Artículo de Francisco Javier Fernández Curtiella publicado el 2 de mayo de 2014 en Cuenca News:
Los españoles soportamos desde hace siglos un rosario de infamias pergeñado y nutrido para mayor desdoro de nuestra historia nacional. Dichas infamias, extendidas y consolidadas con éxito ante la mirada avergonzada, ignorante o indolente de no pocos compatriotas, sirven a otros de pretexto para justificar sus quimeras secesionistas. Es un hecho que esta situación ha creado en España una tensión que viene aumentado exponencialmente en los últimos tiempos hasta el punto de amenazar colapso. Con toda seguridad, Iván Vélez (Cuenca 1972), arquitecto de profesión, sabe que por colapso entendemos generalmente una disminución tal de la resistencia de una estructura, debida a condiciones externas o internas, que provoca su incapacidad funcional, su pérdida de estabilidad y su ulterior derrumbe o destrucción. Por analogía, si España es como una estructura amenazada de colapso, el nuevo libro de Iván, presentado hace apenas unas semanas con el título Sobre la Leyenda Negra (Ediciones Encuentro), es el más lúcido y exhaustivo diagnóstico de uno de los factores que más debilitan su resistencia; el fenómeno negrolegendario.
Valiéndose con acierto del aparato crítico proporcionado por materialismo filosófico de Gustavo Bueno, Iván Vélez analiza el origen y la metodología de una viscosa y confusa leyenda, tan obstinadamente negra como rabiosamente antiespañola, con la que por lo general se juzga con suma iniquidad la trayectoria histórica de España.
La obra arranca con la definición de Leyenda Negra que diera en 1913 el madrileño Julián Juderías y Loyot (1877-1918), la cual no me resisto a reproducir al menos parcialmente: «En una palabra, entendemos por leyenda negra la leyenda de la España inquisitorial, ignorante, fanática, incapaz de figurar entre los pueblos cultos lo mismo ahora que antes, dispuesta siempre a las represiones violentas; enemiga del progreso y de las innovaciones; o, en otros términos, la leyenda que habiendo empezado a difundirse en el siglo XVI, a raíz de la Reforma, no ha dejado de utilizarse en contra nuestra desde entonces, y más especialmente en momentos críticos de nuestra vida nacional.». A partir del origen de la expresión, se van examinando en sucesivos capítulos los distintos cursos o direcciones que tomó la Leyenda Negra antiespañola. Es tal la cantidad de pruebas y testimonios de rigor aportados, que el lector no puede más que persuadirse del absoluto oprobio que supone dar por cierto el relato negrolegendario en cualquiera de sus modulaciones. Podríamos decir que Iván Vélez, con el detalle y la precisión propia de un pintor realista, convierte la caricatura de España en un retrato objetivo y veraz de nuestro pasado. Así, aquella España de las atrocidades cometidas contra los pueblos indígenas de América, del fanatismo religioso de la Santa Inquisición o del sempiterno atraso científico y tecnológico, se nos muestra con unos ropajes que difieren mucho de los que algunos se empeñan en seguir atribuyéndole.
Deslizarse por tan apasionantes jalones de nuestra historia revela, asimismo, una la metodología negrolegendaria que consiste fundamentalmente, como ya señala Pedro Insua en su excelente prólogo aludiendo al propio Juderías, en omitir cuanto pueda prestigiar a nuestra nación y exagerar aquello que la perjudique. En otras palabras, es una aviesa superposición de omisiones y exageraciones que tiene por objeto deformar la verdad histórica de España; dibujar una grotesca caricatura que valga para menospreciarnos ante otras naciones homólogas como Francia, Inglaterra o Alemania, sin duda mucho mejor tratadas por la historiografía imperante. Sobre la Leyenda Negra no omite ni exagera nada; al contrario, alumbra con meridiana proporción.
Manteniéndome fiel al principio según el cual pensar es siempre pensar contra algo o contra alguien, resultaría un absoluto desafuero por mi parte no recomendar encarecidamente la lectura de este libro. Léanlo para reforzar nuestro edificio y evitar un posible colapso, para reaccionar ante el agravio, para oponerse a la falsedad histórica. Y permítanme acabar con una cita de la Defensa de la nación española de José Cadalso, que el propio Iván Vélez incluye en la obra y que bien puede ilustrar la inconveniencia de permanecer silentes: «veo muchos españoles callar y, así, autorizar la calumnia con un tácito asentimiento. Dicen algunos que no se puede responder a esta sátira, ni otras semejantes, porque nuestra religión y nuestro gobierno nos impiden que produzcamos al público muchas razones que se podrían dar a luz en otros países donde reinase mayor libertad en estos dos ramos; y, creciendo este error, callan y sufren la continua nota, dando motivo a su extensión por toda Europa nuestro vergonzoso silencio».
Francisco Javier Fernández Curtiella
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