Artículo publicado el 8 de diciembre de 2018 en El Debate:
https://eldebate.es/separatismo/los-artistas-del-hambre-20181208
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Los
artistas del hambre
Hace una semana, los reclusos
Joaquim Forn, Jordi Sánchez, Jordi Turull y Josep Rull, privilegiados internos
del frecuentadísimo centro penitenciario de Lledoners, dijeron haber comenzado
una huelga de hambre con el fin de presionar al Tribunal Constitucional, al que
acusan de carecer de «garantías democráticas». Fracasado en sus reiterados
intentos de hacer valer los recursos con los que han tratado de evitar un
enrejado futuro, el trío sedicioso pretende ahora buscar el amparo del Tribunal
de Derechos Humanos de Estrasburgo. Sabedores de que el hombre al que han hecho
Presidente del Gobierno poco más puede hacer para evitar una sentencia
condenatoria, la estrategia de los presos trata de desarrollarse en un terreno
de fuerte impregnación ética que presupone cierta abstracción política, pues el
adjetivo «humano» tiende a borrar las líneas trazadas sobre el globo a las que
los citados tratan de añadir una más. Nada hay que objetar al deseo, siempre
comprensible, de todo preso que anhela pasear por paisajes más atractivos que
el del patio de la cárcel. De hecho, y por lo que a delincuentes catalanes se
refiere, Juan José Moreno Cuenca, el
Vaquilla, se hizo famoso por organizar motines que solían cesar con ciertas
dosis de opiáceos inyectables. Lustros después de la muerte del popular Vaquilla, sus solemnes sucesores en los
ambientes carcelarios, tratan de llamar la atención de la prensa con una vieja
maniobra: la del ayuno.
Según se ha podido saber, días
después del anuncio de esta iniciativa, los ardorosos defensores de la causa
golpista fueron capaces de sustraerse al tentador aroma del pollo y los
canelones que la prisión dirigida por Paula Montero había incluido en el menú.
Sin embargo, y pesar de la filtración de una foto en la que aparecía el
colectivo que en unos meses deberá enfrentarse a gravísimas acusaciones, el
resultado de esta efectista medida no está dando los frutos deseados. La prensa
se ha hecho escaso eco de la maniobra del trío lazi y acaso ese sea el motivo
por el cual, el supremacista Torra haya anunciado un tímido ayuno-dieta
prenavideño de 48 horas, con el que hará visible su sacrificio. La estrategia
de Torra trata de dar continuidad al encierro y dieta prenavideña de 24 horas sostenida
por los Capuchinos de Sarriá, a la que se han sumado diputados de JxCAT, ERC y la CUP,
siempre prestos a arrimar el hombro en toda iniciativa hispanófoba que sea
digna de tal nombre. Como
si de una cuaresma separatista se tratara, los capuchinos pretenden que la grey
entre la que distribuyen un pasto espiritual de inequívocos perfiles
secesionistas, ayune cada viernes en apoyo de la huelga de hambre que se
mantiene, al parecer, en la prisión barcelonesa. Clericales meritorios de la
causa catalanista, los miembros de la plataforma Capellans.cat, también prevén
hacer actos de «reflexión, meditación y oración» bajo el título «Espiritualidad
y solidaridad con los políticos catalanes en huelga de hambre».
Pese a todos los aspavientos hechos
por los hombres de la corbata, la capucha antisistema y la ropa talar, la
presunta huelga de Forn, Sánchez, Turull y Rull, que tanto recuerda a la
peculiar dieta a la que se sometió el etarra De Juana Chaos, está encontrando
un escaso eco en la prensa no subvencionada por la Generalidad. Cada vez más
olvidados por los medios de ámbito nacional, los políticos presos, a pesar de
los guiños que reciben desde las televisiones afectas, comienzan a diluirse de
un modo parecido al del pícaro y vividor Puigdemont. Empresas que deben cuadrar
sus balanzas fiscales, los grupos mediáticos, a pesar de sostenerse en una
publicidad que a menudo está vinculada a la parcelación mercantil hispana, son
conscientes de que existe cierto hastío en relación a unos sujetos que, después
de fracasar en el intento de arrebatar una región al resto de sus compatriotas,
escenifican un pueril victimismo. El nuevo numerito resulta, no obstante, de agradecer,
aunque sólo sea porque puede servir para releer aquel relato escrito por Kafka
en 1922. Su título era Un artista del
hambre, y en él, el escritor narró el fin de un ayunador circense dedicado
a un espectáculo que ya había perdido interés para el público. Después de que
el ayunador expirara, el inspector con el que había mantenido su última
conversación ordenó que se enterrara su sucinto cuerpo y se limpiara la jaula
en la que se exhibía. Poco después, una joven pantera ocupó el lugar del
ayunador. Establezca el lector las analogías oportunas.
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