domingo, 9 de diciembre de 2018

Los artistas del hambre

Artículo publicado el 8 de diciembre de 2018 en El Debate:
https://eldebate.es/separatismo/los-artistas-del-hambre-20181208


Los artistas del hambre

            Hace una semana, los reclusos Joaquim Forn, Jordi Sánchez, Jordi Turull y Josep Rull, privilegiados internos del frecuentadísimo centro penitenciario de Lledoners, dijeron haber comenzado una huelga de hambre con el fin de presionar al Tribunal Constitucional, al que acusan de carecer de «garantías democráticas». Fracasado en sus reiterados intentos de hacer valer los recursos con los que han tratado de evitar un enrejado futuro, el trío sedicioso pretende ahora buscar el amparo del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. Sabedores de que el hombre al que han hecho Presidente del Gobierno poco más puede hacer para evitar una sentencia condenatoria, la estrategia de los presos trata de desarrollarse en un terreno de fuerte impregnación ética que presupone cierta abstracción política, pues el adjetivo «humano» tiende a borrar las líneas trazadas sobre el globo a las que los citados tratan de añadir una más. Nada hay que objetar al deseo, siempre comprensible, de todo preso que anhela pasear por paisajes más atractivos que el del patio de la cárcel. De hecho, y por lo que a delincuentes catalanes se refiere, Juan José Moreno Cuenca, el Vaquilla, se hizo famoso por organizar motines que solían cesar con ciertas dosis de opiáceos inyectables. Lustros después de la muerte del popular Vaquilla, sus solemnes sucesores en los ambientes carcelarios, tratan de llamar la atención de la prensa con una vieja maniobra: la del ayuno.
            Según se ha podido saber, días después del anuncio de esta iniciativa, los ardorosos defensores de la causa golpista fueron capaces de sustraerse al tentador aroma del pollo y los canelones que la prisión dirigida por Paula Montero había incluido en el menú. Sin embargo, y pesar de la filtración de una foto en la que aparecía el colectivo que en unos meses deberá enfrentarse a gravísimas acusaciones, el resultado de esta efectista medida no está dando los frutos deseados. La prensa se ha hecho escaso eco de la maniobra del trío lazi y acaso ese sea el motivo por el cual, el supremacista Torra haya anunciado un tímido ayuno-dieta prenavideño de 48 horas, con el que hará visible su sacrificio. La estrategia de Torra trata de dar continuidad al encierro y dieta prenavideña de 24 horas sostenida por los Capuchinos de Sarriá, a la que se han sumado diputados de JxCAT, ERC y la CUP, siempre prestos a arrimar el hombro en toda iniciativa hispanófoba que sea digna de tal nombre. Como si de una cuaresma separatista se tratara, los capuchinos pretenden que la grey entre la que distribuyen un pasto espiritual de inequívocos perfiles secesionistas, ayune cada viernes en apoyo de la huelga de hambre que se mantiene, al parecer, en la prisión barcelonesa. Clericales meritorios de la causa catalanista, los miembros de la plataforma Capellans.cat, también prevén hacer actos de «reflexión, meditación y oración» bajo el título «Espiritualidad y solidaridad con los políticos catalanes en huelga de hambre».
            Pese a todos los aspavientos hechos por los hombres de la corbata, la capucha antisistema y la ropa talar, la presunta huelga de Forn, Sánchez, Turull y Rull, que tanto recuerda a la peculiar dieta a la que se sometió el etarra De Juana Chaos, está encontrando un escaso eco en la prensa no subvencionada por la Generalidad. Cada vez más olvidados por los medios de ámbito nacional, los políticos presos, a pesar de los guiños que reciben desde las televisiones afectas, comienzan a diluirse de un modo parecido al del pícaro y vividor Puigdemont. Empresas que deben cuadrar sus balanzas fiscales, los grupos mediáticos, a pesar de sostenerse en una publicidad que a menudo está vinculada a la parcelación mercantil hispana, son conscientes de que existe cierto hastío en relación a unos sujetos que, después de fracasar en el intento de arrebatar una región al resto de sus compatriotas, escenifican un pueril victimismo. El nuevo numerito resulta, no obstante, de agradecer, aunque sólo sea porque puede servir para releer aquel relato escrito por Kafka en 1922. Su título era Un artista del hambre, y en él, el escritor narró el fin de un ayunador circense dedicado a un espectáculo que ya había perdido interés para el público. Después de que el ayunador expirara, el inspector con el que había mantenido su última conversación ordenó que se enterrara su sucinto cuerpo y se limpiara la jaula en la que se exhibía. Poco después, una joven pantera ocupó el lugar del ayunador. Establezca el lector las analogías oportunas.

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