Artículo publicado el 26 de marzo de 2019 en El Mundo:
https://www.elmundo.es/espana/2019/03/26/5c9a584ffdddff7bb58b4674.html
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En respuesta a AMLO: la conquista de México, un gradual proceso de mestizaje
«¡Viva nuestra madre
santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII y muera el mal gobierno!»
Estas fueron las
palabras que dieron forma al Grito de Dolores lanzado al aire en la mañana del
16 de septiembre de 1810 el sacerdote novohispano Miguel Hidalgo y Costilla.
Aquella declaración, de evidente raigambre escolástica, es la que se considera
la chispa de un proceso que dio lugar, no sin dificultades, a la cristalización
de una nueva nación política que hoy lleva el nombre de Estados Unidos
Mexicanos.
Más de dos siglos
después, Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, puesto al
que accedió gracias al partido Movimiento Regeneración Nacional, cuyo acrónimo,
MORENA, juega con el apelativo con el que es conocida la Virgen de Guadalupe,
presente en el Tepeyac y en cualquier rincón de la nación hispanohablante más
poderosa, ha anunciado que hace tiempo envió sendas cartas al Rey de España y
al Papa para que: «se haga un relato de agravios y que se pida perdón a los
pueblos originarios por las violaciones a lo que ahora se conocen como derechos
humanos; hubo matanzas, imposiciones... la llamada conquista se hizo con la
espada y con la cruz».
La polémica, como es
lógico, ha estallado a ambos lados del Océano que separó o, por mejor decir,
unió durante siglos a España y a la Nueva España que sucedió a la conquista
encabezada por Hernán Cortés, cuya astucia le permitió percibir las fisuras que
se abrían en el aparentemente omnímodo poder de Moctezuma, circunstancia que
aprovechó para tejer una serie de alianzas con aquellos pueblos sometidos al
poder de mexica, que vieron en la llegada de los barbudos la ocasión propicia
para sacudirse un yugo que exigía, entre otros, un tributo de sangre humana. Dos
años después de la llegada de Cortés y sus compañeros, cayó Tenochtitlan. Sin
embargo, la conquista no dio paso a una sustitución radical de una sociedad por
otra, sino a un gradual proceso de mestizaje. El componente hispano era
absolutamente minoritario, razón por la cual muchos de los linajes
prehispánicos mantuvieron su poder. Puede AMLO comprobar esta afirmación
acudiendo a la obra de su compatriota Bernardo García Ramírez, profesor del
Centro de Estudios Históricos del Colegio de México y miembro de la Academia
Mexicana de la Historia.
Habla también AMLO
de las violaciones de «los que ahora se conocen como derechos humanos», acaso
sin saber que la prefiguración de tales derechos, cuya Declaración se hizo en
1948 como reacción a las atrocidades de la II Guerra Mundial, la hicieron
españoles que vivieron a la sombra de la cruz y que contaron con la protección
de la espada. Destacados teólogos que debatieron en la Controversia de
Valladolid, impulsada por la misma Corona que mandó cesar temporalmente la
conquista, tras la cual se reforzó una protección, la de los naturales, ya
presente en el testamento de Isabel la Católica.
La vía epistolar de
López Obrador da continuidad a los bucles indigenistas con los que se envolvió
en el Zócalo de la Ciudad de México, lugar en el que protagonizó una ceremonia
que, aparentemente, podía resultar una simple maniobra con objetivos
electorales o populares. Sin embargo, el paso de la escena a la palabra
escrita, implantada en el Nuevo Mundo por aquellos españoles rodeados de cartas
de relación y probanzas de méritos, da cuenta de hasta qué punto AMLO está
contaminado por una leyenda negra tan nociva para los españoles como para los
mexicanos. Una leyenda que, en lo referente a la conquista española de un
México que en absoluto puede identificarse con la nación política gobernada por
el tabasqueño, se fraguó durante el siglo XIX, pero que no se sostiene dos
siglos más tarde.
Quiéralo o no AMLO,
el México actual, en el cual sobreviven comunidades indígenas a menudo
marginadas por su dosis de melanina, se construyó sobre las estructuras
–políticas, económicas, jurídicas, urbanísticas, religiosas- del Virreinato de
la Nueva España. Fueron esas instituciones, de origen peninsular, las que
permitieron que en aquellas tierras, que incluían las islas Filipinas desde las
que partía el Galeón de Manila, se constituyera una sociedad que asombró, por
grado de desarrollo, a Humboldt. El México que se cimentó sobre el virreinato,
y que en modo alguno fue restauración de la realidad precortesiana, constituye
hoy el centro de gravedad de la Hispanidad, realidad nada baladí que un
gobernante de la talla de AMLO debiera valorar para sacudirse el sahumerio
negrolegendario que nubla su discurso.
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