europa, añadió el orador, ha de unificarse o hundirse. Por último reiteró su
vieja fe en Europa.
Por
su parte, Pueblo -21 de marzo de
1962- daba esta información que encaja con un Sampedro de unos tintes liberales
que sin duda eran convergentes con la ideología norteamericana que se estaba
implantando en España como alternativa a los cantos de sirena –reales o
supuestos- del comunismo soviético:
Monopolios
Casi siempre que hemos tocado en esta página el problema candente de los
monopolios se ha producido, desde uno u otro sitio, una reacción contraria a
nuestras afirmaciones. Se ha dicho que era exagerado, cuando no inexacto,
hablar del grado de monopolio que se patentiza en la economía española. Se ha
negado, incluso, que existiera en ella tal tensión monopolística.
Recientemente, en los coloquios celebrados por Acción Social Patronal en la
Cámara de Comercio, sobre el lema genérico de la integración de España en el
Mercado Común, un conocido economista, don José Luis Sampedro —catedrático
de Estructura Económica de la Universidad Central— ha dicho algo sobre el grado
de monopolio que nos interesa recoger en esta página.
La dificultad principal con la que tropieza la economía española —ha
afirmado el profesor Sampedro— es la deficiente productividad de nuestro
sistema, que se debe, en parte, al medio ambiente, porque no es el nuestro un
país de condiciones naturales favorables. Por otra parte, a todos los españoles
corresponde algo de culpa en ello, sin que deba centrarse exclusivamente la
atención sobre los empresarios, como se hace algunas veces, ni siquiera sobre
los tan mal afamados intermediarios. Otras causas que concurren en el bajo
nivel de productividad son las unidades de explotación antieconómica—porque las
empresas no tienen, en general, la dimensión óptima, el equipo adecuado—, las
deficiencias de los transportes, los defectos de información, etc..., todo lo
cual conduce a una situación que, en conjunto, tiene "un considerable
grado de monopolio".
Hay, pues, un considerable grado de monopolio en la economía española,
según las autorizadas afirmaciones del profesor Sampedro. No se trata de
una campaña demagógica —como a veces se dice o insinúa en respuesta a nuestros
comentarios—, sino de una realidad que aprecian objetivamente los economistas
de más prestigio.
1962
es también el año en que Sampedro ingresa en el Comité español del Congreso por
la Libertad de la Cultura, cuyos fondos, controlados por la CIA, se canalizaban
a través de la misma Fundación Ford que mantenía acuerdos con la Sociedad de
Estudios y Publicaciones. Sampedro, como Aranguren y Marías, estará presente en
ambas organizaciones promovidas por el imperio norteamericano como respuesta al
poder cuya capital se hallaba tras los Urales[7].
La
actividad de Sampedro en el Comité español del CLC es constante. Será, no
obstante, en terrenos que podemos adjetivar como técnicos o académicos, donde
su concurso sea más apreciado, como podemos advertir en esta misiva que Pablo
Martí Zaro le remite instándole a solicitar fondos estatales para ayudas a la
investigación dirigidas a profesores universitarios:
Madrid, 9 de
Septiembre de 1.963
Sr. Don José Luis Sampedro
Querido José Luis:
Te dirijo estas líneas
por encargo de Aranguren para informarte de algo que puede temer gran interés.
Como ya sabrás el
Ministerio de Educación Nacional ha establecido un sistema de subvenciones con
el fin de favorecer las investigaciones realizadas por catedráticos titulares
en cualquier disciplina. Aranguren ha creído que la obtención de esta clase
ayudas podría ser enormemente útil para el desarrollo de nuestros trabajos
sociológicos, y ha solicitado oficialmente una de esas subvenciones con destino
a la sección de Sociología de la Educación que el dirige. En su carta aludía de
alguna manera a las otras dos secciones es decir a la de Sociología Económica
que tu diriges y a la de Sociología Industrial que dirige Pinillos, así como al
carácter internacional de estas tareas, indicando la posibilidad de que todos
juntos llegaseis a constituir un grupo de investigación, apoyado en la
colaboración del Centro de Sociología Europea. Me ha rogado que te invite a hacer
otro tanto, ya que las ayudas de que te hablo han de ser solicitadas personal y
separadamente por cada uno de los catedráticos interesados en obtener la
subvención.
Si la sugerencia te
parece oportuna, debes formalizar tu solicitud lo antes posible, ya que el
plazo señalado a tal efecto por el Ministerio expira el dia 15 del cte. Excuso
añadir que en el caso de que te decidas a hacerlo, puedes basar tu petición en
el proyecto y en el presupuesto redactado por Cuisenier.
La encuesta de Carrión
marcha muy bien. Yo he venido a pasar unos dias en Madrid con objeto de continuar
los preparativos para el Seminario Literario de Octubre, y hoy mimo vuelvo a
Carrión, donde permaneceré hasta el dia 20, como sabes.
En cuanto vuelva te
veré. Entre tanto recibe un fuerte abrazo de tu buen amigo.[8]
El
interés del Comité español del CLC por la Sociología dará como resultado la
confección, en 1963, de unos estatutos para constituir una Asociación Española
de Sociología. Finalmente lo que se fundará dos años más tarde es el Centro de
Estudios e Investigaciones (CEISA), clausurado por orden gubernativa en 1968.
En el
intenso1963[9]
se publica el primer número de la segunda época de Revista de Occidente, -acontecimiento al que no fue ajeno el Comité
español del Congreso por la Libertad de la Cultura- en cuyo consejo asesor
figurará Sampedro, junto a, entre otros, Laín, Chueca, Aranguren o Marías. En
el otoño de ese mismo año, de la mano de un Ruiz-Giménez que fuera orillado por
los tecnócratas tras los disturbios universitarios de 1956, nacerá la revista
democristiana Cuadernos para el Diálogo,
publicación en la que también encontraremos a nuestro economista, acompañado de
los habituales, a los que se sumarán elementos clericales aperturistas como el
padre José María Llanos o jóvenes becados por el CLC como Ignacio Sotelo, a quien
el 22 de abril de 1963 se le concede una bolsa de viaje por valor de 3.000
pesetas que provienen directamente de París, centro de operaciones del
Congreso. El viaje de Sotelo tendrá como destino la Universidad de Colonia,
donde terminará su tesis doctoral comenzada en 1960 y culminada en 1965.
Titulada El problema de la Dialéctica en
Sartre, la tesis tendrá como director al austriaco y husserliano profesor Ludwig
Landgrebe (1902–1991)[10].
Como es sabido, las actividades del Comité
eran diversas, y la captación de escritores noveles era uno de sus objetivos. En
las ediciones de 1963 y 1965, Sampedro será miembro del jurado del Premio de
los Escritores Europeos, que otorga sus premios a Caro Baroja y Guillermo de la
Torre respectivamente. Paralelamente a sus apariciones en Cuadernos para el Diálogo[11], participa en coloquios como el que en
1964 preside bajo el título: El
desarrollo en los países mediterráneos, encuentro internacional que
congrega a medio centenar de sociólogos y economistas.
Regresemos
de nuevo a la SEP. Junto a Aranguren y Julián Marías, Sampedro se benefició
también de la línea editorial auspiciada por la Ford. Su obra Los perfiles económicos de las regiones españolas
(SEP, Madrid 1964) conocerá una edición bilingüe. Para darle continuidad a las
citadas actividades, propondrá un seminario sobre los polos de crecimiento, en el
que colaboraron Rafael Martínez Cortina, Francisco Muñoz Delgado, Julio Segura
y Francisco Stuyk Collado[12]. Sampedro
consideraba del máximo interés que los empresarios contestaran a cuestionarios
propuestos por estos equipos. En una carta a Muñoz Rojas, citada por Anes,
afirma:
Coincidirás conmigo en que los
empresarios han de jugar el papel que pueden y deben jugar, para que juguemos
todos.[13]
En
septiembre de 1964, el Comité español del CLC está preparando un Seminario para la Formación del Hombre y el
Desarrollo Económico (carta en francés de Pablo Martí Zaro a Pierre
Emmanuel fechada el 10 de septiembre de 1964). Tal seminario pretendía
celebrarse en la Facultad de Derecho. No obstante, al surgir dificultades, se
sugiere el empleo de las instalaciones del Banco Exterior, cuyo subdirector era
el propio Sampedro. Sin embargo, ante el viaje de Sampedro a Japón, es Martí Zaro
quien continúa las gestiones, poniendo sus ojos en la Cámara de Comercio de
Madrid, cuya biblioteca podría emplearse para tal fin.
En
este documento, de reveladoras conexiones, Martí Zaro sugiere la incorporación al
seminario de una figura clave: Joaquín Ruiz-Giménez. En la carta también se habla
de la visita de Cuisenieur a Madrid y de sus contactos con Aranguren y Muñoz
Rojas, quienes le habrían informado de la intención de formar una asociación
civil para dotar de personalidad legal al equipo de investigadores, pudiendo
así actuar de manera autónoma aunque manteniendo un nexo con la Sociedad de
Estudios y Publicaciones, que tendría el control económico de las sumas
vertidas por la Fundación Ford, algo que la propia fundación sopesaría en París
en compañía de Raymond Aron.
En
1965, las relaciones entre Aranguren y Muñoz Rojas alcanzarán gran tensión, aumentada
por la causa que sobre el profesor se abre tras su participación en los incidentes
universitarios que condujeron a su expulsión de dicha institución. Ante esta
situación, se sopesa la sustitución de Aranguren por Sampedro –con el
conocimiento previo del primero- dentro de la SEP, decisión que contaba con la
aquiescencia de Slater y Cuisenieur. Una oportuna gira de conferencias impartidas
por Aranguren por Escandinavia, relajará las tensiones y servirá para salvar la
situación.
La
crisis producida en el mundo universitario, que había salpicado a varios
miembros del Comité español, llevará a éste a reunirse de urgencia el 15 de
septiembre. Durante la tenida, Sampedro llega a anunciar que está dispuesto a
renunciar a su cátedra o pedir la excedencia, como ha hecho ya Antonio Tovar[14],
si bien, su impulsiva decisión se desvanecerá.
Todo
ello no evitó que el proyecto aludido en la epístola continuara adelante al
menos en un plano formal u oficial. Se trata de la constitución del PEN
español, cuyos estatutos se redactan a principios de 1965 y se ponen en
conocimiento de Carlos Robles Piquer, cuñado de Manuel Fraga y Director General
de Información[15].
Simultáneamente se comenzará a constituir la editorial Seminarios y Ediciones
S.A., en la cual, en un principio –octubre de 1965- se tratará de incluir a Jean-Yves
Bouedo y a Roselyne Chenu. No obstante, por cuestiones legales, las acciones de
éstos recaerán en la persona de Sampedro en 1966, cuando se constituye el Consejo
Asesor de la editorial, de la que formará parte el economista nacido en
Barcelona.
Como
es sabido, 1966 será un año convulso para el CLC, pues el New York Times desvela la tutela que la CIA realizaba sobre el
Congreso. Sampedro será uno de los firmantes de la carta que el Comité español
envía a John Hunt el 13 de mayo de 1966. A pesar de todo, la crisis se supera
con rapidez, hasta el punto de que, junto a Laín, Aranguren, Maravall, Tierno,
Morodo y Julio Caro Baroja, firma otra carta dirigida al director de la revista
Mañana, (Madrid, 13 de junio 1966), ofreciéndose para colaborar
con la revista.
Querido amigo:
Desde sus primeros números, seguimos con el
mayor interés la publicación de la bien orientada tribuna democrática que Vd.
dirige. Consideramos que dicha publicación está redactada con suma oportunidad
y corresponde, como ninguna otra, a las condiciones de nuestra vida social y a
las necesidades de la oposición democrática española. Pese a las dificultades
que existen para su difusión, su influencia y popularidad son ya notables. Por
otra parte, no creemos que, en las condiciones actuales, la función que cumple
pudiera ser sustituida fácilmente ni fuera ni, por supuesto, dentro de España,
donde la prensa sigue funcionando bajo controles muy severos.
Por esta razón, le exhortamos a seguir
adelante, y le ofrecemos para ello no sólo nuestra simpatía sino nuestra
colaboración, esperando que sea posible superar las muchas dificultades que
presenta una empresa tan desinteresada.
Le saludan muy atentamente,
En cualquier
caso, tras la crisis de 1966/67, y el consiguiente cambio de nombre del
Congreso, ahora rebautizado como Asociación Internacional por la Libertad de la
Cultura, sostenida por la Fundación Ford, se producirán algunos cambios que
además vendrán facilitados, así nos parece, por los incidentes universitarios
antes citados, y tras los que Sampedro obtiene un puesto de profesor visitante en
las universidades inglesas de Salford y Liverpool.
Sampedro,
pese a todo, participará en el Congreso de Córdoba de 1968: el Coloquio sobre los Problema del Desarrollo
Regional. No obstante, un año más tarde, en 1969, se traslada al colegio
universitario femenino Bryn Mawr College, siguiendo la estela de otro hombre
vinculado al CLC: José Ferrater Mora[16].
Es también durante ese año cuando participa en el libro colectivo La Universidad (Editorial Ciencia Nueva,
Madrid 1969), en el que, junto a sus viejos compañeros de viaje, pide una serie
de reformas en cuyo trasfondo se advierte la influencia de los modelos
norteamericanos y, por lo tanto, la posibilidad de que en España, todavía
demasiado estatalizada para estos adalides de la libertad, se abrieran las
puertas a las universidades privadas.
Comenzará
entonces un período en el que Sampedro se acerca y aleja de la administración,
tanto en su vertiente académica como en la vinculada al mundo financiero y
económico, ya sea en el Ministerio de Hacienda ya en el Banco Exterior de
España, al que regresa en 1976. En 1984 retorna a la Dirección General de
Aduanas, donde le llega la jubilación cuatro años antes de ser nombrado miembro
de la Real Academia Española en virtud de una obra literaria de ficción que
habrá ido adquiriendo cuerpo hasta el punto de sepultar popularmente los
trabajos de sesgo económico antes citados.
Sin
embargo, antes de que le llegara el éxito masivo como novelista, Sampedro
mantendrá una intensa actividad como ensayista y conferenciante. La Fundación
March, en cuyo patronato se integrará, acogerá su discurso, que ahora ha
incorporado otros intereses que le acompañarán hasta su final. Entre ellos
destacará la preocupación por los países en subdesarrollo, la ecología y una
creciente fe en un pacifismo inevitablemente integrador de culturas. Destaca,
entre sus intervenciones, la conferencia «El fin de la postguerra», inserta en
un curso titulado: La economía mundial en
el umbral del siglo XXI. Pronunciada el 27 de abril de 1976, en ella
Sampedro habla, entre otras cosas, del debilitamiento de los dos bloques
surgidos tras la II Guerra Mundial, de la emergencia de China y Japón y del
efecto inevitable que él llama «mundialización». Su apuesta por el capitalismo
y por Europa sigue siendo firme, dado que considera anacrónica a la nación
soberana. Como curiosidad, hemos de decir que en esa misma intervención,
Sampedro habla, casi de un modo premonitorio, de la Universidad de la Puerta del Sol, en la que figuraban gentes como
Luis Carandell, refiriéndose acaso a algún grupo de debate que se reuniera en
los aledaños de dicho espacio urbano.
Sea
como fuere, Sampedro no abandonará el Comité español, cohesionado, al menos, en
torno a la editorial Seminarios y Ediciones. Todavía en junio de 1976, las
habituales firmas se arremolinan al pie de una carta dirigida a Adam Watson,
sugiriendo que un grupo de jóvenes recojan el testigo de tal grupo, muchos de
cuyos integrantes ya habían comenzado una sólida carrera política preparándose
para el momento en el que el hecho biológico inevitable, apartara del poder a
Franco.
Su
contribución a una España socialdemócrata, europeísta y anticomunista como la
que se hace visible con nitidez tras el franquismo, obtendrá premio de manos
del nuevo monarca, que en 1977 lo nombrará senador dentro de la Agrupación
independiente compuesta por: Justino Azcárate Flórez –portavoz del grupo-,
Gloria Begué y Cantón, Jaime de Carvajal y Urquijo, Camilo José Cela, Enrique Fuentes
Quintana, Domingo García Sabell, Antonio González González, Julián Marías
Aguilera, Carlos Ollero Gómez, José Ortega Spottorno, Martín Riquer Morera, José
Luis Sampedro Sáez y Víctor de la Serna Gutiérrez Répide.
El
diario ABC publicará el jueves 16 de
junio de 1977 la lista del total de senadores que lo fueron por designación
real, lista en la que encontraremos familiares apellidos:
Vida política
Nombrados
los 41 senadores de designación real
Entre ellos, seis ministros del
actual Gobierno
A las
diez y cuarenta y dos minutos de la noche, la Dirección General de Coordinación
Informativa del Ministerio de Información y Turismo facilitó la lista oficial
de senadores de libre designación por Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I.
Dicha lista, por orden alfabético
de apellidos, es la siguiente:
Abril Martorell,
don Fernando; Ángulo Montes, don Luis; Arespacochaga y Felipe, don Juan; Azcárate,
don Justino; de Begué, doña Gloria; Carvajal y Urquijo, don Jaime; Cela y Trulock,
don Camilo José; de Diez Alegría, don Luis; Escámez y López, don Alfonso; Fernandez-Miranda,
don Torcuato; Fuentes Quintana, don Enrique; Gamboa Sánchez-Barcaiztegui, don
Marcial; García López, don Ignacio; García Sabell, don Domingo; González González,
don Antonio; Gutiérrez Rubio, don Julio; Hernández Gil, don Antonio; Landáburu y
González, doña Belén; Lavilla y Alsina, don Landelino; Luca de Tena, don
Guillermo; Marías y Aguilera, don Julián; Martín Villa, don Rodolfo; Olarra,
don Luis; Ollero y Gómez, don Carlos; Oreja y Aguirre, don Marcelino; Ortega Spottorno,
don José; Osorio y García, don Alfonso; Pedrol Rius, don Antonio; Prado y Colón
de Carvajal, don Manuel; Primo de Rivera y Urquijo, don Miguel; Ribera Rovira,
don Andrés; Riquer, don Martín; de Salas Larrazábal, don Ángel; Sampedro, don
José Luis; Sánchez Agesta, don Luis; Serna, don Víctor de la; Serrahima Bofill,
don Mauricio; Silva Melero, don Valentín; Socias Humbert, don José María; Uría Epelde,
don Juan Ignacio; Zelada de Andrés Moreno, don Fermín.
Los
senadores designados fueron avisados por teléfono desde La Zarzuela.
Las
personalidades que forman parte del grupo de 41 senadores, designados por el
Rey Don Juan Carlos, recibieron, a lo largo del día de ayer, una llamada
telefónica personal del Palacio de la Zarzuela confirmándoles el nombramiento.
El
final del siglo XX y el principio del XXI, verán el esplendor novelístico de un
Sampedro que se asoma con frecuencia a los medios e irá adquiriendo un perfil
muy distinto al que había tenido en décadas anteriores. Manteniendo su fe
europeísta, se preocupará por los efectos de la globalización mientras trata de
conciliar ciencia y naturaleza en unos trabajos cada vez más variopintos.
Tras
la barrera de los 90 años le aguardaría un último momento de gloria, la que le
ofrecieron los episodios del 15M citados al inicio de este trabajo. Sampedro,
el hombre vinculado a los bancos tanto privados como estatales, no tendrá rubor
en unirse a estas huestes anticapitalistas; el congresista financiado por las
fundaciones norteamericanas y la CIA, se sumará a las antiimperialistas voces
que clamaban indignadas en la Puerta del Sol…
El 7 de abril 2013, la muerte visitó la casa madrileña
de este gimnasta de la libertad[17].
Iván Vélez
[1] No debe el lector extrañarse por
la fascinación que el católico Sampedro dijo experimentar entre los representantes
de la tercera generación de la izquierda definida. Un vistazo a las cabeceras
de los periódicos clásicos del anarquismo español servirá para despejar dudas
en cuanto a las relaciones entre anarquismo y cristianismo, prueba de ello es
el periódico La Ilustración republicana
federal, publicado entre 1871 y 1872, en cuya cabecera, alrededor de la
palabra «Cristo» encontramos el lema: Amaos
los unos a los otros, todos los hombres son hermanos.
[2] Marichu de la Mora Maura
(1907-2001), nieta de Antonio Maura, estuvo próxima a José Antonio Primo de
Rivera. Novia y musa de Dionisio Ridruejo, quien la llamaba Áurea, Pilar Primo de Rivera, la nombró
Secretaria Nacional de la Sección Femenina de Falange. Casada con el
aristócrata Tomás Chávarri y Ligues, fue madre del director de cine Jaime
Chávarri.
[3] Véase Francisco Martín Martín, Palabras y memorias de un escritor: José
Luis Sampedro, p. 22.
[4] Archivo personal de Pablo Martí
Zaro, custodiado en la Fundación Pablo Iglesias.
[5] Cultura sin libertad. La Sociedad de Estudios y Publicaciones
(1947-1980), p. 116.
[6] Cultura
sin libertad. La Sociedad de Estudios y Publicaciones (1947-1980), p. 123.
[7] Todavía en 1981, en una publicación auspiciada
por la Fundación Juan March: Europa,
una economía en la encrucijada, podemos leer la idea que de Europa
tenía Sampedro. La URSS quedaba excluida de tal estructura geopolítica:
Pero,
ante todo, ¿qué Europa? Porque la acotación espacial del tema no viene dada por la estructura
física. Ese «pequeño cabo de Asia»
que es Europa, según Paul Valery, solo
cuenta como una de las cinco partes del mundo por «cortesía geográfica», como se dijo también... y
porque esa geografía la hicieron
los europeos. Por algo al correr de los siglos el confín oriental de Europa se ha desplazado
con frecuencia.
Para
acotar Europa hay que recurrir a criterios humanos, decisivos para nuestra conciencia de lo que es y lo que no es europeo. Ese enfoque eleva los Urales a
frontera, pues claro que Rusia es Europa (no toda la URSS) como lo son
Ucrania o Lituania, Rumania y Polonia. No obstante, excluiré aquí a los socialistas del Este porque sus decisiones
económicas son hoy ajenas al conjunto europeo occidental.
Llamaré, por tanto, Europa a
los países situados en esta parte del mundo y que no son socialistas.
[8] Archivo personal de Pablo Martí
Zaro, custodiado en la Fundación Pablo Iglesias.
[9] Véase la conferencia de Gustavo
Bueno Sánchez pronunciada el 10 de diciembre de 2013 e inserta en el actual
curso de la Escuela de Filosofía de Oviedo: «Panorama filosófico español 1963»,
http://www.youtube.com/watch?v=GJeKKKAuGOw
[10] El intercambio de cartas de Sotelo
con Martí Zaro fue frecuente en esas fechas. Si bien casi todas las epístolas
van referidas a la petición de fondos, Sotelo manda una desde Colonia el 27 de
junio de 1963 en la que, tras ensalzar el libro de Aranguren, Ética y Política, «el “hecho político”
más interesante de los últimos años», y señalar que en la estela de esta obra
se podría dar la aproximación entre liberales e izquierdistas, añade:
«…y trabajo a Heidegger. Será
todo lo reaccionario que se quiera, el buen nazi, dirán que está “pasado”, pero
sigue siendo el pensador más importante del siglo XX, y después de él, no hay
nadie. Una investigación ontológica ha de partir de él, ha de reaccionar contra
él, y los cínicos que están en condiciones de hacerlo, los marxistas, lo
rechazan con etiquetas. Estoy tomando notas –me parece que ya te hablé de esto-
para una discusión ontológica de Heidegger desde el marxismo.
Para concluir:
[…] «los marxistas no han aprendido
una palabra de Ser y Tiempo" y los heideggerianos ni una palabra sobre
Marx.»
[11] «Eso de la productividad»,
Madrid, octubre 1963, http://www.filosofia.org/hem/dep/cpd/6310p12.htm
[12] Cultura
sin libertad. La Sociedad de Estudios y Publicaciones (1947-1980), p. 130.
[13] Cultura
sin libertad. La Sociedad de Estudios y Publicaciones (1947-1980), p. 131.
[14] José Luis Cano, Los cuadernos de Velintonia, Seix
Barral, Barcelona 1986, p. 166.
[15] Carta Chueca Goitia a Robles
Piquer, presidente del Comité español del CLC, fechada en Madrid el 20 de
febrero de 1965 (Archivo personal de Pablo Martí Zaro).
[16] Véase Gustavo Bueno Sánchez, «José
Ferrater Mora y el Congreso por la Libertad de la Cultura», El Catoblepas, n. 129, noviembre de
2012, p. 8, http://www.nodulo.org/ec/2012/n129p08.htm
[17] De un sui generis ejercicio de
la libertad habló Sampedro en esta entrevista concedida en 2008 a TVE: http://www.youtube.com/watch?v=oqAkTSYJaOg#t=95
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