Artículo publicado en el Blog "España Defendida" el 20 de noviembre de 2016 en La Gaceta:
Venezuela, paraíso de politólogos
Durante el verano de 1961, Enrique Tierno Galván (1918-1986)
es invitado a la Universidad de Princeton. Desde ese
año hasta 1978, el Viejo Profesor dirigió, dentro de la editorial
Tecnos, la Colección
Estructura y Función, que en los años de la Guerra Fría nutrió
al público de lengua española con traducciones de obras de lógica y filosofía
de la ciencia de corte neopositivista y analítico, así como de ensayos de
sociología y politología atlantista.
Ese mismo año, la revista comunista Nuestras Ideas,
editada en Bruselas, le dedica en su número de julio un artículo, «Sociología de la Decadencia»,
firmado por Antonio Paz, en el que se realiza una ácida crítica del
autor de Introducción a la Sociología, don Enrique, por su
pretensión de reducirlo todo a categorías lógicas. Críticas de las
que extractamos este párrafo:
«Para Tierno Galván lo que diferencia a un obrero de su patrono, no es el
lugar que uno y otro ocupan, en las relaciones de producción, sino que el
primero, tiene resentimiento y el segundo no. En resumen, las clases sociales
no existen sino sólo fenómenos psicológicos.»
Lustros después, tal y como recordaba Ignacio Gracia Noriega (1945-2016),
Tierno, «maestro de la perogrullada» al decir de don Ignacio, cual castizo
Zaratustra, todavía seguía buscando a un obrero con el que poder dar una pátina
mínimamente proletaria a su Partido Socialista Popular, configurado
en gran medida por gentes provenientes del mundo académico.
El demoledor artículo de Nuestras Ideas, venía, no obstante,
firmado bajo pseudónimo. Embozado tras la firma de Antonio Paz, el verdadero
autor del texto era Juan Carlos Rey,
nacido en San Sebastián en 1936, y emigrado a Venezuela,
donde reside, desplegando una más que apreciable actividad. Rey había recalado
en Venezuela siguiendo la estela de su familia, de simpatías franquistas, tras
terminar el bachillerato en Madrid. En el país hispanoamericano desarrolló Rey
su brillante carrera académica, cimentada en sus estudios de Derecho, durante
los cuales ingresó en el Instituto de Estudios Políticos como
Auxiliar Investigación dos años antes de publicar el artículo aludido. La
vinculación de Rey con tal instituto se prolongó hasta su jubilación en 1985.
Graduado en 1960, visitó París entre 1960 y 1962, desde donde
viajó a España en diferentes ocasiones. Es en ese contexto en el que entra en
contacto con Federico Sánchez -Jorge Semprún- y Fernando Claudín, director de
la revista. La relación con la ideología marxista se había producido en la Universidad
Central de Venezuela, donde, pese a no militar en formaciones políticas
o estudiantiles, frecuentó a un grupo de jóvenes estudiante universitarios
españoles antifranquistas, algunos de los cuales pertenecían al Partido
Comunista de España en Caracas, o a la ASU (Asociación Socialista
Universitaria).
El Instituto de Estudios Políticos en el que arrancan estas actividades de
Juan Carlos Rey, fue un lejano proyecto que nos remite a la Asamblea
General de Falange celebrada en Salamanca en febrero de 1937 dentro
de un amplio proyecto que también atendía a aspectos propagandísticos. Tal
Instituto cristalizó en España en septiembre de 1939, y sería el modelo de su
réplica venezolana, dirigida por el germanizado y combatiente en el ejército de
la República, en el que alcanzó el grado de capitán del Alto Estado Mayor, Manuel
García-Pelayo (1909-1991), quien décadas después fue designado como
primer Presidente del Tribunal Constitucional español. Formado al
lado de García-Pelayo, Juan Carlos Rey le sustituyó en la presidencia de tal
Instituto.
Si la crítica a Tierno es interesante, no menos lo será otro artículo, «Venezuela
y Cuba: dos perspectivas», aparecido en el undécimo número de Nuestras
Ideas, correspondiente al mes de abril de 1961. El pseudónimo empleado esta vez
fue Carlos Martínez, y tal argucia se entiende al
observar las críticas vertidas por Rey sobre la Venezuela en la que estaba
instalado, al margen del paréntesis europeo. El texto muestra la decepción
respecto de Venezuela y la ilusión que le produce la reciente revolución
cubana. Rey observa Venezuela bajo el prisma marxista, apostando por la transformación
de la democracia burguesa en una democracia proletaria. El artículo, que
lamenta que entre 1811 y 1961, Venezuela haya conocido 26
constituciones, destila un profundo antiamericanismo, y lamenta proyectos
fallidos como el encabezado por Haya de la Torre (1895-1979) y
el APRA en Perú. Para Juan Carlos Rey, hay algo
que lastra el desarrollo de Hispanoamérica: el fatalismo yanqui,
marcado por un potente intervencionismo colonialista de la potencia
norteamericana.
Las líneas académicas trazadas por García-Pelayo y Rey vendrían a
desdibujarse a finales del convulso siglo XX, cuando emergió la figura del
comandante Hugo Chávez Frías (1954-2013), quien, como sus
predecesores, contó con asesoría española, la de los aduladores y sentimentales
profesores que aprovecharon la estela de la Fundación CEPS para
desembarcar en Sudamérica. Los bien remunerados asesores españoles encontraron
de este modo un terreno propicio para pasar del plano teórico a uno más real y
prosaico, el que sirvió para tratar de implantar el así llamado Socialismo
del siglo XXI. De regreso de tal viaje, con la lección propagandística bien
aprendida, los antaño asesores, hogaño profesionales de la política, queman sus
vidas en defensa de «la gente», es decir,
de sus votantes.
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