Artículo publicado el 4 de agosto en el blog "España Defendida" de La Gaceta:
http://gaceta.es/ivan-velez/querida-espana-04082016-1201
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Mi querida España
Es bien conocida la aversión, rayana en
lo patológico, que despierta en muchos de nuestros compatriotas la exhibición
de símbolos nacionales, especialmente aquellos individuos que se
autodenominan –no pierdan el tiempo exigiendo mayores precisiones- «de
izquierdas». Es también notorio el complejo que padecen aquellos que se
llaman «de centro», atormentados ante la posibilidad de ser
llamados «fachas» por parte de los anteriormente citados. En tal
tesitura, con un amplio sector de nostálgicos de la bandera de la II
República, que probablemente ignoren los colores de la república
cantonalista decimonónica, con otro enredado en proyectos federalizantes o
plurinacionales, es común la búsqueda de alternativas al uso de los símbolos
mentados. En tal contexto, acaso uno de los himnos no oficiales que más se
tolera en los diversos bandos y sectas sea el célebre Mi querida
España, compuesto por esa misma Cecilia cuya vida quedó
segada la madrugada del 2 de agosto de 1976 cuando su Seat 124
se estrelló contra un carro de bueyes en la zamorana localidad de Colinas de
Trasmonte.
El tema
había aparecido en su disco Un ramito de
violetas, publicado en1975 por la potente
disquera norteamericana CBS, y sólo pudo ver la luz después de una
leve modificación de su letra, tras haber sido excluida por la censura
franquista de las listas de canciones radiables. Ante esta importante traba
comercial, Cecilia no tuvo reparos en cambiar la original «Esta España
viva, esta España muerta», por el conocido «Esta España mía, esta
España nuestra», dando así materia a la especulación en relación con su
ideología y capacidad crítica.
Cuarenta años después de aquella
fatídica noche, conviene, no obstante, tener presente el nombre real de
Cecilia, quien recibió las aguas bautismales como Evangelina Sobredo Galanes,
pues su primer apellido nos conducirá hacia una personalidad eclipsada por la
de la cantautora: José Ramón Sobredo y Rioboo (1909–1990), autor,
el 4 de mayo de 1952, de un artículo publicado en Arriba que
también incluía la palabra España en su título: «Castilla, corazón de
España». El escrito formaba parte de una serie de respuestas dadas a un
texto de Rafael Calvo
Serer publicado en ABC que llevaba
por título «España es más ancha que Castilla» y que de algún modo
preludiaba las acciones ulteriores del opusino valenciano, promotor, entre
otros, de la Junta
Democrática que se presentó en París en 1974.
Sobredo, hijo de Luis Sobredo
Corral, firmante de un manifiesto republicano en 1919 y miembro numerario
de la Real Academia de Jurisprudencia, había ingresado en la carrera
diplomática en 1943, circunstancia que le llevaría a ocupar diferentes cargos
en un buen puñado de naciones –Inglaterra, Estados Unidos, Costa Rica, China,
Argelia…- en algunas de las cuales Evangelina/Cecilia tuvo acceso a las
corrientes musicales y modas del momento. El diplomático también formó parte en 1948,
año del nacimiento de su hija Evangelina, de la primera Junta de
Investigaciones Atómicas, dependiente de la Presidencia del Gobierno, y
embrión de la Junta de Energía Nuclear fundada en 1951,
de la cual Sobredo fue secretario. La temprana fecha, apenas tres años después
de las detonaciones de Hiroshima y Nagasaki, da cuenta de hasta qué punto la
idea de una España atrasada y aislada debe ser sometida a revisión. En la
puesta en marcha de tal iniciativa, acompañada de la fundación de la sociedad Estudios
y Patentes de Aleaciones Especiales (EPALE) fue clave la acción de Esteban
Terradas Illa (1883-1850), temprano estudioso de Einstein,
desposeído de su cátedra de Análisis Matemático durante la República y
regresado a España desde Argentina tras el fin de la Guerra Civil, así como la
de personalidades como José María Otero de Navascués y Manuel
Lora Tamayo, hombres con los que trabajó estrechamente Sobredo.
El proyecto nuclear propició que en 1950,
según declaraciones públicas de Otero, estuviera constituido un grupo de «unos
veinte investigadores» que habían adquirido sus conocimientos fuera de nuestras
fronteras, al tiempo que informaba de la construcción en Sierra Nevada de un
laboratorio para investigar las radiaciones cósmicas, si bien el proyecto quedó
seriamente comprometido debido a la muerte, ese mismo año, del propio Terradas.
La iniciativa nuclear, como es sabido, dio como fruto, en 1957, la construcción
de centrales como Zorita y Garoña, y acarició usos
no civiles, es decir, bélicos, a principios de los años 60, contando con
el apoyo de Luis Carrero Blanco, cuyo asesinato cerró tal vía, hoy
implanteable a una sociedad marcada por el Síndrome del Pacifismo
Fundamentalista. Cabe, no obstante, señalar, que el propio
Terradas, un año antes de su muerte, había pronunciado un discurso en la Real
Academia de las Ciencias, titulado «Las Ciencia y las Armas», en el
que, si bien otorgaba a la Ciencia, en singular, la exclusividad de la
orientación del futuro, se mostraba consciente de la importancia de las armas
en el desenvolvimiento de las naciones.
En este ambiente ideológico creció,
educada musicalmente por una monja estadounidense y rodeada de sus siete
hermanos, Evangelina, probablemente ajena a la profundidad de los proyectos en
los que estuvo involucrado su progenitor. Marcada por el folclórico pacifismo
de Simon &
Garfunkel, de quienes tomó para sí el nombre de una de sus
canciones, Cecilia, prematuramente muerta, dejaría en el aire esa letra: «Esta
España viva, esta España muerta» cuya ambigüedad invita a ser reinterpretada
cuatro décadas más tarde, aplicada a esa España que no un 9 de
noviembre, sino un6 de diciembre, aprobó una nueva Constitución largamente
incubada y convenientemente desnuclearizada.
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