Gustavo Bueno, nuestro
mayor filósofo
Iván Vélez
Dos días después del
fallecimiento de su esposa, Bueno nos abandonó dejándonos una irrepetible
trayectoria y muchas y muy fértiles vías de trabajo.
A
punto de cumplir 92 años, falleció en su casa de Niembro Gustavo Bueno, sin
duda el mayor filósofo que haya desarrollado su obra en español. Fundador y
principal autor del materialismo filosófico, Bueno construyó un sistema capaz
de integrar y reinterpretar elementos propios del marxismo o de la escolástica
hasta lograr poner en pie una obra monumental objeto de estudio de la llamada
Escuela de Oviedo que ya ha desbordado las fronteras españolas, pues en la
mexicana ciudad de León (Guanajuato) está a punto de inaugurarse un centro de
estudios basado en su vasto legado.
Trabajador
incansable, hombre generoso y accesible, Bueno, al igual que Platón, no
distinguió entre temas mayores y menores, entre escenarios solemnes y humildes
ambientes. Por ello, no hay aspecto de la realidad que no haya sido objeto de
su estudio y análisis a lo largo de una larga y lúcida vida atravesada por
profundos cambios políticos, ideológicos y tecnológicos. Este mismo año, Bueno
había publicado un libro, titulado El Ego trascendental, que constituye una de
sus más acabadas obras, un libro que deberá ir ligado a su persona del mismo
modo que lo estuvieron aquellos Ensayos materialistas, menos leídos de lo que
debieran, que a menudo acompañaron su nombre antes de que el riojano acometiera
la demolición, alimentado por la impiedad propia de un hombre de su temple, de
los principales mitos que dominan nuestro presente. Así lo hizo en su libro El mito
de la Cultura, en el que se atrevió a demoler tan poderoso mito del presente.
El
autor de la teoría del cierre categorial, definido como ateo católico, también
construyó una filosofía materialista de la religión, expuesta en El animal
divino, que queda resumida en esta audaz frase: “El hombre hizo a los dioses a
imagen y semejanza de los animales”.
Tras
ser apartado de sus clases universitarias, Bueno continuó su magisterio por
otras vías, ya acudiendo a los diversos foros en los que su presencia era requerida,
ya a través de la fundación que lleva su nombre, mantenida gracias al enorme
trabajo de su hijo, Gustavo Bueno Sánchez, impulsor del Proyecto de Filosofía
en Español, que hoy constituye la mayor fuente documental de la filosofía en
nuestro idioma.
Repasar
la obra de Bueno de una forma tan morosa como la que ofrece el espacio de un
breve artículo periodístico es un vano propósito, razón por la cual no podemos
sino aludir fugazmente a varios de los aspectos principales de la misma.
Destacaremos la serie de mitos que el filósofo español sometió a su crítica.
Por el fino tamiz –crítica procede de criba, como le gustaba recordar– manejado
por Bueno pasaron derechas e izquierdas políticas, pero también el
fundamentalismo científico que aspira a convertirse en un nuevo credo que dé
cumplimiento al imposible fin de la Historia mil veces anunciado.
Hombre
comprometido con su tiempo, Bueno no rehuyó la batalla política. Si durante el
franquismo, desarrollado sobre el trasfondo de la Guerra Fría, se mantuvo crítico
e independiente, lejos de las interesadas alternativas que confeccionaron la
actual España autonómica, marcada por las más provincianas señas de identidad y
los intereses sectarios, Bueno no bajó la guardia a la hora defender a la
Nación frente a sus muchos enemigos en el tiempo abierto tras la muerte de
Franco. España frente a Europa constituye un verdadero arsenal argumentativo en
favor de un pasado, el imperial, que sirvió para construir una de las partes
formales del mundo, la Hispanidad, pero también para defender a España de sus
muchos hijos enfermos, los mismos que comenzaron a atacar al calceatense del
modo más grosero.
Dos
días después del fallecimiento de su esposa, Bueno nos abandonó dejándonos una
irrepetible trayectoria y muchas y muy fértiles vías de trabajo. Los que
tuvimos la inmensa fortuna de conocer en persona a don Gustavo, es el caso de
quien firma este texto, nunca olvidaremos al hombre que hoy nos ha dejado en
aquel mismo lugar al que unos jóvenes, conmovidos por sus obras, nos acercamos
hace dos décadas para conocer al filósofo. Hasta siempre, maestro.
Iván Vélez, editor de
Gustavo Bueno: 60 visiones sobre su obra.
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